En el marco del IV Foro Social Mundial de las Migraciones que se celebra en Quito, Ecuador, se debate acerca de las víctimas de la crisis financiera que recorre Occidente y afecta al mundo. Se analiza la situación de la mujer migrante, sus problemas y su vulnerabilidad. Tanto a las que viven en África como […]
En el marco del IV Foro Social Mundial de las Migraciones que se celebra en Quito, Ecuador, se debate acerca de las víctimas de la crisis financiera que recorre Occidente y afecta al mundo. Se analiza la situación de la mujer migrante, sus problemas y su vulnerabilidad. Tanto a las que viven en África como a su diáspora. Hablamos con Khadi Sakho, senegalesa afincada en París que lidera estudios de género en Forim (Forum des Organisations de Solidarité Internationale issues de Migration).
Con un sombrero rojo tocado, Khadi Sakho Niang, senegalesa afincada en París, expone su trabajo ante personas llegadas de todas partes del mundo. Lo hace en el IV Foro Social Mundial de las Migraciones, que se celebra en Quito, Ecuador, en medio del Estado de Excepción decretado por el Gobierno ecuatoriano la pasada semana. La Comisión Española de Ayuda al Refugiado ha preparado una serie de mesas que expondrán distintas aristas de las consecuencias de la crisis; y ésta es una de ellas.
Hablamos con Khadi acerca del impacto de la crisis en la mujer migrante o parejas de hombres sin trabajo y que han quedado varados en el continente europeo, mientras ellas asumen la carga familiar en el país de origen. Khadi Sakho trabaja a caballo entre su país natal y Francia para radiografiar esta realidad.
Ha abierto las puertas de su organización (Forim) a todas las mujeres africanas que lo deseen, a aquellas que necesiten ayuda, a las que no, a las que son explotadas, a las que viven bien y a las que viven mal. En África o Europa. A las que venden su cuerpo, a las que no saben leer, a las que se asocian para mejorar. Porque «las mujeres juntas, hasta la victoria», añade en español con un fuerte acento africano.
La crisis, defiende, ha afectado a las poblaciones más vulnerables de las sociedades de todas las latitudes. Ella pone el foco en África, en sus habitantes y su diáspora. Y en la cúspide de la vulnerabilidad están «las niñas, los niños y las mujeres». Como si de una radiografía de esta enfermedad capitalista llamada crisis se tratase, Khadi dice que comenzó a escuchar hablar de la crisis en África, sin que aquellos que hablaban de ella supiesen lo que era, cómo afectaba o aportase alguna novedad a la realidad cotidiana. «Era curioso que hablaban de algo que siempre han tenido, pero ahora lo hacían con energías renovadas». Algo sí estaba claro: «nadie entendía el rebuscado origen, era algo inimaginable».
Ahora, después de tres años de menos remesas, de compatriotas que regresan o que cambian de país y de menos dinero en las calles, están viviendo «el impacto sin saber de dónde vino ni qué es lo que vino». Dentro de los afectados por la crisis tanto en África como en su diáspora, las mujeres están jugando un papel determinante. «Aquellas mujeres que antes tenían un familiar fuera que mandaba dinero y que hacía que su familia fuese, por decirlo de alguna forma, algo superior, ahora se ven en igualdad de condiciones y reconocen que la cosa no ha mejorado tanto como pensaban cuando recibían remesas».
La mujer rural, «la que vio emigrar a su marido y a sus hijos mayores, es la más afectada. Llega a la ciudad y se encuentra excluida, obligada en el trabajo informal y se vuelve carne de explotación», agrega Khado. La Fundación que Forim ha puesto en marcha en Senegal da respuesta, ayuda e información a estas mujeres. Le ayudan en su formación «después de años de criar a sus hijos con las remesas, sin poder obtener algún tipo de autonomía».
Forim ha realizado un estudio en el que definen la pobreza africana de la siguiente manera: Mujer, de unos 18,5 años, que vive en el mundo rural y que normalmente es forzada a casarse con un hombre mayor que ella.
Las mujeres que se han visto sin dinero y sin formación, en el mejor de los casos, han copado el mercado informal de las ciudades más pobladas de sus países. Situación ésta que, según Khadi, «ubica a las mujeres en la punta de lanza de la vulnerabilidad, carne de explotación laboral o sexual».
Si todo va bien, las personas afectadas por la crisis reciben ayuda social, algo que, en primera instancia, «puede ser un impulso», pero que «no permite caminar con la cabeza alta ni cambiar de forma definitiva sus realidades», se queja Khadi Shako, que exige «respuesta educativa y económica, vía microcréditos, a una crisis económica». Tanto a los gobierno de occidente como a los africanos.
Algunos datos
Gentiana Susaj, especialista en trata de mujeres y salvaguarda de los Derechos Humanos, ha contrastado que en el 89% de los países africanos hay trata interior. De las personas con las que se trafica, el 34% van dirigidas a Europa, pero el 26% de ellas a Oriente Medio.
Susaj afirma que «la demanda de servicios sexuales por parte de los hombres, genera múltiples vías de explotación, cercanas a la esclavitud», asegurando que la prostitución, tras el tráfico de drogas, es el negocio que más dinero mueve de forma ilegal, elevando hasta 32.000 millones de euros la cifra del voluminoso negocio.
Fuente: http://www.guinguinbali.com/index.php?lang=es&mod=news&task=view_news&cat=2&id=955