Las mujeres y nenas, principalmente negras y pobres, son las principales víctimas del huracán Katrina en Nueva Orléans. Una mujer muerta y abandonada por tres días en su silla de ruedas a las afueras del Centro de Convenciones es ya insignia de la vergüenza nacional, Vera yace desde hace tres días en la esquina del […]
Las mujeres y nenas, principalmente negras y pobres, son las principales víctimas del huracán Katrina en Nueva Orléans.
Una mujer muerta y abandonada por tres días en su silla de ruedas a las afueras del Centro de Convenciones es ya insignia de la vergüenza nacional, Vera yace desde hace tres días en la esquina del centro, como si habláramos de la Quinta Avenida y la Calle Catorce en Nueva York o de la Avenida Insurgentes y la calle Londres en la ciudad de México.
Al menos tiene nombre y epitafio. Aquí yace Vera, Dios se apiade de nosotros, dice en grandes letras sobre el plástico que cubre el cuerpo y que sujetaron con ladrillos bordeando su cuerpo, dándole la dignidad de una tumba. Otra mujer muerta flota en las aguas y ocupa la primera plana del New York Times, pero ya no es mujer: es una muerta, es la muerte.
Una niña de entre ocho y diez años fue encontrada salvajemente violada y acuchillada en los baños del Centro de Convenciones de Nueva Orleáns. La historia de violaciones de menores es amplia. No fueron las mujeres, las niñas y los niños los primeros en desalojar el Centro de Convenciones o el Superdome, sino hombres que a la fuerza evitaron que niños, mujeres y ancianos salieran. La Guardia Nacional abandonaba todas las noches su tarea de protección y vigilancia del Centro de Convenciones, dejando a los más indefensos en manos de saqueadores y violadores.
Las historias están a la vista en las fotos; otras no tanto, como la de las ancianas discapacitadas mentales de un asilo abandonadas a su suerte por empleados y cuidadores. Las ancianas se colapsan por el calor de hasta 40 centígrados; las madres agonizan de angustia por el sufrimiento de sus bebés; las historias de las niñas violadas y asesinadas y de las jóvenes violadas se ocultan más, pero se constatan y los testimonios son muchos.
Un repaso rápido de las fotos y noticias nos permite estimar que son mujeres afroamericanas y pobres las que más están sufriendo, de acuerdo con los despachos informativos de diversas agencias noticiosas.
El que las mujeres sean las principales víctimas se explica por la pobreza y retraso de la zona, que tiene una de las de más altas tasas de violencia familiar de Estados Unidos y la tasa mas alta de homicidio del país; el origen de esta situación se encuentra en la destrucción de la familia tradicional y un nuevo machismo que se diferencia del tradicional por su glorificación del predador y su culto a la violencia.
Ningún grupo feminista en Estados Unidos ha alzado su voz lo suficiente para hacerse oír, a pesar de que cuentan con presencia en los medios. No es asunto de género, dijo una feminista consultada. Para los anglosajones blancos y protestantes, tratándose de una negra, una vieja o una niña pobre nada es asunto de género.
En el lado del este de Manhattan, cerca del Parque Central, estos actos de discriminación o violencia hubieran levantado una oleada de protestas políticas seguidas de un tsunami de demandas legales, civiles y criminales, pero hay de estadounidenses a estadounidenses; hay de América a América y de género a género.
Junto con el huracán Katrina, ser mujer, negra y pobre es la peor tragedia hoy en Nuevo Orleáns.