Podríamos afirmar que es un país-víctima de los desarrollados-industrializados, (incluyendo en el grupo a China e India) ya que está lejos de ser un responsable de las causas que producen ese Cambio. El continente africano, como un todo, tiene un aumento de su temperatura de 0.5 ºC en los últimos 100 años (esto es un […]
Podríamos afirmar que es un país-víctima de los desarrollados-industrializados, (incluyendo en el grupo a China e India) ya que está lejos de ser un responsable de las causas que producen ese Cambio.
El continente africano, como un todo, tiene un aumento de su temperatura de 0.5 ºC en los últimos 100 años (esto es un promedio: en algunos casos puntuales, por ejemplo en Kenya, la elevación de los últimos 20 años ronda los 3.5 ºC); desde 1987 se registraron los 6 años más cálidos y el 2005 fue el de más alta temperatura.
Esa tendencia térmica seguirá agudizándose, con varias consecuencias; entre otras: afectará la disponibilidad del agua (sobre todo el recurso de los acuíferos), alterará los ciclos de lluvias, la producción agrícola (con efectos adversos sobre la seguridad alimentaria), y provocará cambios en la distribución de patógenos transmitidos por el agua.
Durante el siglo XXI, el 30% de la infraestructura costera de África podría verse inundada debido al aumento del nivel del mar. Los mozambiqueños ya conocen parte de este cuadro: a las inundaciones de 2000-2001 le siguió una grave sequía en la región central y sur; esto significó para ellos la destrucción de viviendas, cosechas e infraestructuras.
En suma, África -y por tanto Mozambique- es un continente de alta vulnerabilidad al Cambio Climático.
Las «violencias» que se padecen en África.
Sabemos que la violencia de los conflictos en África (Mozambique padeció los efectos de una guerra civil que duró 16 años, finalizada en 1992) y las presiones sobre las tierras cultivables son las principales causas de degradación del ambiente que se aprecian en la deforestación, comercio de carne de animales silvestres, así como en la reducción de la capacidad de reacción de las comunidades locales.
Para África, el establecimiento de una paz duradera como fundamento del desarrollo y la prosperidad humana seguirá siendo una prioridad durante mucho tiempo. No caben dudas que las acciones en la esfera del Medio Ambiente pueden contribuir a esa paz.
Muchas de las culturas africanas están basadas en prácticas agrícolas de pequeña escala, la que está siendo forzada a ser reemplazada por cultivos como la azúcar de caña o la casava para producir biodiesel; en otras regiones se están implantando árboles con el mismo propósito comercial (para proveer combustible al desarrollo extracontinental), provocando desplazamientos de las poblaciones de agricultores con las consecuencias fáciles de imaginar.
Los minerales de Mozambique, incluidos los metales pesados, carbón y gas natural han sido malvendidos en tiempos recientes a empresas transnacionales. Por ejemplo, una sudafricana se lleva su gas natural, irlandeses y sudafricanos explotan los depósitos de titanio y varias empresas extranjeras realizan prospecciones en busca de petróleo, con algunas perforaciones marinas. Mozambique tiene prístinas playas y altísima biodiversidad marina lo cual constituye un atractivo turístico-económico importante; esto podría verse afectado por la voracidad de esas actividades e iniciativas.
Los «problemas» del agua.
Además, Mozambique es parte de un contexto mayor caracterizado por conflictos campesinos (pastoriles) que se extiende a vastas regiones del S de Etiopía, NO de Kenya, SE del Sudán y NO de Uganda. Todos ellos asociados a una competencia por la tierra debido a la desertificación, desplazamiento forzado de las poblaciones, proliferación de armas pequeñas (obtenidas en las guerras regionales) así como a la reducción de la seguridad alimentaria debido a la variabilidad del régimen de lluvias y a las prolongadas sequías.
Actualmente África padece en grado extremo factores climáticos como la variabilidad del régimen de lluvias, escasez de agua y bajo rendimiento de los cultivos así como enfermedades asociadas al perfil climático como el cólera y el paludismo. El alcance, la frecuencia y la gravedad de los brotes epidémicos podrían aumentar significativamente.
Es oportuno recordar que en 2004 el 57% de la población no tenía acceso sostenible a fuente de agua mejorada.
Las influencias del clima y de sus cambios en la salud humana se modulan por interacciones con procesos ecológicos, condiciones sociales y políticas. Mozambique no es ajeno a este concepto: es uno de los países africanos más afectado por el VIH-SIDA: el año pasado, 24 de cada 100 mozambiqueños entre 15 y 49 años de edad eran seropositivos. Una de las consecuencias de esta epidemia se puso de manifiesto rápidamente en una drástica reducción en la expectativa de vida.
¿Qué más sabemos sobre Mozambique?
Es una ex colonia portuguesa, con sus costas sobre el Océano Indico, que albergaba (en 2004) a 19.4 millones de personas; en este país, 10-11 de cada 100 niños o niñas nacidos vivos muere antes del llegar al año de edad; de los que sobreviven el 50.9% tiene probabilidad de no sobrevivir hasta los 40 años; apenas el 3.3% de la población tiene 65 o más años de edad.
Además, 43% de los hombres y 67% de las mujeres son analfabetas. Tienen 3 médicos por cada 100 mil mozambiqueños. El 45% de la población pertenece a la categoría de desnutridos.
Mozambique ocupa el lugar 168 en la escala de Naciones Unidas, categorizado «de Bajo Desarrollo Humano» (Argentina está en el puesto 36: «Desarrollo Humano Alto»).
La «generosidad» de los ricos para los pobres.
Mozambique está en la lista de países que recibe cada vez menos ayuda. Su índice de pobreza humana es del 49%: el 78.4% de la gente dispone de menos de un promedio de dos dólares por día (compárese con Argentina: 23% de la población; Brasil: 21,2; Ecuador 37,2).
Hasta el presente, África – incluido Mozambique – ha recibido un mínimo de la ayuda para sus esfuerzos de mitigación por parte del Mecanismo de Desarrollo Limpio que prevé que los países industrializados compensen sus emisiones de gases financiando proyectos de atenuación en países en desarrollo. Ese compromiso está lejos de su cumplimiento: en 2006 África, al sur del Sahara, sólo se beneficiaba con 5 de 410 proyectos de dicho mecanismo, 4 en Sudáfrica y uno en Nigeria (esto es nada comparada con los 192 en América Latina y el Caribe y 203 en Asia).
En general, la solidaridad con los países víctimas de los desastres ambientales atribuibles al Cambio Climático no fue lo más notorio. En el período 1991-2000, la asistencia a los países pobres por parte de la AOD bajó 11% en términos reales. Mientras los efectos adversos se agravaban, países como Alemania, Estados Unidos, Francia e Inglaterra redujeron (en promedio) sus aportes en 10% (algunos, como Estados Unidos, redujeron su ayuda hasta en un 30%). Todos lejos del objetivo determinado por las Naciones Unidas (0.7% de su PBI) excepto Suecia, Holanda, Dinamarca y Noruega.+ (PE)
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