Mientras la diversidad sexual se abre cada vez mayores espacios en el mundo de hoy, aumentan también los esfuerzos de las corrientes más conservadoras y fundamentalistas por cerrarle el paso a lo que parece convertirse en la gran reivindicación del siglo XXI. Para intentar frenar los avances que en materia de reconocimiento social, e incluso […]
Mientras la diversidad sexual se abre cada vez mayores espacios en el mundo de hoy, aumentan también los esfuerzos de las corrientes más conservadoras y fundamentalistas por cerrarle el paso a lo que parece convertirse en la gran reivindicación del siglo XXI.
Para intentar frenar los avances que en materia de reconocimiento social, e incluso legal, empiezan a obtener comunidades de gays, lesbianas, transexuales y travestis, se apela no sólo a preceptos religiosos sino a resultados científicos.
La polémica sobre si la homosexualidad es o no curable y si las personas homosexuales «heredarán el Reino de Dios», puede encontrarse día tras día en los medios de comunicación masiva, en los más diversos sitios de Internet y en los cientos de miles de correos que intercambian las redes.
Por segunda vez este año, fue aplazada la votación en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas de una resolución impulsada por Brasil que busca el reconocimiento de los derechos de las llamadas minorías sexuales.
«Los homosexuales son biológicamente normales, lo que no es normal es el ejercicio de la homosexualidad», afirma un texto de Gerard J.M. Van Den Aardweg, divulgado este mes por la Agencia Católica de Prensa (Aciprensa).
Además de dar detalles de la terapéutica aplicada para lograr que un 30 por ciento de los casos tratados se cure del «complejo de inferioridad» que a su juicio es la homosexualidad, Van Den Aardweg va más allá al recomendar a la familia y a los educadores cómo evitarla:
«Los complejos homosexuales se pueden evitar educando a un muchacho como muchacho y a una chica como tal. No se pueden intercambiar y mezclar las cosas. Una total identificación, la total identidad de roles que quiere cierto feminismo exacerbado es absurda».
Por último, y no menos importante, el texto asegura que «el movimiento mundial para la emancipación de los homosexuales trata de eludir cuestiones fundamentales, se sirve de medias verdades y de falsedades totales y maneja el concepto de discriminación para suscitar compasión».
En la otra acera, están amplios sectores de la sociedad civil que defienden el derecho de cada persona a elegir su orientación sexual o vivirla plenamente, sin temores al rechazo social, y gozando de garantías legales que hasta hace muy poco no existían en ningún país del mundo.
También encontramos un amplio número de trabajos científicos que demuestran exactamente lo contrario de la tesis de Van Den Aardweg y, por suerte, la tendencia cada vez más generalizada entre los especialistas de no intentar «curar» a personas que «no quieren ser curadas».
Como norma, los estudios en comunidades de gays o lesbianas demuestran que los traumas y sufrimientos que viven muchas de estas personas tienen como eje fundamental el temor a la reacción social, empezando desde muy pequeños por el seno familiar.
Una investigación realizada en Estados Unidos y presentada en el XVI Congreso Mundial de Sexología, realizado en La Habana en 2003, demostró que los gays que no habían logrado «salir del closet» eran más propensos a sufrir determinadas enfermedades respecto a quienes asumían abiertamente su orientación sexual.
Para la antropóloga María Consuelo Mejía, directora de Católicas por el Derecho a Decidir (CDD) en México, en la sociedad patriarcal actual las posiciones y actitudes intolerantes homófobas y misóginas se expresan en todas las iglesias.
«Esas posiciones, ancladas en otras épocas, tienen como objetivo controlar las vidas de las personas y limitar su autonomía, sobre todo la de las mujeres, a través de procedimientos particularmente agresivos y poco respetuosos de la pluralidad y la ética», considera Mejía.
DERECHOS A LA CUBANA
Cuba no vive alejada de la polémica, pese a que ninguna iglesia o congregación religiosa tiene acceso a los medios de comunicación masiva.
Aunque a partir de los años 90 del pasado siglo la comunidad homosexual cubana ha vivido cierta apertura, en la isla no existen, como en otros países, organizaciones civiles para la defensa de los derechos de estos grupos que son víctimas de la cultura machista hegemónica.
En cualquier caso, la legislación cubana no contempla sanciones abiertamente homofóbicas y desde hace varios años los sectores especializados han promovido el concepto de la homosexualidad como una variante más de la sexualidad.
«Este proyecto ha significado para mí un crecimiento desde el punto de vista humano», dijo a SEM Mayra Rodríguez, especialista del gubernamental Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) que desde hace varios años trabaja formando promotores de salud entre travestis y transexuales.
El centro facilita ayuda especializada a estas personas, no para corregir su opción sexual, sino para ayudarles a asumirla, a encontrar la comprensión de la familia y, en algunos casos bien definidos de transexualidad, hacer las gestiones ante las autoridades para un cambio de identidad.
El curso forma parte de un programa nacional más amplio de prevención del virus de inmunodeficiencia humana (VIH, causante del Sida) en hombres que tienen sexo con otros hombres y que, promovido por el Ministerio de Salud Pública, ha abierto una importante línea de investigación en el ámbito nacional.
Aunque los espacios públicos para el debate y la transmisión de información sobre diversidad sexual aún son escasos en la isla, el CENESEX inauguró este año un foro sobre Masculinidad y Diversidad Sexual que agrupa a especialistas de diversas disciplinas de las ciencias sociales y la medicina.
Esta posición sobre la diversidad sexual empieza a ser introducida en los textos escolares cubanos a partir de la enseñanza secundaria y en la preparación de los profesionales de los sectores de la educación y la medicina, se conoció durante una jornada científica por el Día Mundial de Población, el pasado 11 de julio.
«Ser homosexual o bisexual no es una enfermedad, no es sinónimo de perversidad ni constituye delito alguno», puede leerse en la portada de un sitio sobre el tema en la página web del CENESEX que pretende «derribar tabúes y prejuicios que aún subsisten» en Cuba.
«(La homosexualidad) es una orientación sexual que no es provocada por la seducción a ninguna edad, no es contagiosa, no es adquirida por defectos educativos ni por malos ejemplos en el medio familiar», añade el texto.