Izquierda Unida culmina la primera etapa de su proceso de refundación este próximo fin de semana con escasos avances prácticos. De hecho, parece que su socio Iniciativa per Catalunya-Verds (ICV) pone en marcha un proceso en competencia con el de IU a escala estatal con una relación estrecha con los verdes europeos de Cohn-Bendit. Una […]
Izquierda Unida culmina la primera etapa de su proceso de refundación este próximo fin de semana con escasos avances prácticos. De hecho, parece que su socio Iniciativa per Catalunya-Verds (ICV) pone en marcha un proceso en competencia con el de IU a escala estatal con una relación estrecha con los verdes europeos de Cohn-Bendit. Una iniciativa que arrastra tras de sí a numerosos exmilitantes de la propia IU.
Este mismo fin de semana IU ha convocado una manifestación contra las políticas neoliberales del gobierno. Algo que aplaudimos, aunque nos hubiera gustado que esta convocatoria hubiera sido abierta y coordinada con otras fuerzas sociales y políticas de la izquierda, ya que ahora necesitamos unidad en la calle y en la movilización. Podemos y queremos converger con los compañeros y compañeras de IU en las calles combatiendo estas políticas que suponen un ataque durísimo del capital, la UE y los gobiernos contra los y las trabajadoras.
La constitución de un nuevo imaginario dominante, de un nuevo sentido común depende de que aquellos que se niegan a que la crisis recaiga sobre los trabajadores retomen la calle, el pulso movilizador y la costumbre del debate entre los que deben volver a reconocerse dentro de una misma clase, en el mismo lado de la barricada.
No obstante pensamos que dicho proceso y las convergencias necesarias que deben surgir al calor de las movilizaciones chocan con los límites de la propia política de Izquierda Unida. Una política que debería haber sido revisada en el mismo proceso de su refundación y que, al no hacerlo, parece haber determinado la falta de credibilidad de la misma ¿Con qué legitimidad podrá convocar y continuar las movilizaciones Izquierda Unida contra el tijeretazo y la reforma laboral cuando su formación ha apoyado el tijeretazo en el propio tripartito catalán?
El proceso de desmoralización y desafección política requiere de iniciativas claras y coherentes en la lucha contra el neoliberalismo. Y no se puede luchar contra dichas políticas y ser parte de los gobiernos que las aplican. Esto es una delimitación imprescindible entre una izquierda de gobierno y una izquierda de combate. No se puede vivir en una contradicción permanente entre lo que se defiende en la calle y lo que se apoya en las instituciones.
Izquierda Unida es rehén consciente de gobiernos social-liberales en numerosas Comunidades, Diputaciones y Ayuntamientos. Si Izquierda Unida quisiera comenzar un proceso real de convergencias podría hacerlo alimentando la necesaria oposición social a esta tríada que el gobierno ZP ha impulsado: pensionazo, tijeretazo y reforma laboral.
Es posible que IU se refunde (y que lo haga de nuevo sobre las mismas bases políticas que llevan lastrando su existencia desde hace años), pero no es viable que la izquierda en su conjunto lo haga sin que la izquierda social protagonice una movilización de largo aliento que permita un avance en la elaboración de alternativas y la reconstrucción organizativa de las clases subalternas y los movimientos sociales. Sin esa nueva base social no habrá posible refundación de la izquierda en este país (de países).
Y para ello, Izquierda Unida tendría una llave magnífica para comenzar un proceso de movilización y de ruptura del cuadro político actual que ayude a desestabilizar los compromisos que impiden una movilización masiva: la «gobernabilidad» y la «estabilidad». Izquierda Unida podría ser coherente con las palabras con las que se refiere al duro ataque del Gobierno ZP contra los trabajadores/as y con los anhelos de cientos de sus militantes rompiendo todos los acuerdos de gobierno con dicho partido y llamando por tanto a la removilización social. No es posible lo segundo permaneciendo en tantos y tantos gobiernos con dicho partido, apuntalando su política. Pero para ello debería renunciar a muchos cargos de confianza, a demasiado aparato acumulado al calor de dichos gobiernos.
Eso no significará el retorno del PP, excusa repetida hasta la saciedad. Pues precisamente la lucha contra la derecha debe hacerse no aplicando las políticas que legitimarán su retorno y sí acumulando fuerza social en las movilizaciones que harán que las alternativas de izquierdas protagonicen la calle. Esa debe ser la función de los cargos públicos de IU en este periodo, la de apuntalar las movilizaciones y no los gobiernos social-liberales.
Lamentablemente, no parece que IU vaya a mover ficha en ese sentido y pensamos que la legitimidad de esta formación para encabezar una refundación de la izquierda está severamente castigada por ello. Pero aquellos que sí creemos que es posible acelerar la movilización y romper el cuadro político estamos en el derecho de exigir, junto a todos y todas los que van a preparar la huelga general del 29 de Septiembre, que es posible comenzar la preparación de la HG con un terremoto político dejando los gobiernos social-liberales y pasando a la oposición social. Una estrategia que nos permita elaborar una campaña de movilización de largo aliento de resistencias a los ajustes neoliberales, que utilice la convocatoria de la HG del 29 de septiembre para abrir un camino de oportunidades políticas como las que se inauguraron en América Latina ante las respuestas a los planes de ajuste del FMI una década antes.
De hecho, en un contexto donde no aumenta la correlación de fuerzas en el campo de la izquierda, siendo minorías en estos gobiernos ¿qué coste tiene el PSOE por no cumplir con los ya exiguos pactos firmado con IU? Ninguno, no hay fuerza social, desmovilizada ante la ausencia de políticas coherentes, que castigue los incumplimientos.
A corto plazo, parece que IU va a subir en votos y que su política actual tiene réditos en forma de consolidación de la mayoría que dirige la coalición. Pero a largo plazo, esta política no fortalece a la izquierda en su conjunto y ,ante el previsible retorno al gobierno del PP, no ayuda a revertir la situación de una clase trabajadora desentrenada, desconfianda de la política y sin perspectivas claras. Italia es un espejo del que extraer lecciones para la izquierda, ahora desaparecida tras haber apuntalado el gobierno liberal de Romano Prodi.
Es por ello que, al calor del 29S, pedimos a todos y todas las militantes de IU que quieren un giro anticapitalista consecuente en su formación que exijan una verdadera refundación, no ya en el nombre sino en las políticas que se vienen aplicando desde hace ya más de una década. En ese camino nos encontraremos.
Raúl Camargo, Jesús Rodríguez, Miguel Urbán son militantes de Izquierda Anticapitalista
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