Puerto Viejo (Guatemala) Cientos de indígenas mayas tomaron control de la mayor presa de Guatemala y dijeron que podrían interrumpir el suministro eléctrico si no reciben una indemnización por las vidas y tierras que perdieron cuando se construyó esa instalación. Unos 500 campesinos mayas, muchos de ellos sobrevivientes de masacres perpetradas por el Ejército cuando […]
Puerto Viejo (Guatemala) Cientos de indígenas mayas tomaron control de la mayor presa de Guatemala y dijeron que podrían interrumpir el suministro eléctrico si no reciben una indemnización por las vidas y tierras que perdieron cuando se construyó esa instalación.
Unos 500 campesinos mayas, muchos de ellos sobrevivientes de masacres perpetradas por el Ejército cuando se construyó la hidroeléctrica de Chixoy (centro) hace más de 20 años, tomaron la presa el martes en demanda de una compensación.
Los inconformes también se oponen a los planes del Gobierno para construir otros proyectos hidroeléctricos en el país.
«No puede construir más represas hasta reparar los daños que hicieron a los de Chixoy», dijo Juan de Dios, el líder de los manifestantes.
Posibles acciones
Juan de Dios dijo que detendrían las turbinas principales de la represa a menos que representantes del Gobierno se reúnan con dirigentes de la comunidad.
Los manifestantes rechazaron versiones que aseguraron que cientos de hombres armados apoyaban las protestas y dijeron que sus acciones eran pacíficas.
Chixoy produce 275 megavatios de energía que representan 60 por ciento de la electricidad de Guatemala.
La presa, construida en las zonas altas de los mayas, ha sido polémica desde que los primeros planes para desarrollarla en medio de una amarga represión militar durante la guerra civil de Guatemala, que duró 36 años.
En 1980, el Ejército y paramilitares mataron a 300 personas de la localidad de Río Negro, cerca de la presa, después de que rechazaron una oferta para ser reubicados. Niños y mujeres murieron en tres masacres.
«Mataron (a) mi mamá, mis hermanas, mis sobrinas, mi esposa y mi hijo, y cuando al fin acordé irme a otro lado, (miembros de) el Ejército me agarraron en el destacamento por ocho días y me pegaron», dijo Francisco Chen, de 42 años.
Los sobrevivientes de Río Negro dijeron que también buscaban indemnización del Banco Mundial, que ayudó a financiar la construcción de la represa junto con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y continuó otorgando créditos pese a las atrocidades.
Después de una revisión interna, el Banco Mundial concluyó que las masacres habían realmente ocurrido.
Centro para el Desarrollo Indígena (CEDIN)
http://www.cedincr.org