El drástico corte de 50 por ciento en la captura del cotizado atún del sur al que accedió el gobierno de Japón ya causó un gran impacto en las pescaderías y restaurantes de este país, fanático de los frutos del mar. «Estoy desconcertado», dijo Masaru Ikeda, de 55 años, dueño de una pescadería en un […]
El drástico corte de 50 por ciento en la captura del cotizado atún del sur al que accedió el gobierno de Japón ya causó un gran impacto en las pescaderías y restaurantes de este país, fanático de los frutos del mar.
«Estoy desconcertado», dijo Masaru Ikeda, de 55 años, dueño de una pescadería en un área residencial de Tokio. «¿Cómo mantendré mi comercio si el abastecimiento continúa cayendo?», se lamentó.
Pero Ikeda admitió que la oferta sufre reducciones desde hace años, dada la sobreexplotación y el alto costo del atún del sur crudo, el producto más caro de su establecimiento.
«Cada vez es más difícil encontrar pescado a un precio razonable», apuntó. La lucha entre los encargados de compras de pescaderías y restaurantes es cada día más encarnizada en Tsukiji, el mayor mercado mayorista de productos marinos del mundo.
La parte más grasosa del atún (llamada «toro» en japonés) es tan apreciada que se vende a casi 10 dólares por kilogramo en Tsukiji. Preparado y servido en un restaurante de sushi, ese valor se multiplica por 10.
Pero los conservacionistas consideran que la restricción, dispuesta a mediados de este mes, era necesaria para frenar la reducción de los bancos de atún a disposición de este país, uno de los mayores consumidores mundiales de pescado.
«Es indudable que Japón deberá renunciar a su pasión por el pescado por la caída de la oferta. La buena noticia es que la población advirtió que la sobreexplotación es un problema nacional para el cual deben buscarse soluciones», dijo a IPS el ambientalista Arata Izawa, del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
El hecho de que el gobierno aceptara reducir a la mitad su cuota de pesca, hasta 3.000 toneladas anuales en los próximos cinco años, es un indicio claro de que este país está dispuesto a frenar a la voraz industria pesquera y salvaguardar sus recursos marinos, según Izawa.
El histórico acuerdo, basado sobre la constatación de que Japón había excedido en 1.800 toneladas su cuota máxima de captura del pez, se alcanzó en la Comisión para la Conservación del Atún del Sur, reunida en la septentrional ciudad de Miayazaki, del 10 al 13 de este mes.
A la conferencia asistieron también representantes de Australia, Corea del Sur, Filipinas, Nueva Zelanda y la Unión Europea.
Australia pudo mantener su cuota de 5.265 toneladas anuales. Las de Corea del Sur y Taiwán se redujeron 12 por ciento y ahora podrán pescar 1.000 toneladas por año cada una.
El nuevo régimen de cuotas entrará en vigor el año que viene.
Pero Australia mantuvo su cuota a pesar de que la mayor parte de su captura se destina al mercado japonés, cuestionó Izawa.
Sumadas, las cuotas de Australia y Japón concentran 80 por ciento de la pesca anual total de atún del sur. Las dos naciones se acusan recíprocamente de haberse excedido.
El del sur representa tres por ciento de las 580.000 toneladas de atún que inunda el mercado japonés. Se trata del mayor consumidor mundial de esta especie.
Científicos responsabilizan a la sobreexplotación del atún del sur no sólo de la reducción de los bancos pesqueros de esta especie, sino también de la de otras formas de vida marina también de consumo humano, como el cangrejo y el camarón.
La pesca ilegal también incide, y continuará mientras el mercado continúe siendo lucrativo, agregan.
«La protección de las reservas marinas es ahora más difícil por el desarrollo tecnológico, como el de los barcos dedicados a la pesca de arrastre en auge en todo el mundo», sostuvo Takao Kawamichi, biólogo del Instituto de Investigaciones Kansai de Fauna y Flora.
Expertos advirtieron el apetito por pescado aumenta no sólo en el mundo rico, sino entre los consumidores más adinerados de los países con economías de acelerado crecimiento, como China.
«Llegó el momento de repensar las actitudes del consumidor y la incidencia del comercio sobre la conservación» de las especies, dijo el experto en ambientes oceánicos Akira Harashina.
En Japón se considera como alternativa la crianza artificial de atún del sur, pero no es una opción fácil, según Izawa.
«El alimento marino del atún del sur tiene un costo muy elevado. Esta especie se nutre de pequeños peces cuyas reservas también pueden verse afectadas por la sobreexplotación», explicó.
Mientras, la industria pesquera japonesa se prepara para un encarecimiento del pescado por reducción de la oferta. «La dieta tradicional de los japoneses se basa sobre el pescado. Pero esa cultura está bajo amenaza», indicó Harashina.