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Primeros pasos de la gran operación subversiva

La CIA contra Cuba, 1959

Fuentes: Bohemia

  Cuando aún la Revolución, en su primer año, no había nacionalizado empresa estadounidense alguna, la Agencia Central de Inteligencia preparaba su derrocamiento y el asesinato de su máximo líder Desde bases en Estados Unidos, a partir de octubre de 1959 comenzaron a realizarse bombardeos a centrales azucareros y plantaciones cañeras en territorio cubano Tras […]

 

Cuando aún la Revolución, en su primer año, no había nacionalizado empresa estadounidense alguna, la Agencia Central de Inteligencia preparaba su derrocamiento y el asesinato de su máximo líder

Cañaveral incendiado
Desde bases en Estados Unidos, a partir de
octubre de 1959 comenzaron a realizarse
bombardeos a centrales azucareros y
plantaciones cañeras en territorio cubano

Tras la derrota propinada a la conjura contrarrevolucionaria en la ciudad de Trinidad, el 13 de agosto de 1959 (ver La conspiración trujillista, 17 de agosto de 2009), en la que se involucraron la Inteligencia y la embajada yanquis, elementos batistianos y el sátrapa dominicano Rafael Leónidas Trujillo, el Gobierno de Estados Unidos, a través de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), se dio a la tarea de elaborar nuevos planes contra Cuba, que culminaron en una nueva victoria cubana, 20 meses más tarde, en las arenas de Playa Girón (1961). Nos interesa aquí destacar los primeros pasos dados en la elaboración de la nueva operación subversiva, en el período comprendido entre agosto y diciembre de 1959.

Con posterioridad a la batalla de Playa Girón, en el informe redactado entonces por el inspector general de la CIA, Lyman Kirkpatrick, referido a las causas del fracaso en aquella invasión, se expresa: «La historia del proyecto cubano comienza en 1959 […] En agosto de 1959, el jefe del grupo paramilitar de la Agencia asistió a una reunión para discutir la creación de una capacidad paramilitar que sería utilizada en situaciones de crisis en América. En aquella época Cuba era solo uno de varios objetivos, todos los cuales parecían igualmente explosivos».1

Es evidente la estrecha relación genética existente entre las acciones de la CIA para destruir a la Revolución en Cuba y las que comenzaron a realizar para prevenir un triunfo popular en el resto de los países latinoamericanos. Otros documentos gubernamentales norteamericanos sobre el tema, en este caso de la denominada Comisión Taylor, creada por el presidente John F. Kennedy para determinar las causas de la victoria cubana en Girón, al referirse a los planes que Estados Unidos iniciaba desde el 21 de septiembre de 1959 contra otras naciones, precisan no obstante que «Cuba, naturalmente, emergía como objetivo número uno para planes de contingencia».2

El nuevo plan

Fidel Castro Ruz en los primeros años de la Revolución
En el informe de J.C. King se
proponía «dar una cuidadosa
atención a la eliminación
de Fidel Castro»

Las acciones contra nuestro país requerían de un vasto plan de espionaje, del que se derivaran las mejores variantes subversivas. Según el testimonio de un alto oficial de la División Paramilitar de la Agencia ante la Comisión Taylor: «Dada la inexistencia de información que estuviera disponible para la planificación de acciones encubiertas, se estableció como un requerimiento informativo para la comunidad de inteligencia la búsqueda de determinados aspectos sobre países afectados, tan rápido como fuera posible, con un énfasis particular sobre Cuba:
[…] ello trajo consigo la elaboración de un estudio de tres volúmenes con información de inteligencia básica, información política y psicológica, datos operacionales, información geográfica, selección de áreas potenciales para operaciones clandestinas y otros datos requeridos para las operaciones».3

Aquel estudio de tres volúmenes, contentivo del nuevo plan de la CIA para el derrocamiento de la Revolución Cubana, estaba ya concluido en el mes de diciembre de 1959. Según Kirkpatrick, en esa fecha «estos estudios habían generado un plan para entrenar a un pequeño grupo de cubanos exiliados como instructores paramilitares […] para entrenar a otros reclutas cubanos […] a fin de darle una dirección a los opositores anticastristas».4

En el Informe Taylor se reitera que los planes estaban concluidos para el último mes de ese año, al expresar que «Mr. Stanilus visitó Panamá a mediados de diciembre de 1959 en busca de áreas aisladas del Fuerte Sherman para su uso en el entrenamiento de los cuadros instructores».

La precisión de los lugares con posibilidades de utilizarse en el territorio norteamericano también se realizó en este período.

Representantes de los viejos partidos políticos y otros elementos que desde 1958 formaban parte de la «tercera fuerza» con que la CIA quería arrojar del poder a Batista pero al unísono impedir el triunfo del Ejército Rebelde, fueron nuevamente en aquella fecha seleccionados por la CIA para, según Kirkpatrick, «preparar la formación de un frente político unificado, que sirviera como el instrumento encubierto para operaciones clandestinas y como punto de reunión para los cubanos anticastristas».

Los trabajos para la instalación de una emisora de radio clandestina que transmitiese contra Cuba se realizaban a la par.

Estos elementos muestran que para inicios de diciembre de 1959 ya la CIA tenía elaborada, en lo fundamental, la concepción del programa que aplicaría contra Cuba, resultante del estudio que había iniciado desde septiembre.

Extirpar el mal ejemplo de Cuba

Mercenarios en una base de entrenamiento
Entre las direcciones que se sometieron a
la aprobación presidencial estaba entrenar
en el exterior a una fuerza paramilitar
para invadir a Cuba

Los resultados fueron plasmados sintetizadamente en un documento del jefe de la División del Hemisferio Occidental de la División de Planes de la CIA, coronel J.

C. King, elevado al director de la CIA, Allen Dulles, con fecha de 11 de diciembre de 1959. En menos de tres cuartillas, de excepcional importancia para comprender la evolución de la criminal política contrarrevolucionaria gestada en Washington, se plasmaron las ideas básicas a las que la CIA había arribado para acabar con la Revolución en Cuba.

En el estimado de la situación se destacaba la preocupación de que el ejemplo cubano alentara posiciones revolucionarias en otros países latinoamericanos -recuérdese que desde los inicios las acciones anticubanas formaban parte de medidas contrarrevolucionarias a escala continental- y se señala el peligro que representaría para Estados Unidos el que con los ingresos derivados de la zafra azucarera, la cual culminaría en el primer semestre de 1960, Cuba financiase la insurgencia en países de la región.

Aquí se encuentra la explicación de por qué, desde bases en territorio norteamericano y como parte de la operación subversiva que entonces se iniciaba, desde el mes de octubre comenzaron a bombardear centrales azucareros y plantaciones cañeras en todo nuestro archipiélago. Fue una de las agresivas formas en que se inició la guerra económica contra Cuba. Entre octubre de 1959 y abril de 1961 se realizaron alrededor de medio centenar de acciones de esta naturaleza, que implicaron no solo la pérdida de cifras millonarias, sino también de valiosas vidas de trabajadores cubanos que enfrentaban valerosamente los desastres provocados.

La parte final del informe de J. C. King contenía la primera versión del texto de la operación subversiva contra Cuba que fue finalmente aprobada por el presidente Dwight D. Eisenhower el 17 de marzo de 1960, tras su valoración por altos niveles políticos del Gobierno, en particular el grupo conocido como NSC 5412, encargado de evaluar las acciones encubiertas norteamericanas en terceros países, así como el Estado Mayor Conjunto.
 
La quinta dirección subversiva

Dwight D. Eisenhower
En marzo de 1960, el presidente
Eisenhower aprobó la operación
subversiva contra Cuba

Las cuatro direcciones que se sometieron a la aprobación presidencial fueron: inicio del entrenamiento en el exterior de una fuerza paramilitar, creación de la oposición terrorista interna, constitución del frente político contrarrevolucionario en el exterior y acciones de propaganda, en particular en forma de transmisiones radiales.
 
Pero la más importante moción de J. C. King para acabar con la Revolución Cubana no se incluyó en la letra del plan aprobado en marzo de 1960 por Eisenhower, a pesar de que se comenzó a cumplir de inmediato. El carácter ultra criminal de lo que podríamos denominar quinta dirección subversiva de la operación que concluyó en Girón, escamoteada también por los que han historiado sobre el tema desde el exterior, aconsejaba que no existiesen rastros escritos que la vinculasen con el Presidente.

Aquella propuesta decía: «Se le debe dar una cuidadosa atención a la eliminación de Fidel Castro […] Muchas personas bien informadas consideran que la desaparición de Fidel aceleraría grandemente la caída del gobierno».

Una evaluación del cumplimiento de aquella quinta dirección rebasa las posibilidades de estas notas. Baste solo señalar que fue la confesión, el reconocimiento explícito de la Agencia Central de Inteligencia, de que no tenían fuerzas para enfrentar al formidable adversario que encontraron en Fidel Castro, quien al frente de su pueblo había hecho añicos los planes hasta entonces aplicados para destruir la Revolución.

El año 1960 se inició en medio de la febril actividad de la CIA, empeñada en organizar las estructuras que le posibilitasen cumplir las medidas programadas con vistas a la subversión. Así Estados Unidos emprendió los pasos que le conducirían a la primera derrota militar en América Latina.
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Fotos: Archivo de BOHEMIA

*El autor es Doctor en Ciencias Jurídicas, Investigador Titular del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado.

Notas:
1-Agencia Central de Inteligencia: «Informe del Inspector General de la CIA sobre la operación de Bahía de Cochinos», epígrafe B, incisos 1 y 5. Ver Peter Kornbluth, editor: Bay of Pigs Declassified. The Secret CIA Report on the Invasion of Cuba, The New Press, New York, 1998, p. 24.
2- Documentos de la Comisión Taylor: Testimonio de Edgard A. Stanilus en la primera sesión, 22 de abril de 1961.
3- Ibídem
4- Agencia Central de Inteligencia: ob. cit., inciso 7.