Al día siguiente del terrible asesinato de Carlos Javier Palomino, envié una carta al periódico de mayor difusión del Estado, El País, donde planteaba la necesidad de convocar una gran manifestación de repulsa por los partidos y sindicatos democráticos; propuesta que también he hecho el 13 de noviembre en la comisión ejecutiva confederal de CCOO. […]
Al día siguiente del terrible asesinato de Carlos Javier Palomino, envié una carta al periódico de mayor difusión del Estado, El País, donde planteaba la necesidad de convocar una gran manifestación de repulsa por los partidos y sindicatos democráticos; propuesta que también he hecho el 13 de noviembre en la comisión ejecutiva confederal de CCOO.
Partía de una idea básica: la necesaria unidad de los demócratas frente al fascismo. A la persona asesinada por un nazi, cuando iba a expresar su rechazo de la xenofobia y el racismo, se la ha calificado de antifascista con intención de convertir el crimen en una pelea entre bandas. Como considero que el término antifascista no tiene ninguna connotación peyorativa (sino todo lo contrario), ya que supongo que antifascistas somos (o debemos serlo) todos los demócratas por definición, planteaba que también en este caso se debía de producir la unidad de todos los demócratas por la convivencia y el rechazo del fascismo y la xenofobia.
Como el mencionado periódico no ha tenido a bien la publicación de la carta y no ha dado ningún tipo de explicaciones, una semana después les he comunicado que la retiro. Les remito a ustedes el texto, por si la consideran de interés.
MANIFESTÉMONOS
No es un tema de sucesos ni de información local. No es una «reyerta entre bandas». Es un asesinato de un chaval de 16 años, realizado por un militar neonazi que iba a manifestarse en contra de los inmigrantes, y que además hirió gravemente a machetazos a otro joven. No es la primera vez y, si no se actúa, tampoco será la última. Y entonces les tocará a nuestros hijos, alumnos o vecinos inmigrantes, homosexuales o simplemente diferentes.
En Madrid, son frecuentes las agresiones fascistas (San Sebastián de los Reyes, Alcalá de Henares, Pozuelo y la zona oeste y de la sierra, barrio del Pilar, Moncloa, etc.). Pero también se producen en otras zonas del Estado (Valencia, Barcelona, Zaragoza,…), donde campan estos grupos envalentonados por la falta de respuesta suficiente o por la negativa a condenar la dictadura franquista de algunos honorables personajes de la oposición.
Es, por ello, una cuestión política de la mayor importancia. En la concentración de la Puerta del Sol en la noche del mismo 11 de noviembre se apreciaban dos sentimientos muy arraigados en la mayoría de los jóvenes asistentes: impunidad de los asesinos y abandono por la clase política. Para frenar la intolerancia y para que no se produzca una ruptura entre política y un amplio sector de la juventud, los partidos y sindicatos democráticos deben convocar a todos los ciudadanos decentes a la calle a manifestarse.
Como se hizo cuando Lucrecia Pérez o cuando asesina ETA. Lo pido encarecidamente. Si no lo hacen, la serpiente seguirá poniendo sus huevos en nuestro país y se ampliará la brecha entre muchos jóvenes y la democracia.
* Agustín Moreno es miembro de la Comisión Ejecutiva Confederal de CCOO y profesor de Secundaria.