El consumo de energía en los hogares ha aumentado. Cada catalán gasta 3,3 toneladas de petróleo al año y la demanda crece un 3% anual. Este ritmo es malo porque el petróleo se agota y sus emisiones calientan el planeta. El protocolo de Kioto lucha contra el consumo excesivo y la Conselleria de Indústria explica […]
El consumo de energía en los hogares ha aumentado. Cada catalán gasta 3,3 toneladas de petróleo al año y la demanda crece un 3% anual. Este ritmo es malo porque el petróleo se agota y sus emisiones calientan el planeta. El protocolo de Kioto lucha contra el consumo excesivo y la Conselleria de Indústria explica cómo hacerlo en casa.
A
La climatización es lo que más consume
La recomendación de contención por parte de la Administración tiene como marco la Semana de la Energía, que se celebra en Catalunya desde el lunes. Indústria asegura que con pocos cambios puede conseguirse hasta un 75% de ahorro energético en el transporte y un 65% en el hogar. Usar el transporte público e ir a pie o en bicicleta consume un 45% menos de energía que usar el coche. Pero si no hay otro remedio que encender el motor, es conveniente hacerlo de forma racional: no sobrecargar el vehículo, prescindir de la baca si no se precisa, hacer un mantenimiento periódico y vigilar la presión de las ruedas.
En casa también hay que actuar: usar bombillas de bajo consumo, comprar electrodomésticos eficientes, bajar un poco la calefacción, apagar el piloto de la caldera de gas por la noche y aislar la vivienda del clima del exterior.
En un piso de 90 metros cuadrados del área metropolitana de Barcelona con cuatro residentes, el 37% del consumo de energía se debe a la climatización, el 27% a la generación de agua caliente, el 22% a los aparatos domésticos, el 10% a la cocina y sólo el 3% a la iluminación.
B Dos vehículos por cada tres ciudadanos
El gran cambio debe darse en el transporte, donde se puede lograr un ahorro del 75% a base de reducir a sólo un 20% los desplazamientos en el vehículo familiar. Los expertos recomiendan caminar o ir en bici en los trayectos inferiores a dos kilómetros. El transporte es el principal consumidor de energía en Catalunya, con un 39% del consumo final que se ha multiplicado por siete desde 1965, según datos de Indústria. Y en Catalunya hay dos vehículos por cada tres habitantes.
El 98% del consumo del transporte se cubre con derivados del petróleo. Y el sector es responsable de una tercera parte del total de emisiones de gases de efecto invernadero.
Esas emisiones, que el protocolo de Kioto quiere atajar, alteran el clima del planeta y ponen a muchas comunidades en peligro. La preocupación va calando. Ayer mismo, el Barça firmó un convenio con la Generalitat para introducir criterios de sostenibilidad energética en el club. Se colocarán placas solares, térmicas y fotovoltaicas, encima de la tribuna para obtener agua caliente y energía. El Barça se ha comprometido a apostar por las energías renovables tanto en sus instalaciones futuras como en las actuales.
C
La reserva va de uno a tres billones de barriles
La energía eólica aún no ha despegado en Catalunya, donde los rifirrafes entre el anterior Govern, las eléctricas y los ecologistas más conservacionistas han paralizado proyectos. También la energía solar está desaprovechada en Catalunya. «Actualmente hay 65.000 metros cuadrados de placas térmicas solares», dijo ayer el conseller de Indústria, Josep Maria Rañé. El objetivo de la Generalitat es llegar a los 500.000 metros cuadrados en el 2010.
Todo sea por ahorrar petróleo, del que cada vez queda menos. Los más pesimistas estiman que las reservas convencionales (de yacimientos como los explotados hasta ahora) darán poco más de un billón de barriles. Otros cálculos más optimistas hablan de tres billones de barriles. Sea una u otra cantidad, todo dependerá del ritmo de consumo.
El informe de British Petroleum del 2004 recoge que con la producción y demanda actuales, el crudo dará para 41 años. Pero este plazo se reducirá si no baja la demanda.
D
El hidrógeno sigue sin ser una alternativa
Las energías alternativas a los combustibles fósiles aún no se han generalizado y se sigue investigando en su desarrollo y aplicación. Tienen la ventaja de que al no producir dióxido de carbono u otros contaminantes no contribuyen al calentamiento terrestre. La gran alternativa al petróleo es el hidrógeno, pero no acaba de convencer porque, aunque se encuentre en enormes cantidades en la naturaleza, nunca está solo. Para separarlo de otros elementos –por ejemplo, del oxígeno en el agua– se requiere energía.
La solución podría ser que otras energías limpias, como la solar o la eólica, proporcionasen el combustible necesario para aislar el hidrógeno, aunque no se espera que sean eficaces para obtener grandes cantidades de gas. Los expertos prevén que, en los próximos años, el hidrógeno se obtenga a partir del gas natural, menos emisor de gases invernadero que el petróleo.
El hidrógeno aún plantea otras pegas: es poco eficiente en instalaciones pequeñas, habría que construir nuevas redes de transporte para su distribución y es un gas muy inflamable. Ante tantas dificultades, la Generalitat ha optado por lo más pragmático: aconsejar la reducción del consumo.