Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y Estado republicano. Estábamos aquí. Desde tu perspectiva, me sitúo ahora en un ejemplo concreto, ¿qué fueron realmente las llamadas «leyes de […]
Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y Estado republicano.
Estábamos aquí. Desde tu perspectiva, me sitúo ahora en un ejemplo concreto, ¿qué fueron realmente las llamadas «leyes de Solón»?
Las leyes de Solón, considerado uno de los siete sabios de Grecia, vive en Atenas durante un periodo en que los ricos, los plusioi, habían acumulado mucha riqueza y poder. Los pobres, campesinos, etcétera, que se veían obligados a endeudarse con los ricos y no podían pagar sus deudas, sus hipotecas, eran expropiados e incluso eran obligados a venderse como esclavos para pagarlas. Esto produjo una situación de gran conflictividad social, de lucha de clases en contra de esta situación. Solón legisla contra la ruina por hipoteca y contra la esclavitud por deudas.
A parte de esto, se sabe poco sobre la legislación, sobre las leyes concretas de Solón. Lo mismo que sobre las leyes de Clístenes. Ambos personajes, fueron partidarios de los pobres, del bando del demos, y legislaron para el demos. Por eso la tradición democrática posterior, la de la propia Atenas en primer lugar, los tenía por nombres representativos, por emblemas de la democracia. Pero ambos legisladores son anteriores al año 480 antes de nuestra era, tal como nos recuerda el gran estudioso Luciano Canfora.
Me alegra que hables de Canfora en estos términos.
¿Cómo no? Ese año, los persas invaden el Ática, toman Atenas, la saquean e incendian y la arrasan por completo, incluidos la totalidad de los edificios que componían la Acrópolis, según explica Heródoto. Casi con seguridad los archivos de la polis ardieron en esa devastación sistemática, y no fue posible saber con posterioridad a esta fecha lo que fueron, a ciencia cierta, los legados legislativos concretos de estos grandes personajes de la democracia ateniense. Sí es cierto que los Treinta Tiranos, que pretendían aniquilar la democracia desde sus raíces con el golpe terrorista del 404, declararon querer destruir el legado de estos legisladores, pero no explicitaban en qué consistía. Pero seguramente se trataba de hacer desaparecer esa tradición.
¿Por qué afirmas, cosa que me ha sorprendido, que demos es un término descalificador? ¿Qué descalifica?
El término demos es utilizado para distinguir a los pobres de los ricos. Demos es sustituible, en los textos clásicos, por otros términos tales como plezos, o sea, masa, aporoi, o sea pobres, fauloi, esto es, gentes de poca calidad. Estos son los términos sinónimos de demos. Y los antónimos son los de aristoi, los mejores, los euporoi, o ricos, los oligoi, los pocos, etcétera. Aristóteles insiste en que democracia es la denominación del régimen de los pobres, que son considerados como inferiores. Y es un régimen que se instaura mediante la lucha, la lucha social de los pobres contra los ricos. Lo mismo que el régimen oligárquico se instaura mediante la lucha: son como el viento del este y el del oeste, al decir de Aristóteles, porque se contraponen, chocan.
La democracia era, en consecuencia, lo fue para toda la historia de la tradición, hasta comienzos del siglo XX que es cuando se produce su alteración de significado, el régimen político en el que los pobres imponen su poder mediante las luchas de clases.
Otra sorpresa: las luchas de clases, señalas, «dieron lugar a diversos tipos de regímenes, dentro de los cuales la fracción dominante que ejercía la hegemonía era, unas veces, el demos, los pobres; la aristocracia, pero todos se veían obligados a respetar los derechos de los polites, o ciudadanos, pobres». ¿Todos se veían obligados a respetar los derechos de los ciudadanos obreros? ¿Y los regímenes tiránicos u oligárquicos de aquellos años?
La historia de las polis helénicas está repleta de luchas sociales, de luchas entre pobres y ricos. La forma de instaurar un régimen a menudo era muy violenta. Los oligarcas organizaban golpes de estado, contra la democracia, allí donde podían. En Atenas, por ejemplo, tras la guerra del Peloponeso, el régimen de «los Cuatrocientos», impuesto por golpe de Estado de los oligárquicos, en el 411 antes de nuestra era, tras la derrota de Sicilia. Y el de los Treinta Tiranos, en el 404, éste último particularmente feroz y sanguinario, basado en el terror blanco sistemático a cargo de los aristois, uno de cuyos cabecillas, según nos explica Luciano Canfora, fue Jenofonte, noble, uno de los dos hiparcos o jefes de la caballería, el cuerpo armado aristocrático a cuyo cargo corrió la ejecución de la violencia masiva sistemática. Y que, una vez fracasado el golpe gracias a la lucha armada, dirigida por Trasíbulo, huye enrolándose en la expedición armada denominada Anábasis.
Un régimen político puede comenzar por una acción violenta, un levantamiento de masas, e incluso por un golpe terrorista de estado, orquestado desde los aparatos de estado.
Pero, tal como nos recuerda Aristóteles, un régimen solo se estabiliza y perdura si crea consenso mayoritario, si tiene en cuenta los intereses de las mayorías, y es capaz de darles cabida, solución, dentro del proyecto social hegemonizado por una fracción, dejando así aislada, en minoría, la alternativa política opuesta.
Estoy pensando, me haces pensar en Gramsci.
Declarar que un régimen, por el hecho de ser horrible, fue siempre minoritario, que no tuvo arraigo de masas, que fue siempre obra de un minoría, o del terror policial -el fascismo, el nazismo, el franquismo -, es una inconsistencia -para decirlo de forma neutra-.
Sí, sí, evidentemente, tienes toda la razón.
No solo la democracia es un régimen de masas. Lo es todo régimen que se estabiliza y perdura. Porque esa es su condición material, histórica. Todo lo demás, la idea de que los regímenes terribles, reaccionarios, lo son sin aquiescencia y apoyo de masas -o que, dentro de esta línea de argumentación, nadie sabía en Alemania de los campos de exterminio de izquierdistas, judíos, homosexuales y gitanos-, eso es falso.
En este sentido, escribe Aristóteles -y me permito subrayar la frase importante, la que tiene que ver con lo que tratamos-:
«No se debe considerar democracia, como suelen hacer algunos en la actualidad, simplemente donde la multitud es soberana (pues también en las oligarquías y en todas partes es soberano el elemento mayoritario); ni tampoco oligarquía donde unos pocos ejercen la soberanía del régimen. En efecto, si fueran mil trescientos ciudadanos, y de entre estos, mil fueran ricos y no hiciesen partícipes del gobierno los trescientos pobres, pero libres e iguales a ellos en lo demás, nadie diría que esos se gobiernan democráticamente. Igualmente también en el caso de que unos pocos sean pobres, pero más fuertes que los ricos, aunque estos sean más, nadie llamará a tal régimen una oligarquía si los demás, aun siendo ricos no participan e los honores. Más bien hay que decir que existe democracia cuando los libres ejercen la soberanía, y oligarquía cuando la ejercen los ricos. Pero sucede que unos son muchos y otros pocos, pues libres son muchos y ricos pocos» -Aristóteles, Política, 1290 a, 1290 b, Ed Gredos, M. 1988, pág. 225.
Es muy pertinente el texto que has seleccionado.
Volviendo a los regímenes helénicos, bueno, dejo de lado Lacedemonia -«Esparta»-, donde el consenso se sostenía pero menudeaban unas matanzas tremendas. Los regímenes de las polis, que estaban en perpetuas guerras con otras polis, y con los Persas, que tenían a los ciudadanos libres pobres en lucha dentro de la polis contra los ricos, debían tener la capacidad de crear una cohesión interna, que les permitiese enfrentar el peligro exterior, y el de la instabilidad interior, el de la guerra civil .
Precisamente ese es el gran mérito del demos, de los pobres libres de las polis democráticas helénicas y de Atenas en concreto. Ser capaces de pensar políticamente. Una persona que estudia muy agudamente la democracia griega, la ateniense en concreto, es Arthur Rosenberg, este gran historiógrafo y teórico marxista.
Hemos hablado de él en varias ocasiones.
Sí, sí. Rosenberg nos explica en su libro Democracia y lucha de clases en la antigüedad que la habilidad de los pobres para sostener su régimen, el de la democracia, consistía en su capacidad de crear un consenso en torno su proyecto, en el que cinco séptimas partes de la población se sentían acogidas en el bloque popular organizado por el demos.
Incluso tras la guerra civil con la que termina el golpe atroz de los Treinta Tiranos, en la batalla de El Pireo, a pesar de los asesinatos masivos, a manos de los aristoi, de demócratas, que llegaron a ascender al cinco por ciento de la población, los vencedores, los demócratas, promulgan una amnistía. Porque se trataba de reconstruir el bloque social mayoritario sobre el que descansaba la democracia, el movimiento de masas organizado de la democracia.
No olvidemos, que dice Hegel que dice Plutrarco que Aristóteles dijo a Alejandro que debía gobernar a los griegos, «hegemonikós» -´ηγεμονικωζ-, ejerciendo la hegemonía, no la violencia despótica, reservada para los no griegos.
La teoría de la hegemonía, que llega a Gramsci mediante Hegel, es griega. Aristotélica si se quiere.
Hablo de nuevo de Aristóteles: hay democracia, es una cita del libro, cuando «son soberanos los que no poseen gran cantidad de bienes, sino que son pobres». ¿Sigue siendo así en la actualidad? ¿Ese es tu concepto de democracia?
En la actualidad, el sentido de la palabra se ha corrompido.
Nos haces un poco de historia semántica a continuación.
Cuando quieras nos ponemos.
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