El efecto Dunning-Kruger es un sesgo cognitivo, según el cual las personas con menos habilidades, capacidades y conocimientos tienden a sobrevalorar sus actitudes sociales e intelectuales y a subestimar las competencias de los demás.
Cuanto más incompetente es una persona más competente se cree, ignorando su verdadera naturaleza y siendo incapaz de reconocer la competencia de los demás. Esta actitud se manifiesta principalmente en forma de imposición de ideas y pensamientos, a las que normalmente acompaña con una impostora superioridad moral.
El caso de Díaz Ayuso no es solo su atrevida ignorancia que le lleva, sin sonrojo ni complejo alguno, a mostrar cada dos por tres su supino desconocimiento y a subestimar las habilidades y capacidades de otros, es como una confesa ignorante llegue a presidir una comunidad autónoma.
Después de lo exhibido en su discurso en el día de la comunidad autónoma de Madrid, se entiende mucho mejor lo que quiere decir cuando manifiesta que quiere un PP callejero y pandillero. Quiere un partido a su imagen y semejanza, es decir, a su escaso nivel cultural, a su exiguo nivel moral y a su nimio nivel ético, del mismo que así también quiere al electorado, esto es, un electorado que no la cuestione y se quede tan solo con el aspecto mercantil de su figura pública.
Su atrevida ignorancia le lleva de manera hipócrita a manifestar grandilocuentemente que no quiere un partido con adhesiones inquebrantables o que le de la razón, incluso cuando no la tenga. Recordando el cuento del rey desnudo, ¿habrá en el PP alguien, que se atreva a decirle que no es bueno para ella ni para el partido que vaya mostrando su desnudez cultural e intelectual por doquier? No creemos que Ayuso lo acepte ni tampoco que nadie se atreva, máxime sabiendo lo que le pasó al expresidente del partido, Pablo Casado, solamente por poner en entredicho la comisión cobrada por el hermano de la presidenta madrileña. Díaz Ayuso, o quien les aconseja, confunde popularidad con valor político. Hacer valer su competencia política por su popularidad, fruto de una más cuidada que acertada mercadotecnia es como pretender hacer comer mierda porque millones de moscas no se pueden equivocar.
En cualquier caso, mientras que nos entretenemos o nos tienen entretenidos en discusiones sobre las capacidades o habilidades intelectuales de la presidenta madrileña, por aquella máxima de que se hable de alguien aunque se hable mal, sus políticas en contra de lo público, en contra de la mayoría social y a favor de una minoría siguen su curso, así como, tapar de alguna manera los onerosos tratos de favor a familiares y amigos.
Cuando no puedan disimularlas mediante cualquier cortina de humo, recurrirán a cualquier trampantojo que haga o que diga Díaz Ayuso en cualquier de sus comparecencias públicas. En ese caso la atrevida ignorancia de Díaz Ayuso, se torna en la sumisa complacencia de cuantos la rodean, que no es más que la necesaria segunda parte del efecto Dunning-Kruger.