Recomiendo:
0

La ecología, la gran olvidada de la revolución tunecina

Fuentes: Ecopolítica

Hay que reconocer que frente al gran trabajo económico y social realizado en Túnez desde el 14 de enero de 2011, la ecología no ha logrado encontrar su lugar en la agenda y el discurso de las organización políticas. En un país donde la soberanía alimentaria todavía no ha sido alcanzada, donde la gestión de […]

Hay que reconocer que frente al gran trabajo económico y social realizado en Túnez desde el 14 de enero de 2011, la ecología no ha logrado encontrar su lugar en la agenda y el discurso de las organización políticas.

En un país donde la soberanía alimentaria todavía no ha sido alcanzada, donde la gestión de la basura es un elemento de descontento en las ciudades, donde la dispersión urbana, favorecida por las construcciones anárquicas, hipoteca las tierras cultivables, donde la dependencia energética se reserva aún a la gente con poder y donde la degradación de los litorales por la industrias químicas desespera a los tunecinos, la ausencia de una sensibilidad ecológica no deja de sorprendernos.

Entre nuestras y nuestros conciudadanos, entendemos esencialmente dos explicaciones: en primer lugar, existen otras prioridades en un país que acaba de vivir una revolución y, en segundo lugar, la ecología es un problema de los países desarrollados. Hay que entender que estas dos explicaciones se complementan en el sentido en que imaginamos la sociedad de derechos y libertades a la cual debe llevar la revolución como una nación desarrollada y post-industrial para la cual el productivismo junto con sus grandes y molestas industrias es un paso obligado. En la percepción popular, la ecología es un ideal político para los ricos; por lo cual es un lujo que Túnez todavía no se puede ofrecer en estos tiempos difíciles.

En resumen, para los actores políticos tunecinos, si la ecología no encuentra aún su sitio en el campo político se debe a que hay que dar prioridad al crecimiento económico a la espera de que el tunecino de clase media prospere lo suficiente para poder darse el lujo de preocuparse por estos temas. Por tanto, antes de todo, hay que atacar a esta clase de ideas.

En primer lugar, ¿es el medio ambiente tan solo una preocupación de los países ricos?

Si consideremos que se trata a la vez de abordar la falta de recursos, su gestión y su reparto, la respuesta es claramente no. En verdad, un país como Túnez no dispone de muchos recursos. Este inconveniente no hace más que preocupar para un futuro, sobre todo en lo relacionado con los recursos energéticos y las tierras cultivables. (Un ejemplo claro de esta falta de recursos es que Túnez es uno de los pocos países africanos que no dispone de un Ministerio del agua)

Además, sabemos que las previsiones sobre la evolución del clima en torno al mediterráneo muestran un desequilibrio pluviométrico creciente entre las dos riberas. Si no se hace nada en los próximos decenios, se amenaza a esta fina banda de tierra que nutre el Norte de África a desaparecer.

Asimismo, la ecología política se cuestiona una serie de preguntas cuyos efectos son visibles por todos lados y todos los días: disminución de los recursos y cambios climáticos a nivel mundial, erosión de los suelos y amenazas al patrimonio medioambiental a nivel nacional. Debido a su preocupación hoy sobre la agricultura y la nutrición, se dirige de hecho en primer lugar a los países en vías de desarrollo.

¿Es la ecología una prioridad de segundo plano en un país que acaba de salir de su revolución?

Plantear de este modo la pregunta es ya hacer una especie de jerarquía entre los derechos de la mujer en la nueva constitución, la protección social del salario y la protección del medio ambiente. Digamos simplemente que los ejemplos ahora enunciados no son realmente cumulativos en la conciencia del ciudadano o del que decide. De hecho, yo puedo querer a la vez la igualdad entre hombres y mujeres sin que ello me quite el deseo de un medio ambiente mejor.

Sin embargo, si entendemos la prioridad en función de las necesidades que se nos presentan a nosotros, vemos como la ecología en Túnez Tiene ciertas urgencias que se ven en la vida cotidiana: Precio de la energía, reducción de la superficie cultivable, Desgaste de los litorales, Residuos no reciclados y por las calles etc. Sea la que sea la manera en la que aprehendamos la noción de prioridad no tiene valor suficiente para dejar siempre para mañana las cuestiones medioambientales.

¿Hacer del crecimiento económico un proyecto en si es una prioridad?

El problema de la noción de prioridad es que nos hace pensar intuitivamente al «empleo y el crecimiento». Esto implica una especie de obsesión donde el PIB se convierte en un fetiche para el proyecto político de la mayor parte de los partidos políticos. La deriva del ultra liberalismo empieza sin duda justo en el momento en el que el bienestar de los individuos pasa a un segundo plano en detrimento del PIB. Actitud realmente reprochable en una Túnez que, recién acabada su revolución, intenta supuestamente tener una reflexión más profunda en lo que se refiere a los derechos de la persona.

Pero, aparte de estas consideraciones, hemos de tener en cuenta que el crecimiento no puede ser un proyecto en si mismo. Ya que producir a no importa a que precio va generalmente en detrimento del medio ambiente y de los recursos: recurrir a la producción inmediata no es un factor de desarrollo, incluso puede llegar a ser un factor de destrucción si se hacen malas elecciones. Por ejemplo, en Túnez empezamos a conocer los efectos de una industria química mal administrada. Aun participando a la producción nacional, y por tanto, a su crecimiento, perjudica nuestros recursos agrícolas, por lo que amenaza nuestra capacidad de abastecimiento. La ecología política es justamente rechazar la elección entre producir o comer. Vemos que esto no se hace sin amenazar diferentes actividades, incluso conlleva sacrificios.

Organizar la ecología política en Túnez

No hay ninguna razón para que la ecología sea descuidada en Túnez después del 14 de septiembre. Las ideas que se han recibido al respecto no son admisibles: los países en vías de desarrollo son los más vulnerables en las crisis medioambientales, las noción de prioridad política no tiene sentido en la medida en que una política medioambiental responde también a urgencias que están en lo cotidiano de los tunecinos y hacer del » crecimiento sin proyecto de sociedad» representa el riesgo de hacer elecciones en lo inmediato que son en general las más perjudiciales.

Ahora hay que encontrar el modo de llevar estas inquietudes al pueblo, a los dirigentes, al gobierno. Entre la clase asociativa y política a gran escala la vocación no debe faltar. Los ecologistas tunecinos deberían aprender a fusionarse con este ambiente político.

Yassine Ayari es miembro fundador de la asociación franco-tunecina UniT

Traducido por Lola Martínez Sánchez para Ecopolítica.

Texto original: http://nawaat.org/portail/2012/07/30/lecologie-la-grande-oubliee-de-la-revolution-tunisienne/

Fuente: http://www.ecopolitica.org/index.php?option=com_content&view=article&id=147:la-ecologia-la-gran-olvidada-de-la-revolucion-tunecina&catid=18:prospectiva&Itemid=59