J. C. Ruiz Franco es licenciado en Filosofía y DEA del doctorado de la misma carrera. Tiene posgrados en sociología, nutrición deportiva e historia y filosofía de las religiones. Es autor de dos libros publicados en papel, Drogas inteligentes (http://www.paidotribo.com/ficha.aspx?cod=00791) y Albert Hofmann… (http://www.alberthofmann.es), y coautor de otros dos. Ha dirigido la edición de PIHKAL […]
J. C. Ruiz Franco es licenciado en Filosofía y DEA del doctorado de la misma carrera. Tiene posgrados en sociología, nutrición deportiva e historia y filosofía de las religiones. Es autor de dos libros publicados en papel, Drogas inteligentes (http://www.paidotribo.com/ficha.aspx?cod=00791) y Albert Hofmann… (http://www.alberthofmann.es), y coautor de otros dos. Ha dirigido la edición de PIHKAL y TIHKAL, consideradas en conjunto la Biblia de las drogas de síntesis. También ha elaborado escritos para su difusión libre en Internet. Su principal labor en el mundo de la edición es la de traductor, con unos cuarenta títulos traducidos al castellano y publicados. Me centro en su última publicación, El bastardo de Marx.
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Nos habíamos quedado en este asunto. ¿Por qué afirma usted que a los marxistas no les gusta la afirmación de que Jenny Marx era una aristócrata? Yo he tenido tres o cuatro maestros marxistas y ninguno tenía ningún problema en usar ese término, en decir que la compañera-esposa de Marx era de origen aristocrático aunque su vida se movió en coordenadas muy alejadas de su origen social.
Un buen inciso, que requiere una explicación por mi parte. Debo hacer una aclaración lingüística. He dicho «aunque no les guste» en subjuntivo, y no «aunque no les gusta» en indicativo; es decir, no he afirmado taxativamente que los marxistas lo rechacen y yo lo haya comprobado, sino que, dado que Marx era considerado el adalid del proletariado, personalmente veo lógico (y deduzco) que sus seguidores creyeran que debía dar ejemplo, no que tuviera relación con la clase social de la nobleza, y menos que se sintiera orgulloso de ello. Se trata de una conclusión personal, sobre la que supongo que, si me dispusiera a buscar referencias, encontraría alguna crítica a ese orgullo aristocrático. Pero el libro ya está escrito hace mucho tiempo y abandoné el tema también hace bastante, como para dedicarme ahora a investigar de nuevo.
Ubicándonos en coordenadas históricas que sean ajustadas, ¿Marx fue machista de muy señor mío? Pienso, además del tema de Freddy, en alguna prohibición de noviazgo.
Marx fue hijo de su tiempo, como es lógico, y a mediados del siglo XIX el feminismo prácticamente no existía, por lo que los varones se consideraban superiores y con más derechos que las mujeres, y Marx no fue una excepción.
En cuanto a prohibiciones de noviazgo, cuando Paul Lafargue empezó a cortejar a Laura, en varias ocasiones le exigió que refrenara sus impulsos, los cuales Marx atribuía a su carácter de criollo (con ciertos comentarios un tanto racistas).
A Eleanor le prohibió tener relación con Prosper Lissagaray, miembro de la Comuna de París de 1871, por la gran diferencia de edad. Estaban enamorados, se veían de vez en cuando, pero la prohibición paterna y el pedestal en que Eleanor tenía a su padre caían como una losa sobre la relación, que se fue enfriando con el paso del tiempo hasta llegar a romper.
Estando aún vivo Karl, comenzó su relación con Aveling, pero sin decir nada a su padre. Fue sólo tras su muerte cuando se sintió libre para ir a vivir con él y decir en sociedad que era su novio (en realidad siempre fue su amante, porque Aveling estaba casado y no llegó a divorciarse).
Habla usted muy bien de Helene Demuth. El personaje novelístico que ha creado conmueve. ¿He leído mal?
Helene, además de Engels, fue la otra persona que hizo posible que sobreviviera la familia Marx. Con Karl enfrascado en sus libros y sus escritos, y Jenny con su carácter aristocrático y muchas veces enferma, era Helene quien estaba a cargo de la casa y les ponía un plato de comida sobre la mesa, en muchas ocasiones después de empeñar alguna de las joyas u objetos valiosos que le quedaba a la familia, o bien pidiendo prestado al panadero o al carnicero.
Por otra parte, fue siempre fiel a Karl y no desveló el terrible secreto, ni siquiera a su propio hijo. Con razón la madre de Jenny sabía que entregar a Helene a la pareja recién casada era el mejor regalo de bodas que podía hacerles.
Por último, tampoco se quejó nunca de que Engels no permitiera que Freddy accediera a la parte principal de su casa. También fue fiel a aquél durante los años que le acompañó (1883-1890).
Acaso demasiado fiel. Hemos hablado ya un poco de ello, pero insisto. ¿Cuáles son las fuentes de las cartas que usa a lo largo de la narración?
He utilizado diversas fuentes, que cito en la bibliografía, al final del libro. En ocasiones se trata de libros, y en otras del archivo Marx-Engels de Internet (https://www.marxists.org/). La famosa carta de Louise Freyberger puede encontrarse en español en la biografía sobre Marx de Werner Blumenberg. Un libro que me resultó muy útil fue The Secret of Karl Marx, de Ralph Buultjens, una obra prácticamente desconocida que encontré buscando en páginas de venta de libros antiguos de Internet. Curiosamente, a pesar de la escasa relevancia que ha tenido ese libro y que prácticamente nadie lo conoce, lo prologó nada menos que Indira Gandhi.
Yo mismo lo desconocía. Gracias por la referencia. Copio un paso del resumen de su obra: «Sin embargo, el pobre Engels, con un cáncer de garganta, ya no podía hablar y tuvo que comunicar los hechos escribiéndolos en una pequeña pizarra. Eleanor quedó consternada, así como todos los presentes. No obstante, prometieron no contar nada, con lo que el secreto quedó bien guardado.» ¿Qué sentido tiene esa decisión? ¿Por qué seguir ocultando lo que no debería seguir oculto?
No puedo ponerme por completo en su lugar, pero supongo que por el mismo motivo por el que antes tampoco Engels, Jenny ni Helene habían contado nada: para mantener el prestigio de Karl Marx ante la posteridad.
Cambio un poco de tercio. Salvo desconocimiento mío, nunca se han editado en castellano las cartas de Jenny Marx. ¿Por qué? ¿No es un poco injusto? ¿Habla en ellas, en algún momento, de lo sucedido?
Cierto, la correspondencia de Jenny Marx debe encontrarse en algún lugar de los archivos de los Marx, esperando a que algún editor las publique. Supongo que no se le ha concedido suficiente importancia.
Jenny hace una referencia velada al embarazo de Helene en su «Bosquejo de una vida memorable», que puede leerse en español en el libro El desconocido Karl Marx, de Robert Payne: «A comienzos del verano de 1851 ocurrió algo de lo que no volveré a hablar, pero que aumentó en gran medida nuestras preocupaciones privadas y públicas».
Por sí sola, esta frase no nos dice mucho, y bien puede referirse a otro asunto, pero unida a las cartas que simultáneamente Karl escribió a Engels sobre el tema, y conociendo los hechos por la carta de Freyberger, las palabras de Jenny cobran sentido.
De todas formas, parece ser que tanto ese breve escrito que he citado como la correspondencia de Jenny y de Karl fueron cribados por Eleanor y Laura, después de que muriese Marx. Es decir, por conveniencia de cara a la posteridad eliminaron muchos testimonios que podrían habernos ofrecido datos muy interesantes.
¿Le ha sido útil en la investigación que ha dado pie a su novela la correspondencia de Marx, Engels y Jenny Marx? ¿Ha encontrado muchas claves secretas en ellas?
Sí, sus cartas han servido para confirmar datos. La clave secreta fundamental es la ya citada carta de Freyberger; todos los demás documentos giran en torno a ella.
Una autora inglesa, Mary Gabriel, muestra en «Amor y Capital» una admiración por Tussy Marx similar a la suya. ¿Qué opinión le merece este trabajo?
No lo conozco. Para la información sobre Eleanor Marx utilicé la biografía considerada canónica, que es la de Yvonne Kapp, en dos gruesos volúmenes, que no están traducidos al castellano.
Ahora que menciona el libro, veo que se publicó en español a finales de 2014, por lo que es posterior a la redacción de El bastardo de Marx, así que ya me explico por qué no me lo encontré al buscar bibliografía y le agradezco la recomendación. Por las reseñas que acabo de leer, tiene todo el aspecto de ser una obra muy buena.
Lo es, una gran obra en mi opinión sobre los Marx desde una perspectiva feminista muy documentada.
Gracias. No dude que la leeré en cuanto pueda.
Una tontería mía. Reproduce usted una partida de ajedrez de Marx. ¿Cuál ha sido su fuente? ¿Qué tal jugador era?
No es ninguna tontería, sino relevante para conocer mejor a Marx. Creo recordar que es la biografía de Francis Wheen, en español, la que ofrece esa partida de ajedrez, pero también puede encontrarse en muchas bases de datos de ajedrez disponibles en Internet. Al verla, podemos afirmar que tenía un nivel medio-alto para aquella época, en que aún no había tenido lugar el comienzo del llamado ajedrez científico y aún se jugaba al estilo romántico. Toda la partida es un tremendo ataque contra el rey rival, sin pararse a defender ni importar el material que queda sobre el tablero, sino un firme propósito de dar mate cuanto antes, utilizando además lo que en ajedrez se llaman «combinaciones», ofrecimientos de piezas a cambio de ataque. En resumen, un buen reflejo de su fuerte carácter, ya que en el ajedrez se refleja la psicología del jugador.
¿Qué proyectos tiene en estos momentos? ¿Alguna «novela documental» más sobre aspectos no muy aireados de la tradición marxista?
No, de momento he dejado de investigar estos temas, aunque no estaría mal estudiar el proceso que llevó a Paul Lafargue y Laura Lafargue-Marx a suicidarse. Creo que de ahí también podría salir otro libro del mismo tipo.
Por cierto, ¿de dónde su neto interés por la vida y obra de Albert Hofmann?
Durante muchos años me he dedicado especialmente al ámbito de las sustancias psicoactivas, he escrito numerosos artículos publicados en revistas y en las páginas web «Drogas inteligentes» (httHYPERLINK «http://www.drogasinteligentes.com/index1.html»pHYPERLINK «http://www.drogasinteligentes.com/index1.html»://www.drogasinteligentes.com/index1.html) y «Letras psicoactivas» (http://www.letras-psicoactivas.es), y llegó un momento en que decidí estudiar las dos figuras más relevantes del siglo XX y escribir sobre ellas: Albert Hofmann y Alexander Shulgin. Sobre el primero, a comienzos de 2015 publiqué la única biografía que hay en español sobre él, además de ser una historia de la LSD: Albert Hofmann. Vida y legado de un químico humanista (información en http://www.alberthofmann.es). Sobre el segundo escribí una breve biografía que puede leerse en Internet y decidí traducir (con ayuda de otros traductores) y editar en castellano sus dos obras cumbre, PIHKAL y TIHKAL, que como ya he dicho al comienzo de la entrevista, pueden considerarse la verdadera Biblia de las drogas de síntesis. Sobre esto último puede leerse información en la web http://www.shulgin.es y en el grupo de Facebook http://www.facebook.com/librosdeshulgin.
Muchas gracias. ¿Quiere añadir algo más?
Espero que el libro sea del agrado de los lectores, que a quien le haya ofendido el título haga caso omiso de él y se centre en el contenido, puesto que lo elegí sólo para llamar la atención por la ambigüedad generada; y que, como pueden comprobar, en ningún momento entro a discutir la obra de Marx, sino que mi objetivo ha sido narrar la historia de su familia y del hijo ilegítimo del cabeza de familia, poniendo de manifiesto que todos somos humanos y que tal vez sea verdad, como dicen algunos, que los grandes hombres tienen grandes defectos.
Perdone pero su comentario pide una nueva pregunta: ¿Por qué no entra nunca a comentar la obra de Marx? ¿No le ha parecido relevante para la historia que nos cuenta?
En todo momento quise centrarme en las personas, en los hechos, en sus actos y en su psicología. Hay muchos y muy buenos estudios sobre la obra de Marx, y no era mi intención aportar nada nuevo al respecto, ni entrar en posteriores debates, y sí ofrecer un enfoque sobre el que hay poco material en castellano. El libro trata sobre la familia Marx y el hijo ilegítimo de Karl, no sobre sus teorías.
De acuerdo. Reitero mi agradecimiento.
Fuente: El Viejo Topo, febrero de 2017
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