Las casas ecológicas respetan al hombre y a la naturaleza, ahorran energía y mejoran la calidad ambiental, pero son apenas 1.500 en Italia, donde las periferias de las ciudades son enormes bloques de cemento. Cada una de ellas cuesta 15 por ciento más que las casas tradicionales. Pero a largo plazo representan un ahorro de […]
Las casas ecológicas respetan al hombre y a la naturaleza, ahorran energía y mejoran la calidad ambiental, pero son apenas 1.500 en Italia, donde las periferias de las ciudades son enormes bloques de cemento.
Cada una de ellas cuesta 15 por ciento más que las casas tradicionales. Pero a largo plazo representan un ahorro de entre 30 y 43 por ciento en los gastos de energía eléctrica, gas, calefacción y agua.
Según estima Federhabitación (federación de 3.300 cooperativas de viviendas italianas), estos gastos son de alrededor de 2.000 dólares por una casa tradicional de 100 metros cuadrados, y de 1.200 dólares por una casa verde de la misma superficie.
«En Italia el conocimiento de la casa verde todavía es bajo», dijo a Tierramérica Giovanni Vaccarini, director del estudio de arquitectos Vaccarini en la oriental región de Abruzzo.
Sin embargo el gobierno da incentivos y beneficios, como financiamiento regional para energía renovable o descuentos al impuesto municipal para los inmuebles, que podrían catapultar el mercado, según Vaccarini.
«La casa ecológica tiene una filosofía que estudia la orientación de la construcción, el terreno y la naturaleza que lo circunda. Hace un análisis del uso racional de los recursos y de la energía. En el verano protege del sol y el calor, y en el invierno del frío. Usa agua reciclada y materiales no tóxicos», explicó a Tierramérica el coordinador del proyecto europeo Federhabitación, Roberto Ballarotto.
Se selecciona el terreno con base en su relación con el sol, el viento, el agua y la vegetación. Este debe estar alejado de los campos electromagnéticos producidos por tendidos eléctricos, transformadores o estaciones de telefonía móvil, y de fuentes de contaminación acústica, como carreteras. La vegetación que lo rodea se utiliza para ahorrar energía, generar calefacción o aire natural.
La orientación de su fachada y del techo aseguran la máxima disponibilidad de la luz natural y optimizan el uso de fuentes renovables de energía, como la solar, por ejemplo.
Las casas ecológicas están construidas con materiales naturales, como la arcilla y los ladrillos. Las pinturas son de agua y de pigmentos naturales. El parquet llega de las plantaciones realizadas con ese fin, no de la deforestación de bosques naturales.
En cambio, las casas tradicionales usan más de 50.000 sustancias tóxicas (barnices, funguicidas) para la construcción y decoración.
«Italia está retrasada con respecto a los países nórdicos, pero se recupera», dijo a Tierramérica el arquitecto Ugo Sasso, del Instituto Nacional de Bioarquitectura en la provincia de Bolzano, en la región Alto Adige.
En los últimos 10 años hubo algunos esfuerzos para incentivar la construcción sostenible, sobre todo al norte del país (en las regiones de Alto Adige, Veneto y Lombardía).
En Milán, por ejemplo, el viejo barrio industrial de Bovisa (periferia norte) está en plena transformación. Allí nació el primer estudio cinematográfico italiano, «Armenia Films», donde se hicieron las primeras películas mudas, como «El Infierno», basado en «La Divina Comedia», de Dante Alighieri.
Hoy tiene uno de los cuatro ecoedificios de Italia. Sus propietarios ahorran alrededor de 715 dólares al año en las facturas de luz, agua, calefacción y aire acondicionado.
Bovisa es parte del proyecto La Casa Ecológica en Europa-SHE- (Sustainable Housing in Europe son sus siglas en inglés), que de 2003 a 2008 se realiza en Portugal, Francia y Dinamarca y que construye 714 viviendas sostenibles.
Está coordinado por Federhabitación europea y financiado por la Comisión Europea en el ámbito del programa Cuadro de Investigación y Desarrollo y del subprograma «Energía, Ambiente y Desarrollo Sostenible, Ciudades del Futuro y Herencia Cultural».
«Antes se pensaba que la bioarquitectura estaba reservada sólo a una élite por el costo de la tecnología y de los materiales. Hoy, cada vez más cooperativas se interesan en proyectos de construcción sostenible», dijo a Tierramérica Serena De Natale, de la organización no gubernamental Legambiente.
* La autora es colaboradora de Tierramérica. Este artículo fue publicado originalmente el 4 de febrero por la red latinoamericana de Tierramérica.