Sí, juzgar al Estado español eso es lo que nos propone Askapena. En estos momentos en los que lo «políticamente correcto» es el lenguaje melifluo, ciudadanista e institucionalizado, aparece Askapena, llama a las cosas por su nombre y propone una tarea concreta y verificable: hay que organizar juicios populares contra el criminal imperialismo español. Así, […]
Sí, juzgar al Estado español eso es lo que nos propone Askapena. En estos momentos en los que lo «políticamente correcto» es el lenguaje melifluo, ciudadanista e institucionalizado, aparece Askapena, llama a las cosas por su nombre y propone una tarea concreta y verificable: hay que organizar juicios populares contra el criminal imperialismo español. Así, este reconocido colectivo internacionalista de más de 25 años de historia inserto en el movimiento popular vasco, da la vuelta a la represión española que quiere echar a la cárcel durante seis años a cinco voluntarios del internacionalismo abertzale e ilegalizar sus tres organizaciones admiradas por su efectiva coherencia democrática. Da la vuelta a la represión porque, en vez de sentarse pasivamente en el banquillo de los acusados, se pone en pie y acusa al imperialismo español, y no sólo dentro de la Sala sino en la plaza pública mediante juicios populares.
Bello concepto: juicio popular. Chernishevski vino a decir que la belleza se expresa en la lucha por la vida plena. Marx opinaba lo mismo: el ideal de vida es la lucha y lo estéticamente bello es la praxis, por eso redactó El Capital como un todo estético. Pese a sus diferencias formales la verdad y la belleza tienen una identidad básica: son radicales, van a la raíz de las contradicciones y de los sentimientos. Lenin argumentó que hay que ser tan radical como radical es la vida, mientras que Sartre reconoció que siempre que se había equivocado había sido por no saber llegar a la raíz del problema. Esta dialéctica nos descubre el porqué de la unidad de fondo entre el impacto emocional y estético de la revolución einsteiniana expresada en E=MC2 y el impacto ético y estético de los juicios populares de la Cuba Liberada contra los torturadores batistianos: la belleza moral de las mujeres violadas juzgando en la plaza pública a sus torturadores en base a la directa democracia socialista.
Askapena ha recuperado las asambleas de los pueblos comunales, y la enriquece en nuestra Euskal Herria y en otras naciones donde también van a realizarse. No se puede negar su oportunidad ahora que asistimos avergonzados e impotentes a la pasividad racista de la justicia burguesa frente a las centenares de miles de refugiadas y refugiados que buscan protegerse de las atrocidades provocadas por el imperialismo y la OTAN en pueblos circundantes a la UE. Pero los juicios populares tienen objetivos más precisos y de más largo alcance histórico: cómo se ha incrementado la naturaleza criminal del imperialismo español a la par que se expandía la OTAN desde su creación en 1949 para destrozar a la URSS, al movimiento obrero europeo y al socialismo mundial.
La supervivencia de la dictadura franquista oficialmente hasta 1978 y luego en el subsuelo del oxímoron de la «monarquía democrática» hasta ahora mismo se debe a la OTAN. El imperialismo español se hizo «democrático» modernizando sus fuerzas represivas gracias a la OTAN y simultáneamente al retroceso de la democracia burguesa en la UE: Grupo Trevi, Schengen, Europol, militarización policial y en la policialización militar, medidas represoras preventivas y activas impuestas, simultáneas a las políticas monetaristas y neoliberales que también se aplican contra las clases y pueblos explotados. La OTAN, con sus organizaciones político-militares, culturales y mediáticas secretas, de las cuales la Red Gladio es sólo una muestra, es inseparable de este retroceso general de las libertades y derechos que también se padecen en el Estado español. Con la implosión de la URSS la OTAN amplía sus objetivos no sólo invadiendo Irak en 1991, Yugoslavia en 1999, etc., sino fundamentalmente de cara a la imposición a los pueblos y Estados del decálogo neoliberal del Consenso de Washington de 1989: la OTAN pasa de ser la «defensora de la democracia» en Europa, a ser la «defensora de Occidente» en el mundo. Todo lo que sea resistirse al neoliberalismo es oponerse a Occidente y a su civilización: esta es la excusa ideológica que explica el fracasado intento de golpe de Estado de 2002 contra la Venezuela bolivariana, la extensión hacia el Este de las bases de la OTAN mediante las «revoluciones naranjas» desde 2004 anunciando lo que será el impulso al militarismo neofascista en Ucrania, etc.
La novedosa gravedad de la crisis desatada en 2007 en EEUU, corazón y cerebro del imperialismo, y su rápida extensión a la UE para 2008-09 abre otra fase de la OTAN en la que su esencia política real desde 1949 queda definitivamente al descubierto. En 2010 la OTAN reconoce oficialmente que la lucha contra la insurgencia interna y externa es un objetivo central. A partir de aquí no hay problema alguno para comprender quién estaba debajo de los rumores de golpe militar en Grecia en noviembre de 2011; quién atacó a Libia en 2011 forzando la balcanización del Centro y Norte de África y de Oriente Medio; quién presionó en 2012 para que Alemania aceptase que su ejército podía intervenir en la política interna del país y cómo ha procedido a reprimir la revuelta social de Hamburgo de invierno de 2013-2014, quién establece de bases militares en el Este europeo; quién dirige la guerra mediática y simbólica contra libertades y derechos en la UE; quién subvenciona e impulsa al neofascismo y al racismo; quien organiza las grandes maniobras militares de 2015; quién presiona desde dentro del reformismo de Syriza para claudicar ante euroalemania y el capital financiero transnacional.
Los juicios populares contra el Estado español lo son también contra el brazo militar del imperialismo, la OTAN, que cuando quiere nos bombardea las Bárdenas en sus entrenamientos, como va a volver a suceder dentro de muy poco. Juzgar a la OTAN es poner al descubierto la lógica del capitalismo, sus tendencias fuertes, lo que abre la vía a varias reflexiones urgentes en estos momentos, de las cuales sólo nos ceñiremos a las dos más necesarias. Una de ellas es que la pérdida de independencia real de los Estados formalmente soberanos no afecta sólo al vasallaje financiero y económico, etc., sino también a su «soberanía militar» al viejo estilo. La extrema derecha de cada Estado, que lo admite con la boca pequeña, encuentra en esta tendencia objetiva un argumento para su nacionalismo reaccionario y racista en sus pugnas interburguesas y en su anticomunismo, exigiendo más y más gastos militares. La conciencia internacionalista no resiste estas presiones y se refugia en la pasividad individual de la cibermilitancia desconectada de toda lucha estratégica en el interior de los pueblos.
Y aquí surge la segunda reflexión: qué internacionalismo es necesario en la UE y contra la OTAN; por ejemplo, cómo ayudar al pueblo griego defraudo por el reformismo pro sionista y otanista de Syriza y desconcertado ante la tendencia al alza del fascismo de Amanecer Dorado en franjas de la juventud. Y a la inversa, qué consejo y ayuda debemos pedir a la izquierda griega que puede aportarnos mucho sobre la degeneración burocrática. Qué puede decirnos sobre el papel subterráneo de la OTAN en la derrota del pueblo. Sin duda, la tragedia griega es traumática para quienes creían contra toda evidencia racional que la OTAN y la UE pueden ser controladas con bozales democráticos. Los juicios populares contra la naturaleza político-militar de la UE y del Estado español deben ser tan radicales como destructores son sus imposiciones a los pueblos indefensos. Estudios oficiales indican que un cuarto de las y los europeas están en riesgo de pobreza, cantidad que aumenta desde 2008, el 10% acumula el 69% de la riqueza mientras que el 40% más pobre sólo posee el 1%.
Los juicios populares servirán para demostrar que el empobrecimiento social, cultural y democrático es inseparable de la expansión de la OTAN y que el bloque de clases dominante en el Estado español ha entregado su «independencia nacional» a la OTAN para que ésta le garantice la Unidad de España.