El 23 de agosto de 1944, “la Nueve” estaba acampada en Limours, población situada a 40 kilómetros al sur del París ocupado.
“La Nueve” era como se conocía a la 9ª compañía de la 2ª División Acorazada, de las Fuerzas Francesas Libres, al mando del general Leclerc, y estaba formada casi exclusivamente por soldados españoles republicanos, socialistas, comunistas y anarquistas, exiliados de la dictadura franquista que, tras haber combatido y derrotado a tropas alemanas e italianas, en los desiertos de Túnez, en 1942 y 1943, se incorporaron a la División Leclerc, para así continuar su lucha contra el fascismo.
“La Nueve” fue la primera fuerza armada del ejército aliado que entró en la capital. Y su papel fue crucial en la liberación de la ciudad.
El día 24 de agosto, por la mañana, el general Leclerc ordenó a su comandante, el capitán Dronne, que al mando de “La Nueve”, avanzase hacia París. A las ocho y media de la tarde, hace ahora exactamente 79 años, una vez superadas las defensas “nazis”, las primeras unidades motorizadas de “la Nueve” entraban en la ciudad por la Puerta de Italia. Tras callejear por la ciudad, para evitar ser descubiertos prematuramente por los controles alemanes, pasaron el puente de Austerlitz y los muelles del Sena y, a las nueve y veintidós minutos, los semiorugas, bautizados con nombres tan españoles como Madrid, Teruel, Guernica, Belchite, Jarama, Ebro, Guadalajara, Brunete y Quichotte, llegaron a la Plaza del Ayuntamiento donde se fueron congregando cientos de personas.
Los soldados españoles tomaron el Ayuntamiento y otros varios puntos clave, detuvieron al gobernador alemán Dietrich Von Choltitz, formaron en posición de defensa y abrieron el camino para que el resto de tropas entrara durante la madrugada. Los republicanos españoles fueron recibidos como héroes entre aplausos, abrazos, besos, flores, vino, con las notas de la Marsellesa de fondo, interpretada por las gargantas emocionadas de los parisinos liberados.
Los republicanos españoles pasaron la noche cantando «Ay Carmela» frente al Ayuntamiento y el día 25 tomaron la central telefónica y cambiaron la bandera franquista en la embajada de España por la tricolor republicana.
Se cumplen 79 años de aquella histórica acción antifascista de un puñado de compatriotas que reciben anualmente homenajes en Francia por su heroísmo, mientras en su propio país son sistemáticamente olvidados e ignorados por gobiernos e instituciones, en lugar de destacar su ejemplo democrático, como modelo de compromiso antifascista, para las jóvenes generaciones.
Y no fueron los únicos: miles de republicanos españoles, comunistas, socialistas y anarquistas, obligados al exilio por la dictadura franquista, lucharon a partir de 1940 contra el «nazismo en el «maquis», la resistencia francesa, y más tarde, también, en diversas unidades de los ejércitos aliados. Muchos de ellos murieron en acciones militares o en los campos de exterminio.
Nada se dice de todos ellos en los libros de texto españoles, como si su lucha y su heroismo nunca hubieran existido.
El mejor tributo a su generosa entrega antifascista es recordarles, generación a generación. Que su sacrificio no sea en vano.