Para José María Valverde, cristiano, comunista, internacionalista, nuestro François Houtart. In memoriam, 21 años después. «Los últimos años les advertía a mis alumnos que los intelectuales somos malas gentes. Ejercer de intelectual o escritor es colocarse en un pedestal de poder, de fama, de ambición, de prestigio, de dinero. Son muy pocos los que resisten» […]
(JMV, Mundo Obrero, febrero de 1996).
Para Jordi Torrent Bestit, que nunca se ha ubicado en ningún pedestal de fama, ambición, poder, dinero o prestigio.
¿Quién soy yo? Mi madre era ucraniana; mi padre ruso. Nací y me crié en Kirguistán, me he casado con un tártaro. Entonces, mis hijos, ¿qué son? ¿Qué nacionalidad tienen? Nos hemos mezclados todos, llevamos muchas sangres mezcladas. En el pasaporte tengo a los hijos inscritos como rusos, pero nosotros no somos rusos. ¡Somos soviéticos! Aunque el país en el que yo nací ya no existe.
Lena M. (Voces de Chernóbil de Svetlana Alexiévich)
El viaje a Burdeos es quizá el gozne en que la historia gira. Por su longitud y dureza, por el fracaso último que incorpora (despedido de nuevo del trabajo a causa de sus caídas psíquicas), por la experiencia nueva del calor del sur, su apertura a las sensaciones, como si al fin habitara la Grecia añorada siendo herido por ella: «He estado en Francia -escribe- y he visto la triste, solitaria tierra. El fuego del cielo y la calma de los hombres, su vida en la naturaleza, se han apoderado completamente de mí y, como se repite de los héroes, puedo decir que Apolo me ha golpeado». Releo el relato de otra memorable caminata alemana, Del caminar sobre hielo, del cineasta Werner Herzog, y me llevan sus detalles a pensar que tal vez, con la cercana mirada de quien anda fuera de las rutas comunes, las cosas, los lugares, las gentes se transformen, de tan reales se sientan irreales, hasta dar cuerpo al sueño de soledad en el que Hölderlin identificó su vida.
Miguel Casado (2017)
Por último, la observación más clarividente y necesaria fue la de una señora de San Millán, que, a la pregunta sobre el porqué del múltiple homicidio (pregunta increíblemente inteligente, dicho sea de paso), contestó: «¿Que por qué? Pues porque tenía una escopeta, por eso». En un mundo que desde siempre se ha resistido denodadamente a mirar cara a cara la evidencia de que las armas son la primera, más constante y más fundamental causa del homicidio y de la guerra, esta señora ha acertado a expresar lo que ya dijo Homero. «El hierro, por sí solo, atrae al hombre».
Rafael Sánchez Ferlosio, El alma y la vergüenza.
Sobre las citas (otras complementarias y tan o más importantes, están ubicadas al fina l de todo; no las olviden por favor). La tercera está directamente relacionada con el asunto de hoy, con las armas y la muerte (sin que no me resista a estar de acuerdo con Homero y Sánchez Ferlosio en este punto). La primera dice mucho de la mayoría de nosotros (aunque no seamos soviéticos) y conviene recordarlo una y otra vez; la segunda, del gran poeta y crítico literario muy amigo de Francisco Fernández Buey, Miguel Casado, habla de Hölderlin… y de todos.
Tenía que haber añadido este paso de Estefanía Torres. Lo hago ahora [http://www.eldiario.es/euroblog/existe-digno-necesario-internacionalismo-feminismo_6_647145285.html]
En España hay más de mil violaciones al año denunciadas. La punta del iceberg de todas aquellas que prefieren callar para no ser ellas las juzgadas. Últimamente, las violaciones en grupo de manadas de jóvenes que buscan diversión se están convirtiendo en espectáculos televisivos donde a quien se juzga es a la víctima y a quien se justifica es a ellos. Los medios de comunicación los defienden porque son jóvenes, sanos, normales, «guapos», hijos de sus madres, novios de sus novias. Son los hijos sanos del patriarcado. Uno de cada tres pagará por sexo sin importarle si quien presta su cuerpo lo hace libremente, forzada, sin papeles, coaccionada, amenazada. Los hijos sanos del patriarcado: 60 de ellos asesinarán a sus parejas cada año en España, porque entienden que en el sexo y en el amor las mujeres les pertenecemos. Es crudo decirlo así. Pero es necesario decirlo: nos están matando. Movilizaciones inspiradoras, como Ni Una Menos, surgida en Argentina, son las que nos alumbran el camino. Porque hay una revolución pendiente. Y si algo bueno tiene la globalización es que nos da la oportunidad de compartir ideas e inquietudes, de generar redes de mujeres a ambas orillas del Océano, de crear espacios democráticos y consolidar una verdadera ciudadanía social que no excluya, como hasta ahora, a la mitad de la humanidad.
La reflexión final de la autora:
Por eso nuestra propuesta ante los Donald Trump que amenazan el mundo es una alianza entre nosotras. Una alianza que nos haga fuertes. Que dote al feminismo (eso que Clara Campoamor decía debiera llamarse, más bien, humanismo) de un papel protagonista en nuestra historia. Una alianza para que la igualdad y la equidad sean argumentos básicos del pacto global.
No es una mala propuesta. Le sobran razones, mucha rabia y no menor indignación.
Sobre las coordenadas en .Cat, nuestro recuerdo semanal:
1. Políticas: el proceso antidemocrático de secesión siguen en pie (con astucia y falacias; nada nuevo en este oscurecido sol mediterráneo). En el momento en que cierro esta sabatina no se conocen la fecha y la pregunta del anunciado referéndum secesionista, aunque se sabe, eso sí, que «Catalunya en comú», desconozco la posición de Podem- Podemos, no apuestan por el referéndum unilateral. Conviene recordar que en las elecciones del 27S nadie habló de referéndums, la pantalla -metáfora entonces muy usada- había sido superada. La cuestión esgrimida en aquellas elecciones plebiscitarias fue: el voto de tu vida por la secesión o el voto de tu vida opuesto a la secesión. O Sec o no-Sec, no había otra. Si había mayoría, que no la hubo, todo, es decir, nada menos que la ruptura de un demos común con millones y millones de hilos fraternales, se alcanzaría en 18 meses. Punto y final. A diós, muy buenas, nos altres, els catalans, no somos zafios ni cazurros. Esa era entonces la narración «Made in .Cat-Sec». Perdieron, no ganaron su apuesta. Revisaron dos días después el relato.
Por lo demás, ¿está o no está consolidada la mayoría parlamentaria (que no es mayoría de voto ciudadano) tras la marcha de l grupo de Gordó? ¿Algún amigo político seguirá sus pasos? Oleguer Pujol, por su parte, asegura que a su padre, el padre del clan «le han desterrado como al Dalai Lama». H a admitido, eso sí, que su madre Superiora de la Congregación no estuvo afortunada cuando aseguró en el Parlamento catalán que sus hijos iban por la vida con una mano delante y otras. Por supuesto, aunque no es el tema, la corrupción política es también estructural en las filas del PP, y su política de ordeno y mando sigue mandando. ¡Que haya suerte en la moción de censura! De coordenadas más generales basta tener en cuenta estos datos que tomo de u n buen artículo de Olga Rodríguez [http://www.elperiodico.com/es/noticias/opinion/rearme-nuevo-puzle-del-poder-por-olga-rodriguez-6090323]: «Solo en el 2016 EEUU dedicó 612.000 millones de dólares a gasto militar. A gran distancia -pero también con tendencia ascendente- le siguen China con 215.000 millones, Rusia con 69.245 millones, Arabia Saudí con 63.673 millones, la India con 55.900 millones, Francia con 55.700 millones, el Reino Unido con 48.253 millones, Japón con 46.126 millones y Alemania con 41.000 millones». Conviene también recordar esto: «A pesar de que el Ejecutivo español no ha pedido autorización al Parlamento, tropas españolas forman parte de esta estrategia atlántica en la frontera rusa. En los próximos días se completará el despliegue de 300 soldados españoles en Letonia, con 80 vehículos, entre ellos 6 carros de combate Leopard y 14 vehículos blindados de combate Pizarro». Rodríguez recuerda que es la primera vez que «España opera en esta región desde la segunda guerra mundial, cuando participó con la División Azul al servicio de la Alemania nazi».
2. Sobre las coordenadas económicas: el ex consejero Gordó dejó el martes pasado Junts pel Sí -pero se aferra a su escaño: da dinero y poder… y se sigue siendo aforado- tras ser imputado por el interminable caso del 3% (Mas -Gordó es o era un amigo-político íntimo- sigue en estricto silencio sobre el tema. La cosa, según parece, no va con él: http://politica.e-noticies.cat/artur-mas-guarda-silenci-110507.html). Como ha señalado Miquel Noguer, ¿alguien puede creerse a estas alturas de la jugada que el expresidente de la Generalitat no sabía nada de las finanzas ni de las actividades de su gran amigo y colaborador? ¿Cuántas manos se han levantado? La fiscalía, por su parte, quiere que Mas, Ortega, Homs y Rigau retornen al Tesoro Público los 5,12 millones de euros que costó celebrar la consulta secesionista del 9N. Fèlix Millet arremetió contra los actuales responsables del Palau: el letrado que lo representa acusó a la institución musical, que ejerce la acusación particular, de «encubrir» la financiación ilegal de CDC. Mariona Carulla, la actual presidenta, conocía el paso de comisiones, pero ha evitado acusar a CDC.
Pero hay otros asuntos más importantes, mucho más importantes, menos institucionales, alejados del teatro del tema monotema. «No consentiremos que empleados en la Unión Europea cumplan su labor en condiciones tercermundistas y por fuerza del convenio». Es una denuncia de CC.OO por la difíciles condiciones (incluida la salubridad) en que se ven obligados a trabajar los obreros temporeros que recogen la fruta en Lérida que han sido contratados por payeses de la zona. Los trabajadores se han manifestado en varias ocasiones en Serós (comarca del Segrià) porque no se les paga los 6,18 euros/hora que establece el convenio del sector. Sucede aquí, en Cat, y el presidente Puigdemont y su vicepresidente Junqueras sin decir ni pío a pesar de anunciar -ellos y las restantes voces secesionistas, casi coralmente- una República catalana libre, justa, feminista, socialmente avanzada (para algunas voces, incluso anticapitalista), etc., etc, lo opuesto a la España zafia y explotadora. ¿Y los de la CUP no dice nada tampoco? ¿Tampoco va con ellos lo de los trabajadores temporeros? ¿Estos obreros no son del país, no forman parte de los «Países Catalanes» con mayúscula?
Sobre la cara B, la no turística, la no postal temática, vale la pena leer esta nota del Triangle: http://www.eltriangle.eu/es/notices/2017/06/la-cara-b-de-barcelona-barraquismoy-pobreza-en-una-capital-europea-8163.php. Yo viví cerca del barraquismo de los años sesenta y setenta. Vuelve de nuevo -¿se ha ido alguna vez del todo?- a algunos lugares «abandonados» de la ciudad. «Igual que las inmigraciones de los años 60, cuando los barrios se organizaron por procedencia, las barracas también se han constituido como guetos. En el Poblenou viven mayoritariamente hombres subsaharianos ymagrebinos, mientras que en los solares que rodean los grandes hoteles y edificios cercanos a la Torre Agbar conviven familias gitanas de origen rumano y portugués que viven en semibarracas adosadas a caravanas y furgonetas.»
3. Hoy faltarían unas tercera coordenadas culturales-deportiva. Escuchen si pueden (mejor: no escuchen) un programa deportivo en catalán que emite la cadena SER de 15 a 16 horas. El pasado miércoles 7 de junio tocaba comparar, les ha dado por ahí, el Barça de Guardiola (un neoliberal secesionista que acumula euros o libros, lo que haga falta, y que este domingo leerá una proclama como estrella invitada en un encuentro del mundo separatista) con el Madrid del Zidane. Escuchen las conversaciones, vean el tono chulesco y supremacista de algunos periodistas. En una de ellas, un periodista que se las da de ser muy sabio, de conocer el terreno, aseguró que la comparación era imposible, absurda, que era equivalente a comparar la música de Beethoven con las canciones pegadizas de Justin Bieber. Lo mismo. Punto y aparte aseguró.
Me olvidaba. El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ya tiene la respuesta del presidente de la Comisión de Venecia [CdV] Gianni Buquicchio. Buquicchio agradece la información que le ha hecho llegar Puigdemont en relación a los acuerdos adoptados y «toma nota» de la intención del Parlamento de cooperar con la CdV en torno a las modalidades de «un referéndum pactado», para lo que le remite al código de buenas prácticas de la misma comisión y expone que «sin duda, consciente de que no sólo el referéndum como tal, sino también la cooperación con nuestra comisión, se deberá llevar a cabo de acuerdo con las autoridades españolas». Subraya que la institución ha enfatizado «consistentemente» en todos sus dictámenes «la necesidad de que cualquier referéndum se lleve a cabo en pleno cumplimiento con la Constitución y la legislación aplicable». El enlace: http://politica.e-noticies.es/la-comision-de-venecia-da-un-portazo-a-puigdemont-110464.html)
Dos observaciones previas -sobre la huelga del metro y sobre sindicalistas federalistas (¿qué si no?)- y un apunte.
El apunte: la comisión de Interior del Congreso de Diputados aprobó el pasado jueves 1 de junio una proposición no de ley de ERC para reconvertir la Jefatura Superior de Policía de Via Laietana de Barcelona en un centro memorial, documental y archivístico de la represión franquista en Cataluña (siempre que se puede ubicar, que se podrá, los efectivos policiales en otro edificio) que incluya una exposición de las causas, protagonistas (Cambó y afines, ¡ahí os quiero ver!) y consecuencias de la misma. La iniciativa fue aprobada con 23 votos a favor -ERC, PSOE, Unidos Podemos, Ciudadanos…- y 14 en contra (el PP en pleno). Mi enhorabuena. Lo que clama al cielo: ¿por qué no antes, por qué no mucho antes?, ¿cómo es posible que la izquierda haya dejado a ERC, en bandeja de plata, una iniciativa así, sabiendo como sabemos que el grueso del movimiento antifascista en Cataluña -y en el resto de España- estuvo relacionado con el PSUC-PCE y otras fuerzas comunistas y libertarias (y con algunos colectivos, pocos, muy pocos, nacionalistas)? ¿Por qué no hemos caído en una cosa tan básica, tan inmediata, tan elemental? ¡Incluso a mí se me había ocurrido!
Sobre la huelga del metro barcelonés, un asunto que debería centrar nuestro máximo interés. Las actuaciones reales de la llamada nueva izquierda se plasman en asuntos como éste. Unos datos de entrada [https://directa.cat/que-continua-vaga-de-metro-barcelona]: sueldo medio de los 21 cargos mejor retribuidos de TMB: 115.000 euros anuales; 530 están fuera de Convenio (la misma corporación -pública pero con gestión «estilo privado»- habla de 275); trabajadores a tiempo parcial en 2011: 930, en 2014: 1.036 (un 25% de la plantilla); número de trabajadores/as en 2010: 3.764, en 2016: 3.567.
¿Por qué continúa -quinto o sexto lunes, la convocatoria es indefinida- la huelga de metro en Barcelona? Los trabajadores (y trabajadoras que son más) reclaman reducir los contratos temporales, detener la precariedad y revertir las externalizaciones. No es una huelga economicista Como telón de fondo, «la opacidad que rodea el colectivo Dirección y Técnicos, más de 500 personas fuera de convenio». Si bien es cierto que en el pasado julio, el comité consiguió arrancar el compromiso de realizar cien ampliaciones de contrato, que la empresa asegura que ya se han efectuado, algunos sindicatos, honestamente combativos, denuncian que a partir del mes de enero dejaron de ampliar jornadas laborales para sustituir las prejubilaciones, tal y como se había acordado. Esta es una de las razones por las que la plantilla vire 180 grados su decisión del mes de octubre de 2016 de no ir a la huelga.
¿Cómo es posible que la situación siga así teniendo en cuenta quien gobierna en el Ayuntamiento de Barcelona que no son otros que los de «Barcelona en comu»? ¿El transporte metropolitano no forma parte o no debería formar parte de lo que es común? ¿Quién nombró al actual responsable de la empresa del metro y creo que también de TMB? ¿Mercedes Vidal, la responsable política del Ayuntamiento, está haciendo sus deberes o está inmersa en una cosmovisión «modernizadora-neoliberal» al estilo del resto de ejecutivos?
(Estuve el pasado miércoles 7 de junio en una reunión con vecinos de La Pau y con sindicalistas del metro barcelonés. Si la mitad de lo que cuentan sobre la gestión de BenC y los directivos de la empresa es verdadera, es para hacer cola y pedir número preferente en la ventanilla de las desesperaciones profundas. ¡No hay forma, no hay manera! Más allá de lo que decimos y gritamos bla-bla-bla y bla, hacemos lo mismo -o incluso peor en ocasiones- que hace la derecha. Aunque cueste decirlo. Nos olvidamos de casi todo cuando nos ubicamos en el poder. De las viejas promesas, de posiciones de clase, de orígenes sociales… Incluso en cómo vestimos, en cómo nos relacionamos con las restantes élites políticas. La tradición obrera está absolutamente ausente de las coordenadas políticas de los dirigentes de la coalición En común. De comunes, digan lo que digan, poco o nada. Incluyo, por supuesto, a la alcaldesa y a sus tenientes de alcaldía. Parece imposible pero es así. La tradición obrera está a años-luz de sus prácticas. Y no sólo es lo que hacen sino incluso en su lenguaje: idéntico al de cualquier ejecutivo de cualquier corporación privada. ¿Nuevas formas de hacer políticas? Menudo cuento, menuda estafa. ¡Qué risa (trágica) tía Felisa! Quin riure, quin riure!).
Pasemos al llamamiento de los sindicalistas federalistas. Sé que me alargo. Disculpas.
Desde el sindicalismo de clase democrático y confederal que profesamos los sindicalistas de base, afirman con un uso impreciso del término confederal, «independientemente del sindicato al que estamos afiliados y afiliadas, vemos con mucha preocupación la situación que estamos sufriendo los últimos años el conjunto de la ciudadanía, donde los derechos laborales y sociales se han conculcado hasta límites insostenibles; donde el deterioro de los servicios públicos, la sanidad, la enseñanza, el cuidado a las personas dependientes, las relaciones laborales en los centros de trabajo; donde la extrema precarización y el desprecio de la ocupación, se han convertido en un mal endémico que todos y todas debemos asumir con resignación, siguiendo la mejor tradición judeocristiana, con falsas promesas de paraísos y mejor vida incluidas». Lo esencial, lo más evidente.
Los trabajadores/as de Cataluña, señalan, «al igual que los del resto de España, con los que nos unen muchas más cosas que con algunos empresarios o banqueros que se han declarado independentistas y líderes de la libertad» (¡por fin, por fin, decimos verdades como puños!), somos los grandes damnificados de esta crisis, «con una legislación que nos ha conducido a la pobreza, con una Reforma Laboral que ha maltratado a la ciudadanía de Cataluña de forma más violenta que otros territorios del Estado Español» (de España, quieren decir, no del Estado), y que nadie se ha planteado ni desobedecer ni desconectar, «mientras tanto se iban empobreciendo los trabajadores/as, se descuartiza el empleo y caían pequeñas y medianas empresas de muchos sectores frente las grandes corporaciones». ¿Alguna duda?
Para nosotros, prosiguen, es evidente que el Estado necesita una profunda reforma; «que el llamado Estado de las Autonomías no responde a las necesidades ni de la sociedad ni de los pueblos»; que es necesario que «se establezca un marco que permita una redistribución de la riqueza basada en las reformas fiscales, laborales y sociales que cambie la deriva a la que nos encontramos inmersos toda la clase trabajadora de España». Su posición:
El estado español necesita reformarse, debe afrontar una realidad distinta a la de hace 40 años. No creemos en el modelo autonomista por entender que ya está agotado, pero tampoco creemos en el modelo secesionista o independentista, una aventura que nos puede abocar al desastre. Muchos sindicalistas creemos en el federalismo, en un modelo federal que sirva para que Cataluña encaje perfectamente en España, pues somos y nos sentimos catalanes pero también españoles y españolas; todos juntos, codo a codo, hemos luchado y muerto por la libertad y la democracia y no queremos una Cataluña fuera de España pero tampoco diluida en ella.
Nadie habla ni ha hablado de disoluciones. Pero, por fin, decimos cosas tan básicas como ésta: «somos y nos sentimos catalanes pero también españoles y españolas; todos juntos, codo a codo, hemos luchado y muerto por la libertad y la democracia.» ¿Cómo hemos podido olvidarlo?
Queremos, afirman, la garantía de nuestra lengua y cultura, es decir, de nuestras lenguas y culturas deberían haber dicho, «un nuevo pacto fiscal solidario pero justo, el desarrollo del marco catalán de relaciones laborales, un modelo educativo y sanitario de acuerdo a las necesidades de la gente del país, en definitiva un pacto de estado que aborde las reformas necesarias, incluidas las constitucionales, para establecer un modelo de convivencia en el siglo XXI». No entro en detalles. Creen en un modelo federal, basado en la negociación y el pacto, en un modelo social cohesionado, en una sociedad que cuide de sus niños y de sus grandes, de sus dependientes, donde las relaciones laborales se basen en el equilibrio de las partes y la fiscalidad responda a criterios progresivos y proporcionales.
Estamos ante actitudes políticas de enorme irresponsabilidad, con amenazas de unilateralidad por ambas partes, arrogándose unos y otros el derecho a expresar lo que quiere el pueblo de Cataluña y que quiere el pueblo español, primando la emocionalidad por encima de la racionalidad en un puro ejercicio electoralista.
Nosotros, concluyen, formamos parte de este pueblo que quiere cordura, que quiere madurez política, que no está ni para aventuras ni para cacicadas. No están, así finalizan, ni por independentismos ni por nuevos centralismos.
Nuestro asunto: Hipercor y la izquierda.
La información: el Ayuntamiento de Barcelona conmemorará el 30 aniversario del atentado de Hipercor con una exposición que comisionará el periodista Francesc Valls y un acto institucional el próximo día 17 de junio para homenajear a las 21 víctimas mortales y 45 heridos que produjo el atentado de ETA con coche bomba en 1987. Será la primera vez que el consistorio organiza un acto para las víctimas del atentado y lo celebrará dos días antes de cumplirse el aniversario (el 19, lunes) para no interferir en los actos organizados por los familiares de las víctimas.
Vale la pena remarcar: la primera vez. En estos 30 años, contando mal, señalo que el consistorio barcelonés estuvo unos 23 años en manos de «gobiernos de izquierda, con diferentes alianzas.
El comisionado de Programa de Memoria del Ayuntamiento de Barcelona, Ricard Vinyes, ha considerado que el hecho de que la ciudad no haya convocado nunca un acto de conmemoración es un déficit de acompañamiento y reconocimiento al que el actual ejecutivo de la ciudad quiere poner punto y aparte.
Déficit de acompañamiento y reconocimiento es una forma elegante -y seguramente sentida- de hacer referencia a la burrada, al desastre, a la barbaridad cívica que, entre todos, hemos cometido.
La tarjeta de invitación de la alcaldesa Colau dice así: «Em complau [complace] a convidar-vos a l’acte de record i de reconeixement [reconocimiento] de la ciutat a les víctimes de l’atemptat [atentado] d’Hipercor. L’acte tindrà lloc el dissabte [sábado] 17 de juny a les 12 hores, al Parc de Can Dragó (av. Meridiana amb av. Rio de Janeiro)». De acuerdo, perfecto. Allí estaremos muchos; yo entre ellos por supuesto. No es necesario hacer un llamamiento. Ustedes, si así lo estiman, acudan también.
La duda, la pregunta que nos penetra y nos compromete: ¿por qué por primera vez? ¿Qué ha pasado? ¿Qué hemos hecho durante estos 30 años? ¡Treinta años, tres décadas!
¿Por qué muchos nos negamos a asistir a la manifestación de repulsa convocada en Paseo de Gracia en aquellas fechas? ¿Por los GAL? ¿No había que dar apoyo a los del GAL ni al gobierno que los abonaba y cuidaba, y por eso no podíamos acudir a esa manifestación? ¿Había que entender el «contencioso vasco», el «conflicto vasco», e incluso votar a HB en las elecciones europeas? ¿No podíamos permitir ser tontos, no podíamos ser usados por los instrumentos del gobierno y del Estado?
Las torturas, las detenciones arbitrarias, las actuaciones de la policía armada, de la guardia civil, los «planes antiterroristas» del gobierno de Felipe exGasNatural, el probado terrorismo de Estado, Amedo y sus compinches, los grupos de extrema derecha organizados o financiados por sectores del mundo empresarial vasco, Lasa, Zabala, otros nombres que hemos olvidado, la persecución a diversas manifestaciones de la cultura y lengua vasca, ¿lo justificaban todo o casi todo? ¿También Hipercor, también el atentado contra el cuartel de Vic cinco años después? ¿Eran guardias civiles en este caso y familiares suyos? ¿Qué hicimos, qué pensamos cuando los autodenominados Comandos Autónomos Anticapitalistas asesinaron a Enrique Casas tres años antes, el 23 de febrero de 1984?
¿Todo aquello seguía siendo parte de la lucha justa y revolucionaria de un pueblo oprimido por su emancipación? ¿No llegamos a decir, en el caso de Hipercor, que el atentado criminal tenía también otros responsables, la dirección de la empresa, que en aquellas circunstancias no había hecho caso del aviso y había situado los negocios, sus crematísticos negocios, por encima de la mínima prudencia que la situación les exigía?
¿No nos reímos un poco (o mucho) de aquella sabia y prudente consideración de Juan María Bandrés: «la mejor forma de que no estallen bombas es no ponerlas»? ¿No llegamos a considerarle un vendido, un antiguo apoyo de la causa (había sido abogado en el consejo de Burgos) que había perdido el sentido y las coordenadas básicas? ¿No nos situamos moralmente, políticamente, por encima de él y su «humanismo pueril»?
¿Ninguno de nosotros llegamos a conocer a familiares de los asesinados o heridos? Yo sí por ejemplo. Milité durante años con la viuda de un arquitecto de Santa Coloma de Gramenet, militante del PSUC por cierto. ¿Fuimos conscientes de su dolor, de su inmenso dolor, de lo que para ellos había sido significado todo aquello? ¿Qué justificación podía tener si no pensábamos desde cumbres abismales de inhumanidad y ceguera? ¿Qué diferencia había, si la había, con un atentado criminal de la extrema derecha fascista? ¿No rechazábamos con todas nuestras fuerzas lo que sucedía muy cerca nuestro, en Italia por ejemplo? ¿Dónde se ubicaban las diferencias? ¿Aquello era fascismo y esto era otra cosa muy diferente?
¿A cuántas concentraciones de familiares asistimos? ¿No convenía asistir? ¿No eran de «izquierdas»? ¿Había que dejar solos a los familiares de las víctimas? ¿No eran de los nuestros? ¿Estaban penetradas por la ideología de la rabia y de la derecha vengativa? ¿Había que pasar página y ya está? ¿No podíamos estar a su lado? ¿No éramos capaces de decir NO en aquellos momentos y ante tanta barbarie?
¿Llegamos a pensar-razonar que también nosotros teníamos nuestras víctimas no reconocidas y que, por tanto… todo o casi todo valía?
¿Recordamos el nombre de alguna de las personas asesinadas? ¿Por ejemplo? ¿Recordamos a Grimau, Enrique Ruano, Salvador Puig Antich, Txiki, Otaegui, Antonio Ruiz Villalba, Márquez y tantos otros y no somos capaces de recordar ninguna de aquellas personas asesinadas? ¿Somos o no somos capaces, fuimos o no fuimos capaces de comprender el dolor de los familiares, incluso la reacción política de algunas de esas personas? ¿Qué hubiéramos hecho y sentido en su caso?
La manipulación que sin duda, no somos ciegos, han intentado -¡intentado!- algunas fuerzas de la derecha catalana y española, ¿explica nuestra ausencia? ¿La justifica incluso? ¿Lejos de nosotros ese cáliz y a pensar en otra cosa? ¿Que se la apañen como puedan?
¿No hemos oído nunca las voces prudentes y equilibradas de algunos representantes de las familias afectadas?
¿Cómo hemos tratado, qué hemos dicho, qué hemos pensado, yo mismo soy un ejemplo, de personas, de compañeros que sí que asistieron y apoyaron a los familiares de las víctimas del atentado? ¿Eran peperos convencidos y ya está? ¿Se habían derechizado?
Aparte del texto del ayuntamiento que hemos comentado, ¿hemos reflexionado alguna vez sobre este atentado criminal y nuestro comportamiento? ¿Cuándo, quiénes, dónde? ¿En qué reuniones? ¿Cuántas veces hemos hablado de ello?
¿Cómo hemos podido ser tan insensibles, tan poco humanos, tan torpes políticamente? ¿No había que haber acompañado a las víctimas, a sus familiares, a lo largo de estos años, mostrando nuestra solidaridad, nuestro apoyo, nuestra repulsa ante el crimen, sin esperar desde luego ninguna rentabilidad política? ¿Las personas de izquierda no podíamos comportarnos así porque nos hubiéramos confundido, hubiéramos dado malas señales de confluencia con personas de posiciones lejanas?
¿Basta con pedir perdón, como hizo Arnaldo Otegui, en una visita reciente a Barcelona? ¿Ya está, ya podemos pasar página? Nada puede hacerse. Punto y final. ¿Es eso?
¿Cuántos textos o manifiestos hemos escrito sobre lo sucedido? ¿Cuántas veces hemos mostrado nuestro recuerdo a las víctimas y nuestra radical oposición a aquel acto de barbarie?
¿No fuimos las personas, jóvenes o no tan jóvenes, que entonces militábamos en partidos de izquierda comunista especialmente insensibles? ¿No seguíamos pensando en 1987, 12 años después de la muerte de Franco, en clave de lucha revolucionaria, de emancipación de social? ¿No llegamos a medio justificar el atentado apelando a las víctimas no deseadas que todo conflicto político conlleva? ¿No llegamos a decir que, en el fondo, los responsables del atentado sólo querían asustar, demostrar su poder y su «capacidad militar», que la jugada salió mal, que sólo querían doblar al gobierno pero que no querían asesinar a nadie? En síntesis: que fue un accidente, que cosas así ocurren en todas los conflictos.
En el fondo, ¿fuimos conscientes de lo que significaba la lucha armada? ¿No supimos de compañeros nuestros que cayeron en otros lugares dando de sí lo mejor de sí mismo? ¿No teníamos suficiente con lo que había ocurrido con el FRAP en los últimos años del franquismo? ¿Desconocíamos el testimonio de Félix Novales, un ex militante del GRAPO, por ejemplo?
¿Seremos capaces de rectificar? ¿Tendremos también Hipercor en nuestra memoria? ¿La historia trágica de Barcelona recogerá también este acto de barbarie? ¿Habitará de nuevo en él nuestro olvido? ¿Pensaremos alguna vez, con todo el rechazo del mundo, aquellas conversaciones de todo un vicepresidente de la Generalitat de Catalunya con ETA para pedirles que, por favor o con alguna concesión, no atentasen en Cataluña, sin importarle mucho o poco si lo habían en el resto de España?
¿Volvemos a recordar lo sucedido en el trigésimo primer aniversario? ¿O entonces ya no porque el número no es redondo y es primo?
Por lo demás, convine recordarlo, no estábamos ayunos de reflexiones sobe el tema de la violencia en aquellos años.
En 1980, por ejemplo, en diálogo con Vicenç Fisas, Manuel Sacristán escribía:
La segunda observación crítica que aquí se desea presentar al escrito de V. F. [Vicenç Fisas] debe entenderse como el deseo de profundizar o radicalizar la posición que él mismo construye. La justa motivación antimilitarista o pacifista suele contar con una certeza moral, la de que no se debe aceptar, acaso por respeto de su constancia histórica, el mal moral por excelencia, que es el matar, sobre todo el matar institucionalizado; ahora bien, para gentes de izquierda revolucionaria se puede añadir a ese fundamento moral otro que se desprende de la experiencia de revoluciones coronadas por el éxito militar y fuego ahogadas en las consecuencias de ese éxito, las cuales hacen de cada una de esas revoluciones una vuelta más de la monótona noria que es nuestro pasado conocido. Por eso es tal vez hora ya de aplicar radicalmente al pensamiento revolucionario los criterios que se desprenden de la motivación antimilitarista y, con mayor razón, de la pacifista.
Si así se hacía, proseguía el traductor de Marx y Platón, entonces la cuestión esencial sugerida por el escrito de V. F. será más general que la que él considera en discusión al escribir:
«El tema a discutir (…) es el de si es posible o no realizar un proyecto emancipador, no solamente revolucionario, sin alterar las crecientes tendencias militaristas que se observan en la sociedad internacional». Bien se puede decir que eso no engloba la discusión, ni siquiera la necesita, porque la pregunta así planteada tiene a estas alturas una respuesta clara: no. Pero ese planteamiento deja sin tocar un fondo tradicional y hoy problemático del pensamiento de la izquierda revolucionaria, esto es, no pone en discusión otras manifestaciones de la violencia que sólo por falta de estatalidad se mantienen dentro de límites que se podría llamar mini-militares. Si se trata de escarmentar en revolución ajena -en la rusa, en la china, en la vietnamita o acaso (y es el ejemplo quizá más monstruoso, aunque casi nunca se mencione) la mexicana-, entonces hay que aplicar la enseñanza también a las fuerzas que aspiran a repetir el cuento, aun en el caso de que sus finalidades o su tradición coincidan con las nuestras o sean afines a ellas. Y, desde luego, a nosotros mismos.
Es posible, matizaba, que no sintiera necesidad de hacer esta referencia para argumentar lo que se quería exponer. Sin embargo, la laguna estaba rellenada por la idea de que el monopolio de la violencia por el Estado se basaba «en la dimisión colectiva de la necesidad de violencia de los individuos».
Esa idea sugiere, ante todo, que la «necesidad de violencia de los individuos» es natural y fatal; mas, aun en el supuesto de que los etólogos de la escuela de Lorenz y Eibl-Elbersfeld llevaran toda la razón del mundo en esta cuestión, la utilización social y política de sus resultados requeriría mucha elaboración, y no una simple recepción en bruto. Además, la tesis sugiere que esa «necesidad de violencia de los individuos» es intrínsecamente buena, sólo pervertida por el Estado. No es cosa de intentar seguir ahora la historia de la gallina y el huevo entre la corrupción de los individuos y la acción corruptora del Estado. Para la comprensión del hoy es necesario tener en cuenta que la violencia de las grandes instituciones no es sólo fruto de «la dimisión colectiva de la necesidad de violencia de los individuos», sino también el terreno de ejercicio, de satisfacción de la violencia de muchos individuos contra otros, por no hablar ya de la violencia organizada no-estatal (la de las bandas fascistas, por ejemplo, o la del Ku-Klux-Klan). Si se pasa por alto todo eso, se produce un esquema reduccionista (esta vez político, en vez del económico del marxismo vulgar) por el que se sugiere que, una vez desaparecida la violencia institucional organizada tal como lo está hoy, queda resuelto el problema; y entonces resulta enigmático por qué estamos todos de acuerdo en que es necesaria una revolución cultural, una humanidad cambiada y no sólo la abolición de unas instituciones jurídicas y económicas.
El marco mental correspondiente a ese reduccionismo jurídico-político, concluía Sacristán, pudo (acaso) abarcar motivaciones renovadas a finales del siglo XVIII. Ya en aquel entonces no parecía poder dar de sí más que otra vuelta de la noria histórica.
Igualmente, en una nota de 1985, comentaba;
Conviene decir brevemente de qué organizaciones o corrientes se trata entre nosotros: se trata, ante todo, de las situadas a la izquierda del PCE y del PSUC, amén de algunos militantes de estos dos partidos, de Izquierda Socialista, de UGT y de CC.OO. (con la CNT no parece nada problemática la relación del movimiento por la paz, ni siquiera del más radical o «gandhiano»). El pasado doctrinal de estas organizaciones (lo que con ingenua petulancia llamábamos «la teoría») no las predispone a una lucha radical por la paz, ni siquiera para el antimilitarismo. Esta es la primera constatación que hay que hacer, y no vale la pena remacharla con muchos ejemplos o citas, que el lector conocerá y de los que estará tal vez hastiado. El hecho es que, partiendo de la frase de Marx acerca de la condición de partera de la historia que tiene la violencia, se ha traspasado la idea, en una extrapolación discutible, al plano institucional, y precisamente militar, desde poco después de la Revolución de Octubre y, sobre todo, desde la consolidación del despotismo burocrático estalinista
La mediación entre la idea de Marx (que no se refiere a violencia institucional ni rebasa el ámbito de una sociedad dada) y el nuevo belicismo doctrinal de las Internacionales III y IV (la II practicó desde muy pronto el viejo belicismo capitalista: desde que votó los créditos de guerra de 1914 recordaba Sacristán)
[…] fue, una vez superada la guerra civil rusa, la política internacional. En ella se recuperó el ejército «nacional» permanente. La versión ideológica fue defensiva, y bastante sinceramente: en el ámbito stalinista se trató de «la defensa de la patria del socialismo» y en el trotskista de «la defensa del primer estado obrero de la historia», por burocrático que fuese; también la idea de «lucha de clases a escala mundial» cumplió su función en el nuevo militarismo, no, desde luego, porque fuera falsa, porque careciera de cosa que designar, sino por el modo como se concretó políticamente: por ejemplo, Werner Hoffmann, el ministro de Defensa de la República Democrática Alemana, antiguo combatiente de las Brigadas Internacionales en la guerra de España, llegó a decir que la bomba atómica es un arma de la lucha de clases (se supone que «a escala mundial»); y no hará falta recordar la siniestra inepcia de Mao Zedong que presentaba la guerra nuclear como antesala del socialismo. Como se decía en la «Carta de la redacción» aparecida en el nº 22 de mientras tanto, los partidos comunistas han tenido una concepción instrumental de las guerras como medios de defender o alcanzar el socialismo.
De este modo se recuperaba la doctrina tradicional de la escolástica católica, la doctrina de la «guerra justa».
El modo específicamente marxista de hacerlo prolongaba el fatalismo que se puede desprender de la filosofía de Hegel, tal como se recoge y prolonga en la Miseria de la filosofía de Marx: la guerra justa revolucionaria quedaba cubierta por la tesis hegeliano-marxista de que la historia avanza siempre «por su lado peor» o «malo».
No menos evidente que todo eso es el hecho de que las organizaciones marxistas radicales está peleando enérgicamente, más y mejor que nadie (al menos en este país), por la causa de la paz. En algunos casos su pelea lo es sólo oblicua o secundariamente por la paz, pues tal vez no estarían siempre dispuestas a proseguirla más allá de la lucha contra el ingreso (o la permanencia) de España en la OTAN. Pero eso tiene por el momento poca importancia, porque la oposición a la OTAN es la forma real y viva en que se presenta hoy un argumento a contrario: si alguien pretendiera hoy en España -como lo pretenden los ni-siquiera-socialdemócratas del actual gobierno- estar por la paz y no estar contra nuestra presencia en la OTAN, diríamos que es un cobarde servil, un mentecato o un hipócrita.
La situación de los partidos marxistas radicales se parecía un poco a la de las confesiones cristianas en este punto.
Sobre todo a la de la Iglesia Católica. También los católicos que luchan por la paz se encuentran ante el escollo de la doctrina de la «guerra justa», que inventaron sus propios padres, y también en la Iglesia se han producido, muy naturalmente, tensiones parecidas a las que se detectan en el campo revolucionario de siempre.
Como es sólo una perogrullada (y por lo tanto no debería leerse como vanidad), quizá se pueda decir que la vía adecuada para mejorar esa situación consiste en revisar la doctrina para ponerla de acuerdo con una práctica que todos esos movimientos consideran más esencial para ellos que algunas formulaciones de su pasado doctrinal. Y tienen razón: los marxistas radicales porque lo esencial para ellos ha de ser la voluntad emancipatoria, nada compatible con lo que hoy sería una guerra mundial; los cristianos por el socialismo (no sólo los que hoy militan en CPS), porque en su lectura del Evangelio destaca presumiblemente más el «No matarás» (e incluso otras máximas más positivas y efusivas) que el «Yo no he venido a traer la paz» tan usado y abusado por los pseudodemócratas belicistas del Centro y el Este de Europa, cegados por su explicable inquina contra sus dominadores (…) Probablemente lo que haya que desear sea que esos movimientos superen la escisión o desarmonía que hay entre su doctrina de la guerra y la práctica que hoy llevan a cabo, asimilando en algún grado el motivo pacifista y el motivo antimilitarista.
En un momento anterior, en una conversación con su amigo Wolfgang Harich en el CTD, en 1979, había señalado:
La precisión hace falta en lo que se refiere a acciones puntuales. Lo que pienso y he expresado demasiado breve y precipitadamente, es que el movimiento no puede limitarse a las formas clásicas de la acción de masas, como, por ejemplo, la manifestación, sino que tendría que recurrir también a otras, como, por ejemplo, campañas precisas con objetivo particular y muy definido, las cuales pueden ir desde protestas civiles propias incluso de asociaciones de consumidores -por ejemplo, contra las autopistas, contra las tarifas de las compañías eléctricas- hasta acciones ocasionalmente más enérgicas, como intentos no violentos de sabotaje, de bloqueo no violento de instalaciones o de su funcionamiento, etc.
Ya está.
De nuevo me he excedido. Disculpas, Les dejo ahora en buenas manos. Empiezo por un comentario de Andrés Martínez Lorca
De Palestina no conviene hablar, no sea que se moleste la potencia ocupante. Del continuo expolio de sus tierras mediante la ocupación por los colonos, tampoco.
Y de la terrible carnicería de su población por parte del ejército israelí y los colonos, menos aun, como no sea para hablar de la «violencia» de las víctimas. Os adjunto un enlace que pone datos y cifras del asesinato de niños palestinos. ¿Quién dijo que este horror era cosa del pasado y que no se toleraría en silencio?http://www.hispantv.com/noticias/palestina/343210/israel-mata-ninos-palestinos-intifada
Esto que pueden ver , según parece, es la nueva izquierda, las nuevas formas de hacer política: http://www.rtve.es/alacarta/videos/el-debat-de-la-1/ Uno se queda en la pura perplejidad, sin saber qué decir.
La siguiente información recorre el sendero conocido: «Gordó, investigat pel 3%.» http://politica.e-noticies.cat/gordo-investigat-pel-3-110439.html Hemos hablado antes de ello.
Este artículo vale su peso en oro (está en rebelión): Alfredo Caro Maldonado: «Consecuencias sociales de las anomalías científicas: el cientifismo». Les copio un paso que nos afecta muy directamente:
El 90% de los científicos trabajan más de 40 horas semanales, el 38% más de 60. Miles de investigadores compiten internacionalmente por una plaza o financiación. Escándalos por fraude saltan por todas partes. Cientos de artículos se retractan. El 50% de los ensayos clínicos no se hacen públicos. El 80% de los resultados en biomedicina no son reproducibles. En nuestro país los casos de Sonia Melo o Susana González claman al cielo. Parece que la corrupción en ciencia se paga, pero con premios y dinero. El supervisor de tesis de Melo durante el fraude, Manel Esteller, recibió el Premio nacional de investigación de Cataluña y la medalla de honor del parlament de Cataluña. Es corrupción porque es malversación de fondos públicos.
Pero no pasa nada. Con el premio sigue.
Les dejo con este enlace sobre la lucha de mujeres y Palestina (tengan cerca algún pañuelo por si caso, creo que lo necesitarán) https://www.youtube.com/watch?v=YyFM-pWdqrY&feature=youtu.be.
También con esta reflexión-recomendación del helenista gramsciano Miguel Candel:
El 23 de agosto próximo se conmemorarán los 90 años de la ejecución de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, emigrantes italianos de filiación anarquista galleanista acusados injustamente de dos asesinatos y un robo cometidos siete años antes en Boston. El movimiento de solidaridad con ellos alcanzó proporciones planetarias (el proletariado de entonces era otra cosa y el internacionalismo era de verdad; incluso el gobierno de Mussolini intentó interceder). En 1977, cincuenta años después de la ejecución, el gobernador de Massachussets, Michael Dukakis (de origen griego y fracasado candidato a la presidencia de los Estados Unidos), rehabilitó públicamente a Sacco y Vanzetti. Previamente, en 1971, sé filmó una película sobre el tema dirigida por Giuliano Montaldo, protagonizada, entre otros, por Gian Maria Volontè, con música de Ennio Morricone (como la famosa «Balada de Sacco y Vanzetti», con letra de Joan Baez y cantada por ella misma, cuya letra original empieza así: «Here’s to you, Nicola and Bart»: una gozada para cualquier militante de izquierda).
Si no la han visto, no dejen de verla. La balada: https://www.youtube.com/watch?v=7oday_Fc-Gc&spfreload=10. El comentario del historiador Giaime Pala al texto del profesor Candel:
Sip. Aquella campaña fue grande. Muy grande. Recuerdo ahora el episodio de Michele Schirru, anarquista sardo que operó con Sacco y Vanzetti en EEUU. Después del asesinato, se pasó unos años planeando el asesinato del Duce. Para ello, volvió a Italia, pero, a causa también de una hermosa bailarina húngara (ay… la carne…), fue arrestado en Roma, procesado por Tribunal Especial y ejecutado. Cuando era estudiante, me metí en una campaña para que el pueblo natal de Schirru retirara de una sus calles el nombre del «podestà» fascista que gobernó el pueblo en los años del fascismo y la dedicara a Schirru. Sin éxito. http://www.garzanti.it/libri/giuseppe-fiori-lanarchico-schirru-9788811681885/
Esta nota complementaria es del historiador y profesor jubilado Jordi Torrent Bestit (a él y a José M.ª Vakverde, como han visto, está dedicada esta sabtina):
Sí, en efecto, fue una campaña muy grande. Me sumo al agradecimiento por el recordatorio y aprovecho para señalar que hace años la argentina Granica editó un volumen (probablemente descatalogado) donde quedan recogidas las cartas que B. Vanzetti dirigió a sus familiares desde el momento en que abandonó su pueblo natal hasta el fin de su vida (a través de ellas se sigue paso a paso el proceso). En el libro se encuentra también el enérgico -y conmovedor- alegato de Vanzetti ante sus jueces antes de que éstos dictaran sentencia (debido a su escaso dominio del inglés, Sacco apenas dijo unas palabras).
Y, finalmente, más sobre Venezuela, es necesario apoyar (crítica, no ciegamente) a Venezuela. Esta vez del historiador y maestro José Luis Martín Ramos (he intentado estar en desacuerdo pero no lo he conseguido):
Reflexionando también, sobre detalles. Me cuesta entender a veces a Maduro y sus decisiones políticas, pero me niego a juzgarlas porque la información que nos llega sobre ellas está tan mediatizada que es difícil conocer de entrada las razones. Por ejemplo, desde el punto de vista de la coherencia institucional democrática la formulación de la nueva asamblea constituyente parece un pedazo sectario, pero no puede analizarse -menos juzgarse- fuera del contexto de la instrumentalización actual de la Asamblea por parte de la oposición antichavista, y de la intensidad de la movilización de la derecha que requiere motivos alternativos para la movilización de la izquierda. Hace daño la imagen de manifestaciones y represión policial; pero solo vemos, y solo «oímos» una clase de manifestaciones, que son violentas ya de entrada de la parte de los manifestantes. No puedo, ni quiero, olvidar, que la estrategia de la oposición antichavista fue después del fracaso de los golpes, desencadenar una insurrección de las clases medias para deslegitimar al gobierno; hoy he oído en TVE1, que no es chavo-madurista, que el detenido López [¡sus familiares han sido recibidos por la alcaldesa de Madrid!] ha preferido seguir en la cárcel a pactar con el gobierno. Es un detalle, para mí importante.
La cuestión de la economía extractivista. El juicio político que le haría al gobierno de los EEUU no se lo puedo hacer al gobierno de Venezuela. Chávez optó por mantener la renta petrolera como parte fundamental de los ingresos del estado por razones semejantes a las de Cárdenas en México, para implementar un estado asistencial lo más rápidamente posible -que no quiere decir lo más completo posible, porque las necesidades son muchas- sin introducir la correspondiente revolución fiscal que podía tener consecuencias sociales y políticas internas muy desestabilizadoras, tanto en la imposición directa como en la indirecta. Y las posibilidades de reorientar la economía general, tan dominada desde el siglo pasado por el sector petrolero, no es tan sencilla; Venezuela no tiene los recursos de México y ya no digamos de EEUU; paramos la extracción… y esta madrugada, no mañana, ¿qué? Y no descuido, tampoco, la ayuda de la producción petrolera venezolana a la supervivencia de Cuba, después de la caída de la URSS; aunque también hay quien, también en la izquierda, dice que el régimen cubano está obsoleto. Curiosa manera de aplicar el lema de cuanto peor mejor; si acabamos con Raúl Castro y Maduro el pueblo, la revolución popular estará mejor… ¿sobre la base de qué? ¿quien lidera y hegemoniza su caída?
Por último. Tengo una cierta aprensión a esas disidencia de izquierda internas; las viví en Chile, con Altamirano y el Partido Socialista y el MIR, erosionando la autoridad de Allende, pero no mejorando la movilización popular sino todo lo contrario; y veo que se repite el comportamiento de determinadas disidencias comunistas. Por eso no firmaré, hoy por hoy, ninguna crítica pública a Maduro y si firmaré -ya arriesgaré mi ingenuidad- el apoyo al proceso bolivariano en Venezuela, que -a pesar de que hayan algunas disidencias- sigue gestionando Maduro y los suyos, son la mayoría de ese proceso y con la mayoría estaré, al menos de puerta afuera (como dijo Togliatti… y Gramsci).
La historia, señala finalmente el historiador de la UAB, no se repite, «pero qué cansinas son las coincidencias que se reproducen».
¿Por qué habrán recibido Manuela Carmena y Rita Mestre a los familiares de, nada menos, Leopoldo López?
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.