Tomo pie en la excelente crónica de Pau Rodríguez para Público [1]. «La acampada de Barcelona tiene fecha de caducidad, su espíritu no» ha señalado con acierto. Desde hace varios días se está intentando con éxito trasladar la movilización de plaza de Catalunya hacia los barrios barceloneses. Se pretende con ello llegar a más gente […]
Tomo pie en la excelente crónica de Pau Rodríguez para Público [1]. «La acampada de Barcelona tiene fecha de caducidad, su espíritu no» ha señalado con acierto. Desde hace varios días se está intentando con éxito trasladar la movilización de plaza de Catalunya hacia los barrios barceloneses. Se pretende con ello llegar a más gente e intervenir en un ámbito más local. En plaza de Sants, por ejemplo, centenares de personas se concentraron en la noche del 24 de mayo para dar su apoyo a la primera acampada barcelonesa aparte de la del centro de la ciudad. Empezaron la acción del domingo 22 y han alcanzado ya un importante nivel de autogestión. Pol Casas, uno de los acampados, señala el periodista de Público, ha apuntado ejes centrales que deben abonar la movilización de los indignados: de este modo, ha dicho Casas, se podrán trabajar temas como los de Can Batlló, un espacio ocupado si no ando errado, y los despidos que se han producido en numerosas empresas del barrio.
Se ha sumado a las acciones Nou Barris, uno de los barrios más activos de Barcelona. Esta misma noche, el jueves a más tardar, empezará la acampada de sus indignados y rebeldes. En Gràcia se sigue en pie de paz y rebeldía desde el 15 de Mayo: cacelorada diaria, asamblea y marcha hacia la Plaza de Catalunya para asistir a la asamblea general. El objetivo es también que las asambleas de barrio se reúnan periódicamente.
Hay otra senda que debe ser impulsada. Ya se empezó ayer. Cincuenta acampados se trasladaron a Santa Perpetua de la Moguda, a la planta de Alstom, para sumarse a la protesta obrera contra los planes de la multinacional. Un ERE dejaría unas 400 personas sin trabajo. Otros acampados interrumpieron una reunión del rectorado de la UB donde se discutía los ajustes económicos que va a tomar la institución. Santa Coloma de Gramenet, una ciudad obrera pegada a Barcelona, también ha iniciado sus movilizaciones. En el momento en que escribo está a punto de celebrarse un acto en la plaza de Catalunya con los trabajadores de Telefónica. El despido, la reconversación de puestos de trabajo en condiciones dignas en trabajo precario y externalizado que afectaría a más de 5.000 trabajadores después de que la multinacional de Alierta haya obtenido el mejor resultado de su historia, no puede ni debe permitido.
Más tarde que pronto, un día, la plaza de Catalunya dejará de cobijar acampados indignados llenos de justas y documentadas razones. Pero nunca más será como antes y jamás podremos olvidar ni olvidaremos estos días «de lluvia y rosas», de participación, discusión, solidaridad, democracia y lucha. Lo mejor de nosotros mismos anda por ese espacio urbano. Amar es combatir, dijo el mejor Octavio Paz.
Mientras tanto -¡ay, mientras tanto!, que diría García Lorca- los privilegiados y sus representantes políticos siguen maquinando sus planes antisociales que, por ahora, se concretan, aparte de decrementos fiscales a sectores privilegiados y en escandalosas reformas en la Ley de Sucesiones, en un recorte del 10% de los gastos corrientes en el presupuesto: unos 2.600 millones de euros respecto a las cuentas de 2010 [2]. El ejecutivo catalán, por boca del president Mas y de su portavoz, el señor Francesc Homs, afirman que el gobierno se siente reconfortado por los resultados de las elecciones municipales del pasado 22 de mayo i «fins i tot», e incluso reforzado (reforçat, sic) por su política de recortes en el gasto público social. Por ese motivo, prosiguió Homs, en un toque casi formalmente leninista, el ejecutivo catalán no se plantea dar ningún paso atrás en los ajustes que se han de realizar, necesariamente of course, de cara a preservar, tomen nota, «el Estado de bienestar y la cohesión social» [3]. Sólo existe una alternativa a los recortes que han emprendido concluyó el señor Homs: el colapso del sistema.
Qué entiende por «colapso del sistema» el portavoz del ejecutivo no es asunto a tratar ahora, aunque cabe señalar como mero apunte que eso mismo sostienen las personas acampadas en la plaza Catalunya y en otras plazas, y los ciudadanos que con ellos simpatizamos: el sistema tiene que colapsar un día u otro a no ser que, sumisos, serviles y suicidas, admitamos esa infamia creciente de desigualdades sociales inconmensurables, ese ataque permanente a la línea de flotación de conquistas obreras que han necesitado décadas y décadas de lucha para ser alcanzadas.
Eso sí, es necesario detenerse brevemente en los resultados electorales del pasado 22 de mayo, comparando con los resultados de 28 de noviembre de 2010 en las elecciones autonómicas, medio año de diferencia, para ver si es cierto o no, como han señalado el president Mas y el portavoz catalán, que las urnas han legitimado su política de ajustes y recortes sociales.
En las elecciones del 28-N, el censo electoral de Catalunya era de 5.363.688 votantes. Votaron 3.152.630 ciudadanos, el 58,78%. De ellos, 1.202.830, votaron a CiU, el 38,43% de los votantes (¡y algo más del 22% del censo!). En las elecciones municipales de 22 de mayo, el total de votantes ha sido de 2.919.738, el 55,01% del censo; la abstención ha alcanzado la cifra de 2.388.089, el 44,99% (superior a la de las autonómicas), los votos en blanco han sido 119.702 y los nulos 50.331 [4]. CiU ha obtenido en estas elecciones 778.042 votos, 3.860 regidores, el 27,12% de los votantes (algo inferior al 14% del censo global catalán). Es decir, aún admitiendo que son elecciones distintas pero ha sido el portavoz del ejecutivo quien las ha comparado [5], CiU ha obtenido… 424.788 votos menos.
¿Este resultado ratifica, refuerza incluso, la política de recortes sociales del ejecutivo catalán? ¿Qué lógica usan Mas y Homs en sus inferencias? ¿Algún modelo no-standard paraconsistente? ¿Disminuir en más de un 30% los votos obtenidos en las elecciones autonómicas refuerza una política que aumenta los privilegios de los ya muy privilegiados y esquilma el demediado Estado de bienestar catalán, que en ningún caso es un nudo avanzado del Estado de bienestar español? ¿Es eso o es otra cosa que no tiene nada que ver con urnas y con resultados electorales?
Notas:
[1] Pau Rodríguez, «La indignación de plaza Catalunya contagia a los barrios», Público, 25 de mayo de 2011, p. 21.
[2] Albert Martín Vidal, «El govern veu legitimats a les urnes els seus ajustos». Público, 25 de mayo de 2011, p. 2( edició catalana).
[3] Será por eso que 180.000 trabajadores públicos de la Generealitat se quedarán este año sin la aportación a su plan de pensiones que la Generalitat hacía anualmente desde hace unos cinco años (algo que, por otra parte, los sindicatos jamás deberían haber aceptado: un plan de pensiones privado de todo los empleados públicos contraído con La Caixa) y el fondo de acción social, que financia algunos gastos sociales de los trabajadores públicos, quedará reducido a la mitad. Las medidas serán introducidas por Gobernación, la conselleria de Felip Puig, en el anteproyecto de presupuestos.
[4] Obsérvese que si restamos de los votantes, los votos nulos y en blanco; y sumamos a las abstenciones estas cantidades, la situación quedaría así: votos (- nulos y blancos): 2.749.705; abstenciones (+ nulos y blancos): 2.558.122, menos de 200 mil votos de diferencia.
[5] Respecto a las elecciones, estas municipales, de 2007, CiU ha obtenido unos 50.000 votos más. Ningún éxito rotundo. Del 3,29% de los votantes del Estado ha pasado al 3,45%; de 723.325 votos ha pasado a obtener 778.679.
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