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Entrevista a José Herrera Plaza sobre Accidente nuclear en Palomares. Consecuencias (1966-2016)

«JEN-CIEMAT y el CSN llevan décadas afirmando que no se ha hallado ninguna patología relacionada. ¿Por qué la renuencia a un estudio independiente?»

Fuentes: Rebelión

José Herrera Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición en […]

José Herrera Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición en el Centro Andaluz de Fotografía «Operación Flecha Rota. Accidente nuclear en Palomares». Posteriormente dirigió el largometraje documental homónimo (2007).

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Estamos en el último capítulo, ya estamos finalizando. Antes de entrar él, si no te importa, unas preguntas fuera de guión marcado. Me ha llegado un artículo de Ángel Munárriz [AM] del 8 de mayo (probablemente me lo hayas enviado tú, disculpas por mi mala memoria) que lleva por título: «Palomares carece de un estudio epidemiológico más de medio siglo después del accidente nuclear» http://www.infolibre.es/noticias/politica/2017/05/03/palomares_carece_estudio_epidemiologico_mas_medio_siglo_despues_del_accidente_nuclear_64558_1012.html Te pregunto en torno a él, para matizar y para recordar cosas ya comentadas a lo largo de estas entrevistas.  

Transcurridos ya 51 años desde el accidente nuclear de Palomares , en Cuevas del Almanzora (Almería), ocurrido el 17 de enero de 1966, AM señala que «no se ha realizado aún un estudio epidemiológico que evalúe su incidencia sobre la salud de la población. «Hubo otro accidente similar dos años después, en 1968, en Groenlandia [ en la base aérea de Thule ]. Aparte de que se llevaron diez veces más tierra contaminada que de Palomares, el Gobierno danés hizo estudios epidemiológicos. En Palomares ha habido una exposición bien definida al plutonio, al uranio y al americio. Esta exposición tiene un alcance y se puede medir. Estas premisas, a mi juicio, obligan a realizar un estudio epidemiológico», señala el epidemiólogo Juan Alguacil, catedrático del área de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Huelva». ¿Estás de acuerdo? ¿Algún matiz que quieras introducir?

JH.- Como no podría ser de otra manera, estoy totalmente de acuerdo. Este es un lugar común. Sobre tal asunto se formulan preguntas recurrentes por toda persona interesada. Entonces, ¿por qué no se ha llevado a cabo, más allá del realizado contra viento y marea por el Dr. Pedro A. Martínez Pinilla?, pues porque por encima de su oportunidad, pertinencia, justicia, están los intereses de otros.  

El accidente de aviación de Palomares, prosigue AM, «provocó la caída de cuatro bombas nucleares estadounidenses 75 veces más destructivas que las que fueron lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki. Dos de las bombas liberaron plutonio, contaminante durante miles de años y extremadamente nocivo para el ser humano. El tipo de residuos que queda en Palomares provoca cáncer de pulmón, hígado o huesos, lo cual permite focalizar la búsqueda de resultados. Los residuos se encuentran aislados, para evitar su contacto con humanos». De nuevo la misma pregunta: ¿coincides con lo que AM señala? Por lo demás, cuando hablamos del plutonio contaminante durante miles de años, ¿qué queremos decir exactamente? ¿Cuántos miles de años? ¿Por qué esos cánceres y no otros?

JH.- Coincido totalmente. El mayor problema de los residuos nucleares, además de su inmediata peligrosidad, es su larguísima actividad radiológica. En el caso de los isótopos de plutonio (Pu), el más presente y ponzoñoso, el 239, tiene un periodo de semidesintegración de 24.200 años. ¡Solo la mitad!. El gamma emisor americio 241 se desintegraría en 432 años un 50%. Estos son un ejemplo de dos de los actínidos más radiotóxicos presentes en los alrededores de Palomares y Villaricos. Recordemos que un solo gramo de Pu239 equivale en radiotoxicidad a una tonelada de uranio.

Respecto a los tipos de cánceres, te diré que depende del tipo e intensidad de radiación del emisor, el tiempo de exposición y la sensibilidad orgánica en los seres vivos y la naturaleza. Se sabe que el Pu239 inhalado se queda en los alvéolos pulmonares una parte de las partículas más gruesas de la fracción 1-10 micras, el resto pasa al torrente sanguíneo, que lo excreta en su mayoría por la orina a lo largo de varios meses (máx. 6-10 meses). El resto tiende a pasar al sistema linfático, con querencia a depositarse en el hígado y la osamenta; concretamente en su membrana exterior o periostio. La deposición a largo plazo en esos 3 lugares, emitiendo cada segundo partículas alfa muy energéticas e ionizantes (5,1 Mev), son las que pueden generar de manera estocástica o aleatoria células cancerígenas. 

Al doctor Francisco Laynez Bretones , especialista en medicina interna en el hospital de Torrecárdenas (Almería), vuelvo al artículo de AM, «le preocupa esta falta de estudios epidemiológicos. Con anterioridad fue jefe de servicio del hospital de Huércal Overa, del cual depende Palomares, y allí tuvo oportunidad de familiarizarse con el problema de los residuos y conocer de primera mano la inquietud por los posibles problemas de salud entre la población. En noviembre se dirigió por escrito a la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP) , adscrita a la Consejería de Salud de la Junta. Laynez pedía que en el marco de las X Jornadas de Salud Pública , que se celebrarían en diciembre, se aprobase la realización del primer estudio epidemiológico en Palomares, transcurrido ya más de medio siglo desde el vertido, tras el cual no se evacuó a la población local». Hemos hablado del tema también nosotros. ¿Por qué hay tantas dificultades para ese estudio? ¿Por qué es tan imposible?

JH.- Antes te comentaba al respecto que las razones son las de siempre: los intereses de otros. Como en el resto de cualquier análisis de la actividad humana, el materialismo histórico se muestra como herramienta metodológica útil para comprender lo aparentemente incomprensible. En el caso concreto de las actitudes y el proceder de los dos gobiernos implicados a partir del día siguiente del accidente hasta la actualidad, todo casa perfectamente, como regido por la misma ley. Elaborar un estudio independiente de ese tipo supondría la posibilidad de atribuir a algún o algunos cánceres la relación con la radiación existente. La oleada de demandas legales nacionales e internacionales de indemnizaciones con astronómicas cifras podría convertirse en una pesadilla para la clase política; también el malditismo de la zona, que sin una descontaminación definitiva previa, sufriría un incierto pero seguro quebranto en sus dos pilares económicos: la agricultura y el turismo.

Mientras que contradictoriamente se afirma que no existen anomalías ni patologías relacionadas, al Dr. Francisco Laynez la Escuela de Salud Pública, dependiente de la Cía. de Salud de la Junta de Andalucía, le ha negado en dos ocasiones con espurias excusas, la propuesta de realizar un estudio epidemiológico sobre la contaminación radiactiva dejada por los EEUU en 1966 y los cánceres. (Foto: F.Laynez)

 

En su propuesta, de nuevo AM, Laynez destaca que los trabajos realizados se han limitado a estudios de la antigua Junta de Energía Nuclear [JEN] actualmente el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) , cuyas conclusiones «han sido brevemente publicadas». En su monografía Palomares, desde el accidente a la restauración, este organismo dependiente del Ministerio de Economía señala que el seguimiento desde 1966 no ha observado «ninguna evidencia de patología directamente relacionada con el accidente, incluso en aquellas personas que presentan algún resultado dosimétrico por encima del límite […]». «El riesgo que se podría dar en Palomares», advierte el informe, «es que las partículas contaminantes que están de un modo estable adheridas a los suelos puedan ser ingeridas o inhaladas por su transferencia a alimentos o al aire»». También te he preguntado. Vuelvo a hacerlo: ¿qué opinión te merece las acciones del CIEMAT en todo este asunto?

JH.- A finales de los 80 e inicios de los 90, con el relevo generacional de investigadores formados en democracia, la capacidad, actitud y algo el talante respecto a Palomares, mejoraron en esa institución. Funcionarios como Rubio, Mendizábal, Espinosa, Sancho, Gascó, Mateos, Aragón, Benito…. han mejorado la deriva mantenida durante 24 años con respecto a Palomares. Eso sí, sigue padeciendo un extemporáneo oscurantismo, a pesar de financiarse con el dinero de los ciudadanos. La regeneración de la función pública progresa muy lentamente, de ahí el gran desfase que ha existido y existe entre los organismos y la sociedad a la que teóricamente sirven. 

El doctor Laynez, de nuevo AM, subraya que, desde los años 80, hay un incremento del plutonio en el aire de Palomares, debido a las faenas agrícolas. «En los últimos años», añade, «parte del plutonio se está transformando en americio, que emite radiaciones gamma y es más nocivo para la salud que el plutonio». «Sin embargo, no se ha realizado ningún estudio epidemiológico solvente en la zona de Palomares en estos 50 años», concluye Laynez su propuesta, que califica de «imperiosa» la necesidad de abordar la tarea «sin más demora». La pregunta se impone de nuevo: si es así, si hay ese incremento del plutonio en el aire de la zona, ¿cómo se explica esa dejadez de los organismos públicos?

JH.- Ni a los Gobiernos de España y de los EEUU, ni a los propietarios de los medios de producción locales les interesa conocer la verdad. La JEN-CIEMAT y el Consejo de Seguridad Nuclear llevan décadas afirmando de manera pseudocientífica que no se ha hallado ninguna patología relacionada. Entonces ¿por qué tanta renuencia a que se realice un estudio independiente?. Además, ¿Cómo se atreven a realizar tal aseveración sin estar respaldada por un estudio epidemiológico riguroso?. ¡Qué fácil es lisonjear los tímpanos de la población; decir lo que desean oír!. A eso se le llama demagogia. De la misma manera que no podemos aseverar, así a las buenas, que los cánceres de pulmón, hueso o hígado del lugar han sido generados por la contaminación radiactiva, tampoco podemos afirmar categóricamente que no ha habido relación. Para eso están los estudios epidemiológicos, para que en un tema tan delicado, que afecta a la salud y la economía de un colectivo maltratado durante décadas, nadie conjeture tan fácilmente con rango de tesis en uno u otro sentido.  

Lo dejamos aquí por el momento si te parece.

De acuerdo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.