Traducido por Consuelo Cardozo – Atenea Acevedo
Mucho se ha escrito en los últimos años, particularmente por una nueva generación de escritoras musulmanas, sobre la justicia en términos de género desde el interior del marco islámico. Mas esto ya no es mero ejercicio académico. Por todo el mundo, y ahora también en India, los grupos activistas están tratando de propagar el mensaje mediante el compromiso en la práctica con las mujeres musulmanas «de base». Hace poco tuve oportunidad de asistir a uno de dichos talleres -en Mumbai- organizado por el Centro para el Estudio de la Sociedad y el Laicismo (Centre for the Study of Society and Secularism). El centro está encabezado por el renombrado académico islámico Asghar Ali Engineer, quien ha cumplido una función clave en el desarrollo del llamado «Feminismo islámico» o lo que llaman, quienes tienen problemas con la palabra «feminismo», la comprensión o interpretación del islam teniendo en cuenta las cuestiones de género. El taller intensivo de tres días reunió a casi cincuenta activistas sociales, mayormente musulmanas, y a algunos periodistas y académicos de toda India.
Las primeras sesiones del taller estuvieron dirigidas por Zeenat Shaukat Ali, quien enseña Estudios islámicos en el Colegio San Xavier de Mumbai. Autora de dos libros importantes que detallan una comprensión de la equidad de género del islam, a saber, Marriage and Divorce in Islam [Matrimonio y divorcio en el islam] y Empowerment of Women in Islam [Empoderamiento de las mujeres en el islam], la Dra. Ali es una prolífica escritora cuyos artículos figuran regularmente en varios periódicos y revistas especializadas.
La primera sesión de la Dra. Ali estableció el marco básico para un enfoque del islam que es favorable al género y recalcó la necesidad de que las musulmanas estudiaran por su cuenta el Corán y los informes auténticos de Hadith para, a partir de allí, crecer tanto en la comprensión justa que tiene su fe del género como en la crítica a las interpretaciones patriarcales dominantes, a las que ella no considera auténticas. Para respaldar su caso argumentó que el Corán considera ontológicamente iguales a hombres y mujeres en cuanto revela que Dios creó a los seres humanos a partir de una sola célula. Afirmó que el Corán refleja la visión de hombres y mujeres en mutua dependencia y complementándose en igualdad, como pone en evidencia el verso coránico según el cual Dios creó a todos los seres en parejas. El concepto de Dios como figura masculina patriarcal, según arguye la Dra. Ali, no tiene fundamento alguno en el Corán, pues la palabra «Alá» carece de género. Como prueba de la centralidad de las mujeres en la tradición islámica señaló que cuando la gente va en peregrinaje a la Meca caminando entre los dos cerros de Safa y Marwah, está siguiendo una práctica establecida por una mujer: Hazrat Hajra (o Hagar), la primera en hacerlo. Anotó que el Profeta Mahoma no dudaba en ayudar a sus esposas en algunas actividades domésticas, desafiando así la noción de que sólo es trabajo de mujeres. Dijo que una muestra del honor que el islam confería a las mujeres era el derecho dado a las casadas para mantener su apellido, para gastar sus ingresos y su dote (mehr) según su criterio y para poner cualquier condición a sus contratos de matrimonio, siempre que no violara las enseñanzas islámicas. En cuanto a la poligamia, la Dra. Ali replicó que el Corán la incluye como ordenanza restrictiva y no así permisiva como la entienden muchos musulmanes. Únicamente un verso del Corán, apuntó, se refiere al permiso de tomar más de una mujer y también esto estaba en el contexto de la niñez en orfandad y de la necesidad de cuidar sus derechos. También recalcó el hecho de que el Corán repetidamente impone justicia (adl) sobre la gente creyente, y la justicia, agregó, también significa, naturalmente, justicia de género.
Resumiendo su argumento de justicia de género en el islam, la Dra. Ali criticó la tendencia de numerosos académicos a interpretar algunos versos clave del Corán relativos a las mujeres fuera de su contexto textual e histórico. Indicó que esto ha dado lugar a que la imagen de la mujer aparezca como objeto sexual, imagen que ella considera totalmente contraria al Corán. Observó que esta tendencia es parte de una larga tradición histórica que evolucionó en la era posprofética, cuando la sociedad musulmana, relativamente igualitaria, fue transformada en un vasto imperio que se apoyaba en normas monárquicas despóticas y en un patriarcado profundamente arraigado que, subrayó, no se correspondía con el esquema coránico de las cosas.
La segunda sesión de la Dra. Ali trató de las diversas reglas fiqh[1] relativas a las mujeres. Los juristas patriarcas afirman, según expresó, que el testimonio de una mujer vale la mitad del de un hombre, lo cual argumenta implícitamente que las mujeres tienen menos valor o son menos inteligentes. Insistió en que esto es un argumento polémico. Explicó que el verso coránico que ordena el testimonio de una segunda mujer (2:282) sólo lidia con transacciones comerciales, algo sobre los que las mujeres de dicha época sabían poco. Por ende, hay que considerarlo en su contexto histórico. Por otro lado, mencionó que otros muchos versos en el Corán que mencionan a testigos no especifican una segunda testigo mujer. Asimismo, la Dra. Ali rebatió la controvertida práctica del talaq dicho tres veces seguidas -el triple talaq- haciendo hincapié en que no es en modo alguno el método coránico. Insistió en que era imperioso reformar-de hecho, codificar- la Ley Personal musulmana según se la practica hoy en día, particularmente para evitar que los musulmanes se divorcien arbitrariamente de sus esposas, prohibiendo la práctica del triple talaq y remplazándola con el método prescrito por el Corán; sin embargo, sentía que el Gobierno de India seguiría siendo reacio a hacerlo por temor a la oposición del patriarcal ulema que se apresuraría a calificar la medida (incorrectamente) de una violación de la shariah. La Dra. Ali arguyó que la Ley Personal musulmana, tal como se la observa actualmente en India, no concuerda del todo con las enseñanzas coránicas, que fue desarrollada por colonialistas británicos y que se nutre en gran medida de normas fiqh tradicionales antes que directamente del Corán, lo cual explica algunas de las disposiciones patriarcales que sostiene.
La segunda persona clave del taller, experta en recursos, fue un maulvi[2] de Mumbai, Maulana Shoeb Kothi, licenciado de Dar ul-Ulum en Deoband. Como la Dra. Ali, argumentó que el Corán percibe a hombres y mujeres como seres humanos iguales, qua, y merecedores de las mismas recompensas y los mismos castigos de Dios por los mismos actos. Dijo que en el Corán estaba claro que, a los ojos de Dios, el estatus de una persona no depende de su género (o de otras identidades atribuibles), sino simplemente del grado del taqwa o conciencia de Dios o buenas acciones. Contrastó esta visión igualitaria con la de la Biblia, en donde a Eva se la culpa de tentadora y de ser la causa de la expulsión de Adán del Jardín del Edén, una tesis que no está en el Corán. Sin embargo, pese a la insistencia coránica en la igualdad de género, apuntó que el perjuicio patriarcal de la fase posprofética comenzó a teñir las interpretaciones dominantes del Corán y del Hadith autenticado, a lo cual se agregó la influencia gravemente dañina de algunas tradiciones judías y cristianas y las creencias de que las mujeres son seres innatamente inferiores. Para ilustrar su punto, el Maulana citó la instancia del verso coránico que dice, «Vuestras mujeres son vuestro campo de cultivo; id, pues, a vuestro campo de cultivo cuando y como queráis» (2:223). Según la interpretación de algunos académicos patriarcales, este verso pide a las mujeres que se sometan a los deseos sexuales y al control de sus maridos, aún en contra de su voluntad. El Maulana disputó esto como una absoluta malinterpretación. Lo que el verso de hecho significa, rebatió, es que la mujer debe ser tratada como algo precioso, con la misma consideración que el agricultor da a su tilth o tierra cultivable, con amor y cuidados y haciendo todo lo posible para protegerlo de daño.
El Maulana también habló de la forma en que varios informes comenzaron a ser preparados y erróneamente propagados como narrativas Hadith, simplemente para justificar la subordinación de las mujeres. Dijo que aún hoy se suele exhibir estos falsos informes para negar los derechos que el Corán da a las musulmanas. Al respecto mencionó que todos los informes descritos como Hadith deben reunir dos criterios básicos para que su validez sea aceptada: deben estar en conformidad con el Corán y con los hechos conocidos de la naturaleza y la ciencia. Si fallan estas pruebas, afirmó, deben ser rechazados.
Un término clave usado en el Corán para las relaciones entre esposo y esposa es qawwam, que, como señaló el Maulana, ha sido empleado por muchos académicos musulmanes para sugerir dominación masculina y subordinación femenina. Arguyó que esto representaba una burda malinterpretación de un término que, para él, de hecho significa «apoyo». En otras palabras, continuó, significa que el esposo debe ayudar o apoyar a su esposa y aligerarle la carga. También indica el deber o la responsabilidad del hombre hacia su esposa, antes que la supremacía masculina que muchos académicos musulmanes (y otros) presumen que sugiere. En el verso que habla de que los hombres son el qawwam de las mujeres (4:34), el Corán menciona «…la preferencia que Alá ha dado a unos sobre otros…», lo que no alude de modo alguno a la supremacía masculina, conforme argumenta el Maulana. Más bien, como revela un verso que aparece antes en la misma surah coránica, «los hombres disfrutan de ciertas cualidades y las mujeres disfrutan de ciertas cualidades.» Aclaró que, en otras palabras, Dios puede haber favorecido a las mujeres con algunas cualidades que los hombres no poseen e, igualmente, a los ojos de Dios algunas mujeres están ciertamente más favorecidas que muchos hombres.
Aunque él mismo es un académico formado en una madrasa[3], el Maulana propuso a las musulmanas que no era necesario dedicarse en taqlid u obediencia ciega a seguir a los maulvis tradicionalistas, porque no todo lo que dicen, inclusive sobre los temas de las mujeres, es necesariamente válido ni concuerda totalmente con la visión coránica. En lugar de taqlid, dijo, era necesario ejercitar aql (la razón), pues así lo repite con insistencia el propio Corán.
También es necesario, aconsejó el Maulana, que las mujeres musulmanas estudien el Corán por su cuenta y se impongan como académicas por derecho propio. Aseveró que esta innovación no era indebida y adujo el ejemplo de una mujer que, en una ocasión en que el Califa Umar hablaba en contra de las cuantiosas herencias que se les dejaban a las viudas, se levantó para replicar que él no podía prohibir lo que el Corán había permitido, y el Califa reconoció su error de inmediato. Obviamente, esta mujer, dijo el Maulana, estaba bien versada en el islam, por lo que podía defender los derechos que el Corán otorga a las mujeres. Aclaró que este incidente tuvo lugar en una mezquita y frente a una congregación, lo que claramente sugería que en aquella época aún se permitía que las mujeres entrasen a los ambientes de una mezquita y rindiesen culto. La regulación posterior, que va en contra de que las mujeres recen en mezquitas y que se observa en varias escuelas islámicas de jurisprudencia, simplemente era una medida administrativa, afirma el Maulana, no una orden basada en la shariah; por ende, podría ser revocada si fuese necesario. De manera similar, el hecho de que esta mujer hablara durante una reunión congregacional en la mezquita también indica manifiestamente que es cuestionable lo que afirman algunos clérigos, a saber, que la voz de una mujer es awrah o algo que debe ser disimulado y «ocultado» ante hombres con los que ella no está relacionada. Recalcando aún más la función clave de las mujeres en la erudición islámica de los primeros años, el Maulana se refirió a un libro recientemente publicado, Al-Muhadithat, de Akram Nadwi, un escritor indio que actualmente trabaja en Oxford, que enumera a varios miles de mujeres musulmanas en los primeros siglos después de la desaparición del Profeta que eran renombradas académicas islámicas. Dijo que la colección más auténtica del corpus de Hadith de Imam Bukhari fue escrito por una mujer, Karima Bint Ahmad, cuya versión sigue siendo válida. El ejemplar del Corán que se consideraba auténtica y que fue utilizada como prototipo por los musulmanes también fue preservada por una mujer, Hazrat Hafsa. Todas estas instancias, señaló, claramente muestran que el hecho de que las mujeres musulmanas emergieran como académicas religiosas o alimas por derecho propio no es de modo alguno una innovación indebida. Lo que se requiere es que las mujeres musulmanas recuperen su derecho coránico a hablar por sí mismas, enfatizó el Maulana, y reforzó este punto sirviéndose de un ejemplo: cuando una mujer, Khamsa Bint Hizam, fue entregada a un hombre como esposa por su padre, se acercó al Profeta para decirle que no quería estar con su esposo, pues la habían casado a la fuerza y sin su consentimiento, con lo cual el Profeta declaró nulo el matrimonio. El Maulana comparó esto con la falta de libertad de muchas musulmanas (y de otras religiones) en la India para escoger a sus esposos, algo que aún hoy constriñe sus vidas.
A fin de reforzar su argumento a favor de la participación más activa de las musulmanas en asuntos comunitarios, el Maulana citó el caso de la primera esposa del Profeta, Hazrat Khadjiah, quien lo consoló cuando él recibió su primera revelación y le ofreció apoyo y alivio. Otra de sus esposas, Hazrat Umm Salamah, sugirió una salida, que él aceptó, cuando muchos de los compañeros varones del Profeta en Hudaibiyah no prestaron atención a su consejo de volver a Medina. Cuando los musulmanes, guiados por el Profeta, conquistaron la Meca, Umm Hani bint Abi Talib, hermana del Imán Ali, obtuvo una promesa de protección de dos idólatras que habían luchado contra las fuerzas musulmanas. Al informárselo al Profeta éste le respondió: «Otorgamos nuestra promesa de protección a cualquiera que hayas prometido proteger, Umm Hani». En su exposición señaló que este ejemplo indica claramente que las primeras musulmanas tuvieron una participación activa, incluso en las instancias más altas de los asuntos públicos. Del mismo modo, afirmó el Maulana, el Corán relata que una hija aconsejó a su padre que emplease a Moisés. Todas estas mujeres, señaló, desempeñaron un papel fundamental para la misión de los Profetas, por lo que no hay razón para que las musulmanas se mantengan ajenas a ese tipo de función en la actualidad, tanto en lo académico como en el activismo social. En ese sentido, y al igual que la Dra. Ali, el Maulana expresó su apoyo total a las medidas para reservar escaños para las mujeres en puestos electos y criticó las protestas de quienes califican esta y cualquier otra iniciativa que fomente la participación pública de las mujeres como algo que «no es islámico».
Shazia Shaikh Shazia Shaikh, académica e investigadora del Centro para el Estudio de la Sociedad y el Laicismo, estuvo a cargo de la tercera sesión del taller, en la que se abordó el tema de las fatwas relacionadas con las mujeres. Enfatizando la gran cantidad de fatwas emitidas por maulvis de varias madrasas a lo largo de los años, fatwas dirigidas claramente a minar los derechos de las mujeres, aclaró que, contrariamente a la presunción popular, una fatwa no constituye en absoluto un edicto o reglamento, sino una opinión que puede cuestionarse con opiniones contrarias, fundamentadas en lecturas de los textos islámicos. Habló también de la urgente necesidad de que solo los muftis[4] adecuadamente capacitados emitieran fatwas y de que los muftis comprendiesen profundamente las necesidades y condiciones sociales contemporáneas a fin de que sus fatwas sean pertinentes y reflejen sensibilidad con el contexto. Es fundamental que sigan un criterio razonable en lugar de seguir ciegamente las prescripciones de los libros medievales fiqh, productos de un contexto social e histórico radicalmente distinto. Subrayó, además, la necesidad de ijtihad o razonamiento creativo en cuestiones de fiqh, en particular las reglas fiqh relacionadas con las mujeres, y afirmó que, contrariamente a la creencia de muchos maulvis tradicionalistas, hay una gran diferencia entre la shariah o Camino Divino, que es inmutable, y las reglas fiqh, que son un producto humano y, por ende, sujeto a cambios y reformas. Las fatwas, enfatizó, deben medirse con el Corán y a la luz del mandato coránico de justicia e igualdad. Si no superan esa prueba, tendrán que ser rechazadas.
La cuarta ponencia magistral del taller fue presentada por Niloufer Akhtar, presidenta de la Asociación de Profesionales del Derecho Familiar de Mumbai. Con años de experiencia laboral en los tribunales, aventura que más del 60% de los casos remitidos a los Tribunales de Familia en Mumbai son presentados por mujeres e implican denuncias de crueldad a manos de sus maridos. Muchas de ellas son musulmanas. Comentó también que pocas conocen sus derechos legales, incluido el derecho a solicitar a los tribunales la disolución del matrimonio. Habló del apremiante asunto relacionado con la gran cantidad de musulmanas arbitrariamente divorciadas por iniciativa unilateral de los esposos a través del método del triple talaq, ajeno al Corán. Lamentó el hecho de que no se siga el procedimiento coránico de divorcio que exige arbitraje previo a fin de evitar el divorcio; es más, la norma coránica ni siquiera aparece en el Compendio de Leyes Islámicas elaborado hace algunos años por el Consejo Indio para la Ley Personal musulmana. Dijo haber señalado este hecho en varias reuniones del Consejo, pero por desgracia ese órgano legislativo no había tomado medida alguna al respecto. Lamentó que el Consejo no fuera lo suficientemente sensible a los problemas prácticos de las musulmanas divorciadas.
La quinta oradora del taller fue Flavia Agnes, la renombrada académica feminista de Mumbai. En su ponencia criticó la difundida idea de que las musulmanas viven privadas de sus derechos y de que a las hindúes se les garantiza los mismos derechos legales que a los hombres, derechos que, se asume, disfrutan. Esta idea, señaló, es insostenible en los hechos y ha llevado a erróneos estereotipos negativos acerca del islam y de los musulmanes. Si bien apoya la demanda de reforma de la Ley Personal Musulmana a fin de hacerla confluir con la igualdad coránica en lo que respecta a los derechos de las mujeres, advirtió que las feministas que exigen un Código Civil Común estarían, sin darse cuenta, haciéndole el juego al cabildeo de Hindutva[5] que defiende tal código, aunque por otras razones… a saber, para minar la identidad comunitaria musulmana. En el clima actual de creciente islamofobia, comentó, resulta cada vez más difícil plantear los problemas a que se enfrentan las musulmanas por miedo a que incluso los esfuerzos mejor intencionados acaben por reforzar la imagen negativa del islam y de los pueblos musulmanes. Habló además de la insensibilidad de muchos grupos «seglares» de mujeres indias (grupos que, por otra parte, se quejan constantemente de lo que denominan la difícil situación de las musulmanas que padecen a los musulmanes patriarcales, clérigos incluidos) ante las musulmanas asesinadas, violadas o mutiladas por turbas Hindutva, por lo general en contubernio con el Estado. Se refirió también a los habituales reportajes sensacionalistas sobre musulmanas en medios que pretenden difundir generalizaciones absurdas e insostenibles (según las cuales todas las musulmanas viven reprimidas por los hombres de su religión) a partir de casos concretos, al tiempo que ignoran por completo las historias positivas de musulmanas que amplían su acceso a la educación o a empleos remunerados, o las noticias sobre juicios positivos derivados de la Ley (de Protección de los Derechos al Divorcio) de las Mujeres Musulmanas, aprobada en 1986 por el Parlamento indio gracias a la insistencia de los grupos musulmanes.
El taller se llevó a cabo en una modalidad dinámica e interactiva que favorecía la libre expresión de las perspectivas y experiencias de las participantes. Varias musulmanas (la mayoría de ellas pobres, algunas provenientes de zonas marginales y poblados lejanos) compartieron sus historias personales, hablaron de cómo fueron obligadas a casarse o de cómo sus padres les negaron la oportunidad de hacer estudios superiores, o bien de la manera en que fueron acosadas por rapaces parientes políticos que consideraban la dote como insuficiente o de la vida que llevan de miedo e inseguridad constantes ante la posibilidad de que sus esposos se divorcien de ellas de un día para otro y por ser constantemente golpeadas por ellos, del miedo a maridos borrachos que se niegan a disolver un matrimonio roto al tiempo que siguen maltratándolas, y de los maulvis, los jamaats[6] y los policías, que hacen caso omiso de sus problemas. Todo ello, insistían a partir de lo aprendido en los tres días del taller, constituye una flagrante violación de los principios del islam. Ése es el mensaje que prometieron difundir al volver a sus hogares.
Si desea más información sobre el Centro para el Estudio de la Sociedad y el Secularismo, consulte esta página (en inglés).
Notas de las traductoras
[1] El término fiqh alude a la metodología para convertir en legislación aplicable las normas del Corán y de la Sunna que, por sus características de revelación religiosa, no pueden regular directamente la vida de los hombres en la religión islámica.
[2] Título religioso honorífico del islam que se da a académicos.
[3] Escuela de Teología en el mundo islámico.
[4] Jurisconsulto islámico, capaz de interpretar la sharia o ley islámica y de emitir dictámenes legales o fatwas.
[5] Hindutva es una palabra traducible por el concepto hinduidad.
[6] Grupo de insurgentes radicales del islam.
Nuestro agradecimiento a Rehana Khan Fuente: http://www.countercurrents.org/rkhan070710.htm Fecha de publicación del artículo original: 07/07/2010
URL de este artículo en Tlaxcala: http://www.tlaxcala-int.org/article.asp?reference=648