La acción de la construcción es una de las causas que provocan mayor impacto en el Medio Ambiente, según se desprende de las conclusiones de un Informe elaborado por el Worldwatch Institute de Washington, que señala que los edificios consumen hasta el 60% de los materiales extraídos de la tierra y su utilización en la […]
La acción de la construcción es una de las causas que provocan mayor impacto en el Medio Ambiente, según se desprende de las conclusiones de un Informe elaborado por el Worldwatch Institute de Washington, que señala que los edificios consumen hasta el 60% de los materiales extraídos de la tierra y su utilización en la actividad constructiva genera la mitad de las emisiones de CO2 que se emiten a la atmósfera. La construcción también produce la mitad del total de residuos y contaminación con los que se daña al Planeta, según este informe, recogido en la web de la Fundación Eroski www.Consumer.es .
Otro de los datos más relevantes que apunta el Informe es que algunos materiales utilizados en la construcción de edificios contienen importantes cantidades de clorofluorocarburo o clorofluorocarbono (CFC o halones) que causan daños en la capa de ozono. A esto se añade que el 30% de las viviendas nuevas o rehabilitadas padecen el síndrome del ‘edificio enfermo’.
la alternativa a estos problemas, según el documento, es el concepto de vivienda bioclimática, una «vivienda sostenible y responsable que utiliza materiales no dañinos para el Medio Ambiente, dotada de una configuración arquitectónica capaz de aprovechar los recursos naturales para satisfacer las necesidades climatológicas de las personas que residen en ellas evitando, además, gastos innecesarios».
Este tipo de edificaciones se crean para personas que deseen vivir en un entorno natural y reducir al mínimo posible la repercusión de su vivienda en el entorno. Con el fin de conseguir los objetivos de respeto al entorno natural, ahorro energético y, en consecuencia, la optimización de recursos que persiguen las viviendas bioclimáticas, es necesario que se sigan rigurosos criterios en su construcción con respecto a la ubicación, orientación, diseño, etc.
En primer término, para crear una vivienda en consonancia con el ecosistema natural es importante ubicarla de manera adecuada. Por esta razón hay que evitar la proximidad de fábricas contaminantes o tendidos de alta tensión e intentar lograr la integración en el hábitat más próximo. «Se trata de conseguir una armonía en las formas constructivas atendiendo a la morfología del terreno y los estilos arquitectónicos de la zona», recuerda el Informe.
Los materiales empleados en la construcción de las viviendas bioclimáticas deben ser «saludables» y no dañar al medio. Por eso es importante tener en cuenta todo el proceso de obtención, desde la extracción de las materias primas hasta sus uso final. Los materiales destinados a la bioconstrucción no suelen contener ningún producto clorado, más concretamente PVC. Igualmente, están exentos de elementos nocivos como el amianto.
Así, entre los materiales adecuados para estos pisos se encuentran la cerámica, el hormigón ecológico o cementos naturales para los cimientos y el corcho natural triturado para el aislamiento de cubiertas.
El informe apuesta también por instalar en la vivienda placas fotovoltaicas para generar electricidad o térmicas para calentar agua, aprovechar el agua de la lluvia, etc. Además de energías alternativas, también son necesarios sistemas que reduzcan la influencia de la temperatura externa en el interior de la casa. Por ello, «para lograr una buena climatización son trascendentales unos buenos aislamientos y ventanas».
Esta nueva forma de arquitectura presenta «grandes ventajas» tanto para la atmósfera, como para las personan que viven en las viviendas. Entre los ‘pocos’ inconveniente que tienen estas viviendas se encuentra el posible aumento del coste de construcción con respecto a las casas convencionales. Pero este sobrecoste inicial, apunta el documento, «se amortiza en pocos años debido al ahorro energético, ya que gracias a este tipo de construcción se puede ahorrar hasta un 70% de consumo energético y de agua».