La distinción entre derecha e izquierda a nivel político es una herencia de la revolución francesa, cuando los sectores republicanos más radicales, los jacobinos, estaban sentados a la izquierda del hemiciclo de la Asamblea Nacional, mientras los moderados tenían sus escaños a la derecha.
Posteriormente se ha continuado utilizando esta terminología, aunque hoy en día, además de la ubicación en el hemiciclo, que puede ser anecdótica, lo que sitúa ideológicamente a una formación política es su programa y sus relaciones con otras fuerzas políticas afines, como pueden ser los diferentes grupos en el Parlamento Europeo u otros partidos y organizaciones internacionales.
Pero parece claro que en cada país la consideración de los ciudadanos sobre el eje derecha-izquierda puede ser diferente. Así, hacemos caso de las encuestas, cerca de cuatro años después del referéndum del 1 de octubre en Cataluña, 115 de los 135 diputados del Parlament pertenecen supuestamente a partidos o coaliciones considerados de izquierda o de centro-izquierda por sus propios votantes. Se trata del PSC, ERC, En Comú Podem, la CUP e incluso Junts per Catalunya, un caso único en la Unión Europea (UE) 1. Es evidente que, especialmente con este último partido, la percepción de los votantes está muy condicionada por una más que cuestionable asociación entre independentismo e izquierda, que puede no coincidir en absoluto con sus opciones en temas económicos y sociales, un criterio fundamental en ciencias políticas para definir a la derecha y a la izquierda 2.
Si hablamos de Junts per Catalunya, deberíamos recordar que sus antecesores del PDeCat y CDC habían formado parte tradicionalmente de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa, de centro-derecha, de donde fueron expulsados en 2018, supuestamente por sus casos de corrupción, aunque su apoyo a la declaración unilateral de independencia tampoco fue ajena a aquella decisión. Al inicio de la actual legislatura europea, los diputados de Junts descartaron formar parte del grupo liberal y solicitaron su incorporación al grupo parlamentario de los Verdes-Alianza Libre Europea, pero esta petición fue finalmente rechazada por estos últimos, quedando sus diputados formalmente como no adscritos. Por lo tanto, aparte de sus relaciones preferentes con la derecha nacionalista flamenca, no es fácil definir una ubicación política concreta de este partido con criterios europeos, quedando en cierto modo en una ambigua posición transversal.
Muy lejos de estas posiciones sobre derecha e izquierda está la percepción de los ciudadanos franceses al respecto, en su caso nada condicionada por conflictos nacionalistas o territoriales. Así, según una encuesta en el país vecino, tan sólo un 13% de las personas consultadas se consideraba de izquierdas, mientras un 32% se autodefinía de centro y un 39% de derechas 3. Ni siquiera el movimiento de los chalecos amarillos (les Gilet jaunes), protagonista de importantes movilizaciones en París y otras ciudades galas a partir de octubre de 2018, se reivindicaba propiamente como izquierdista, sino más bien como un movimiento anti-sistema donde podían participar activistas desde la extrema izquierda a la extrema derecha 4. Y algo parecido podríamos decir del Movimiento 5 Estrellas italiano (Movimento 5 Stelle), el partido más votado en las elecciones de 2018 en ese país, y que se mueve habitualmente en un ambiguo espacio transversal.
Tampoco está nada clara la posición de algunos partidos socialdemócratas o laboristas en el espectro político. Si bien la mayoría de ellos han sido tradicionalmente considerados como de centro-izquierda, en determinados casos como el que fuera el Nuevo Laborismo (New Labour) de Tony Blair, deberíamos situarlos más cerca de un centro «social-liberal», al estilo del Partido Demócrata de los Estados Unidos, o incluso del centro derecha, si hacemos caso de la escritora y activista canadiense Naomi Klein 5. En la misma línea, no es fácil ubicar al Partido Democrático italiano en la izquierda o el centro-izquierda como la mayoría de medios consideran, ya que algunos de sus dirigentes o ex dirigentes más destacados, como Enrico Letta o Matteo Renzi, procedían del Partido Popular Italiano, mientras otros antiguos líderes, como el ex comunista Walter Veltroni, aseguraban ya hace unos años que su partido era «reformista, no de izquierdas»6.
Los conceptos de derecha e izquierda, entendidos como más o menos críticos con el capitalismo pueden parecer desfasados, pero no resultan indiferentes para el poder económico. Sólo así se explica que los gobiernos estatales donde han participado partidos claramente críticos con el capitalismo, hayan sido prácticamente inexistentes en Europa occidental en los últimos 50 años. Tan sólo encontraríamos unos pocos casos, como el del Partido Comunista Portugués tras la revolución de los claveles entre 1974 y 1976, el Partido Comunista Francés durante los años 1980 y 1990 o la Coalición de la Izquierda Radical en Grecia (Syriza) entre 2015 y 2019, al que la UE se esforzó por imponer unas estrictas y anti-populares medidas de austeridad. Sin olvidar, por supuesto, el actual gobierno de coalición en España, que cuenta con la participación de Unidas Podemos.
Aparte de esos escasos gobiernos de coalición con partidos a la izquierda de la socialdemocracia, durante las últimas décadas apenas se han producido tampoco acuerdos parlamentarios para investir gobiernos progresistas de centro-izquierda, con la excepción de algunos países nórdicos o, más recientemente, de Portugal. Y es que con «guerra fría» o sin ella, el neoliberalismo europeo se esfuerza, tanto para bloquear la posible entrada de la izquierda radical a los gobiernos, como para que formen parte de las mayorías parlamentarias que puedan eventualmente condicionarlos. El caso más reciente fue el de la formación del nuevo gobierno de Suecia en 2018, donde el Partido de la Izquierda (Vänsterpartiet, heredero del antiguo partido comunista), fue claramente marginado en las negociaciones parlamentarias para la constitución del nuevo ejecutivo de socialdemócratas y verdes, a pesar de que esa coalición de centro-izquierda tenía un apoyo muy ajustado, como han podido comprobar recientemente con la dimisión del primer ministro.
Notas
1. Jordi Matas Dalmases – Del centredreta de CiU al centreesquerra de Junts per Catalunya – La República – 03/02/2021 – https://www.larepublica.cat/opinio/del-centredreta-de-ciu-al-centreesquerra-de-junts-per-catalunya/
2. Carles Castro – El independentismo se va a la izquierda -– La Vanguardia – 31/01/2021 – https://www.lavanguardia.com/politica/20210131/6209640/independentismo-izquierda.html
3. Le sondage qui fait débat: la gauche est-elle en train de disparaître? – Huffingtonpost.fr – https://www.huffingtonpost.fr/entry/le-sondage-qui-fait-debat-la-gauche-est-elle-en-train-de-disparaitre_fr_5f1aa7c3c5b6296fbf40cc5d 24/07/2020
4. La izquierda francesa busca un salvavidas en la protesta por las pensiones – Marc Bassets – El País – 26/12/2019 – https://elpais.com/internacional/2019/12/24/actualidad/1577198318_494170.html
5. Naomi Klein – No logo. El poder de las marcas – Editorial Planeta – Barcelona 2011 – Pàgina 369
6. Miquel Mora – Somos reformistas, no de izquierdas (entrevista a Walter Veltroni) – El País – 01/03/2008 – https://elpais.com/diario/2008/03/01/internacional/1204326003_850215.html