Más que complicada, la situación en Japón resulta catastrófica. No es equiparable al accidente de Chernóbil, se dice; sólo es lo peor que les ha sucedido desde el fin de la II Guerra Mundial, tras los ataques estadounidenses en Hiroshima y Nagasaki con bombas atómicas. Lo cierto es que ni se informa a ciencia cierta […]
Más que complicada, la situación en Japón resulta catastrófica. No es equiparable al accidente de Chernóbil, se dice; sólo es lo peor que les ha sucedido desde el fin de la II Guerra Mundial, tras los ataques estadounidenses en Hiroshima y Nagasaki con bombas atómicas. Lo cierto es que ni se informa a ciencia cierta lo que está pasando en la central nuclear Fukushima I, y las instalaciones siguen fuera de control desde el pasado 11 de febrero, el día del terremoto/tsunami registrado en las costas nororientales de la isla, cerca de Miyagi. Ante la radioactividad, amenazante, las medidas preventivas resultan insuficientes y ponen en riesgo a la población.
Ayer mismo [martes] el primer ministro japonés, Naoto Kan, dijo ante el Parlamento que la situación en la planta Fukushima es de «alerta máxima» e «imprevisible». Más por el hallazgo de plutonio radioactivo, altamente tóxico, en cinco sitios de la planta. Con todo y que la empresa Tokio Electric Power Co (Tepco), la responsable de la administración, dijo que la cantidad registrada de material radioactivo resulta «mínima», sin peligro para el cuerpo humano. Porque es similar a la encontrada en otros tiempos durante las pruebas atómicas. Tamaño consuelo.
Lo que Tepco intenta es no causar pánico entre la población, porque todavía «no se registra el peor escenario posible» [sic], según los voceros. Y hacen lo que pueden para evitar por todos los medios la emisión de radioactividad al medio ambiente. Pero la situación los ha desbordado, tanto por el tamaño del accidente como por lo peligroso del volátil material que se maneja en la central Fukushima I y sus seis plantas nucleares.
Por lo mismo, el portavoz del gobierno, Yukio Edano, comentó que la situación era «muy seria», porque el hallazgo del plutonio era un indicio de una «cierta proporción de barras nucleares fusionadas». Pero no hay investigación de fiar. Sólo que hay agua contaminada por radioactividad en la zona. Que el mar registra elevados índices radioactivos. Que cayó la bolsa de Tokio. Que se reporta recientemente en territorio estadounidense, en algunos estados, lluvia radioactiva pero sin mayor peligro, en estados del noroeste como Massachusetts, Pennsylvania, Virginia. Antes se mencionaron Hawai, California, Washington, Colorado y Oregón. Información o bien encontrada o, peor aún, contradictoria. ¿Y el resto del mundo?
Y esa es responsabilidad de todos los que participan en el control, por no decir manejo, de la situación. Tienen tamaño compromiso, no sólo con el pueblo japonés sino con el mundo [las secuelas para el planeta], por la peligrosidad radioactiva para la vida. Eso está más allá de Japón. No causaron el accidente, ni Tepco, o el gobierno de Kan, y organismos como OIEA, Organismo Internacional de Energía Atómica, o hasta el gobierno francés que abasteció del plutonio para una de las centrales nucleares.
Pero no vale que, ante la peligrosidad por la fuga del plutonio, por ejemplo, el segundo de a bordo de la OIEA, «el director para la seguridad nuclear», afirme en Viena que la fuga «significa que hay una degradación del combustible, lo que no es una novedad». Porque los trabajadores de la planta descubrieron más depósitos de agua radiactiva que se fuga y no saben de dónde, pero eso ha elevado los niveles en la planta y se habrían contaminado ya tanto el suelo como el mar. Así, según la agencia Kyodo, funcionarios de la planta informaron de que el yodo radioactivo liberado podría haberse filtrado al mar, mucho más al norte de Fukushima de lo previsto. Además, según el vocero de la Agencia de Seguridad Nuclear e Industrial, Hidehiko Nishiyama, las nuevas lecturas de radioactividad mostraron que la contaminación en el océano se extendió a casi 1,6 kilómetros al norte de la central nuclear en cuestión.
Está claro, por otro lado, que los trabajadores de Tepco han dado su vida por salvar la de otros, los miles o millones que están en peligro. Porque todos han estado expuestos a las emisiones radioactivas. Ni se niegue que las secuelas no aparecerán pronto, o que sólo una parte pequeña de los empleados saldrá afectada; se dice que 20. Han dado su vida tratando de controlar el accidente.
Y lo que falta, porque la situación sigue en emergencia. Por ejemplo, antes de encender el sistema de enfriamiento de los seis reactores -si es que todos funcionan, luego de «controlar» los daños-, se debe retirar y guardar el agua radiactiva que se encuentra en los edificios de los reactores nucleares. En el reactor 2, según la última lectura, se encontraron más de mil milisieverts por hora; unas 10.000 veces las mediciones normales. La causa, al parecer, fue la «fusión parcial» del núcleo. Que ocurriría, según el vocero del gobierno de Naoto Kan, Edano, en las últimas dos semanas.
Y de los registros de plutonio, estaría como contaminante en el agua de la zona si fuese encontrado en bajas concentraciones. Pero no. El reactor 3 es el que causa dolores de cabeza, el único de los seis que tiene la central y utiliza plutonio como combustible. Es un combustible procedente de Francia [Nicolas Sarkozy ha dicho que visitará Japón mañana jueves 31; será el primer jefe de Estado], el llamado MOX, porque contiene un 5% de uranio, y un 5% de plutonio, mucho más radioactivo. Los otros reactores utilizan uranio y también generan el plutonio. Pero por el tamaño de los registros, se trata de la fuga en el rector 3.
El plutonio, reportó Tepco, se encontró en sus presentaciones -238, -239 y -240. Además de su larga duración -24.000 años-, la radiactividad que emite es de partículas alfa que representan un alto riesgo para la salud, en comparación con las partículas beta del yodo -131. Por lo tanto, los registros elevados de radioactividad, pudieron venir del reactor 3, como reconoce Tepco, y según información de The Japan Times on line de ayer 29.
En cuanto la tierra no deja de moverse -el último sismo fue de 6,5 grados Richter-, el terremoto/tsunami puso a temblar a los japoneses y al mundo. Hasta ahora el número de víctimas es de 11.168, de acuerdo con los datos de la policía de la isla nipona por ambos fenómenos. Pero hay otras 17.339 personas desaparecidas, de un total de al menos 200.000 víctimas que están en 1.900 albergues. Falta el saldo de los que padezcan la fuga radioactiva de Fukushima I. Para empezar los que hacen lo que pueden para limpiar los reactores y ponerlos a trabajar. No se ve sencillo que vuelvan a operar. A ver qué hacen los occidentales con el «uso pacífico» de la energía nuclear.
Fuente: http://alainet.org/active/45453
rCR