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Una mirada desde Suiza

La crisis actual, hija de una nueva etapa de cambios político-electorales profundos

Fuentes: Rebelión

La clase política no sabe incorporar el fin del bipartidismo. La corrupción puede acarrear una sanción si se da una nueva vuelta electoral.

Las elecciones del 20 de diciembre produjeron un cataclismo en la institucionalidad española. Más de dos meses después, los principales partidos no han logrado, por el momento, formar un nuevo gobierno. Y la brújula política -salvo sorpresas de último minuto- marca hacia nuevas elecciones que se realizarían el 26 de junio.

El primer intento de investidura en las Cortes promovido por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), luego de concluir un acuerdo programático con Ciudadanos, fracasó en la sesión del 1 y 2 de marzo. Dicha alianza apenas logró contar con 130 votos, en tanto que 219 diputados se opusieron (el Partido Popular y Podemos) y la diputada de Coalición Canarias se abstuvo. La mayoría hubiera sido 176 votos en un congreso con 350 diputados.

Los mismos actores tendrán este primer viernes de marzo una nueva oportunidad de formar gobierno, esta vez con una exigencia menor: la mayoría simple de votos.

Rompecabezas institucional

Se trata de una tarea casi imposible si no se diera milagrosamente en las próximas horas un desbloqueo de algunos de los actores que facilite la investidura, evalúa el periodista suizo-español Benito Pérez, co-redactor en jefe del periódico helvético Le Courrier y agudo analista de la situación española.

Viendo los debates frontales del martes y miércoles de esta semana, donde hubo interesantes contenidos políticos sobre la mesa, se percibe que si bien el tema principal sigue siendo la conformación del gobierno, «los dirigentes ya esbozan argumentos en vista a la nueva campaña electoral de cara al 26 de junio, que por el momento aparece como la opción más factible», evalúa.

En este primer intento de inicios de marzo el PSOE logró un acuerdo programático con Ciudadanos que con sus 40 diputados constituye la cuarta fuerza electoral. Pero se distanció así de una posible negociación con Podemos. Para Benito Pérez, el escenario político español tiene mucho de un rompecabezas de difícil resolución. Y se lanza a evaluar las distintas piezas en juego.

«Ningún binomio de los cuatro partidos más votados el 20 de diciembre puede lograr mayoría, a no ser si se diera un gran acuerdo nacional entre los 123 diputados del Partido Popular y los 90 del PSOE, lo que parece imposible según las posiciones de ambas fuerzas, quienes perdieron en las elecciones su hegemonía bipartidista histórica, subraya el periodista.

En cuanto a una alianza de izquierda, una de las diferencias esenciales que complica un acuerdo entre socialistas y Podemos -que se convirtió en la tercera fuerza con 69 escaños- es el controversial tema de las autonomías regionales, analiza.

Mientras el PSOE tiene una base y un discurso españolista, Podemos, muy votado y con fuerte inserción en regiones claves como Cataluña, País Vasco y Galicia, incluye en su programa modificar de forma significativa la estructura político-institucional de España. «Tal vez podrían llegar a tibios acuerdos sobre una política social común, pero la cuestión regional se presenta como casi irresoluble», sentencia.

Por otra parte, insiste el analista, ante la pérdida significativa de votos socialistas en las elecciones de diciembre, -20 menos que en 2011- y el aumento fulgurante del electorado de Podemos, una parte del PSOE ve a esta fuerza emergente como una real amenaza. «Percibo que el PSOE está muy dividido a lo interno, lo que debilita al partido en sus negociaciones. Y no veo en su dirigente principal, Pedro Sánchez, la personalidad carismática que pueda ofrecer hoy por hoy una clara opción de gobierno», concluye Benito Pérez.

«Espectáculo lamentable»

Este proceso de investidura «me resulta un espectáculo lamentable de la política, explicable por la falta de capacidad de diálogo y consenso entre los partidos españoles», argumenta Enrique Ros, profesor suizo-español de la Universidad Pedagógica de Berna y director de cine.

Una democracia moderna europea debería estar basada en la diálogo serio y acuerdos de gobernabilidad, insiste Ros. «Sin embargo, observando este proceso que arrancó el 20 de diciembre, me vienen las imágenes de disputas entre niños y no entre dirigentes de talla nacional», esbozando una dura crítica.

¿Cómo explicar esta dinámica que amenaza, en caso de nuevas elecciones, que España no cuente con un gobierno hasta el próximo otoño?, preguntamos. «No saben manejar el fin del bipartidismo. En esta nueva etapa ya no son solo dos los que mandan, reemplazándose mutuamente, sino que entran en escena nuevos actores políticos», responde. El riesgo es grande, continúa evaluando el profesor universitario, que si no hay una salida que cada día que pasa parece más difícil, «se deban realizar nuevas elecciones que podrían tener resultados bastante semejantes a los de diciembre pasado».

Con la grave amenaza, además, que esta incapacidad política para asegurar una gobernabilidad a corto plazo – y que la mayoría de la gente desea-, «produzca un mayor grado de hastío hacia la política española, y su dirigencia», insiste Ros. Para quien la emergencia de fuerzas como Podemos y Ciudadanos, expresa ya, en cierta forma, el cansancio del electorado hacia los partidos tradicionales que han gobernado España desde el fin del franquismo. «No se trata de un juego entre niños, necesitamos soluciones relativamente urgentes en un país en el cual las cosas no van bien», subraya.

La corrupción puede castigar

Por otra parte, argumenta Ros, «es preocupante en este ya lamentable escenario político, que algunos de los principales dirigentes del Partido Popular, el más votado en diciembre pasado, estén acusados en procesos jurídicos por corrupción».

En caso de nuevas elecciones, tal vez el electorado sancionará con su voto en contra a los nuevos y sonados casos de corrupción que involucran a la dirigencia del PP, tanto en Valencia como en Madrid, complementa, Benito Pérez.

Quien evalúa que si bien los sondeos recientes sobre resultados de una eventual nueva elección no modifican significativamente la actual representación de las cuatro fuerzas más votadas, «pueden darse factores coyunturales que a último momento pesen, influyan y modifiquen equilibrios». La corrupción puede ser uno, subraya. La imagen de la gente con respecto a la flexibilidad de cada partido para realizar alianzas en el actual intento de investidura, podría ser otro factor decisivo, concluye.

Sergio Ferrari, en colaboración con SWISSINFO.CH 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.