El Gobierno ha decidido zambullirse en aguas turbulentas al aceptar que indultará a los soberanistas catalanes, provocando un maremágnum que se sentirá en las calles con la activación de las derechas. Pero un gesto tan contundente ya empieza a mostrar sus brotes verdes en las Cortes, donde se consolida la mayoría de investidura.
Los estrategas de comunicación y acción política saben que cuando quieren entender lo que piensa la opinión pública de determinados asuntos lo mejor es echar a rodar filtraciones para instalarlos en las portadas de los medios. Es así desde siempre y mucho más fácil desde que existe internet. Por eso es casi imposible creer que Moncloa, o mejor dicho el tándem Pedro Sánchez-Iván Redondo, no hayan dejado fluir con plena consciencia el debate sobre los indultos a los independentistas catalanes presos.
La instalación con fuerza del tema indultos en la agenda mediática contó además con la ayuda de las buenas noticias (que nunca son tan jerarquizadas como las malas, hay que admitirlo) sobre la pandemia. De algo hay que hablar y parece que será de los indultos. Ya no de si los habrá o no. Los ministros del gobierno de coalición y los diputados de los grupos que lo componen lo admiten fuera de micrófono: la decisión está tomada y solo resta saber cuándo y cómo.
El debate público al respecto ya tuvo dos consecuencias. La más clara e inmediata: las derechas españolistas se han hecho de otra bandera para salir a la calle y confrontar. Esta semana, además, se conoció el informe del Tribunal Supremo sobre la posibilidad de indultar a los condenados por el ‘procés’, la cual fue claramente adversativa. Eso ha dado más impulso al tono crispado y combativo del Partido Popular, Vox y Ciudadanos.
La segunda consecuencia es más sutil pero muy relevante en lo que hace a la estabilidad política. La mayoría de investidura que sostiene a Sánchez incluye, además del PSOE y Unidas Podemos, a los partidos soberanistas catalanes y vascos. También suelen apoyar iniciativas del Gobierno los del BNG y regionalismos de Teruel y Cantabria, pero por una cuestión matemática, los grupos de Esquerra Republicana, PNV y EH Bildu son esenciales. Para pivotar cuando algún número falte también Moncloa cuenta con la solidaridad habitual de los cuatro escaños del PDeCAT y la posibilidad abierta de negociar con JxCat, casi los soberanistas más ariscos, aunque nunca superados por la estrategia del #NoAtot de la CUP.
Un gesto para una mayoría endeble
Se podrá estar en contra o favor de los indultos pero todos coinciden en la valentía y el atrevimiento que requiere tomar una medida que cuenta con el rechazo de una buena parte del electorado (según algunas encuestas publicadas, alrededor del 70 por ciento) y de varios opositores dentro del propio partido de gobierno. Esto es el denominador común que se recoge de las conversaciones con parlamentarios de los grupos soberanistas.
La contundencia del gesto y el momento son un enigma que tal vez solo sepan Sánchez y Redondo. Algunos creen que los indultos han sido pactados con ERC antes de su apoyo a los Presupuestos Generales. Cabe recordar que ninguna formación catalana soberanista los ha reclamado porque todos coinciden en la necesidad y justicia de una ley de amnistía.
Otra posibilidad cierta sea que, si bien no hayan sido un acuerdo no anunciado, sí sea una iniciativa fuerte de Sánchez para garantizarse una estabilidad parlamentaria ante una mayoría endeble. Ni PSOE ni UP juntos pueden aprobar nada sin el apoyo o abstención combinados de los soberanistas vascos y catalanes. Al menos para los próximos meses habría un elemento centrípeto para la mayoría de investidura frente a una oposición dramática y crispada.
Los brotes verdes para la tranquilidad legislativa ya se ven. Quien más enfático ha sido es el PdeCat, los posconvergentes enemistados con Carles Puigdemont y que se quedaron sin representación en el Parlament catalán. En Madrid apuestan a hacerse ver con una actitud más cooperante y son los que hasta ahora más han querido manifestar su entusiasmo con los indultos.
“Ahora vamos a estar un poquito más receptivos, aunque no vamos a regalar nada, pero es verdad que le reconocemos el gesto”, dice a El Salto el diputado Sergi Miquel. “(Los indultos) son una buena noticia pero para nosotros es importante la ley de amnistía porque en la causa del 1-O hay altos cargos del Govern y alcaldes que no están en la cárcel pero tienen multas, inhabilitaciones, etc, y sería mejor una ley que resolviese todo de golpe y listo”, agrega.
“Reconocemos el coraje que tiene Sánchez para pensar en esto porque la derecha ha salido en tromba. Es evidente que nosotros después de hacer la moción de censura estábamos un poco escépticos. Creo que con esto se recupera ahora el tono de la moción de censura y no el de la investidura. Celebramos que elijan la política y no la Justicia para resolver conflictos”, ha recalcado el diputado por Girona.
Sus exsocios de JxCat se muestran menos optimistas pero también valoran la situación. Fuentes del grupo parlamentario preguntadas por El Salto respondieron que los indultos “son una solución personal para los presos pero no una solución política, que pasa por una amnistía y un referéndum”. Insisten en que hay “tres mil represaliados con causas judiciales” y que un indulto no permite que Puigdemont vuelva a casa.
Desde JxCat se queja, una vez más, que los negociadores socialistas “llaman siempre a última hora” para hablar de apoyo a leyes y aclara que “sería absurdo pensar” que apoyarán todo ahora por unos indultos, pero matizan que la colaboración está en manos del PSOE y si quiere “hacer política y negociar”.
En el grupo Republicano, los más señalados como impulsores tras bambalinas de los indultos, responden modestamente. Ante la pregunta si la colaboración legislativa mejorará, señalan que “políticamente no cambia nada” y recuerdan que su propuesta es la amnistía. Admiten que la salida de prisión “puede aligerar el dolor a muchas familias” y no valoran el talante de Sánchez para esto. La parquedad no es casualidad: el independentismo desea una amnistía y ve los indultos como una sutil abdicación.
Y también porque el procedimiento aún está en proceso de definición. Los indultos son una prerrogativa del Consejo de Ministros en la que el Poder Judicial y el Congreso no tienen nada que avalar. Hay varias fórmulas que maneja el Ejecutivo y el indulto puede ser parcial, manteniendo por ejemplo las penas de inhabilitación, o darse condicionado a no volver a cometer los delitos dolosos durante un determinado período de tiempo. En julio, cuando muy probablemente se lleven a cabo según dejó trascender el Ministerio de Justicia en muchos medios, se sabrá la verdad.
Dentro de otros aliados estables de Moncloa también hay buena recepción de la jugada de Sánchez. Un diputado de EH Bildu estima que “los indultos son una buena noticia, pero ni acaban con la represión y mucho menos solucionan el conflicto político. Preferimos un Gobierno en el Estado de Podemos-PSOE que uno donde gobiernen o estén presentes las derechas, pero no creemos que sean tampoco el Gobierno ideal. No nos fiamos ni de lo que prometen ni en lo que se comprometen. Pero los indultos son un paso positivo hacia el clima en Catalunya”, afirma el legislador.
El socio minoritario del Gobierno, que en cuestiones de política territorial ha pactado no ser crítico y mantener una posición leal frente a Sánchez, le da la bienvenida al giro del líder socialista. Desde la cúpula morada responden que los indultos “refuerzan la mayoría de investidura” en tiempos en que el PSOE “no ha tratado muy bien” a los socios. Si bien Podemos se muestra proclive a una amnistía y más aún a un referéndum pactado, admite que esto es un punto de inflexión con el Sánchez que hablaba “con tono de venganza” en la campaña de 2019.
De hecho, un diputado cercano a Pablo Iglesias comenta que cuando el exvicepresidente hablaba con Sánchez de la cuestión catalana, le había dicho que cuando viera el momento de moverse hacia posiciones más cercana a la de los morados, y lo viese posible, que avanzara cuando le pareciese correcto y ellos apoyarían. Parece que ese momento hay llegado.
Calle y borrachera nacionalista
La constatación sobre el hecho que los indultos serán aplicados y la posición contraria del Supremo ha dado oxígeno y unión a las derechas españolistas, cuyo léxico ha vuelto a tener épica nacionalista y un tono apocalíptico que por unos meses nos lo veníamos ahorrando.
Qué mejor muestra de ello que los tres partidos de la derecha estatal se sumen a la convocatoria de la exlíder de UPyD Rosa Diez, hoy convertida en una de las opinólogas favoritas de la derecha y emblema de los arietes en Twitter con un lenguaje de alto contenido de odio contra el Gobierno. La manifestación a la que convoca será en Plaza de Colón el domingo 13 de junio y tanto PP como Vox y Cs anunciaron que participarán entusiastamente.
Los indultos aún no concretados para los independentistas reeditan así la denominada “foto de Colón” que destrozó la posibilidad de un centro político en 2018 y llevó a la implosión de Ciudadanos y el ascenso de la ultraderecha, con el PP jugando al zig zag según la agenda mediática trimestral. En la moción de censura de Santiago Abascal, Pablo Casado quiso mostrarse como la centroderecha que es alternativa de gobierno, incluso defenestrando para ello a Cayetana Alvarez de Toledo.
Pero la cuestión catalana es uno de esos temas en los que entran en juego cuestiones de identidad e ideológicas muy profundas, con un alto contenido de emocionalidad. Y aquí el PP no tiene diferencias con Vox, y Cs francamente tampoco. Es con el ‘procés’, como lo fue el Estatut, cuando la política española puede entrar en una dinámica maximalista patriótica peligrosa, fulminando el centro, librando una competición por las declaraciones más altisonantes y extremistas y uniendo en una foto hipercargada de simbolismo (como lo fue la de 2018) a tres formaciones que tiene parecidos pero más allá de lo que diga la izquierda, no son lo mismo ni defienden siempre lo mismo.
La democracia pierde cuando entra en este bucle que liquida la diversidad y vuelve todo un blanco sobre negro. Pero también está quien se beneficia. Caben pocas dudas que el 13J, Sánchez esbozará su típica mueca de media sonrisa al ver por TV la imagen de Casado, Diez, Abascal y Arrimadas juntos. Y este nuevo episodio de crispación redoblada recién comienza.