Cortada en pedazos por una turba de hombres, y quemada después junto a sus libros, Hypatia pasó a la historia como una de las mujeres que ha brillado en medio del oscurantismo propio de las injusticias sociales. Como matemática, filósofa y astrónoma, vivió en Alejandría en el siglo V, en los primeros años del cristianismo, […]
Cortada en pedazos por una turba de hombres, y quemada después junto a sus libros, Hypatia pasó a la historia como una de las mujeres que ha brillado en medio del oscurantismo propio de las injusticias sociales.
Como matemática, filósofa y astrónoma, vivió en Alejandría en el siglo V, en los primeros años del cristianismo, aunque nunca fue bautizada.
Sobresalió como docente e investigadora científica en el Museo adjunto a la biblioteca de Alejandría, un oficio considerado inmoral para ellas en aquellos tiempos.
Hypatia fue una gran erudita, dicen que bella y elegante, y para muchos estudiosos es la más famosa de todas las mujeres de ciencia hasta Marie Curie.
Algunas de estas cualidades molestaron a Cyrilo, el obispo de la ciudad por 37 años, y sobrino del patriarca Teófilo, quien ordenó muchas persecuciones y destrucciones a los templos de religiones no cristianas.
La biblioteca donde trabajaba Hypatia era parte del templo al dios Serapis, uno de los pocos no cristianos que quedaban en Alejandría, y que por demás albergaba a una comunidad judía.
El momento no era el oportuno para contradecir las ideas esclavistas ni las teorías sobre una tierra plana, ni para el hacer científico ni filósofo.
Según el historiador Sócrates el Escolástico, a la joven de 35 años ‘la arrancaron de su carruaje, la dejaron totalmente desnuda; le tasajearon la piel y las carnes con caracoles afilados, hasta que el aliento dejó su cuerpo…’.
Se desconoce si Cyrilo ordenó directamente el asesinato, pero por lo menos creó el clima político que hizo posible tan atroz hecho.
El justificó el crimen porque ella había ‘presumido de enseñar a los hombres, contrariando los mandamientos de Dios’.
En coincidencia con los últimos años del Imperio romano, la tragedia ocurrió en marzo del año 415 de nuestra era.
La mayoría de los historiadores coinciden en que Hypatia superó el conocimiento de Theon, su padre, quien en el empeño de hacerla perfecta la instruyó en el conocimiento de las religiones del mundo, el arte de la oratoria, y los principios de la enseñanza.
Estudiantes de otras ciudades iban a Alejandría a asistir a las lecciones de Hypatia sobre matemáticas, astronomía, filosofía y mecánica.
Su casa se convirtió en un centro intelectual, donde se reunían los estudiosos para discutir cuestiones científicas y filosóficas.
Aunque la mayoría de sus más de 40 escritos se ha perdido, existen numerosas referencias a ellos, sobre todo a los relacionados con textos para estudiantes.
Su discípulo Sinesio de Cirene, obispo de Tolemaida, los mencionó en cartas que aún existen: trabajos de álgebra, ecuaciones indeterminadas (con soluciones múltiples), y diseños para varios instrumentos científicos.
También desarrolló un aparato para destilación de agua, otro para medir el nivel del agua, y un hidrómetro graduado de latón para determinar la gravedad específica de los líquidos (densidad).
Pero sin dudas, lo que más dañó la imagen de la joven fue su pensamiento político.
Hesiquio, otro de sus alumnos, escribió: ‘Vestida con el manto de los filósofos, abriéndose paso en la ciudad, explicaba los escritos de Platón, o de Aristóteles […] Los magistrados solían consultarla en primer lugar para su administración de los asuntos de la ciudad’.
Aunque su vida tuvo un fin trágico, su obra permaneció y fue extendida por Descartes, Newton y Leibniz.
En estos tiempos, diversas organizaciones internacionales defensoras de los derechos de género rememoran a Hypatia como ‘oráculo de luz’, y coinciden en que las realidades contemporáneas también tienen consecuencias trágicas para las vidas de las mujeres.
Peor que en los años de aquella, el mundo globalizado está siendo desvastado por los conflictos armados, la creciente disparidad económica, la feminización de la pobreza, el desplazamiento masivo de personas, la violencia contra las mujeres, el VIH/SIDA y el racismo.
Y en ese contexto, también hay muchos pseudo-religiosos que colaboran con poderes culturales, políticos y económicos para perpetuar valores deshumanizantes, contribuyendo así al sufrimiento de las mujeres.
En el caso específico del cristianismo, representantes de casi todas las ramas existentes en el mundo se reunieron en febrero en Brasil y declararon ‘el comienzo de una nueva etapa en la búsqueda de la unidad’.
La IX Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias se pronunció por la contribución de las mujeres al cristianismo, condenó la invasión anglonorteamericana a Irak, y criticó las políticas contra el medio ambiente y la pobreza.
Pero en otro lado del mundo, el Papa Benedicto XVI autorizaba a las mujeres a tener cargos de responsabilidad en el ministerio de la Iglesia Católica, pero les negaba la posibilidad de llegar a ser sacerdotes.
El Sumo Pontífice no indicó la clase de cargos que la mujer podría ocupar en la iglesia o en su gobierno.
La iglesia enseña que no se puede ordenar a las mujeres como sacerdotes porque Cristo eligió voluntariamente a hombres como sus discípulos