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Importar la Batalla de las Ideas a España

Fuentes: Rebelión

Las plataformas y movimientos sociales pro -ideas- pueden ser la alternativa para el renacimiento de la izquierda de los países desarrollados, frente a su práctica desaparición en el terreno político electoral. Los partidos de la izquierda tradicional de los países del mal llamado Primer Mundo, no pueden responder a los movimientos sociales que se están […]

Las plataformas y movimientos sociales pro -ideas- pueden ser la alternativa para el renacimiento de la izquierda de los países desarrollados, frente a su práctica desaparición en el terreno político electoral.

Los partidos de la izquierda tradicional de los países del mal llamado Primer Mundo, no pueden responder a los movimientos sociales que se están desarrollando en otra áreas del Sur, como la revolución bolivariana latinoamericana, que reclaman y necesitan de su apoyo.

El neoliberalismo mundial se ha encargado de aplastar cualquier posibilidad de emergencia electoral de los partidos comunistas – socialistas de los países del norte, mediante una constante guerra de desinformación y manipulación de la población que, a estas alturas, sólo entiende el socialismo como un monstruo horrendo amenazador de las libertades que pertenece al pasado. La izquierda electoral ha aceptado atónita y paralizada este expolio político sin reaccionar.

Además, para terminar de eliminarla del mapa, se ha ido apropiando de sus herramientas habituales, como los símbolos, las manifestaciones populares, las proclamas reivindicativas y las Organizaciones No Gubernamentales, que ya son hoy en gran medida, instrumentos que caracterizan a la derecha.

Por lo tanto parece que, ante este panorama de los países desarrollados, donde la izquierda ha ido literalmente perdiendo todo el terreno político, sería deseable planificar nuevas estrategias para preparar un resurgir real de la izquierda, capaz de apoyar a las revoluciones emergentes en el Sur para, juntos, cambiar el actual sistema injusto imperante.

Las plataformas sociales se presentan como una posible solución y desde la América revolucionaria se nos ofrece una razón clara: La batalla de las ideas.

Hoy en día, en España, un grupo muy minoritario vota al Partido Comunista en unas elecciones y, seamos realistas, el futuro no promete mucho más. La situación actual de Izquierda Unida, y desde hace ya muchos años, no es nada halagüeña: Poca es la suma del apoyo electoral de nuevos votantes y mucho el desespero y la decepción de los que hemos confiado en ella en ocasiones anteriores. Sea cual sea la proporción del reparto de la causa, interna o del sistema neoliberal donde está implícita, nuestra alternativa de izquierda política no nos ofrece hoy ninguna esperanza a los que pensamos que nuestra sociedad es muy injusta y que debemos cambiarla sin esperar mucho más.

Ante este panorama, cabe preguntarnos si no sería mejor abandonar la participación en el terreno político dentro de un sistema absolutamente falso, engañoso, mezquino y anti-democrático, y lanzarnos a la utilización de nuevas formas de lucha real, como mecanismo de recuperación del terreno de la izquierda.

Es decir, 1- abandonar un Parlamento que el sistema nos ha impuesto capitalista-bipartista, y que utiliza a la actual representación de Izquierdas, como justificación e imagen de una inexistente pluralidad política, y 2- concentrarnos en la lucha de las ideas del socialismo, desde la calle y con el pueblo.

La guerra de los signos y las banderas se perdió hace mucho años. ¿Hasta cuando permanecer arrodillados legitimando el expolio del pueblo, cual izquierda mojigata? Quizás sea hora de reaccionar, reconocer la derrota, guardar nuestros símbolos y retirarnos, en silencio, a las catacumbas. Dejadles solos en el juego de las siglas, abandonar la Batalla perdida de los signos y ejercer nuestro derecho a no votar. Ahorrar el tiempo, el trabajo y el dinero y concentrarlo en la nueva Batalla de las ideas. Las ideas que transforman el mundo. Organizar asambleas populares de base y salir entonces en marchas multitudinarias a recuperar el terreno de la calle, de las ideas y de la Democracia participativa.

Parémonos a pensar una cuestión muy simple y real: ¿Cómo recuperar las fuerzas de la izquierda española el apoyo de 10 ó 15 millones de ciudadanos?

Quizás, como hemos dicho, para lograrlo debamos salirnos del actual juego político malversado, que hoy en día entendemos como inaceptable y contraproducente para la autentica Democracia, y alejado del pueblo, y debamos lanzarnos a la calle, con el pueblo. Prueba de esto podría ser la simple cuestión de que, si preguntamos entre muchas de las personas que nos rodean, muy pocas votarían a Izquierda Unida en las próximas elecciones, pero posiblemente, con un trabajo informativo intenso de las bases, más de la mitad sí firmarían en una campaña social de apoyo a la exoneración de la deuda externa del Tercer Mundo.

Entonces, habremos captado un posible voto de la derecha para una causa radical de izquierda. Conseguir 10 millones de votos en España en apoyo a la exoneración de la deuda externa del Tercer Mundo, terrorista y colonialista, se puede considerar hoy en día un triunfo de una causa de la izquierda real.

Entonces, la democracia estaría en mucho mayor grado en las asambleas populares de estas plataformas sociales que en el parlamento español, que iría perdiendo su falsa legitimidad, y es allí donde debe desplazarse la izquierda, pero sin vocación electoralista, sino de verdadera lucha política y social. Por la causa, no por el voto.

Es posible que este sea parte del sacrificio que la izquierda española deba hacer hoy. Renunciar a una representación parlamentaria que, en la actualidad, poco hace por mejorar el sistema injusto, sino que, por el contrario, termina avalando.

Quizás algunos deban cuestionarse que ha llegado el tiempo de que, para poder gobernar, haya que volver al pueblo.

Pongamos un ejemplo sencillo y cercano: La situación de la vivienda en España. El actual parlamento español ha permitido, con Izquierda Unida en su seno, que durante varios años, miles de jóvenes españoles se endeuden de por vida con los grandes bancos, por el mero hecho de acceder a una vivienda, algo que todos creíamos que suponía un derecho constitucional. Pues bien, esta situación absolutamente inhumana e injusta, fortalecerá el hecho de que el pueblo trabajador se convierta en una nueva clase de esclavos al servicio del capitalista que se enriquece a costa de sus años de trabajo.

¿Qué ha hecho la actual Izquierda política para evitarlo? Muy poco, o nada. Si algo cabe decir de ella es que ha avalado esta política durante muchos años.

Y muchos dirán: Si pero ¿qué culpa tiene Izquierda Unida, si la mayor parte de esos jóvenes votan al PP o al PSOE?

Gran error. Su compromiso militante exigía a la izquierda haberse olvidado del terreno electoral y saltar, sin signos electorales y sin emblemas, a la calle con fuertes plataformas de apoyo al derecho a una vivienda digna.

Posiblemente ese papel de la izquierda hubiera estado apoyado por millones de personas del pueblo trabajador, contra los banqueros, los capitalistas inmobiliarios y las grandes empresas constructoras. Qué gran victoria política de la izquierda hubiera sido. Pero muchos parece que han preferido llevar las siglas, el nombre y título, aunque se dejen la causa por al camino.

Creo que urge hacer algo. La justicia, el pueblo de trabajadores y los hambrientos del Tercer Mundo están esperando a que la izquierda del Primer Mundo hable. No sigamos esquivando nuestro compromiso. Quizás ahora, sea el momento de romper nuestro bloqueo e importar de la nueva América libre La Batalla de las ideas.