Isidro Fainé -o Isidre, depende del lugar y las circunstancias- es, como es sabido, presidente de CaixaBank y de la Confederación Española de Ejecutivos y Directivos (CEDE). Un miembro muy pero que muy representativo de esas 400 familias que según el senyor Millet-Palau-Convergència (que sabe muy bien en este caso de qué habla) mandan en […]
Isidro Fainé -o Isidre, depende del lugar y las circunstancias- es, como es sabido, presidente de CaixaBank y de la Confederación Española de Ejecutivos y Directivos (CEDE). Un miembro muy pero que muy representativo de esas 400 familias que según el senyor Millet-Palau-Convergència (que sabe muy bien en este caso de qué habla) mandan en Catalunya, un «gran señor de Barcelona» que suele formular mejor que bien sus intereses, sus posiciones y su concepción del mundo y de las clases que representa. En un artículo publicado el pasado martes en el diario global-imperial que llevaba por título «La clave, la internacionalización» [1], escrito por él o por algún ayudante, mostraba algunas aristas de esa cosmovisión. Para a saber a qué atenernos en esta España ultraconservadora en posición firmes y rescate y en esta Catalunya dirigida y hegemonizada hasta el momento por convergentes, unionistas y afines, vale la pena reparar en algunos de sus argumentos y reflexiones.
La tesis defendida: el éxito del sector exterior de la economía va a ser decisivo para la salida de España -no habla aquí don Isidre sólo de Catalunya- de la crisis.
Hablando básicamente para sus correligionarios, el presidente de Caixabank señala que, a pesar de la gravedad de la situación, ahora más que nunca, «debemos distanciarnos de las dificultades -que no ignorarlas-, reflexionar, analizar nuestra estrategia, nuestros cimientos, y reconocer en ellos nuestras fortalezas». Fortalezas, añade, que, por muchos errores cometidos (errores que no ejemplifica), «siguen estando ahí». Él quiere destacar en su artículo «una fortaleza concreta, no solo por la trascendencia que ha adquirido durante este periodo de dificultad sino, sobre todo, por su exitosa trayectoria durante más de una década». La fortaleza señalada: «la capacidad de internacionalización de las empresas españolas».
Los datos esgrimidos: entre 2000 y 2008, el volumen de exportaciones españolas creció un 5% anual. Si esta cifra es encomiable, su avance desde 2010 ha sido espectacular «con un crecimiento anual promedio del 7%». Junto a las alemanas, las empresas españolas han sido «de las primeras en recuperarse de la debacle del comercio mundial en 2009 y de las pocas, en Europa, que ya han superado sus niveles de antes de la crisis». El éxito del sector exterior, cabe atribuirlo, desde luego, está hablando de nuevo para sus colegas empresariales, «al buen quehacer de un nutrido grupo de empresas que han sabido potenciar y explotar sus ventajas competitivas más allá de nuestras fronteras». El sector empresarial, concluye don Isidre, «ha mantenido un espíritu de iniciativa constante, superación e ingenio del que, por fortuna, seguimos y seguiremos beneficiándonos».
Ahora bien, y aquí empieza a entrar don Isidre en materia, este impulso exportador pasa de ser beneficioso a ser esencial «cuando el gasto interno no aporta el dinamismo suficiente». La economía española, asegura el presidente de la empresa donde sigue trabajando doña Cristina de Borbón, «está inmersa en un proceso de ajustes que lastrarán la demanda interna» por un periodo de tiempo, que no concreta pero asegura prolongado, por lo que -insiste de nuevo- la clave de la recuperación está en el sector exportador.
Por ello, añade, y no tiene ninguna vergüenza en señalar este nudo antisocial, «las ventajas en competitividad-precio cosechadas desde el inicio de la crisis constituyen un factor de apoyo imprescindible -SLA: im-pres-cin-di-ble- en un entorno cada vez más competitivo». ¿De qué ventajas están hablando don Isidre? De esta, por ejemplo, la cita él mismo: los costes laborales unitarios españoles en relación a los de la Eurozona han retrocedido 13 puntos porcentuales desde su máximo en 2008. ¡El 13% y en menos de cuatro años! ¿Está claro quien está pagando, es decir, sufriendo, los costes sociales y existenciales de la acometida empresarial, del éxito exportador de nuestras empresas? Ni que decir tiene que según don Isidre el sendero antiobrero recorrido es el mismo sendero que debe seguir recorriéndose. ¡Es esencial!
Con el abyecto lenguaje neoliberal de todos los días, don Isidre señala que las «dificultades del mercado interno» en el -acaso para consolarnos- corto plazo, componen también «una palanca de impulso para que más empresas españolas se animen a salir al exterior». Aquí, en España (incluida Cataluña), está señalando don Isidre, hay muy poco que pelar por el momento. Y durante «un período prolongado» y en el «corto plazo» (sic), tampoco.
Vienen luego los gritos empresariales de rigor, algunas consignas para una reunión agresiva de altos ejecutivos agresivos : «¡Nuestras empresas saben del enorme potencial que ofrece un mercado de alcance mundial!» «¡En muchos puntos del mundo, están emergiendo economías cuyas perspectivas de futuro son extremadamente halagüeñas y donde surgen y seguirán surgiendo grandes oportunidades». «¡Hay que buscarlas y aprovecharlas!» «La clave está en la anticipación y la innovación». En síntesis: adelante, siempre adelante. Las vaciedades nada inocentes de siempre.
Para que quede claro quiénes son los protagonistas de esta historia, los que cuentan en las cuentas, don Isidre señala que si bien desde el ámbito institucional «cabe emprender iniciativas que promuevan dicha labor y faciliten la internacionalización», el verdadero motor de la internacionalización «está en la propia empresa y en sus directivos». En ellos, sólo ellos. Para profundizar sobre su papel, la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos que él preside, reunirá en Madrid el 18 de octubre «a un millar de dirigentes» (es don Isidre o su secretario quien escribe) en su jornada anual. El lema «Liderando sin fronteras». ¡Liderando otra vez! ¿Qué les parece? ¿Está claro en qué consiste el gobierno de las élites? El encuentro, señala don Isidre como si estuviera hablando de la conquista del oeste americano o globalización similar, «permitirá también revitalizar la confianza necesaria para emprender el siempre difícil camino de la conquista de nuevos mercados».
Para finalizar, don Isidre asegura que «pocos cuestionan el hecho de que la internacionalización impulsa el crecimiento económico» -más madera, pues, más madera-, y repitiéndose de nuevo (les encanta escucharse a sí mismos) «dicho impulso pasa de ser beneficioso a esencial cuando el gasto interno no aporta el dinamismo suficiente».
Luego, claro está, viene el llamamiento final: España está en recesión, pero, no debemos tener ninguna duda, «saldremos del trance y para ello es básico confiar plenamente» en el sector exterior de la economía española. Como ha ocurrido en otras ocasiones -ahora don Isidre, o su redactor en la sombra, se nos ponen poéticos-, el sector exterior nos alumbrará «el camino hasta esa preciada luz al final del túnel».
En síntesis pues: exportaciones y más exportaciones; domesticación y mayor explotación de las clases trabajadoras españolas y que la suerte exterior nos acompañe. Saldremos (con las contrarreformas sociales necesarias) porque tenemos que salir. ¡Y olé y olé! Un olé que parece englobar en un grupo más o menos uniforme a los sectores dominantes de las clases empresariales españolas (las catalanas incluidas y en posición de liderazgo).
Nota:
[1] http://elpais.com/elpais/2012/10/13/opinion/1350149490_333538.html
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