Las jornadas sobre “la soledad en las personas mayores” organizadas por la Obra Social La Caixa en la Universidad de Cáceres, con marcados intereses privados, han atacado la legitimidad de las pensiones públicas y han apelado al miedo a la soledad como estrategia para promocionar los planes de pensiones privadas. Un mensaje ideológico antisocial que incluyó críticas a las políticas públicas de dependencia y a las de apoyo a las personas mayores. El director científico del “programa de mayores” de La Caixa, Javier Yanguas, cuestionó de forma burda las protestas por las pensiones públicas, tachando de egoístas a los pensionistas que salen a la calle a defenderlas.
“Si le preguntáramos
a alguien que estuvo en el fondo del mar cómo era aquello, nos
dirá de todo menos húmedo”. Amelia Valcárcel, Feminismo en el mundo global.
Bajo el paraguas de la Universidad de Extremadura, se han celebrado en Cáceres los días 18 y 19 de febrero de 2020, unas jornadas “sobre la soledad en las personas mayores” organizadas por la (mal llamada y supuesta) Obra Social de La Caixa, pues sólo en el capitalismo la propaganda puede parecer solidaridad. Que se lo digan a la PAH o a la Plataforma en Defensa de la Pensiones Públicas.
¿Una institución pública educativa prestándose a blanquear la imagen de las entidades financieras? CaixaBank es la cuarta entidad que más se benefició del rescate bancario, aproximadamente 6,5 miles de millones de euros, por detrás de Bankia, BBVA y Abanca, y seguida por el Banco Sabadell.
Y ahora los bancos van a por el pastel de las pensiones públicas como quiera que sea. ¡Es el momento!, ¡hay que quemar las naves! Aunque sea dando cursitos sobre vejez y soledad. El mensaje subliminal es claro, no hay que ser muy avispado: Si en el futuro viviremos más y nos sentiremos más solos, oye, ahorra, hazte un plan privado porque con la pensión del Estado no te va a llegar. Y para esto sólo hace falta saber una verdad. Casi la única que se dijo en todo el curso: que los porcentajes de soledad en mayores son más o menos los mismos, año tras año, pese al mayor interés y difusión mediática del tema en la actualidad.
El curso tenía un enfoque aparentemente científico a tenor de la procedencia universitaria de las personas ponentes (entre las cuales curiosamente no había nadie de la UEx), pero que en conjunto sirvieron realmente para bosquejar un mensaje ideológico antisocial como corresponde a una institución financiera que se rige por las leyes económicas capitalistas (que considera a las personas y a las relaciones humanas como mercancías), leyes sobre las que obviamente nada se dijo, como el pez al que le preguntan sobre el mar. Mucho enfoque psicologista y terapéutico, pero poco análisis económico y financiero, poco análisis sindical y obrero.
Siendo sus principales aportaciones lugares comunes que cualquiera sabe sin tan sesudas investigaciones, a saber, que las mujeres sostienen principalmente la carga del cuidado de las personas mayores, que la red familiar es más importante que la red de amigos para paliar la soledad. O que en los países de modelos familistas como España, la sensación de soledad y aislamiento es mayor que en países nórdicos, donde hay un Estado del Bienestar más desarrollado y el reparto de los cuidados entre los miembros de la familia es más equilibrado; que la soledad abarca todas las etapas de la vida, etc.
En fin, cosas todas ellas que cualquiera interesado en la materia conoce bien y que se abordan mejor desde enfoques más sociales y económicos. Diversas autoras han estudiado y analizado con más acierto, rigor y claridad los problemas de la vejez y el género, por ejemplo, en Desiguales por ley, conocida obra de María Pazos que, creo, ninguno de los y las ponentes mencionó. O especialistas en el estudio del bienestar y la dependencia como Vicenç Navarro. O autores como José Iglesias que proponen una renta básica universal que solucionaría en gran medida, entre otros, problemas como el de la soledad y la discapacidad en el envejecimiento. Por no hablar de las reivindicaciones y movilizaciones de la PAH o la Plataforma por la Defensa de las Pensiones Públicas.
Porque, seamos francos, el problema de la soledad es principalmente un problema para personas con bajos niveles de renta (variable que, por cierto, casi ni se menciona en los diversos estudios que se comentaron en el curso, salvo para indicar de soslayo algún aspecto trivial, como la relevancia de la brecha etaria de mortalidad según se viva en un barrio rico u obrero). Y cuando se menciona explícitamente, se la incluye como una más entre otras, sin precisar ni la importancia relativa de unas y otras ni subrayar que las otras variables están relacionadas estrechamente con ella.
Eso sí, las críticas más o menos veladas y tibias a las políticas públicas de dependencia y apoyo a las personas mayores fueron casi unánimes, principalmente porque las administraciones burocratizan y cronifican las situaciones de vulnerabilidad, no las solucionan ni están interesadas en solucionarlas. Tal crítica a lo público se hizo sin poner nunca el dedo en la llaga en el papel de las instituciones privadas bancarias y financieras en el aumento del empeoramiento y empobrecimiento de la calidad de vida de las personas mayores afectadas por desahucios, por estafas bancarias o por la acción de los fondos buitre, ya sea por poner como aval su vivienda (ya pagada) para que sus hijos obtuvieran una hipoteca, ya sea por confiar sus ahorros a un lobo con piel de cordero, ya sea por no poder permitirse un alquiler decente. Y, obviamente, por su interés en destruir el sistema público de pensiones, el enorme elefante blanco que llenaba el salón de actos del Palacio de la Generala (sede del evento y del rectorado de la Uex).
Más que caridad y obra social, la gente necesita derechos. Es muy cómodo predicar la lucha contra la soledad cuando se tiene blindado en la Constitución el pago de la deuda por encima de cualquier otra consideración social. Así también yo soy solidario, el number one. Y es que sobre la derogación del artículo 135 no oí ni una palabra.
Al final uno salía de allí con la sensación de agradecimiento a la banca por sus draconianas políticas financieras de desahucios, puesto que gracias a ellas se les daba una nueva oportunidad a los mayores que sufren soledad, oye, se les ofrecía un nuevo proyecto vital: luchar por su vivienda, mitigando de esta forma los efectos indeseables de la soledad. ¡Gracias a la banca por su inestimable contribución en la lucha contra la soledad en los mayores! Aunque aquí, si me permiten, prefiero adherirme más a la sabiduría popular: mejor sólo que mal acompañado, que no te den gato por liebre.
Aquí sí que habría que poner un ‘pin parental’ para prohibir a las entidades bancarias aprovecharse de la confianza y vulnerabilidad de los mayores. Basta ya de darle una pátina científica a una estrategia cruel de desgaste y aniquilación de las pensiones públicas. Pues la pensión pública es lo único que da descanso, felicidad y compañía durante la vejez: Saber que mereces el fruto de tu trabajo porque has colaborado a la riqueza social durante décadas.
Es inadmisible, ni siquiera como estrategia para incentivar el debate, cuestionar de forma tan burda las movilizaciones y protestas de los pensionistas por unas pensiones públicas dignas, como hizo el director científico del “programa de personas mayores” de La Caixa, Javier Yanguas, poniendo en tela de juicio que los pensionistas realmente luchasen por las pensiones del mañana, las de sus hijos y nietos. Pues sí señor, las del mañana… ¡y las de hoy!, con las que tantas familias en paro y endeudadas sobreviven. Si no fuera por la triste pensión del abuelo o de la abuela, muchos hijos y nietos no tendrían qué llevarse a la boca.
Por otro lado, las pensiones, no lo olvidemos, no son un regalo, son parte del salario, se haya cotizado o no (aunque esto daría para otro debate). Verás cómo nadie cuestiona que un banco no perdone ni un céntimo por un préstamo. Se aduce hasta el ‘riesgo moral’ para impedir la más mínima señal de indulgencia o humanidad frente al impago. Son célebres las declaraciones en 2018 del señor Alcaraz, alto directivo de CaixaBank, de las que tuvo que retractarse. Pues que se apliquen la misma moneda y la misma medicina envenenada: las pensiones se defienden por el riesgo moral que entraña no hacerlo, porque sino se transmite a la banca la señal de que a los viejos se les puede robar porque no van a protestar.
A la gente habitualmente se le olvida que bajo el capitalismo todo sucede al revés de como aparece. Y las palabras se usan y manipulan en un sentido que nada tiene que ver con su significado real. Así, bajo la niebla neoliberal se convierte también la soledad en una mercancía, aunque parezca ser objeto de ‘obras sociales’. Los mayores no necesitan beneficencia, sólo que no les roben. Porque las penas y la soledad con pan duelen menos.
Me atrevo a aventurar una solución a la soledad: Si las entidades bancarias y financieras contribuyeran a las arcas públicas como les corresponde, entonces la soledad y las soledades se acabarían, se disolverían como lágrimas en la lluvia… Y la densa niebla neoliberal comenzaría a disiparse. Salud y revolución.