Este jueves concluyó en Lima, la capital de Perú, la Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático, el evento alternativo a la vigésima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP20). Con el lema «Cambiemos el sistema, no el clima», la Cumbre de los Pueblos ha reunido […]
Este jueves concluyó en Lima, la capital de Perú, la Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático, el evento alternativo a la vigésima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP20). Con el lema «Cambiemos el sistema, no el clima», la Cumbre de los Pueblos ha reunido del 8 al 11 de diciembre alrededor de tres mil personas, que han participado en debates y ponencias sobre los problemas socio-ecológicos que afectan a América y al mundo. La crisis civilizatoria y los modelos alternativos de vida social, el calentamiento global y el cambio climático, o la agricultura y la soberanía alimentaria han sido algunos de los ejes temáticos que se han debatido durante los cuatro días que ha durado el encuentro.
«Nuestro objetivo, con este encuentro paralelo, es desenmascarar esas falacias sobre los cambios climáticos y la preocupación de los grandes grupos capitalistas, que en realidad son los responsables por la agudización de las condiciones degradantes de la naturaleza», señalaba Lourdes Huanca, de la Federación de Mujeres de Perú (Femucarinap).
Marcha Mundial por la Madre Tierra
El miércoles pasado, en su tercer día, la Cumbre salió a las calles de Lima para exigir justicia climática y defender los derechos de los pueblos y los bienes comunes. Alrededor de diez mil personas de organizaciones y movimientos sociales de diferentes países y continentes marcharon y colapsaron el centro de la capital peruana entre gritos contra las falsas soluciones del capitalismo verde y la exigencia a los gobernantes de comprometerse con propuestas audaces que ayuden a frenar el cambio climático.
Una de las representaciones más madrugadoras en llegar al inicio del recorrido, en el Campo de Marte, fue la de Attac Francia. Su portavoz, Maxime Combes, explicó que el objetivo principal para participar tanto en la Cumbre como en la Marcha era visibilizar que el cambio climático no se puede enfrentar solamente con discursos entre los gobiernos, y que por lo tanto hay que movilizar a la ciudadanía y construir un movimiento de base muy grande para transformar de manera profunda la sociedad. «La próxima COP se va a realizar en nuestro país el año que viene, y para nosotros es muy importante construir acciones y tener más fuerza con los movimientos sociales de América del Sur. Es necesario construir puentes entre las luchas de aquí y las que tenemos en Europa contra el fracking, contra las políticas de austeridad, o contra el TTIP», aseguró.
Bajo el sol radiante de la primavera limeña, la marcha se demoró varias horas hasta llegar a la plaza San Martín, donde intervinieron representantes de organizaciones sociales. «En todas las soluciones propuestas por el capitalismo para salvar el capital, el precio lo pagan las mujeres, por el control del cuerpo y de los territorios. El despojo de nuestras tierras, de nuestros medios de trabajo, de nuestras aguas, bosques y mares es cada día más visible», aseguró desde el escenario la mozambiqueña Graça Samo, de la Marcha Mundial de las Mujeres.
En el contexto peruano, la marcha fue tildada de histórica con numerosas referencias a la unidad de las fuerzas sociales para seguir denunciando las políticas públicas anti-ambientales del Gobierno de Ollanta Humala, en una semana en la que el gobierno peruano ha presentado el cuarto paquetazo ambiental que debilita, todavía más, las leyes ambientales en el país. En este contexto, Rocío Silva, de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos del Perú (CNDDHH), describió la situación en el país de «complicada», ya que los líderes de las luchas de resistencia ambientales están siendo criminalizados y su organización continúa recibiendo nuevos casos.
Para Aroa de la Fuente López, española residente en México y perteneciente al Centro de Análisis e Investigación de México, Fundar, la COP20 ya tiene sus propios planes, aunque piensa que la única manera para que realmente cambien de actitud es a través de la presión de la sociedad civil. «En cualquier espacio, si no está la sociedad civil exigiendo a los gobiernos, estos no hacen nada. Por eso es necesario seguir luchando y seguir insistiendo», aseveró.
Declaración de Lima
«La Cumbre de los Pueblos cuestiona la captura corporativa de la COP20. Las grandes transnacionales acompañan a los gobiernos en las negociaciones globales para acordar medidas que tienen como único fin limpiar de responsabilidades a los países industrializados». Así comienza la Declaración de Lima, que fue entregada al ministro peruano de Ambiente y presidente de la COP20, Manuel Pulgar-Vidal.
El documento, que recoge las conclusiones de los debates de la Cumbre de los Pueblos, solicita a los países desarrollados «considerar las responsabilidades históricas y la deuda histórica y ecológica que mantienen con los países del sur». Además, exige que los pagos por servicios de la deuda externa e interna se destinen a hacer frente a la crisis climática, «porque de ello depende la supervivencia de la humanidad y de las especies vivas del planeta».
Por último, los participantes de la Cumbre reclaman en su Declaración el «reconocimiento de la propiedad territorial de las comunidades indígenas» y se niegan a aceptar «el control externo de los territorios ni los procesos de negociación e implementación de las falsas soluciones al clima». También pidieron un «impuesto global a las transacciones financieras internacionales, que brinde fondos suficientes para garantizar la transición justa hacia un modelo inclusivo de justicia social».
A partir de este momento y ya finalizada la Cumbre de los Pueblos, las organizaciones y movimientos sociales pondrán su mirada en el próximo año para continuar sus movilizaciones, con especial referencia a la COP21 que se celebrará en el mes de diciembre en París y en donde los Estados deberán firmar un acuerdo universal vinculante que reemplace al Protocolo de Kyoto.
«Seguiremos fortaleciendo la articulación de nuestras luchas de forma activa, y desde ya los movimientos sociales del mundo nos preparamos para dar continuidad a las luchas desde nuestros territorios, en defensa de la vida, hasta que nuestras exigencias sean atendidas. Seguiremos en la lucha hasta cambiar el sistema y no el clima». Con esta advertencia concluía la Declaración de Lima y la Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático de 2014.
Orlan Cazorla (@orlancazorla) es periodista freelance en América Latina. Autor de www.orlancazorla.net
Fuente original: http://www.lamarea.
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