Según João Pedro Stedile, miembro de la dirección del MST y de la Vía Campesina Brasil, la producción de los agro-combustibles de la forma como está propuesta hoy, sólo sirve para aumentar aún más la concentración de la tierra y generar mercancía para mantener las tasas de lucros de las grandes transnacionales y el modo […]
Según João Pedro Stedile, miembro de la dirección del MST y de la Vía Campesina Brasil, la producción de los agro-combustibles de la forma como está propuesta hoy, sólo sirve para aumentar aún más la concentración de la tierra y generar mercancía para mantener las tasas de lucros de las grandes transnacionales y el modo de vida consumista de los países ricos. «No hay ninguna relación con las preocupaciones por el medio ambiente, el calentamiento global u otras cosas, que nosotros – simples humanos – tenemos», dice. Para evitar los problemas provocados por la producción en monocultivo y enfrentar de un golpe la escasez de combustibles es preciso cambiar tanto la matriz de transporte, cuanto la matriz energética, y, sobre todo, trabajar con la idea de soberanía energética.
¿Cómo el MST ve el avance de los proyectos de producción de agro-combustibles en Brasil?
Vemos estos avances con gran preocupación. De hecho, lo que está en curso es una gran alianza entre tres tipos de capitales transnacionales: las empresas petrolíferas (que desean disminuir la dependencia del petróleo), las automovilísticas (que desean seguir con ese patrón de transporte individual para obtener lucro) y las empresas del agro-negocio (como Bunge, Cargill y Monsanto) que desean continuar monopolizando el mercado mundial de productos agrícolas. Ahora, ese imperio del capital internacional quiere hacer una alianza con los grandes propietarios de tierra en el sur, especialmente en Brasil, para utilizar grandes extensiones de tierra para la producción de agro-combustibles. Ellos quieren producir una mercancía que interesa solamente para mantener sus tasas de lucros y sus modos de vida. No existe ninguna relación con las preocupaciones por el medio ambiente, el calentamiento global u otras cosas, que nosotros – simples humanos – tenemos. El capital tiene un único objetivo: reproducirse en sus tasas de lucro. Ahora viene con toda fuerza para producir energía para sus coches a partir del agro-cultivo.
¿Por qué los llamas agro-combustibles y no bio-combustibles?
Debatimos recientemente en el Forum Mundial de Soberanía Alimentar en Malí – África, que existe una gran manipulación por parte de ese capital en llamar a los combustibles de origen vegetal, renovable, con el prefijo bio, que significa vida. Se trata de una aberración, porque todos los seres vivos tienen el componente bio. Entonces, nosotros podríamos llamarnos bio-personas, bio-joão pedro, bio-soja. Pero, el capital pasa a utilizar el prefijo bio para dejar caer que es una cosa buena, políticamente correcta. Por eso, al igual que la Vía Campesina Internacional acordamos llamarlos por su verdadero concepto. O sea, combustibles o energía de origen producido en el agro. Por lo tanto, el término correcto es agro-combustibles o agro-energía. Si su producción es más adecuada que aquella de la energía fósil – del petróleo y del carbono-, eso constituye otro tema. Pero no pueden utilizar el prefijo bio automáticamente, como señal de que se trata de algo bueno.
¿Cuáles son los impactos que ustedes ven sobre la agricultura y la alimentación?
En el modelo capitalista de agricultura las reglas de la economía política funcionan para toda la producción, basada en las tasas de lucro. Por lo tanto, si el etanol o el agro-combustible de otros orígenes vegetales son capaces de generar un lucro mayor al productor capitalista – que el maíz, el algodón, el trigo, la judía -, resulta evidente que habrá una migración de cultivos alimenticios, que en general poseen una tasa de lucro más baja, (porque los consumidores poseen baja renta) rumbo a los agro-combustibles. Esa es la regla del capitalismo: no necesita nadie predecir o planear. Y, esto ya esta ocurriendo en Brasil. La caña está avanzando sobre las áreas cultivadas de judía, maíz, ganado lechero; porque sus tasas de lucro son menores.
El segundo efecto es que las áreas de monocultivo habrán de ampliarse. Grandes extensiones de tierra fértil estarán dominadas por el monocultivo de la caña o de la soja para la producción de combustibles, sea alcohol etanol o óleo combustible. Y la producción agrícola en la forma de monocultivo es, por sí sólo, perjudicial para la naturaleza, para el medio ambiente, porque ella destruye otras formas de vegetales, ella destruye la biodiversidad. En el caso de la soja y de la caña, ya existen estudios en Brasil comprobando que su monocultivo altera el equilibrio de las lluvias, que se concentran más en un determinado periodo del año y se hacen más intensas, pero torrenciales. Además, esas aguas, en la ausencia de la biodiversidad para equilibrar y aprovisionarse de ellas, corren con mayor intensidad para los ríos o para el manto freático. Existen, también, estudios que muestran el aumento de las temperaturas medias así como el aumento de la incidencia de las sequías en regiones de monocultivo. Esto, sin llevar en consideración que, en el caso de la caña, tenemos el agravante de las quemadas que son hechas y con eso lanzan gas carbónico para la atmósfera, así como las pésimas condiciones de trabajo de los asalariados rurales, en general emigrantes, traídos de regiones distantes para evitar que se organicen y luchen.
¿Cuáles son los impactos que ven con relación a la concentración de la propiedad de la tierra?
Obviamente existe un gran impacto también en la concentración de la propiedad de la tierra. Como se estimula el monocultivo por grandes empresas, evidentemente que esas empresas, aliadas al capital financiero internacional, invierten en Brasil con la compra de grandes extensiones de tierra. Los últimos meses, Cargill, por ejemplo, ya compró la mayor planta de alcohol en São Paulo, con 36 mil hectáreas continúas de caña. Y ya es la mayor área continúa cultivada de caña. Y este hecho viene reproduciéndose. En el estado de São Paulo, hasta el año pasado, habían 4 millones de hectáreas de caña: Con los planes de expansión de muchos centrales, desean pasar a 7 millones de hectáreas en un periodo de sólo 3 años. Además de eso, otros estados próximos de esa región – como Goiás, suroeste de Minas y Mato Grosso do Sul -, están ampliando los cultivos de caña, para instalar en los próximos 5 años nada menos que 77 nuevos centrales. La Petrobras ya comenzó la construcción de dos conductos de alcohol. Uno de ellos parte de Cuiabá (capital de Mato Grosso), en el centro oeste y va hasta el puerto de Paranaguá (Paraná). El otro, parte de las proximidades de Goiânia (capital de Goiás) y va hasta Santos. Toda esa región será tomada por grandes propiedades de caña. Una concentración impresionante y, además, se percibe la presencia de capitales internacionales, como Cargill. Muchos fondos de inversores extranjeros controlados, por ejemplo, por George Sueros están invirtiendo en acciones de empresas brasileñas que operan con alcohol.
¿Cuál es la experiencia que se posee en Brasil, después de más de 30 años, produciendo alcohol a partir de la caña de azúcar?
La producción de alcohol de caña para caros tuvo su impacto positivo en la balanza comercial de Brasil y disminuyó en aquel periodo la importancia del petróleo, consiguió equilibrar los precios de los combustibles. Pero eso trajo como consecuencia incontables problemas ambientales, porque al contrario de lo que muchos científicos defendían – que la producción debería ser en pequeñas unidades, integrada con los campesinos, para producir en la forma de soberanía energética de cada municipio – el régimen militar de la época optó por el monocultivo en grandes extensiones y en la instalación de grandes centrales.
Muchos municipios se transformaron en inmensos cañaverales, totalmente dependientes de la importación de comida de otros lugares. Tampoco resultó en la disminución de la contaminación. Primero, porque la misma producción de caña necesita del gasóleo y de derivados del petróleo para los fertilizantes. Así, hubo un aumento del 25% en el consumo de petróleo en esas regiones. Segundo, los automóviles que utilizan la mezcla de alcohol y gasolina continúan calentando el clima, por la superpoblación de coches y personas en las grandes ciudades. O sea, no resolvió ningún problema del medio ambiente o del carbono en la atmósfera. Al contrario, se agravaron los problemas sociales, por la concentración de la propiedad, por la disminución del trabajo en el campo, con el éxodo rural, etc.
Las regiones de caña de Brasil son las regiones de mayor concentración de riqueza y mayor existencia de pobreza. Siempre utilizo el ejemplo del Municipio de Ribeirão Preto, en el centro del Estado de São Paulo, que es considerado por la burguesía la California brasileña, por su elevado desarrollo tecnológico en la caña. Hace 30 años, esa ciudad producía todos los alimentos, poseía campesinos en el interior y, de hecho, era una región rica y con distribución equitativa de la renta. Actualmente, es un inmenso cañaveral con 30 centrales que controlan a toda la tierra. En la ciudad existen 100 mil personas que viven en favelas; la población carcelaria es de 3.813 personas – solamente adultas – mientras que la población que vive de la agricultura y tiene trabajo en aquella región es de solamente 2.412 personas, incluyendo los niños. Ese es el modelo de sociedad del monocultivo de la caña. Hay más personas en la cárcel que personas dedicadas a la agricultura.
¿Cómo ustedes piensan que deba enfrentarse la crisis energética y de combustibles fósiles?
Nosotros decimos que tiene de sostener un gran debate, con toda la sociedad, para enfrentar el problema en varios niveles. El primero, y más importante nivel, es que necesitamos cambiar la matriz de los transportes: sustituir el transporte de coches individuales, que consumen mucha gasolina y alcohol, por el transporte colectivo, que puede utilizar gas, energía eléctrica y otras formas no contaminantes. Segundo, ir cambiando las fuentes de la matriz energética de toda la sociedad, estimulando todo tipo de alternativas, en menor escala, como pequeñas y medianas hidroeléctricas, que causan un menor impacto en el medio ambiente, energía del agro, eólica, etc. Tercero, necesitamos concebir una idea de soberanía energética. O sea, cada villa, cada municipio debe buscar sus propias soluciones locales, para no depender de la energía transportada de otras localidades. Si bien es verdad que las grandes ciudades no conseguirán hacer esto, por lo menos podemos disminuir en mucho y; si combinamos esto con las alternativas anteriores, se podrá encontrar formas no contaminantes y de equilibrio con el medio ambiente. Esperamos que las consecuencias perversas del calentamiento del planeta, de los cambios climáticos, que la población urbana ya siente, pueden llevar a un proceso de concienciación de las personas, para presionar los gobiernos a que realicen tales cambios. Porque las empresas y los capitalistas no tienen ningún compromiso con las personas, solamente con sus tasas de lucro.
¿Cuáles son las acciones que el MST se coloca con relación al avance de los agro-combustibles como política de Estado?
En el MST y en la Vía Campesina, estamos en un proceso permanente de discusión. El primer paso es detener el avance del monocultivo de caña y de la soja; detener el avance del capital transnacional. Además de eso, necesitamos ampliar el debate con la sociedad. Proponer otras formas; defender la idea de que el comercio de energía – y también de la agro-energía – debe estar bajo el control de alguna empresa estatal, pública, y no del capital, será una lucha larga y difícil. Pero ya estamos en ella. Y el futuro de la humanidad está siendo decidido en estas batallas.