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La conveniencia del cambio

Fuentes: Asociación Ecologista del Jarama ”El Soto”

En el ámbito científico existe un debate encarnizado y a veces interesado, sobre si la rápida alza de temperaturas medias que está sufriendo el planeta tiene su principal origen en la actividad del hombre o no. De ser cierta la primera posibilidad, se estaría poniendo en cuestión el modelo económico y de progreso actual de las sociedades de consumo.

El mundo capitalista, ultra-tecnológico e hiper-motorizado en el cual vivimos actualmente en occidente ha progresado económicamente en los últimos cincuenta años, asentado sobre una base que está empezando a tambalearse. Este suelo firme ha sido durante mucho tiempo, la disponibilidad de una energía tan barata y abundante como el petróleo. Este hecho ha permitido que la «eficiencia» haya sido desterrada durante muchos años en beneficio de la «eficacia», posible cuando el coste de la energía empleada en el proceso productivo es un porcentaje casi marginal respecto del total. Pero el escenario está cambiando muy deprisa; estamos asistiendo perplejos a un alza del precio del petróleo brutal (1) debido entre otras cosas, a la sed de oro negro de dos de los países más habitados y que más están creciendo económicamente en este momento, China y La India; una crisis financiera sin precedentes históricos (2) de la cual aún se desconoce su profundidad y que está poniendo en tela de juicio la validez teórica de las leyes del mercado en las que se asienta la economía capitalista. En el caso de España, acrecentada por el frenazo vertiginoso que está sufriendo el sector inmobiliario (3); y por último, una crisis de las materias primas global, con especial incidencia en los alimentos, debido en este último caso, a la especulación con los cereales, supuestamente destinados a producir bio-diesel, que está poniendo a los habitantes de muchos países al borde de la desnutrición y generando movilizaciones sociales producidas por la sensación de impotencia y la desesperación de la población ante esta nueva situación (4). A todo esto, hay que añadir las estrategias de algunos estados para acaparar las mayores reservas de energía a golpe de guerra preventiva (5). Por si fuera poco, ahora que nos habíamos acostumbrado a digerir casi sin conmovernos las imágenes de la desnutrición, de los desastres medioambientales y de los conflictos armados, que casi siempre pertenecen a parajes muy lejos de casa, nos empiezan a bombardear con una nueva amenaza, el «Cambio Climático», que por global, nos afecta y que parece obligarnos irremediablemente a decrecer nuestros hábitos de consumo (6).

El fenómeno denominado «Cambio Climático» ha llegado para quedarse, ya que lejos de ser solamente un problema medioambiental, se ha convertido en un problema económico y social a resolver. Pone en cuestión el actual modelo de progreso basado en el crecimiento sin límite, justamente por su error de base; la creencia de que se puede crecer ilimitadamente utilizando recursos que no lo son.

Al instrumentalizar a la naturaleza hasta el límite en beneficio del progreso económico, hemos convertido nuestra casa en un almacén ó mercado de abastos donde todo lo que contiene es susceptible de tráfico comercial. En unas cuantas decenas de años, la humanidad ha conseguido poner la vida del planeta al borde de la ruina (7), en un ejercicio de irracionalidad y codicia difícil de explicar que ha desembocado en un reparto enormemente desigual de la riqueza. Estados Unidos, por ejemplo, representa el 6% de la población mundial pero consume el 48% de la riqueza total del planeta. Mientras tanto, casi la mitad de la población mundial vive con menos de 2 dólares diarios.

En una sociedad donde el ciudadano se concibe a si mismo en su tiempo de ocio como «consumidor» y dentro de su actividad laboral como «recurso», y vincula su felicidad a la acumulación de bienes materiales, es fácil de entender que en este contexto los problemas económicos automáticamente se convierten en un problema social (8) y político de gran calado. Estamos viendo actualmente al Banco Central Europeo como a la Reserva Federal Americana realizar esfuerzos inauditos para inyectar liquidez en unos mercados financieros sin control, ahogados por operaciones globales relacionadas directamente con procesos especulativos, con el objetivo de que la especulación global retome la senda de las ganancias.

Parece que el cambio de modelo, que sin duda se tiene que dar, va a ser traumático. Las resistencias propiciadas por intereses de todo tipo son inconmensurables. Muchas compañías y ciudadanos residentes en Estados Unidos y Europa principalmente, se han instalado en una corriente escéptica respecto a todas las alertas medioambientales y han forjado una coraza argumentada con munición intelectual proveniente principalmente de publicaciones e informes de científicos vinculados muchas veces a grandes compañías y lobbys que dependen del uso de la energía fósil ó los llamados Think tank con ideología económica neoliberal. No es mi intención entrar en el debate científico sobre cuales son las causas del origen del «Cambio Climático»; esta labor está encomendada a los científicos y estos deben llegar a un consenso respecto a este tema, pero si quiero hacer notar que existe una interesada carrera por desvirtualizar el fenómeno «Cambio climático», y que en esta carrera existe una tendencia exagerada, a veces por ignorancia, a pervertir el lenguaje. El flujo argumental siempre es muy parecido; primero se dan datos verosímiles ó nombres de científicos y personalidades, aparentemente libres de toda sospecha, que dicen poder demostrar firmemente que el origen del cambio climático no es como consecuencia de la actividad humana. Posteriormente se referencia al «Principio de Precaución» por el cual se argumenta que como no está demostrado en absoluto la fatalidad del «Cambio climático» y sus causas, lo que se debe hacer es no tomar medidas de racionamiento energético que puedan poner en riesgo el progreso económico (9); pero lo que determina el «Principio de Precaución» es justo lo contrario. «El principio de Precaución» ó de «Cautela» en materia ambiental, que es de lo que estamos hablando, exige la adopción de medidas de protección antes que se produzca realmente el deterioro, operando ante la amenaza a la salud o al medio ambiente y la falta de certeza científica sobre sus causas y efectos. Finalmente, y como colofón, se recuerda que el planeta tiene problemas mucho más urgentes que resolver, como por ejemplo, el hambre; como si el actual modelo no estuviera incumpliendo sistemáticamente todos los compromisos que se adoptan en esa dirección (10).

Para las personas que han hecho una mínima reflexión sobre estos temas, pero que perciben como sumamente incomoda ó no asumibles las propuestas relacionadas con implementar cierto grado de austeridad en sus vidas, estos argumentos escépticos respecto al «Cambio Climático», citados anteriormente, resultan verdaderamente consoladores, ya que restauran automáticamente la legitimidad que tiene el consumidor para despacharse a placer e incluso, compulsivamente, en cualquier centro comercial. Las empresas, como responsables de las campañas mediáticas y del suministro de los bienes de consumo, saben que lo tienen todo a su favor. Cuentan con un sistema que solo considera al individuo interesante, en tanto en cuanto, tiene capacidad de consumo ó endeudamiento. También saben que una vez hechos trizas los valores y el tejido social en el que se integraba y se arropaba el individuo hasta no hace mucho, tienen a su disposición una masa ingente de individualistas empedernidos que rellenan el hueco inmenso que ha dejado abierto la ausencia de vida en comunidad, con todos aquellos artículos que encuentran en cualquier estantería que les recuerdan a esos slogans que tanto les levanta el ánimo: «Porque tu te lo mereces todo» Es totalmente cierto que el Eco-Idealismo, ante el boom mediático que provoca cualquier noticia relacionada con el «Cambio Climático», utiliza este escenario sensibilizado para alzar la voz e intentar influir en las conciencias de los ciudadanos sobre la necesidad de cambiar los hábitos económicos y de vida. Razones no les faltan. Según La Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN) en el informe anual de 2007, uno de cada cuatro mamíferos, un tercio de los anfibios, una de cada ocho aves y el 70% de las plantas están en situación de riesgo de desaparición, habiéndose documentado ya la extinción total de 785 animales o vegetales. Por no hablar de la contaminación del aire, aguas y de las talas indiscriminadas de bosque. La lista sería interminable.

Por si fuera poco, apelando a nuestro egoísmo y capacidad de olvido, algunos actores económicos oportunistas proponen que la solución a esta problemática, no pasa por reducir consumos, sino por apostar por energías como la nuclear. ¿Hubiera sido posible plantear estas cuestiones unos días después del fatídico accidente de Chernobil? (11) ¿Podemos considerar aceptable, responsabilizar a las generaciones venideras de la gestión de nuestros residuos radiactivos? (12).

La lógica del capital, que ha confundido desde el principio «Progreso» con «Progreso Económico» ve en el fenómeno «Cambio Climático» una amenaza real, porque conoce perfectamente la potencia del miedo y la capacidad que tiene este para provocar cambios en cualquier sentido. Hasta ahora, el marketing del miedo, siempre había jugado a su favor, pero en este caso el contexto es diferente. Todas las medidas encaminadas a combatir el cambio climático son regresivas desde el punto de vista del consumo y por lo tanto, impactan en la rentabilidad económica y la lógica capitalista. A la humanidad se le presenta una oportunidad única. Necesita utilizar esta crisis para lanzar una revolución silenciosa y pacífica que nos permita salir de esta situación que no nos conviene, que nos vuelva a ubicar dentro de la naturaleza y que doblegue un sistema que no nos hace felices en nuestra opulencia (13) y ansiedad de consumo nunca saciada y que es, además, sumamente injusta respecto a otros pueblos y las generaciones venideras. Debemos comprender que la legitimidad en el consumo de recursos, que son comunes y patrimonio de todos, no puede solamente manar de la capacidad económica. Quizás debamos asimilar que la salud del planeta es condición de posibilidad de la biodiversidad, de la vida saludable e incluso, de la economía. Pero no de cualquier economía, sino de una economía sustentada en criterios de necesidad, y no de maximización del beneficio. ■

(1) En noviembre de 1998 el barril de petróleo BRENT estaba a 10 dólares. En Julio de 2008 a marcado un máximo de 138 dólares. El director del FMI, Dominique Strauss-Khan, ha señaló recientemente que, de seguir así, el precio del petróleo podría alcanzar los 200 dólares el barril a corto plazo.

(2) Los bancos centrales más importantes se han visto obligados a inyectar liquidez en el sistema financiero en varias ocasiones durante los últimos meses, con el objetivo de evitar el colapso del sistema bancario a nivel mundial.

(3) Pedro Solbes, actual ministro de economía español, hizo unas declaraciones en Julio de 2008 en las cuales consideraba que íbamos a afrontar en España «la crisis más compleja que nunca hemos vivido por la cantidad de factores que están encima de la mesa».

(4) LA FAO teme disturbios y hambruna por crisis alimentaria relacionada con alza del precio de los alimentos, en 37 países, según informe presentado por el director del organismo en abril de 2008.

(5) Irak posee reservas probadas por el orden de los 112 mil millones de barriles y probables de 215 mil millones de barriles. Después de Arabia Saudita es el segundo país de la OPEP con más reservas dentro de su territorio. El gobierno americano invadió Irak en la primavera del 2003, después de lanzar el mensaje sobre la supuesta certeza de la existencia de armas de destrucción masiva dentro del país. El subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, uno de los ideólogos neoconservadores de la guerra, afirmó en Vanity Fair (julio de 2003) que «lo de las armas de destrucción masiva era una idea para lograr mayor consenso contra la guerra; lo importante era derrocar a Sadam».

(6) El Protocolo de Kyoto sobre el cambio climático es un acuerdo internacional que tiene por objetivo reducir las emisiones de seis gases provocadores del calentamiento global. Para lograrlo, la única vía es reducir el consumo de los combustibles fósiles.

(7) Según La Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN) en el informe anual de 2007, uno de cada cuatro mamíferos, un tercio de los anfibios, una de cada ocho aves y el 70% de las plantas están en situación de riesgo, habiéndose documentado ya la extinción total de 785 animales o vegetales.

(8) La encuesta del CIS de Julio de 2008, revela que el problema que más preocupa a los españoles, es la situación económica.

(9) Jorge Alcalde, Las Mentiras del cambio climático, LibrosLibres, 2007

(10) Casi treinta años después del acuerdo de la Asamblea General de Naciones Unidas (renovado en la Cumbre de Copenhague sobre Desarrollo Social) de destinar el 0.7% del producto nacional bruto (PNB) de los países del Norte a la Ayuda al desarrollo, el modesto objetivo está lejos de conseguirse. El conjunto de la Unión Europea destina un 0.42% de media, Japón un 0.29% y Estados Unidos tan sólo un 0.15 %.

(11) El accidente de Chernóbil, acontecido en dicha ciudad de Ucrania el 26 de abril de 1986, ha sido el accidente nuclear más grave de la Historia, siendo el único que ha alcanzado la categoría de nivel 7 (el más alto) en la escala INES. La cantidad de material radiactivo liberado, que se estimó fue unas 500 veces mayor que la liberada por la bomba atómica arrojada en Hiroshima en 1945 Los efectos a largo plazo del accidente sobre la salud pública siguen vigentes.

(12) Un sólo gramo de Plutonio es capaz de causar cáncer a un millón de personas. Con una vida media de 24.110 años, este isótopo emite radiactividad durante cerca de 250.000 años. En las varillas o barras de combustible gastado de los reactores nucleares también se encuentran sustancias como el neptunio 237 (237Np, vida media de 2.130.000 años) y el 240Pu 240 (vida media de 6.600 años).

(13) Un reciente informe de la Dirección General de Farmacia del Ministerio de Sanidad y Consumo reconoce que en sólo cinco años el consumo de ansiolíticos y tranquilizantes ha aumentado casi en un 40%. El consumo, según Sanidad, ha pasado de 23 millones de envases a 33 millones en un quinquenio. El estrés y la ansiedad es la primera causa de consulta médica o psicológica.