La decisión de abstenerse de ERC y de EH Bildu ha permitido culminar el rompecabezas para que el Congreso invista a Pedro Sánchez y ha facilitado la conformación del primer gobierno de coalición del régimen del 78. Una decisión arriesgada por la volatilidad del presidente español, pero necesaria para propiciar una última oportunidad al diálogo […]
La decisión de abstenerse de ERC y de EH Bildu ha permitido culminar el rompecabezas para que el Congreso invista a Pedro Sánchez y ha facilitado la conformación del primer gobierno de coalición del régimen del 78. Una decisión arriesgada por la volatilidad del presidente español, pero necesaria para propiciar una última oportunidad al diálogo en una incierta vía negociada que sitúa, nuevamente, a los socios del Govern catalán y al conjunto de partidos independentistas en posiciones enfrentadas.
El gobierno progresista de PSOE y Unidas Podemos tendrá que responder políticamente a la cuestión catalana y tiene el deber de desescalar la judicialización del conflicto político y poner fin a la represión. No lo tendrá fácil ante una derecha que ha abandonado los postulados de las democracias liberales para derivar, peligrosamente, hacia posiciones intolerantes del pasado reciente de la historia del Estado español; ni ante la autarquía judicial en la que se ha situado la justicia española después de ignorar la resolución del Tribunal de Justicia de la UE. En este sentido, la batalla judicial europea por la inmunidad de Oriol Junqueras, la situación procesal de Carles Puigdemont y la resolución definitiva del golpe institucional de la JEC contra la presidencia de la Generalitat marcarán el futuro inmediato de la legislatura catalana, y supondrán una primera prueba de estrés para el nuevo ejecutivo español.
Todo y la investidura la gobernabilidad del Estado cuelga de un hilo. Al respecto, otra piedra de toque del gobierno de izquierdas serán los nuevos presupuestos. ERC ha anunciado que se abre a negociar si la mesa de diálogo avanza. Un papel central de los republicanos, no para garantizar la estabilidad del gobierno español, sino para activar el Sit and talk , es decir, para hacer realidad la vía política. En este sentido, la mesa de diálogo entre Gobiernos, conseguida por ERC, se tiene que poner en marcha en breve y habrá que ver cuál es la postura de JxCAT al respecto. Se puede dar la paradoja que, los ex-convergentes, asuman la reunión como propia a través de la presidencia de la Generalitat; a pesar de hacer campaña -junto con la CUP- de que la nueva etapa de diálogo será el enésimo engaño del gobierno español. Así mismo, existe la incógnita de qué interlocutor tendrá Sánchez ya que el presidente Quim Torra se encuentra en una situación excepcional.
La sombra de unas nuevas elecciones catalanas sobrevuela el Parlament . A la espera de que el Tribunal Supremo dicte sentencia firme por desobediencia contra el presidente Torra, hay que sumar las desavenencias estratégicas y la pugna electoral entre ERC y JxCAT, y la petición por parte de todos los grupos de la oposición de convocar elecciones. En este sentido, ni la CUP comparte estrategia con el resto de partidos independentistas, ni los Comuns -que están negociando los presupuestos de la Generalitat- quieren alargar una legislatura que agoniza. El choque inminente para ejecutar la decisión de la JEC y el posicionamiento efectivo del Parlament puede ser el detonador final de la frágil coalición gubernamental independentista.
Jesús Gellida, politólogo e investigador social
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