Es difícil contener la indignación que me produce la conducta de los responsables públicos de ayuntamientos, Cabildo y delegación del Gobierno en Fuerteventura y la conspiración de silencio que se ha levantado para dar cobertura institucional y mediática a los actos conmemorativos del llamado «Vº Centenario del Regimiento Soria nº 9». Hace pocos días acudí […]
Es difícil contener la indignación que me produce la conducta de los responsables públicos de ayuntamientos, Cabildo y delegación del Gobierno en Fuerteventura y la conspiración de silencio que se ha levantado para dar cobertura institucional y mediática a los actos conmemorativos del llamado «Vº Centenario del Regimiento Soria nº 9». Hace pocos días acudí invitado por Intersindical Canaria a Fuerteventura a impartir una conferencia que intentara arrojar algo de luz sobre un acontecimiento en el que cargos públicos de CC y, sobre todo, del PSOE insular, se han implicado con una obediencia, un lenguaje y un estilo propios de adláteres del franquismo, disputándose el protagonismo ante la próxima visita del rey.
La razón de este enaltecimiento hay que buscarla en la nueva misión encomendada a este cuerpo en Afganistán, donde una atroz y encarnizada guerra de ocupación encabezada por Estados Unidos busca garantizar a los países de la OTAN los recursos naturales del Caspio, liquidar cualquier resistencia popular a sus planes de ocupación con la excusa Talibán, impedir la desestabilización de Paquistán, el aliado nuclear en la zona, estableciendo una base frente a la emergencia de la India como potencia global, y cerrar el paso a la expansión rusa hacia el Índico, el objetivo original por el que Estados Unidos promovió durante la Guerra Fría el fundamentalismo islámico al que hoy dice combatir. Los actos del Vº Centenario son la despedida de las tropas, que estarán en la región de Bagdish en próximas fechas de junio, coincidiendo con un agravamiento de la situación militar en la zona para los ocupantes.
Con destino a Afganistán, cerca de 280 soldados del Regimiento Soria han estado haciendo maniobras en el campo de tiro de Pájara, moviéndose con fuego real en torno a viviendas habitadas de la localidad de Fayagua. Pero en lugar de hacerse eco de las quejas de estos vecinos, el alcalde de Pájara, Rafael Perdomo, del PSOE, ha pagado de los impuestos de estos mismos vecinos una placa elogiosa para el Regimiento Soria, inaugurada en Puerto del Rosario la semana pasada en presencia de Marcial Morales (CC) y Eustaquio Santana Gil (PSOE), que se congratularon por la celebración de la efeméride. En la placa puede leerse: «Regimiento de Infantería Soria Nº 9; 1509-2009; Al Servicio de España». Luego veremos qué «servicios» fueron estos.
En Coalición Canaria, el alcalde de la capital majorera, Marcial Morales, quiso otorgar una medalla municipal al regimiento con motivo de la conmemoración del aniversario. Sin embargo, algunos miembros de la extinta Asamblea Majorera, molestos por la contradicción que esto supone con la posición histórica de este partido respecto a la Legión y el campo de tiro, lograron que en el último momento no se concediera la medalla, justificándolo en que no se ajustaría al Reglamento de Honores y Distinciones del ayuntamiento. Hay que recordar que, en 1994, el Tercio de La Legión de triste memoria en Fuerteventura recibió la Medalla de Oro de Canarias de manos de José Mendoza, aliado de AM en la recién creada Coalición Canaria, mientras en la calle se reprimía a quienes protestaban. Todos podemos recordar aquella fotografía de Carmelo Suárez (PCPC) humillado contra el suelo por la embestida de la policía frente al Teatro Pérez Galdós de Las Palmas. Otra fotografía famosa es la del senador Gerardo Mesa, quien fuera presidente del Cabildo de Fuerteventura en los momentos más aciagos de la presencia legionaria en la isla, llevado en volandas el 28 de mayo de 1991 por agentes antidisturbios de la Guardia Civil, por manifestarse pacíficamente contra un radar militar en la montaña La Muda: «Era la manera que tenía el pueblo -y yo, acompañándole- de protestar por tanta militarización de la isla», declaró Mesa Noda más tarde en el Senado ante el entonces ministro del Interior José Luis Corcuera (PSOE). Ahora, tanto el presidente del Cabildo, Mario Cabrera, como el diputado José Miguel Barragán, dicen que ellos nunca fueron «antimilitaristas».
Mario Cabrera promovió recientemente desde el Cabildo la erección de un monolito conmemorativo en acto de homenaje a los soldados fallecidos en el accidente del 11 de abril de 1972 en los llanos de Tefía durante las maniobras «Maxorata» de la Brigada Paracaidista (BRIPAC). El acto de Tefía es significativo del plegamiento castrense de los cargos públicos de Fuerteventura en sentido tan retrógrado como contrario a la recuperación de la memoria histórica de la guerra civil y la dictadura. Las reminiscencias franquistas que rodean este tipo de homenajes, donde se celebra al ejército y se echa tierra sobre sus víctimas, ofreciendo legitimidad democrática a versiones construidas para ocultar hechos vergonzosos o criminales, a la vez que se multiplican las maniobras en suelo insular, son de una sumisión escandalosa. En el caso del accidente de la BRIPAC, hoy sabemos que la responsabilidad de los mandos del operativo quedó encubierta por la destrucción de pruebas, la censura y el ocultamiento de información, que habrían demostrado que la orden de salto se dio desde Los Estancos con conocimiento del viento reinante, exponiendo a los paracaidistas al riesgo de muerte. Fallecieron 11 legionarios y quedaron heridos otros 40. La dictadura militar franquista nunca asumió ninguna responsabilidad por lo ocurrido. En el ejercicio «Maxorata» participaban veteranos de las campañas de Ifni y el entrenamiento se hacía con vistas a la descolonización del Sáhara. El homenaje es inseparable de la política colonial española en África, que merecería una capítulo propio en la recuperación de la memoria histórica del franquismo, pero el Cabildo se prestó a una versión acrítica de los hechos de 1972.
Haciendo memoria del Regimiento Soria
La Brigada Paracaidista, La Legión, los Regulares y el Regimiento Soria son fuerzas militares de choque, de reacción rápida, y han coincidido en la retirada colonial española. Pero de estos tres cuerpos, el Soria es la unidad más antigua, seguida de los Regulares (1911), la Legión (1920) y, más tarde, la BRIPAC (1955). Desde las guerras del Rif (1911-1926) hasta Ifni-Sahara (1957-1975), los Regulares, el Tercio y el Regimiento han actuado juntos en toda clase de tropelías sangrientas tanto exteriores como interiores, acompañando con tanta brutalidad como impunidad la retirada colonial y la represión del cambio social al servicio de los intereses más conservadores y derechistas. Esta es la verdad que el homenaje que se celebra en Fuerteventura pretende ocultar remontándose cinco siglos atrás.
El sinsentido de la propia conmemoración de un «Vº Centenario» salta a la vista si se tiene en cuenta que el regimiento ha cambiado de nombre y composición casi 20 veces durante ese tiempo, disolviéndose y recomponiéndose sucesivamente, de manera que lo que se celebra es la historia de un nombre atribuido a distintas unidades de infantería, más que de un determinado cuerpo militar propiamente dicho, pero con un denominador común: su carácter «sangriento», epíteto del que todavía presumen los mandos, otorgado en la batalla de Rocroy en 1643. Ya sea como regimiento, o como tercio, el nombre de Soria fue inspirador para la creación de La Legión por Millán Astray, quien durante su formación militar vivió de cerca las operaciones coloniales de la infantería española en Cuba, Filipinas y El Rif, que figuran en el historial del Regimiento Soria. De hecho, son el completo fracaso militar de unidades como esta y el rechazo social al reclutamiento los motivos que provocan la creación de un cuerpo de «extranjeros» inspirado en la Legión Francesa, como antes ocurre con los Regulares.
Curiosamente, los «méritos» atribuidos al Regimiento Soria son ese rosario de sonados fracasos y de resistencias sociales que representan la disolución de un Imperio, su continua retirada territorial y colonial en medio de una sangría de inútiles batallas al servicio de elites europeas como los Borbones, acciones absolutamente desconectadas de cualquier interés popular y, por el contrario, empleadas con salvajismo en las luchas de clases que jalonan la historia contemporánea de formación y consolidación del estado español. Resulta chocante comprobar cómo los propagandistas del Vº Centenario del Regimiento Soria incluyen todas esas banderas, «corbatas» y condecoraciones, incluyendo no sólo las campañas coloniales en América, África y Asia, sino también las recibidas durante la Guerra Civil y el franquismo. De hecho, no sólo en los estandartes y escudos de armas, sino en los historiales editados por el propio Ministerio de Defensa se menciona el papel de esta unidad durante la Guerra Civil, sin dar detalles sobre los «servicios» prestados que merecieron la condecoración del bando fascista, sin que a nadie se le caiga la cara de vergüenza.
Río Tinto
La entrada del Regimiento Soria en la historia contemporánea española tiene lugar a partir de la huelga declarada en las minas de Río Tinto el 1 de febrero de 1888, contra la compañía británica Río Tinto Company Limited. El conflicto está motivado por el uso de la técnica crematoria denominada «teleras», a cielo abierto, cuyos gases tóxicos resultan letales para las poblaciones cercanas. A la movilización se suman miles de manifestantes con sus familias, que puede ser considerado un hito en la historia del movimiento anarquista, obrero y campesino español, tanto por su convocatoria como por su trágico final. La creación de la «Liga Antihumista», promotora de la otra movilización simultánea a la de los obreros, es también uno de los primeros hitos históricos de los movimientos ambientalistas que se conocen, si bien este se debe a los perjuicios causados a las explotaciones agropecuarias de la terratenencia de Zalamea La Real, antigua cabeza municipal.
La historia de las responsabilidades en los sucesos de Río Tinto viene encubierta por una confusión deliberada. Las fuentes indican que el Gobernador, Agustín Bravo y Joven -por cierto, de los Bravo de Laguna de Gran Canaria, donde fue Subgobernador antes del destino a Huelva-, desplazó un denominado «Regimiento de Pavía». La batalla de Pavía, de 1525, en la que también participó un antecesor del Soria, dio en efecto el nombre de la ciudad a una unidad militar. Pero en 1888 no era un regimiento de infantería, sino una unidad de caballería, los Húsares de Pavía. En el momento de la manifestación, en Río Tinto había, en efecto, un escuadrón a caballo junto a numerosos guardias civiles, pero éstas fuerzas no arriban en el tren, ya se encontraban allí, y fueron retiradas cuando llegaron las tropas de infantería frente al ayuntamiento. Otras fuentes concretan que en Río Tinto intervinieron «dos compañías del Regimiento del general Pavía», que habían sido acantonadas en Huelva «para reprimir los movimientos obreros». Se acerca más a la verdad. El general Pavía no sólo acabó con la I República a lomos de su caballo en enero de 1874. Antes de eso dirigió a las órdenes de Salmerón la ofensiva militar contra el movimiento anarquista y cantonalista en Andalucía, que era un desafío territorial a la vez que comunero, ligado a las secciones de la Internacional. En sus artículos sobre el levantamiento español de 1873, Federico Engels analiza críticamente la actividad anarquista:
«¡En Sanlúcar… el pueblo es dueño de la situación!», exclama triunfalmente Solidarité révolutionnaire. Los aliancistas, que también aquí, en contra de sus principios anarquistas, instituyeron un gobierno revolucionario, no supieron por dónde empezar a servirse del Poder. Perdieron el tiempo en debates vacuos y acuerdos sobre el papel, y el 5 de agosto, después de ocupar las ciudades de Sevilla y Cádiz, el general Pavía destacó a unas cuantas compañías de la brigada de Soria para tomar Sanlúcar y… no encontró la menor resistencia.
Resuelta la erradicación militar del movimiento revolucionario andaluz, el general Pavía disolvió las Cortes constituyentes de la I República Federal y dio el poder a Serrano y Sagasta, quienes persiguieron y deportaron a miles de cantonalistas, continuaron reprimiendo al movimiento obrero y prepararon el regreso al trono de Alfonso de Borbón, que fallece en 1886. Durante la regencia, en 1888, Pavía continúa siendo un general en activo y con algunas responsabilidades gubernamentales. Después de ser empleado en la Segunda Guerra Carlista, a partir de 1876 el Regimiento Soria vuelve a vincularse a Andalucía, concretamente a Sevilla, con la finalidad de sofocar cualquier resistencia social al nuevo régimen, que aparece mezclada con las expresiones colectivas de la lucha de clases en la agricultura, la industria y la minería andaluzas. Para la población trabajadora, esa unidad continúa siendo «el regimiento de Pavía».
El Regimiento de Soria, formado por dos batallones, es desplazado a Río Tinto con el Gobernador Bravo y Joven para contener por la fuerza un movimiento social que supone el tipo de desafío de agitación anarquista en cuya represión se ha especializado la unidad militar desde una decada antes. Dos centenares de soldados de infantería son desplazados en tren a la localidad a las órdenes del teniente coronel cubano Ulpiano Sánchez Echevarría, que después se irá a combatir a Cuba y acabará destinado a Santa Cruz de Tenerife, donde fallece por enfermedad y recibe sepultura en 1908, con 60 años.
Suceden los hechos que darán nombre al «año de los tiros». En la Plaza de la Constitución de Río Tinto, donde se confluyen las manifestaciones «anti-humista» y anarquista el 4 de febrero, la tropa del Regimiento Soria se despliega ante la multitud indefensa y, tras una ceremonia de confusión e imprecaciones del Gobernador y del Teniente Coronel desde el balcón municipal, de improviso, los soldados apuntan y disparan varias descargas a bocajarro. Luego, avanza entre cadáveres rematando a bayoneta calada. El corresponsal de La República describe el suceso:
«En la hora que tomo la pluma estoy horrorizado y siento que al leer esta se horrorizará tanto como 18.000 o 20.000 criaturas que existen alrededor de las minas de Riorinto… A las doce de la mañana se presentó otra manifestación del pueblo de Zalamea la Real, en número de 1.300 personas, con el Ayuntamiento y su banda de música. Como media hora antes habían llegado 200 soldados del Regimiento de Pavía, mandados por el Coronel graduado; al pasar la tropa fue vitoreada; formó en la plaza en dos filas y en medio tocó la música piezas escogidas. A las cuatro se presentó el Gobernador, salió al balcón y dirigió la palabra al pueblo… En este tiempo se habían ido muchos pues de 20.000 personas que eran antes quedaron unas 5 o 6.000 pegadas a los soldados. Volvió a salir por tercera vez al balcón el Gobernador (Agustín Bravo) con el teniente coronel y el pueblo creyendo que iba a decir algo, se quedó como si estuviera en misa. De pronto los soldados de Pavía como obedeciendo una seña, formaron cuadros y rompieron fuego graneado a boca jarro, tan terrible que se produjo un movimiento tan enérgico y potente, que los poyos de la plaza son arrancados de cuajo y al que huye consternado y al que se tira al suelo vuelve a disparársele y por la espalda, sin mirar en sexos ni en edades».
El periódico de la Coalición Republicana relata así lo ocurrido:
«Cuando con más alegría y confianza se hallaban los manifestantes apiñados, en número superior a 12.000, en las estrechas calles adyacentes y plaza, mandaron retirar la caballería del sitio que ocupaba y acto seguido una descarga cerrada, inmensa, cuyos proyectiles barrieron aquella masa humana, puso en fuga desordenada a la multitud, que dejó en el suelo muchos cadáveres y heridos y se atropelló por las calles, lanzando gritos de pavor y de violenta ira. ¿Quién dio la orden de fuego? Hasta ahora no se sabe. ¿Fue el gobernador? ¿Fue el jefe militar? La soldadesca inconsciente, la máquina estúpida que obedece y mata, el soldado que dirige la boca del fusil al pueblo de donde salió y a donde volverá, gozaba con la vista de la pólvora y la sangre. Con el testimonio de centenares de personas que presenciaron el hecho, podemos afirmar que los manifestantes no profirieron ni un grito subversivo, no salió de ellos una provocación ni un acto que molestase a la tropa ni a las autoridades«.
La masacre de decenas de personas indefensas en Río Tinto quedó inmortalizada en un poema de Juan Delgado que incluye los versos siguientes:
¡Ay regimiento de Soria,
en negro y sangre escribiste
las palabras de tu historia!
¿Cuántos muertos, dime, Río,
cuantos fueron enterrados
entre la escoria caliente
condenados al olvido?
Agustín Bravo y Joven regresó a Canarias, ocupando el cargo de administrador provincial de contribuciones en Tenerife en 1890, e inmediatamente fue destinado a Cuba, como Gobernador de la Región Central, provincia de Matanzas, regresando años más tarde a Gran Canaria a ocupar diversas responsabilidades, donde se jubila en su antiguo puesto de Subgobernador en 1901. Es de destacar las novelas «1888. El año de los tiros«, de Rafael Moreno, y «El corazón de la tierra«, de Juan Cobos Wilkins. Sobre esta última el director de cine Antonio Cuadri rodó la película del mismo título en 2007, que recrea parcialmente los hechos. En el programa de actos del Vº Centenario en Fuerteventura se incluye el visionado de la película «Alatriste», un bodrio militarista de rancio españolismo inspirada en Arturo Pérez-Reverte, en cuyas escenas finales se reproduce de manera un tanto sádica y exaltada la batalla de Rocroy, una carnicería sin sentido de supuesto «orgullo español». Pero una película como «El Corazón de la Tierra» sería más adecuada para dar cuenta de los «servicios» prestados por el regimiento en época contemporánea.
Represión de huelgas
Una vez consumada la vesania de 1888, quedó una impronta de terror e indignación tan marcados en toda Andalucía, que el Regimiento fue acuartelado durante varios años. Sin embargo, una vez establecido oficialmente en su sede del Cuartel de San Hermenegildo en Sevilla en 1898, con esa triste fama seguirá siendo empleado de manera sistemática contra el movimiento obrero y campesino, alternando esa función coercitiva con la participación en los desastrosos conflictos coloniales. La prensa de principios del siglo XX así lo refleja:
14 de junio de 1900
Por una huelga
Sevilla. Ha marchado á Río Tinto el segundo batallón de infantería del regimiento de Granada. Se dice que están preparadas tres compañías del regimiento de Soria y un escuadrón de caballería del regimiento de Alfonso XII, por si se agravase la huelga.
7 de junio de 1911
Se han declarado en huelga 150 obreros de la fábrica de cerámica de Laffíte, motivando la huelga el no aceptar el fabricante las nuevas tarifas que le presentaron los operarios. Se dice qué están preparadas para marchar á Jerez, caso de exigirlo las circunstancias, fuerzas de infantería del regimiento de Soria.
5 de octubre de 1912
En Gerona
Según partes recibidos en el centro de Unión Ferroviaria continúa la huelga en toda la sección. Los trenes llegaron hoy con bastante puntualidad. El presidente de la Unión Gremial ha telegrafiado al presidente del Consejo de ministros, suplicando al gobierno que procure buscar una solución á la huelga ferroviaria por reclamarlo los intereses del comercio. Como anunció ayer, hoy á las nueve de la mañana, salió una compañía del regimiento de Soria, con objeto de vigilar algunos puntos de las poblaciones de la línea de Olot á Gerona.
Abril 1913
Noticias alarmantes
Madrid, 2-12. Nuevos despachos recibidos de Río-tinto, dan cuenta de que la agitación sigue en aumento, temiéndose serias complicaciones.
Fuerzas á Rio-Tinto
En vista de las noticias intranquilizantes que se van recibiendo, el Gobierno ha dispuesto que marche inmediatamente á Río-tinto, el primer batallón del regimiento de Soria.
Julio 1913
De Río-tinto
Los últimos despachos que ha recibido el Gobierno referentes á la situación de los obreros en Río-tinto, acusan gran intranquilidad.
Refuerzos
Dicen de Sevilla que, obedeciendo órdenes del Gobierno, marchará con toda urgencia á Río-tinto una compañía del regimiento de Soria, con objeto de atender al restablecimiento del orden entre los trabajadores de las minas. Dicha compañía se compondrá de 100 hombres uniéndose á las fuerzas allí existentes para el caso preciso de que se necesite el auxilio del Ejército.
Impresiones
Existe la impresión de que la agitación en Río-tinto es motivada por la propaganda de determinarlos individuos á quienes se les conoce por su cualidad de perturbadores.
12 de agosto de 1914
En Sevilla.
Esta noche ha marchado á Linares una compañía del regimiento de Granada. Dícese que á causa de la paralización de los trabajos de las minas, se teme alteración del orden público. En el mismo tren ha marchado otra compañía del regimiento de Soria para Bailen, donde también se han paralizado los trabajos de las minas.
18 de septiembre de 1913
Huelva 17. Llegaron fuerzas del regimiento de Soria, de guarnición en Sevilla, venidas con motivo de la huelga. Esta tiende á un arreglo. En Riotinto concéntranse también fuerzas. Aunque el director se niega á despedir á los capataces que motivaron la huelga, espérase que transigirá.
26 de junio de 1914
La huelga agraria
Sevilla. En el tren de Utrera salieron ochenta soldados del regimiento de Soria con motivo de la huelga de los obreros agrícolas. Las fuerzas las manda un capitán. La huelga se ha agravado. Hoy no trabajarán los albañiles. Los industriales y comerciantes se muestran propicios al cierre y a socorrer a los huelguistas.
Son sólo algunos ejemplos de la utilización del Regimiento Soria en la represión del movimiento obrero. Cabe resaltar el papel de esta unidad junto a la Guardia Civil en la represión de la «huelga general revolucionaria» de agosto de 1917, que había sido convocada por Pablo Iglesias, Besteiro y Largo Caballero, entre otros, de acuerdo con la CNT. Las tropas irrumpieron en Nerva, un pueblo de la cuenca minera de Río Tinto, y el 16 de agosto dejaron una decena de muertos y más de 30 heridos.
Guerra del Rif
La creciente implicación española en la Guerra del Rif colocó la atención del ejército en el frente magrebí, para defender los intereses del grupo de Romanones, los Urquijo, Ybarra, etc. y Juan March, que se enriquecieron gracias al conflicto con las minas de hierro, la ruta del cannabis y el tráfico de armas. Juan March armaba tanto a las tropas españolas como a la insurgencia rifeña. No se debe olvidar que la Semana Trágica de Barcelona se inició durante el embarque de tropas para la intervención en el Rif. Tampoco el nefasto papel de la Monarquía, con el trono ocupado por Alfonso XIII. Hay que recordar las palabras de Pablo Iglesias, en medio de interrupciones y gritos que lo acusaban de injuriar al ejército:
«La guerra del Rif ha sido una guerra de conquista, no en defensa del honor nacional, y por eso nosotros, y los que piensan como nosotros, nos oponíamos a ella… Que las fuerzas enviadas al Rif no lo fueron para reparar ninguna ofensa al pabellón español, sino para apoderarse de una parte de él, no es ahora una suposición, como al principio de la guerra, sino un hecho… Ha sido, pues, una guerra de conquista, una guerra en la que se ha atentado contra la independencia de un pueblo.»
Pablo Iglesias fue quien dijo que la campaña del Rif había provocado tal cúmulo de violaciones, desfalcos y latrocinios «capaces de enrojecer a las estatuas». Y en esos territorios actuó el Regimiento Soria, junto a la Legión después que fue creada. En la hoja de «servicios» difundida por Defensa dice que el Regimiento Soria nº 9 combatió en la zona de Larache, «desde 1921 hasta la pacificación». Dos testigos de excepción relatan las terribles experiencias vividas en el frente rifeño:
«Cuando atacaba, el Tercio no reconocía límites a su venganza. Cuando abandonaba un pueblo, no quedaba más que incendios y los cadáveres de hombres, mujeres y niños. Así, fui testigo ocular de la destrucción total de los pueblos del Beni Arós en la primavera de 1921. Cuando se asesinaba a un legionario en una marcha solitaria por el campo, se degollaban a todos los hombres de los pueblos vecinos, a no ser que se presentase el asesino». (Arturo Barea).
«Es la guerra. Esto es la guerra. La banderita en el mástil de la escuela, la Marcha Real, la historia, la defensa nacional, el discurso del diputado y la zarzuela de éxito. Todo aquello, rodeado de condecoraciones, trae esto. Si aquello es la patria, esto es la guerra: un hombre huyendo entre cadáveres mutilados, profanados, los pies destrozados por las piedras y la cabeza por las balas» (Ramón J. Sender).
Sanjurjada
Cuando es proclamada la II República, el 14 de abril de 1931, los trabajadores republicanos movilizados no se olvidan del papel represor del Regimiento Soria. Un grupo de manifestantes dispara contra el cuartel en Sevilla. Los soldados responden con el resultado de un muerto y varios heridos. Pero pocos días más tarde, sin embargo, la banda del regimiento ya aparece tocando bajo los colores de la tricolor.
Como hemos visto, el papel principal de esta unidad militar en territorio español había sido desde la I República intervenir como un instrumento armado de represión y terror al servicio de los sectores monárquicos, caciquiles y nacional-católicos, contra cualquier reforma democrática y contra el movimiento obrero y campesino. Por eso era, en cierto modo, inevitable, que su sede de San Hermenegildo en Sevilla se convirtiera en un centro conspirativo y operacional de primer orden para el golpismo.
La reforma militar de Azaña (1931-1933) intentó mermar la influencia del nutrido grupo de curtidos mandos africanistas cuya experiencia y «méritos» en la «pacificación» del Rif habían acelerado de forma exponencial y multiplicado los ascensos y la oficialidad, hasta crear una losa colonialista que era, de hecho, incompatible con un estado democrático, como lo había sido en 1871; pero a la vez el Gobierno requería el concurso de este ejército como fuerza represiva para contener la organización revolucionaria del movimiento obrero y campesino e impedir que fuera más allá de una democracia liberal convencional. Esta doble intención de los gobiernos republicanos hasta la victoria del Frente Popular provocaba el rechazo de esos militares, a la vez que los pertrechaba para convertir el rechazo en alzamiento.
El cuartel del Regimiento Soria acoge en 1932 la Sanjurjada. A él son conducidos en las horas decisivas del 10 de agosto los concejales y alcalde de Sevilla que se han opuesto al golpe de José Sanjurjo, veterano de Cuba, Melilla y Alhucemas, Comandante General de África, marqués del Rif y, con la república, director general de la Guardia Civil y más tarde de Carabineros. Sanjurjo había jugado un rol destacado en el golpe de Primo de Rivera y defendía la posición de Juan de Borbón, el padre del actual monarca. A mediados de julio, Sanjurjo pidió iniciar el levantamiento en Sevilla y se contactó especialmente a los mandos del Regimiento Soria -el coronel Rodríguez Polanco-, que apoyaron la intentona.
Sanjurjo recibió a los periodistas en el cuartel de San Hermenegildo, afirmándoles que el movimiento no tenía carácter monárquico, pues solamente se dirigía contra el actual Gobierno. El general Sanjurjo reunió separadamente a jefes, oficiales y clases en el cuartel de San Hermenegildo, recabando su concurso para el golpe que pretendía dar… Al gobernador civil se le condujo al cuartel de San Hermenegildo, donde quedó en calidad de detenido.
Guerra Civil
Con la II República, el Regimiento Soria nº 9 pasó a denominarse Granada nº 6, aunque en Sevilla seguía conociéndosele por su antiguo nombre. Por eso el papel de esta unidad en el Ejército del Sur comandado por Gonzalo Queipo de Llano durante la Guerra Civil ha quedado disimulado, como en el caso de Río Tinto, bajo un cambio de denominación. Con la guerra, el regimiento pasó de contar sólo con 2 batallones a movilizar 22.
Al igual que Pavía o Sanjurjo, los conspiradores del 18 de julio habían previsto otorgar a Sevilla un papel decisivo en el alzamiento. Naturalmente, el centro de interés para la concertación de voluntades y fuerzas golpistas en la capital andaluza era el cuartel de San Hermenegildo. Su importancia se vio incrementada en las primeras horas del golpe debido al fracaso inicial en Cádiz y Málaga, que resultó providencial para Queipo de Llano, un oportunista desquiciado, inspector general de carabineros, que se encaminó con mucho atrevimiento y pocas garantías a la sede de la División Militar y de allí al acuartelamiento. Los mandos fieles a la república son reducidos y Queipo arenga a unos 130 soldados del Regimiento Soria, que se suman a la rebelión. Seguidamente, difunde un bando de «estado de guerra» y ocupa la Maestranza de Artillería. La «batalla por Sevilla» se inicia contando con 76 hombres de Infantería e Intendencia.
En los primeros días hay mucha confusión en Sevilla, la incertidumbre es grande. Pero Queipo logra tomar el aeródromo de La Tablada, facilitando el puente aéreo para la llegada de la Legión y los Regulares a partir del día 20 de julio. Con estos se formarán las «comunas mixtas» en las que se integra el regimiento Soria. Los mandos golpistas Castejón, Haro, Garrigos y Gutiérrez Pérez dirigen con Queipo una represión encarnizada y sin piedad en Sevilla y en los pueblos.
«Es necesario crear una atmósfera de terror, hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todo el que no piense como nosotros. Tenemos que causar una gran impresión, todo aquel que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado«. (Mola: Instrucción Reservada nº 1).
El terror se interna en los barrios sevillanos, a través de detenciones, torturas y fusilamientos masivos. Son crímenes extrajudiciales basados en delaciones, listas negras o informes oficiosos. Ser votante de izquierda, de familia de republicanos o haber discutido de política era suficiente para acabar asesinado.
Según el listado solicitado por el juez Baltasar Garzón en 2008, en Andalucía la represión provocó la mayor carnicería, con 42.000 personas fallecidas, aunque la cifra podría elevarse de 50.000 porque se advierte que faltan muchos nombres. Las circunstancias de muchas de estas muertes debidas a la acción de las columnas mixtas en las que participaba el Regimiento Soria fueron realmente terribles, abominables. Queipo de Llano se hizo famoso por sus alocuciones radiadas desde Sevilla del avance y objetivos de sus tropas:
«Para Gerald Brenan, que le escuchaba horrorizado desde Málaga, no cabía duda de que Gonzalo Queipo de Llano era un «sádico nato». Arthur Koestler estaba de acuerdo. El joven periodista del News Chronicle de Londres había llegado a Sevilla a finales de agosto de 1936 con una carta de presentación para Queipo firmada por Gil Robles, y asistió en Unión Radio a una de sus arengas. Después, el general le describió durante diez minutos, «en un torrente ininterrumpido», y con una plétora de detalles repugnantes, las atrocidades que, según él, se cometían en la zona republicana: mujeres preñadas desventradas, fetos destrozados, dos niñas de ocho años atadas a las rodillas de su padre, violadas y luego los tres rociados con gasolina e incendiados… Mientras hablaba, al general se le iba formando una extraña espumilla en las comisuras de los labios, y sus ojos volvían a adquirir el brillo que Koestler había notado mientras hablaba, exaltado, ante el micrófono. El periodista llegó a la conclusión de que se trataba de «una perfecta demostración clínica de psicopatología sexual»». (Ian Gibson, Queipo y la Propaganda, El País, 15 de abril de 2003).
Las arengas radiofónicas de Queipo se hicieron famosas por su fraseología fanática y delirante, que jaleaba y anticipaba el asesinato de miles de civiles, e incluso se dice que pudieron inspirar más tarde a Goebbels.
«Nuestros valientes Legionarios y Regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad. Y, a la vez, a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen.
Al menos 3. 500 mujeres fueron violadas por las tropas en la campaña represiva de Andalucía.
«Mañana vamos a tomar Peñaflor. Vayan las mujeres de los «rojos» preparando sus mantones de luto».
«Estamos decididos a aplicar la ley con firmeza inexorable: ¡Morón, Utrera, Puente Genil, Castro del Río, id preparando sepulturas! Yo os autorizo a matar como a un perro a cualquiera que se atreva a ejercer coacción ante vosotros; que si lo hiciereis así, quedaréis exentos de toda responsabilidad».
A pesar de todo este salvajismo, de todos estos crímenes, en los historiales de «méritos» del Regimiento Soria que se han difundido por el Ministerio de Defensa con motivo del «Vº Centenario», se mencionan textualmente como «hechos de armas» los siguientes:
«Se destaca en la ocupación de Sevilla, donde se encontraba la guarnición, obteniendo por ello una Medalla Militar Colectiva. Llega a encuadrar un total de 22 batallones más 2 de trabajos. Combate en todos los sectores de Andalucía y Extremadura, destacándose en sus diversas actuaciones en el Sector de Peñarroya, donde la Compañía 2/VII consigue una Medalla Militar Colectiva. El 4º Batallón. combate en Madrid, el 8º en el Norte, el 306 en Aragón, el 307 en el Oeste de Cataluña y el 534 en Toledo.»
Para saber contextualizar esta impresentable hoja de «servicios» fascista con que el PSOE y la Casa Real han propuesto rendir honores a esta unidad militar, podemos recordar qué se decía en el 450 Aniversario del regimiento, en pleno franquismo, para descubrir pequeñas, pero significativas, diferencias:
«Valga para todos la mención que hacemos del más antiguo de los Cuerpos de la ‘valerosa el creado ¡con la denominación de «Tercio de Nápoles» en 1509 -cumple ahora su cuatrocientos cincuenta aniversario-, rebautizado luego con varios nombres, hasta tomar el de regimiento de Soria, que conserva. Tiene por sobrenombre ‘el Sangriento’. Asistió a la célebre batalla de Pavía, a la de San Quintín, sitió Harlem, reconquistó Maestrich, tomó Amberes, rindió Ostende, asaltó Breda y en Norlinga su alférez Viedma ganó por sí solo tres banderas. Fue en Rocroy -donde menguó nuestra estrella- que se le añadió el mote de ‘Tercio de la Sangre’. Peleó en Italia, América y Marruecos, en la Guerra de la Independencia, en las luchas civiles y en Cuba se mostró digno de su historial. Tuvo por coronel al que había de ser regente del Reino, don Baldomero Espartero, duque de Luchána y príncipe de Vergará.
¡Y este historial es trasunto de tantos otros gloriosos! La guerra de África de 1859-1860, cuyo primer centenario se celebra actualmente y en la que los voluntarios catalanes rayaron á tan gran altura, con Prim en los Castillejos, los episodios de Tetuán y Wad Ras. Y, por último, ¿cómo no evocar como símbolo de heroísmo colectivo los nombres de los islotes de Quijorna, de Castillo de Villafranca, de Villanueva del Pardillo en la batalla de Brunete de nuestra Cruzada de Liberación? Un puñado de hombres aniquilándose en cada islote para detener, hasta conseguirlo, el alud rojo internacional, que hace exclamar al invicto general Millán Astray que Brunete en 1937 borra el nombre de Rocroy de 1643 al destrozar la infantería extranjera enemiga.
En el día de la Inmaculada, ¡qué gozo poder evocar tanta gloria de nuestra Infantería, compendio de todas las de los Ejércitos de la patria! Vaya hacia la Reina de las batallas el homenaje de nuestra admiración profunda y emocionada». (Fernando Jansa, La Infantería, Reina de las batallas, La Vanguardia, 8 de diciembre de 1959).
Diez años más tarde, en junio de 1969, la Dirección General de Política Interior autorizó la apertura de una suscripción local en Sevilla para recaudar fondos con el fin de erigir un monumento en memoria del Teniente General Queipo de Llano. La nota de prensa anuncia cuál puede ser el emplazamiento: «Aunque no ha sido determinado aún definitivamente el emplazamiento del monumento, parece ser que se situará en el lugar que ocupó el cuartel del Regimiento de Soria número 9, junto a la plaza del Duque de la Victoria, y donde hoy se encuentra la plaza del 18 de Julio». El retrato más famoso de Queipo, desaparecido, fue pintado por Carlos Vázquez. En él se ve al militar acompañado de su ayudante disponiéndose a dirigirse al Regimiento Soria en el cuartel de San Hermenegildo.
Por la Memoria Histórica
Los honores que le concedió la Iglesia a Queipo y a su esposa continúan siendo hoy objeto de polémica: enterrado en la basílica de La Macarena, donde cuenta con una placa conmemorativa, la Hermandad de La Macarena continúa paseando en Semana Santa un fajín de Queipo de Llano.
Es preciso señalar que, dada la finalidad criminal de este tipo de unidades de choque, es difícil incluso para el estado gestionar su existencia acuartelada en tiempos de paz, como ocurrió con la Legión en Fuerteventura después de 1975. Así que el Regimiento Soria, creando una tradición imitada luego por la Legión y la Brigada Paracaidista, se especializó en poner música y desfile a las procesiones de Semana Santa, hasta el punto de ser casi más conocido como banda de música que como cuerpo militar, por razones obvias. Estas unidades son fervientes baluartes del nacional-catolicismo conservador que luego el franquismo convirtió en régimen.
La Federación Estatal de Foros por la Memoria Histórica (FEFMH) ha propuesto en 2008 y 2009 a los responsables públicos que se retire la reliquia del fajín de Queipo del paso procesional a un museo, pues «resulta inconcebible que en pleno siglo XXI y formando parte de una sociedad democrática, las instituciones que ustedes representan consientan en fechas tan señaladas la ostentación pública de un atributo de autoridad del directo responsable del asesinato de al menos 8.000 sevillanos, además de otros miles de andaluces y españoles en general, mediante farsas de juicio y ejecuciones extrajudiciales». Destacan además que «el golpista Queipo de Llano fue precursor de la violación en masa de mujeres como arma de guerra con el fin de aterrorizar a la población civil, algo que hoy se considera crimen de lesa Humanidad», y se preguntan «qué beneficio puede suponer para las instituciones» y la religión «homenajear a un psicópata asesino».
Desde 1927, de manera casi ininterrumpida hasta septiembre de 1995, la banda de música y desfile militar que acompañaba a esta Hermandad era la del Regimiento Soria nº 9. La íntima unión entre el fascista y su tropa es clara.
Por eso no es posible comprender la actitud del PSOE en Fuerteventura sino como una deplorable incongruencia respecto a lo preceptuado en la Ley de Memoria Histórica, que exige dejar de homenajear, simbólica y públicamente, a los responsables de la Guerra Civil. Es incongruente porque el pleno municipal del Ayuntamiento de Sevilla acordó el 18 de julio de 2008, por unanimidad de todos los grupos políticos, retirarle a Queipo de Llano la medalla de oro de la ciudad y el título de Hijo Adoptivo de la misma. También la Diputación Provincial de Sevilla decidió revocar el 30 de octubre de 2008, el título de Hijo Adoptivo que se le concedió el 25 de agosto de 1936, al considerarlo el máximo responsable de la represión que se desencadenó en la provincia. La Consejería de Justicia de la Junta de Andalucía anunció en octubre de 2008 la creación de un Centro para la Investigación y la Documentación de la Memoria Histórica de Andalucía, que tendrá su sede en el antiguo cuartel de la Capitanía donde Queipo de Llano inició el golpe en Sevilla el 18 de julio de 1936, que fue escenario de sus emisiones radiofónicas, tristemente famosas.
Si esto está pasando con el general que mandaba las tropas, resulta difícil de entender que el Regimiento Soria nº 9, unidad militar que fue un destacado instrumento armado de los crímenes de Queipo de Llano, sea homenajeado invocando su larga lista de matanzas como «hechos de armas» merecedores de reconocimiento y celebración. De hecho, este regimiento quedó formalmente disuelto en Sevilla el 19 de diciembre de 1995, en virtud del Plan Norte, dentro de las reformas que siguieron al final de la Guerra Fría, en los prolegómenos de la plena integración española en la estructura militar de la OTAN y de la total profesionalización del ejército. Por Resolución 28/1996, de 8 de febrero, publicada en BOD nº 37, de 21 de febrero, el teniente general jefe del Estado Mayor del Ejército, José Faura Martín, dispuso que el día 1 de febrero de 1996, causase alta, como unidad orgánica del Ejército de Tierra, el Regimiento de Infantería Ligera «Soria» núm. 9, con cabecera en Puerto del Rosario (Fuerteventura). El Regimiento quedó encuadrado en la Jefatura de Tropas de Las Palmas, dentro del marco de la Zona Militar de Canarias y está constituido por el BIL III/9 «Fuerteventura» y el BIL. IV/9 «Lanzarote».
Circula el rumor de que en el transcurso de una recepción diplomática por aquellas fechas, alguien oyó decir a un coronel británico cuánto le alegraba la desaparición del Regimiento Soria, porque uno inglés se convertiría así en el más antiguo de Europa. Puesto en contacto con el Ministerio de Defensa, el Gobierno estimó que no había que hacer tal concesión a la pérfida Albión, y mantuvo la denominación para el batallón creado en Fuerteventura para sustituir a la Legión, que a su vez se instaló en Almería. Es una manera de describir la escasa importancia que debiera merecer el homenaje del «Vº Centenario», al margen de la improcedencia de la celebración por las razones ya expuestas.
El Ministerio programó actos en Soria, Sevilla, Toledo y Puerto del Rosario, las tres ciudades peninsulares actualmente gobernadas por el PSOE, y ante las dificultades de Marcial Morales para otorgarle una medalla se sumó Pájara, también del PSOE, con su placa «Al servicio de España«. Es la primera vez que un ayuntamiento majorero inaugura una placa en otro municipio. La implicación del PSOE en el homenaje es, por lo tanto, notable, desde todas las instituciones donde ostenta responsabilidades. Pero ¿es que nadie en el PSOE ni la UGT se va a acordar de lo miles de militantes y sindicalistas socialistas republicanos asesinados por el Regimiento Soria en unión del Tercio y los Regulares, cuyas fosas están siendo redescubiertas y abiertas en medio del horror y la indignación por toda Andalucía? ¿Acaso no es responsable el Regimiento Soria de crímenes de lesa humanidad que en cualquier país civilizado y respetuoso con los derechos humanos habría conducido a su disolución o, como mínimo, a evitar su exaltación?
El pueblo de Fuerteventura, que ha sufrido y sufre todavía la ocupación de su suelo por interés militar, se ha visto con este estrambótico homenaje obligado a ser mero espectador de una celebración que le es totalmente ajena, con un desproporcionado boato publicitario que en todo recuerda a los actos de exaltación del franquismo propios de las colonias africanas. No es difícil comparar aquel discurso de Pablo Iglesias contra la guerra del RIF, pronunciado en medio de improperios, con el de Fernando Sagaseta en el Congreso, setenta años después, sobre los desmanes de la Legión en Fuerteventura, en medio de las interrupciones destempladas de los diputados de UCD. No es tan difícil recordar el relato de crímenes descrito por Gerardo Mesa en el Senado, o toda la actividad desarrollada por Asamblea Majorera y Unión del Pueblo Canario durante años para denunciar las connotaciones fascistas de todos aquellos hechos y, sobre todo, de la conducta política permisiva y justificativa adoptada desde las instituciones por los herederos del régimen. Es una herencia lo suficientemente reciente y recordada como para darse cuenta de que en Fuerteventura, en la actualidad, cargos públicos del PSOE y de CC han acabado demostrando ser los herederos de aquellos elementos tardofranquistas, depositarios finales de una desmemoria cómplice e interesada, del silenciamiento de todas aquellas tropelías y del acallamiento de la resistencia y denuncia popular contra ellas.
Bueno será que nosotros no olvidemos:
Comparecencia del señor Ministro del Interior, don José Luis Corcuera Cuesta, a petición del Grupo Parlamentario Mixto, para informar sobre los hechos ocurridos el 28 de mayo de 1991 en la Montaña de Muda, Isla de Fuerteventura (Las Palmas).
http://www.senado.es/legis4/
Fuerteventura : crónica de seis años a través de un oscuro alcalde.
http://bdigital.ulpgc.es/mdc/