Vista de la selva amazónica deforestada convertida en un campo preparado para la siembra de la soja, en el estado de Mato Grosso, Brasil. REUTERS / PAULO WHITAKER Llega el calor y las multinacionales de la alimentación desnudan sus intereses, ganar todos los mercados. Atentas como están a las nuevas tendencias alimentarias se lanzan […]
Vista de la selva amazónica deforestada convertida en un campo preparado para la siembra de la soja, en el estado de Mato Grosso, Brasil. REUTERS / PAULO WHITAKER
Llega el calor y las multinacionales de la alimentación desnudan sus intereses, ganar todos los mercados. Atentas como están a las nuevas tendencias alimentarias se lanzan a los helados veganos, es decir, helados que sustituyen la proteína de leche por otras proteínas de origen vegetal. Unilever, con su marca Frigo, publicita sus helados veganos con proteína de guisante o de soja. Hace unos meses, Nestlé -junto con Unilever, las grandes líderes de la importación del aceite de palma- presentó sus hamburguesas veganas. Hamburguesas con gusto a carne con soja como ingrediente principal.
El vegetarianismo y el veganismo son hábitos alimentarios nada reprochables, al contrario. El abuso en las dietas actuales de carne producida industrialmente es una de las grandes causas de la crisis climática que nadie discute aunque nadie parece hacer nada, políticamente hablando. El apoyo al crecimiento de macrogranjas de cerdos en nuestro territorio da buena cuenta de esta permisividad.
Si estos hábitos veganos los delegamos a las multinacionales y los globalizamos, las consecuencias, ¿son aceptables? Porque les pregunto, ¿han visto ustedes campos de soja en Catalunya? ¿En el Estado español? ¿En Europa? De hecho, ¿reconocerían su cultivo? ¿Comieron soja nuestros mayores? Y lo que más me preocupa, ¿cómo resolverán dos o tres multinacionales tanto aprovisionamiento de soja?
La respuesta ya la conocemos porque la ganadería industrial que queremos evitar también es demandante de soja. De hecho la principal demandante ya que todos los cerdos, gallinas o vacas criados en régimen carcelario -que son millones- se alimentan de soja llegada de Estados Unidos, Brasil y Argentina. Extensiones inmensas de monocultivo de soja genéticamente modificada por Monsanto (ahora Bayer) para poder ser fumigada con glifosato, el herbicida originalmente de Monsanto que está costando a Bayer millonarias condenas judiciales por sus efectos cancerígenos.
Hasta la fecha, la soja de los nuevos helados o hamburguesas citados no aparece como soja transgénica en el etiquetaje. Hasta la fecha. Desde este mes de mayo, la compañía Impossible Foods, líder en EEUU en la producción de hamburguesas veganas y que cuenta con financiación de Google y Bill Gates, ha decidido abrir las puertas a la soja Monsanto. Como explica el propio CEO de la empresa, Pat Brown, «la creciente demanda de la Impossible Burger está superando el suministro disponible de ingredientes de soja no transgénica de cultivo nacional. Hemos buscado la opción más segura y ambientalmente responsable que nos permita escalar nuestra producción y proporcionar la Impossible Burger a los consumidores a un costo razonable. Y el ganador inequívoco fue la soja transgénica»
Felicitémonos por la nueva conciencia alimentaria pero busquemos las respuestas en el marco de nuestras culturas alimentarias y lo que ofrece nuestra agricultura y ganadería ecológica y de proximidad. Lo hacían muy bien nuestras abuelas y abuelos.
Fuente: https://www.elperiodico.com/es/opinion/20190629/articulo-gustavo-duch-soja-helados-veganos-7528442