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Estados Unidos

Katrina, caída desde el abismo

Fuentes: IPS

Las mujeres de Nueva Orleáns a un año de la catástrofe del huracán

Miles de estadounidenses negras que antes sostenían la economía del área del golfo de México, al realizar los trabajos más duros por un magro salario, quedaron abandonadas a su suerte desde que los huracanes Katrina y Rita devastaron la región hace un año.

Estas sacrificadas mujeres fueron evacuadas y alojadas en campamentos de remolques dirigidos por el gobierno, lejos de los centros urbanos, sin autobuses en los que dirigirse a sus puestos de trabajo y sin guarderías para dejar a sus hijos en caso de que tengan empleo.

«Queremos darle una voz a las hermanas, para que el pueblo estadounidense sepa que no todo está bien aquí», dijo Melanie Campbell, directora ejecutiva de la Coalición Nacional para la Participación Cívica Negra, integrada por 80 organizaciones de 12 estados.

Esta red de 80 organizaciones no gubernamentales de 12 estados realizaron una serie de actividades denominada «¡Óyeme ahora! Reflexiones un año después de Katrina-Rita».

En ese marco, seis mujeres sobrevivientes de los estados de Alabama, Mississippi y Louisiana, en la costa del golfo de México, fueron invitadas a visitar varios otros estados para exponer sus casos.

«Nos concentramos en la situación de las mujeres, especialmente las negras, porque muchas están solas y son las principales proveedoras de cuidados de sus familias y carecen de sistemas de apoyo», dijo Campbell a IPS.

«Es como si los huracanes hubieran ocurrido ayer, pero estamos actuando como si la tragedia se hubiera terminado y estuviéramos esperando la próxima. Mientras, las víctimas tienen una crisis todos los días», agregó.

El costo de la vivienda escaló drásticamente en toda la región del Golfo, explicó Campbell. En Gulfport, Mississippi, por ejemplo, el alquiler promedio aumentó de 300 a 1.000 dólares mensuales

Se estima que Katrina causó daños por 81.200 millones de dólares y mató al menos 1.836 personas. Fue el huracán más mortal en Estados Unidos en casi un siglo.

La lenta y desorganizada reacción del gobierno federal a la hora de brindar asistencia, particularmente a los desesperados sobrevivientes de las inundaciones en la ciudad de Nueva Orleans, dio pie a una investigación en el Congreso legislativo y a la renuncia del director de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA), Michael Brown.

«Es necesario un Plan Marshall, pero eso nunca ocurrió», sostuvo Campbell, en referencia al programa de asistencia al desarrollo de Estados Unidos para la reconstrucción de Europa tras la segunda guerra mundial. «Fue poco sistemático desde el primer día, después de la debacle de la respuesta», agregó.

La FEMA, que administra miles de millones de dólares destinados a la asistencia para los evacuados por Katrina y Rita, informó que todavía hay 101.174 familias viviendo en remolques y casas rodantes, un año después de la destrucción de sus hogares.

Charlotte McGee vive en el campamento instalado, como es usual, en un aparcamiento de remolques, el más grande de los dirigidos por la FEMA, en Louisiana. El lugar se llama, paradójicamente, «Aldea Renacimiento», que alberga a unos 2.000 evacuados por el huracán Katrina.

McGee afirmó que el gobierno no cumplió con su compromiso de suministrar alimentos y gas doméstico durante 18 meses después del huracán. Las autoridades cortaron esos servicios en enero.

McGee, que está discapacitada desde hace tres años, ahora debe pagarle a un técnico para que compre e instale los tanques de gas. De lo contrario, no podrá cocinar.

«Cada vez que pienso en el gobierno federal se me caen las lágrimas», dijo la mujer a IPS en una entrevista telefónica. «Siempre pagué mis impuestos. Soy una mujer negra y he sufrido el racismo, pero el trato que el gobierno nos dio a mí, a mi familia y a mis vecinos, todos negros, fue lo más devastador. A ellos simplemente no les importamos, y eso realmente duele».

«¿Cómo puede mi presidente mirar para otro lado porque soy pobre y negra?», se preguntó.

Margaret Chopin, amiga y vecina de McGee en el campamento, dijo que los representantes de las agencias gubernamentales de asistencia le dijeron que tratara de superar por sí misma su difícil situación.

«Intento superarla, pero cuando miro alrededor y veo gente hambrienta, necesitada, mentalmente perturbada, que acude a las drogas o al suicidio… Es difícil», relató.

La propia Chopin está tan tensionada que una vez, mientras lavaba su ropa, olvidó que no estaba en su casa.

«Me quité las medias y casi me saco la camiseta, cuando me di cuenta de que estaba la una lavandería automática en un estacionamiento de remolques», recordó.

La incidencia de la depresión entre los sobrevivientes que viven en remolques temporales en Louisiana y Mississippi multiplica por siete el promedio nacional, y la del suicidio, por 15, según el Cuerpo Médico Internacional, con sede en California.

La obispa Diana Taara Williams, del Templo Imani de la Congregación Católica Afro-Estadounidense, realizó trabajos sociales y estudios sobre la salud mental de los sobrevivientes de los huracanes.

Williams consideró que la asistencia federal debió canalizarse más a través de organizaciones religiosas y comunitarias, particularmente para ayudar a las personas que sufren estrés post-traumático y que no se sienten cómodas hablando con extraños.

Las mujeres fueron las más golpeadas por el desastre, sostuvo la religiosa, quien participó en la gira.

«La falta de transporte implica que las mujeres deben luchar enormemente para salvar sus empleos. ¿Y qué si te llaman de la escuela y te dicen que tu hijo está enfermo y debes recogerlo? No puedes hacerlo. Tampoco hay guarderías», explicó.

El no gubernamental Instituto de Investigaciones sobre Políticas Femeninas indicó que, incluso antes de los huracanes, las mujeres, especialmente las negras de Nueva Órleans, están en el peldaño más bajo de la escala económica. De hecho, figuran entre las mujeres con peores salarios de todo Estados Unidos.

Desde el desastre, el desempleo femenino aumentó más que el masculino, y, además, el salario de los hombres subió mientras que el de las mujeres cayó.