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KLEIN y el amianto

Fuentes: Diario 16

En 1922, se instala en la ciudad de Segovia la empresa Klein y Cía. S.R.C. El gerente de la sociedad, Robert Klein y Ducroq, compró unos terrenos que ocupaban una zona pantanosa conocida como el “Charcón de Chamberí”, cerca de la plaza de toros de la ciudad de Segovia.

La fábrica desde sus inicios estaba dedicada a la elaboración de curtidos, gomas, correas, empaquetaduras, mangueras, revestimiento de amianto (detectada publicidad explicita desde 1920 a 1978). La Klein, como así se la conocía, se consolidó como una gran empresa durante la época de los años 20.

Durante la Guerra Civil, existió un parón generalizado en la industria española, bien por la destrucción de fábricas o por su militarización a favor del bando nacional. En este último caso, empresas que se las consideraba clave en el conflicto siguieron su actividad. La empresa Klein fue militarizada por su importancia en la fabricación de componentes para material de guerra.

Su éxito empresarial fue en aumento llegando a tener, en los años 80 más de 200 trabajadores, exportando millones de metros anuales de mangueras de caucho, (su gran especialidad), el 70% de su fabricación se exportaba fundamentalmente a Europa, África, Sudamérica y los países del golfo.

En la actualidad, cuenta con 66 trabajadores en su plantilla, entre los que hay algún trabajador de la antigua empresa que cerró en 1991, pues la actual Klein, con nuevos socios, surgió en 1992.

La base fundamental de su negocio eran las mangueras de caucho, fundamentalmente las mangueras para vapor de agua que resisten hasta temperaturas superiores a 200ºC destinadas a procesos industriales, agrícolas y petroquímicos.

Estas mangueras se realizaban en base a una dos capas de caucho y una central de tela de amianto, el proceso de fabricación consistía en recepcionar miles de metros de tela de amianto almacenándolos en estanterías, después las telas se engomaban con una máquina especifica, se cortaban en bandas con cúter o tijera y una vez cortadas se colocaban manualmente sobre los tubos, para terminar vulcanizándolos y desmoldándolos, todas estas operaciones se realizaban sin ningún tipo de protección, ni advertencia sobre los peligros del amianto para la salud de los trabajadores, ¡hasta las mesas de trabajo estaban forradas de tela de amianto!.

No ha sido hasta 2017, cuando se ha detectado el primer caso de mesotelioma Pleural Maligno enfermedad indubitadamente causada por la exposición a amianto, el trabajador afectado ejerció las funciones de ingeniero de producción y calidad, puesto de trabajo expuesto a las fibras malignas al realizar pruebas en diversos controles de calidad.

Es indudable que el trabajo que ejecutaba dicho ingeniero no era el que suponía más exposición a las dañinas fibras de amianto, todos los trabajadores que manipulaban las telas de amianto, tienen muchas más posibilidades de contraer las gravísimas enfermedades derivadas de la exposición al amianto como la asbestosis o fibrosis pulmonar, el cáncer de pulmón, el cáncer de laringe o el mesotelioma.

¿Pero, si es tan evidente que una gran cantidad de los trabajadores de la Klein pueden estar afectados, porqué no se ha detectado ningún otro caso?

Mi primera deducción es que al afectado le detectaron la enfermedad en el sistema sanitario privado, concretamente en la clínica Quirón de Madrid, la sanidad publica es fundamentalmente curativa y normalmente no detecta la posibilidad de laboralidad de la enfermedad.

El último estudio sobre este asunto, presentado en el pasado congreso de la Sociedad Española de Epidemiología, estima que en un solo año el cáncer laboral cuesta al Sistema Nacional de Salud más de 155 millones de euros. El informe, calcula que, en 2015, último ejercicio del que había datos oficiales, se produjeron más de 16.600 ingresos hospitalarios y más de 10.100 atenciones ambulatorias especializadas por tumores relacionados con el trabajo. Esto contrasta con el ínfimo y vergonzoso número de casos reconocidos oficialmente, solo 23, de los cuales 19 han sido producidos por amianto, menos del 0,1%, en Alemania o en Francia el porcentaje oscila entre el 5% y el 10%. Es una vergüenza como desde la administración se vulneran tan impunemente los derechos de los trabajadores afectados por cánceres derivados del trabajo.

Esta actitud de la Seguridad Social no es nueva (ahora que su caja está bajando a niveles insostenibles), si no es habitual que por ahorrar costes se prive a los trabajadores de sus derechos, hay que tener en cuenta que las prestaciones derivadas de enfermedad profesional siempre son superiores a las prestaciones comunes. Al final es una cuestión económica injusta e ilegal, en la que gana el sistema y pierden los trabajadores enfermos.

En el caso que nos ocupa, dado que los informes médicos eran concluyentes, que la Inspección de Trabajo de Segovia como es habitual realizó un trabajo impecable, y que la reclamación la realizó un buen equipo de abogados, fue calificado como Enfermedad Profesional por el Equipo de Valoración de Incapacidades, “solamente tardaron siete meses en comunicárselo”.

En otros casos se hubiese denegado, si el trabajador enfermo quisiera hacer valer sus derechos, tendría que comenzar una larga y costosa vía administrativa y judicial, después de tres o cuatro años y es muy probable que un juez le de la razón, aunque en muchos casos, por desgracia para el trabajador afectado, la sentencia llega demasiado tarde.

Lo normal en este caso de declaración de enfermedad profesional, es que la propia Seguridad Social remitiese los datos de todos los trabajadores que hayan trabajado en la Klein, (el periodo de latencia desde la exposición hasta que aparece la enfermedad varia de 10 a 40 años), a la Comunidad Autónoma, para registrarlos en el Programa de Vigilancia de la Salud de los Trabajadores que han estado Expuestos al Amianto (PIVISTEA), y que se les realice una vigilancia periódica, especifica y gratuita ante la posibilidad de haber contraído algunas de las gravísimas enfermedades citadas, esta detección es en la mayoría de los casos de suma importancia para una posible curación.

Pero no ha sido así, dada la importancia del tema el sindicato UGT, ha realizado un seguimiento y después de varias reuniones con responsables de la Seguridad Social solo han encontrado negativas sistemáticas para entregar el listado al sistema sanitario autonómico, basadas en falsas milongas administrativas, con un único objetivo, privar de sus derechos económicos a los posibles trabajadores afectados.

En conclusión, es muy probable que, en la provincia de Segovia, exista una cantidad indeterminada de personas, en la mayoría de los casos jubilados, que actualmente estén enfermos crónicos por haber trabajado con amianto, en otros casos pueden estar iniciando la enfermedad y solo tengan placas pleurales, por lo que su detección es fundamental para su posible tratamiento o que por último que hayan fallecido. En cualquiera de los casos les hubiese correspondido unas prestaciones económicas superiores o poder optar, en un futuro, al fondo compensatorio que algún día aprobará algún gobierno de nuestro país.

Fuente: https://diario16.com/klein-y-el-amianto/

Nota de edición de Rebelión.org:

Ante el impactante y escandaloso contenido de este magnífico texto, cabe legítimamente preguntarse qué han venido a hacer, mientras tanto, ante semejantes condiciones de inseguridad y de exposición a la contaminación laboral por el amianto, tanto la Seguridad Social (a su Instituto, el «ínclito» I.N.S.S., en su acta fundacional, en el preámbulo, se le encomienda la defensa de los intereses de los trabajadores), como la Inspección de Trabajo, o el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, o su equivalente actual, y su Delegación o Delegaciones Provinciales correspondientes, así como también la Fiscalía de Lo Social, de la Justicia Española y el Servicio Médico de Empresa, ya sea propio o externalizado, dado que, por el número de trabajadores integrantes de la plantilla de la empresa en cuestión -terrible empresa- al menos durante unos determinados años, su obligatoriedad está ya demostrada, y todo ello para poder llegar a poner coto a semejante calamitosa situación de los sufridos trabajadores por cuenta ajena, frente a la susodicha contaminación ocupacional por asbesto, «en cantidades industriales», nunca mejor dicho.