«Nuestro problema mayor no es la corrupción sino la desaparición de la vergüenza«(Gregorio Morán) Y en efecto, ahí está de nuevo al ataque, por enésima vez, Joan Rosell, Presidente de la CEOE, es decir, de todos los grandes empresarios españoles, divulgando su despreciable ideario a todo aquél que quiera escucharle, sin ninguna vergüenza. No es […]
(Gregorio Morán)
Y en efecto, ahí está de nuevo al ataque, por enésima vez, Joan Rosell, Presidente de la CEOE, es decir, de todos los grandes empresarios españoles, divulgando su despreciable ideario a todo aquél que quiera escucharle, sin ninguna vergüenza. No es la primera vez que traemos a colación a este indecente personaje, porque es muy dado a las polémicas declaraciones, al estilo de su compañera de organización, Mónica de Oriol, otra gran protagonista de la patronal, por sus constantes salidas de tono y ofensivas declaraciones hacia las personas desempleadas y los jóvenes de este país. En esta ocasión, el Presidente de los patronos estaba ofreciendo su discurso ante un conjunto de empresarios del sector hostelero, cuando volvió a calentar el ambiente con sus exabruptos.
Y así, y con la que está cayendo en torno a las deleznables prácticas de las puertas giratorias, comisiones ilegales y casos de corrupción a mansalva, entre otras muchas prácticas aberrantes, a Rosell se le ocurrió directamente mostrarse a favor de la privatización de la Sanidad y de la Educación. Ahí es nada. ¡Los dos grandes pilares del Estado del Bienestar completamente privatizados! Según él, ambos aspectos de la gestión pública funcionarían mejor si estuviesen gestionados por empresarios. ¿Y por qué tipo de empresarios, señor Rosell? ¿Por empresarios quizá como David Marjaliza, en prisión preventiva actualmente por sus múltiples y supuestos delitos en torno a los negocios de su compañero (político, que no empresario) Francisco Granados? ¿O bien por empresarios como su ex Presidente, Gerardo Díaz Ferrán, también en prisión por ocultamiento y alzamiento de bienes, entre otros muchos delitos, en torno al hundimiento de Viajes Marsans? ¿Estos son los que deberían gestionar la Sanidad y la Educación privadas, señor Rosell? ¿Estos «empresarios» que manchan diariamente la vida política y social del país, hundiéndonos en la mierda más absoluta y repugnante, y convirtiéndonos en el hazmerreir de la llamada «Marca España»?
Las palabras concretas del señor Rosell, para que no nos llamemos a engaño, fueron las siguientes: «El sector público es la primera empresa del país, y debe cambiar con mucha mejor gestión. Tenemos las dos grandes partidas de gasto, que son la Sanidad y la Educación, que seguro que si estuviesen gestionadas por empresarios, con criterios empresariales, yo creo que podríamos sacar mucho más rendimiento y podríamos hacer cosas de mucha mejor manera«. No se puede ser más ruin con menos palabras. Vamos a analizarlas detalladamente, para poder rebatirlas en sus justos términos: en primer lugar, el sector público no es ninguna empresa, ni la primera ni la última, el sector público es la garantía de que nos dotamos entre todos de una serie de servicios básicos de carácter público y universal, como la Sanidad y la Educación, que no pueden ser privados porque no cabe en ellos el enfoque del beneficio empresarial. No deben ni pueden ser rentables, señor Rosell (se lo explicaremos todas las veces que hagan falta hasta que usted y sus colegas se enteren de una puñetera vez), porque están pensados para que todo el mundo los pueda utilizar cuando lo necesiten. De ahí su carácter público, gratuito y universal, algo de lo que ustedes reniegan tanto, porque persiguen un modelo de sociedad donde sólo exista lo privado, es decir, donde sólo las personas que tengan recursos económicos puedan valerse de dichos servicios. En segundo lugar, la Sanidad y la Educación no son partidas de gasto, señor Rosell, sino partidas de inversión pública: simplemente el Estado tiene que invertir en Sanidad y en Educación para su ciudadanía, si es que persigue una sociedad mínimamente justa y cohesionada, algo que a usted le importa bien poco.
Lo que le pasa al Señor Rosell, y a todos sus colegas grandes empresarios, es que están un poco al ojo avizor ante las próximas citas electorales, porque temen comenzar a perder gran parte de su imperio empresarial en torno a la Sanidad y a la Educación públicas, imperios que han obtenido gracias a las políticas practicadas desde el bipartidismo (PP y PSOE) durante los últimos Gobiernos en este país. Y así, tanto en la Comunidad de Madrid, como en Valencia y en Cataluña, actualmente sus más grandes feudos, se lleva intentando implantar el modelo privatizador, poco a poco, sin prisa pero sin pausa, lo que ha llevado a un levantamiento ciudadano vehiculizado a través de las Mareas Verde (de la Educación) y Blanca (de la Sanidad), para defender lo público, lo que es de todos, y a todos pertenece. Y durante los próximos años, se acaban los contratos de concesión con dichas empresas, tras lo cual debe evaluarse la gestión llevada a cabo, para renovar o derogar dichas concesiones. Y como resulta que la inmensa mayoría de las fuerzas políticas que concurren a las próximas Elecciones Autónomicas y Municipales han mostrado su firme convicción de no renovar dichas concesiones, el señor Rosell, como máximo representante de la camarilla de funestos empresarios de nuestro país, se hace portavoz de su temor ante tan grave y cuantiosa pérdida.
¿Y cuál es su argumento principal para defender la postura de la privatización de los dos grandes pilares del Estado del Bienestar? Pues como ha quedado claro de sus declaraciones, el convencimiento de que, desde el enfoque privado, se conseguiría una mayor eficiencia en la gestión. Pero bajo ese falaz argumento, ¿sabe usted lo que de verdad obtendríamos, señor Rosell? Pues tendríamos casos de corrupción multiplicados por diez mil, porque la corrupción es consustancial al capitalismo, y ustedes quieren meter el capitalismo hasta en la sopa. Lo que tendríamos es un panorama desolador, donde los trabajadores públicos (tanto funcionarios como personal laboral) serían desmantelados progresivamente, y por tanto no tendrían asegurado su puesto de trabajo, dejarían de ser «privilegiados» como a usted les gusta llamarlos, para engrosar las listas de trabajadores precarios que ya cultivan ustedes en todos los sectores donde meten sus garras de viles empresarios. Los servicios que ahora son universales, públicos y gratuitos dejarían de serlo, no teniendo derecho todo el mundo a los mismos, sino sólo aquéllos que pudieran costearlos. Disminuiría también la calidad de dichos servicios, ya que al tener que justificarse desde parámetros de rentabilidad y beneficio empresarial, dejarían de importar los criterios de calidad, perdiendo los usuarios de dichos servicios, es decir, el conjunto de la ciudadanía, la inmensa mayoría social. Los únicos beneficiados con su propuesta, señor Rosell, serían ustedes, los empresarios que manejaran el tinglado, rompiendo con los principios de equidad y cohesión social, y migrando a una sociedad, a un modelo y a un sistema más injusto, corrupto, caro e insostenible. Afortunadamente, nunca lo van a conseguir.
Blog del autor: http://rafaelsilva.over-blog.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.