El candidato del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) a las elecciones presidenciales de este domingo 23 de abril, defiende un servicio público basado en la energía renovable, saliendo de la nuclear, y una agricultura local 100% orgánica. Para él, las preocupaciones son ambientales y las relacionadas con el trabajo.
En materia de medio ambiente, ¿qué medidas están en el corazón de su programa?
Una política energética social y ambiental, inevitablemente, estará a cargo de un servicio público de energía. Debemos afectar a los capitalistas y romper con la lógica privada de la rentabilidad. Hay que expropiar a cualquiera de las empresas de energía fósiles de gran tamaño como Total, ponerlas bajo el control de los asalariados y la población para salir de los fósiles. Al mismo tiempo, hay que eliminar la energía nuclear. Nosotros nos apoyamos en el esquema de salir en diez años, desarrollado por el activismo antinuclear y el entorno asociativo. La central nuclear de Fessenheim y todos los reactores de más de treinta años deben cerrarse inmediatamente.
En paralelo, queremos desarrollar la energía renovable. Este punto queda por discutir debido a la controversia sobre las ventajas y desventajas del viento, de las mareas, solar, etc. Pero la ventaja es que estas energías permiten relocalizar la producción de electricidad. Además de eso, hay que luchar contra el despilfarro mediante la eliminación de la publicidad, los costos de electricidad inútiles… incluyendo los autos y camiones, que contaminan. Lo que nos lleva al transporte público gratuito. Tratamos de responder globalmente a todos los problemas; de lo contrario, será más grave.
La agricultura es también una opción de la sociedad. Las políticas productivista de concentración capitalista empujan a los agricultores hacia lo más rentable, utilizando más pesticidas, fungicidas, fertilizantes, etc. Nosotros, estamos luchando contra los insumos químicos y hablamos de un retorno a las pequeñas granjas para la agricultura local, incluyendo las de alrededor de las grandes ciudades. En Burdeos, había una gran cantidad de cultivos de hortalizas al norte de la ciudad. Hoy en día, no hay casi nada, con las consecuencias en lo social, ambiental y alimentario. ¿Cómo ayudar a los pequeños agricultores a vivir de su trabajo y luchar contra los bancos, los distribuidores y la industria alimentaria? A esto se añade la cuestión del bienestar animal.
La ecología se contempla a menudo como una preocupación de bobos. ¿Es difícil presentar un discurso verde y antiproductivista ante los trabajadores y los empleados?
El NPA siempre ha defendido estas medidas. La Comisión ecológica lo hace desde la creación del partido y en nuestro periódico hay una sección de ecología casi todas las semanas. Desde hace cinco años, nuestro programa dijo lo mismo. Pero ahora la cuestión ambiental adquiera más relevancia en la opinión pública; De repente, cuando hablamos, somos más y mejor escuchados Y, sin embargo, yo no puedo en los medios… siempre sobre los despidos, el empleo…Nunca de la ecología.
La conciencia progresa incluyendo los entornos proletarios. Es difícil ignorar que la contaminación se ha convertido en catastrófica, causando enfermedades y mayor mortalidad. La actualidad de los últimos meses estuvo marcada por los picos de contaminación en París, Grenoble, Burdeos e incluso en lugares remotos. Los agricultores sufren de enfermedades profesionales. Cerca de Burdeos, los productores mueren a causa de los pesticidas y otros demandan contra los fabricantes. La comunidad campesina, que ha ignorado largo tiempo estos problemas, comienza a resistir. Incluso en el trabajo, se discuten algunos de estos problemas ambientales y de salud.
Pero cuando estamos en los sectores industriales, la cuestión del mantenimiento del empleo está allí. En cuanto al cierre de Fessenheim (ver el artículo publicado el 8 de abril 2017 en el sitio de A l´encontre), la postura de la CGT no ha cambiado ni un ápice. Para ella, la defensa de la industria nuclear y la defensa de los puestos de trabajo van de la mano. Es una locura, porque no podemos hablar de la salida nuclear mientras se habla reciclaje. Un desmantelamiento de la central nuclear dura décadas. ¡No es como apagar la luz y dejarla bloqueada!
El desastre de Fukushima (Japón) implicó una toma de conciencia respecto a del riesgo nuclear. Pero los años pasan y el miedo a lo nuclear disminuye de nuevo, a pesar de todos los problemas – las piezas defectuosas en los reactores, la ASN (Autoridad de Seguridad Nuclear) que alerta y todo los continúa como si no hubiera problema. Difícil de tratar esta propaganda ideológica.
En el sector del automóvil no es fácil tampoco. La CGT metalúrgica defiende la industria del automóvil. Muchos siguen considerando que denunciar todo-auto es renunciar a puestos de trabajo. Pero nosotros, en la CGT Ford, percibimos que cuando mencionamos los escándalos con el diésel en nuestros folletos, nuestros compañeros están más sensibles y se abren a la discusión. Porque en realidad, no nos importa para fabricar autos-cacharros; el problema es tener un puesto de trabajo. Un mecánico de auto bien puede trabajar no solamente en los coches eléctricos – que dependen de la energía nuclear y son una solución falsa – sino en los autobuses. O, mejor, en los trenes.
El problema es que no podemos confiar en el Estado ni en los patrones para las reconversiones. Si mañana, deciden cerrar una fábrica de armas, eso inevitablemente conduce a despidos. Por lo tanto, la cuestión es hacer la economía más colectiva, para no dejarla en manos de los capitalistas. Queremos que los asalariados y la población puedan garantizar las reconversiones, si así los deciden por razones ambientales y coherencia económica.
¿Cómo se harían las reconversiones en una economía donde los asalariados controlarían las herramientas de producción?
Uno puede imaginar las estructuras nacionales y locales donde la gente pueda discutir sus necesidades y tomar las decisiones políticas. Por ejemplo, el proyecto de aeropuerto de Notre-Dame-des-Landes, podría ser una elección de la población verdaderamente politizada, en lugar de las autoridades locales que votan lo que quieren hacer en relación con los intereses multinacionales. No hay porque imaginar un mundo hiperindividualista donde todo el mundo se va para su casa a ver la televisión por la noche y no les importa la política. Se trata de cómo resolver los problemas discutiéndolos de forma colectivamente ¿Solamente los activistas y militantes son los únicos en ocuparse?
En el plano económico, los empleados deben ser capaces de hacerse cargo de la organización del trabajo e incluso de opciones estratégicas. El ejemplo Fralib (empleados que lucharon por más de 1.336 días para reanudar la fabricación de bolsitas de té) es muy interesante. Mientras Unilever quería cerrar la planta, los empleados recuperaron Scop. Es un activismo social: casi no hay diferencias salariales, todo se decide en conjunto, la distribución de los puestos de trabajo, horas extras, etc. También tiene una dimensión ecológica, ya que se utiliza té orgánico, buscando el aprovisionamiento local…¡Es muy bueno! Sin duda, aunque sea a muy pequeña Otro ejemplo es la fábrica Pilpa en Carcassonne, recuperada en Scop por los trabajadores que producen helados La Belle Aude: están a favor de los productos ecológicos, locales… Obviamente, los productos se venden un poco más caros, pero muestra que es posible producir respetando a los empleados, el medio ambiente y la salud de la población.
Pero a menudo los productos orgánicos y de calidad son criticados por ser inaccesibles a los hogares pobres…
Sin duda, los productos orgánicos son más caros, incluyendo aquellos de venta en el supermercado. Pero también es un asunto politizado. Por ejemplo, vemos que la gente de los medios más pobres a menudo fumar, beben y comen mal; todo el mundo sabe que eso es malo. Está vinculado a una gran cantidad de cosas que refleja resistencias. Si lo orgánico es un tema de debate entre los activistas y sindicalistas, más allá es todavía más complicado. Hay que interesarse por el cuidado, estableciendo el vínculo entre la destrucción de nuestros puestos de trabajo, el medio ambiente y nuestra salud. Afortunadamente, las asociaciones ecologistas hacen una gran labor de divulgación. En Burdeos, el AMAP tiene una actividad muy militante.
Tú insistes en la idea de que los ciudadanos deben tomar la política en sus manos. ¿Cuál sería el proyecto de sociedad sin Presidente de la República, sin Senado, etc.?
¡Es más fácil empezar por criticar lo que existe! En cuanto a la oficina presidencial, encontramos absurdo que un solo individuo puede tener tanto poder en las manos. Lo mismo ocurre con los presidentes regionales, alcaldes…Hay una súper-poder en todas las instancias democráticas.
El otro problema es el de la representación. La ausencia de proporcionalidad integral es muy problemática. La concentración de poder en los partidos grandes y profesionalización de ellos. Por no hablar de sus remuneraciones exageradas: desde el momento en que alcanzan altos ingresos, diputados y senadores se aferran a sus posiciones y están completamente ligados a un entorno social. Esto se traduce en una verdadera desconexión de los simples trabajadores. Es por esto que nosotros proponemos topear los ingresos de los electos a 2300 euros netos mensuales. También abogamos por la no acumulación de mandatos.
Sin embargo, estas reglas no son más que medidas de emergencia. El verdadero objetivo es construir una democracia para los millones de personas. La historia de las luchas sociales nos muestra modelos de batallas y momentos democráticos. La Comuna de París, hace casi 150 años, fue el proyecto de organización colectiva a escala de una ciudad; experiencias de democracia participativa en Porto Alegre, Brasil, con mandatos rotativos y reuniones barriales… Pero hay un imperativo absoluto: es necesario que la población se involucre. Un delegado que hable lugar de otros ¡no es bueno! La gente tiene que hablarse a sí misma De lo contrario, estas herramientas se convertirán en cáscaras vacías.
En tal sentido, las Zads (Zonas a Defenderse) son experiencias interesantes. Cerca de Burdeos, un pequeño bosque fue destruido debido a un proyecto de campo de golf, a pesar de la resistencia de los jóvenes. Pero hubo reuniones generales, reuniones cerca de allí, con activistas y ambientalistas, agricultores que trabajan en la zona. Discutimos la horticultura, el costo de las tierras agrícolas, la contaminación del suelo, el enlace entre lo rural y urbano… No eran numerosos, cincuenta, ¡pero fue bueno! Se trata de pequeñas bocanadas de aire. ¡Cómo el NPA puede ayudar a desarrollarlas y fortalecerlas, esa es la cuestión!
Por un lado vas a la elección presidencial sin la intención de ganarla, para animar a la gente a interesarse en la política; por el otro, lo haces como parte de un partido tradicional… ¿Cuál es su opinión sobre las formas de movilización social emergente como Nuit debout (Noche en pie) y «têtes du cortège» (cabeza de la manifestación)?
El NPA tiene la particularidad de ser a la vez una organización tradicional, obrera, ligada al sindicalismo y, al mismo tiempo, muy implicada en colectivos como Zads y Nuit debout. Lo que es interesante en estas ocupaciones de sitios y plazas, es la forma en que la gente se organiza en una especie de autogestión. Y el hecho de que no se limitan a una lucha, sino que discuten todo: solidaridad con los migrantes de Calais, cuestiones democráticas, antirracistas, feministas…Estas movilizaciones reagrupan a personas diversas, de edad, de medios sociales.
En la actividad militante cotidiana, son muy pocos los que hacen el trabajo, siempre hablan los mismos, los que hacen los folletos, etc. La experiencia de Nuit debout ha sido enorme para nosotros. La relación se invirtió: todo el mundo es militante, todos hablan…¡Es hiperestimulante! Sí alguien está ausente no es un problema, todos los otros están allí para hacer. En Zads es bastante similar. Claro, no todo es color de rosa, a veces hay reflejos sectarios, anti-políticos, anti-organizaciones, a la vez las relaciones no siempre son fáciles… Pero todo apunta en un buen sentido.
Traducción de Ernesto Herrera