La tecnología no cesa de avanzar y las causas de las mayorías en la lucha de clases no cesan de retroceder Por eso la respuesta De los de arriba la cuestión del progreso es un sí rotundo progreso total hasta la destrucción del mundo. Jorge Riechmann, Poemas lisiados Santa María de Garoña, la central nuclear […]
La tecnología
no cesa de avanzar
y las causas de las mayorías en la lucha de clases
no cesan de retroceder
Por eso la respuesta
De los de arriba la cuestión del progreso
es un sí rotundo
progreso total hasta la destrucción del mundo.
Jorge Riechmann, Poemas lisiados
Santa María de Garoña, la central nuclear más antigua de España, lleva activa desde marzo de 1971. No va a cerrar en 2013. Las discrepancias y vacilaciones de varios gobiernos Zapatero, las fuertes presiones de la empresa propietaria y del lobby nuclear en su conjunto, el menosprecio generalizado a todo lo que tenga que ver con la verdad y la seguridad de la ciudadanía, la ciega mirada y nula reflexión ante lo sucedido en Fukushima, la manipulación de los trabajadores y trabajadoras de la central, el golpeo de la crisis en nudos críticos del movimiento obrero y antinuclear, la poderosa fuerza de las eléctricas hispánicas, la apuesta fáustica e irresponsable por escenarios abisales, el intento de renacimiento de lo nuclear que podemos ver en varios países así parecían indicarlo. Más, ¡me olvidaba!, el dinero, el color del dinero, que non olet pero que siempre deslumbra.
El ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, confirmó el pasado 2 de enero la intención del Gobierno Rajoy «de que la central nuclear de Santa María de Garoña siga operando más allá de lo que pretendía el anterior Gobierno socialista» [1]. Soria aseguró de que estaba establecido que la planta continuara produciendo energía hasta 2019, cincuenta años después de su inauguración. Aseguró también que actuaría de acuerdo con el CSN, el Consejo de Seguridad Nuclear, que es quien, señaló, «debe especificar si la planta está en condiciones de continuar con su actividad». Sabido es que, sin exageración, el CSN hace años que actúa como un elemento más del entramado nuclear español. De sus cinco miembros, dos son del PP y uno de CiU; los nucleares son mayoría. Los dos miembros del PSOE no suelen lucir por su oposición a la industria atómica. Más de lo mismo. Un ejemplo más de ello, innecesario a todas luces.
Como ha informado Gara [2], un estudio elaborado por General Electric ha evidenciado un problema de fricción en las barras de control de los reactores tipo Garoña -que influiría en la seguridad en caso de terremoto-, un reactor que fue fabricado por la propia empresa norteamericana, del tipo de los de la central de Fukushima.
El documento de GE, entregado a los responsables de la central burgalesa en septiembre de 2011, señala que «en caso de terremoto ordinario se podría desencadenar una situación preocupante, ya que los técnicos no podrían parar la planta energética en caso de emergencia».
El fallo fue notificado por la GE al consejo de seguridad nuclear americano (NRC) y a las empresas que operan las centrales de este tipo de diseño. Entre ellas, las de la planta de Garoña. Nuclenor, la empresa gestora (Endesa + Iberdrola), ha confirmado, no puede apelar a ninguna ignorancia, haber recibido el aviso de la eléctrica el pasado mes de septiembre.
La Union of Concerned Scientists (UCS), colectivo responsable e informado donde los haya [3], ha analizado los detalles del informe elaborado por la General y ha concluido que la «deficiencia» detectada podría desencadenar una situación «preocupante» de producirse un terremoto ordinario.
Las autoridades españolas, los integrantes del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) no han tomado nota de las apreciaciones de GE. El problema evidenciado no aparece mencionado en las pruebas de resistencia a las que fue sometida la central de Garoña [4]. Fuentes de Nuclenor, le han restado importancia. Lejos de mirar de frente al aviso y reconocer la situación, insistieron, señala Gara, en que el fallo «ya era conocido por la industria, y es seguido con normalidad dentro de los programas de vigilancia que se llevan a cabo periódicamente». Los responsables de Nuclenor agregan que GE les dio unas guías de vigilancia: «para combatir los efectos de una posible interferencia entre la barra de control y el canal de combustible en caso de producirse una excesiva deformación de los citados canales durante el desarrollo de una parada automática con baja presión en el reactor» [5].
Carlos Bravo, de Greenpeace, ha recordado que Garoña «tendría que haber cambiado todo el sistema de accionamiento de las barras de control tras haberse detectado este fallo, ya que el mismo pone de manifiesto que las barras no entran bien». Los cambios implicarían una gran inversión en la planta. Por ello, señala razonablemente, Nuclenor ha optado por ocultarlo.
El dinero en el puesto de mando. Por si existieran dudas sobre la red y el engranaje [6]: Nuclenor está participada al 50% por Endesa e Ibedrola. El actual ministro de Economía, Luis de Guindos, fue consejero de Endesa. El hermano del ministro de Medio Ambiente, Miguel Ángel Cañete, dirige el área nuclear de la multinacional española y el presidente de la empresa eléctrica, Borja Prado, es amigo del ministro de Economía e hijo de Manuel Prado, asesor financiero fallecido de la Casa Real española.
Notas:
[3] Véase Eduard Rodríguez Farré y Salvador López Arnal, Ciencia en el ágora, El Viejo Topo, Barcelona (en prensa), cap. VI.
[4] Las pruebas realizadas por mandato de la Unión Europea tras el accidente de Fukushima.
[5] El documento de GE detalla el problema vinculado a los reactores BWE/2: se puede producir una interferencia o fricción de las barras de control con los canales de combustible cuando estos últimos absorben los neutrones y paran la reacción nuclear. Podría agravarse en caso de terremoto. Comentario de Carlos Bravo: «Si hubiera un terremoto en el norte de Burgos, y las barras de combustible no entraran, podría producirse una fusión parcial del núcleo, por lo que se exige el cierre inmediato de la planta». Reflexión de UCS: «si falla la inserción de las barras de control, este problema podría dar lugar a no poder parar una central de este tipo en caso de emergencia».
[6] Pere Rusiñol, «Del Ibex al Gobierno». Público, 29 de enero de 2012, pp. 2-3.
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