La educación no es neutra, cada tipo de educación tiene coherencia con un modelo social y político determinado. Paulo Freire contraponía una educación bancaria a una liberadora.
Enseñar a pensar o enseñar a obedecer. De eso se trata: de ser súbditos y sumisos o ciudadanos libres y críticos en una sociedad a la medida del ser humano. Por ello, hay que seguir preguntándose sobre la finalidad de la educación y analizar las presiones que se ejercen sobre ella.
1.La finalidad de la educación es ayudar a cada ser humano a desarrollar capacidades y valores para transformar y mejorar la sociedad. Tiene por lo tanto una función individual y otra social. Por ello la escuela debe abrir las puertas de la cultura y de la ciencia a todo el alumnado y al mismo tiempo educar para ser buenas personas y buenos ciudadanos que puedan aportar sus conocimientos a la sociedad en cualquier campo. Y ¿qué valores debe pretender esa educación y ese tipo de escuela? La curiosidad por aprender durante toda la vida; el sentido crítico para discernir la verdad de la mentira; la ética del respeto a los demás como a uno mismo; la creatividad para abrir nuevos caminos; la inteligencia emocional y social para relacionarse con los demás. Todo ello teniendo como base y como meta los Derechos Humanos. Pero la educación está siendo pervertida en su finalidad principal. Como dice el filósofo Nuccio Ordine: “Europa debe replantearse la verdadera misión de los centros escolares y las universidades y devolver la dignidad de profesores y alumnos. Aceptar la lógica neoliberal en la educación ha sido un gravísimo error”. Por todo lo anterior, la educación es más que un servicio público, es un derecho humano fundamental y como tal debe ser defendido.
2. La educación como instrumento de mejora de las personas y de la sociedad. En la educación confluyen intereses ideológicos y políticos. Sus objetivos serán diferentes en un tipo de sociedad autoritaria o democrática, religiosa o laica. La educación puede jugar dos papeles: ser una palanca de cambio y mejora de una sociedad, o un mecanismo de conservación del statu quo. En España hay que recordar que el 80 % de la educación concertada está controlada por la Iglesia católica. Y para ella perder sus privilegios ha sido siempre motivo de casus belli. Para que la educación sea un arma cargada de futuro tiene que ser pública. Pero la derecha hace un campo de batalla de la educación e intenta adoctrinar con ella, porque no les interesa una ciudadanía formada, informada, crítica y comprometida con la mejora de su sociedad. Buscan la hegemonía política a través del control de la educación y de los púlpitos, de todos los púlpitos. Lo reconocía la portavoz de Vox en el debate de presupuestos de la Comunidad de Madrid: “El mejor pin parental es el cheque escolar”.
3. La educación se ha convertido en un goloso pastel de negocio económico. Desde el franquismo, ha habido una fuerte presencia de la Iglesia y de un sector empresarial, reforzado ahora con el aterrizaje de fondos de inversión en los centros concertados y privados. Ello prioriza el negocio económico y pervierte la finalidad de la educación. Recientes estudios (NOTA 1) reflejan el interés por el sector en España. Las cifras son impresionantes: 53.000 millones de dinero público invertido al año en educación, 6.600 millones en conciertos con centros privados y 11.000 millones de gasto directo de las familias.
A lo anterior, hay que añadir la débil inversión educativa en España y el gran déficit de plazas en la educación no obligatoria (0-3 años, Formación Profesional) y la proliferación de universidades privadas que han crecido en 150.000 alumnos en la última década, mientras que las públicas han bajado en 2.600 estudiantes. Se está produciendo una burbuja especulativa, con el aterrizaje de importantes fondos buitre y de empresas multiservicios que nada tienen que ver con la educación. Ello refuerza el proceso de privatización por el impulso de la derecha y por la inacción de las administraciones públicas. Unas perspectivas demográficas a la baja, recrudecerá la batalla por los espacios educativos y el modelo privatizador con la milonga de la “colaboración público-privada”. El avance de la educación privada es una mala noticia para la igualdad de oportunidades y genera sinergias segregadoras que debilitan la cohesión social.
4. La apuesta por una red única de titularidad y gestión pública como garante de la equidad e igualdad de oportunidades. La existencia de la doble red pública y privada-concertada es una perversión educativa (NOTA 2) que favorece la desigualdad de oportunidades en el alumnado. Los centros concertados en su mayoría seleccionan y excluyen a los alumnos con más dificultades. Se financian por el Estado y, además, por las aportaciones “voluntarias” e ilegales quebrando la gratuidad y diferenciando a los menores por razones económicas. La presión privatizadora por parte de la derecha es muy fuerte, mientras que la LOMLOE deja sin establecer un horizonte de apuesta decidida por la red pública como vertebradora del sistema educativo.
La nueva legislación educativa estatal no concreta la creación de plazas públicas suficientes para atender la nueva demanda, cede a las presiones de las CCAA del PP como ha sucedido con la educación infantil, tampoco garantiza el equilibrio en la admisión del alumnado para evitar la segregación y, es de temer, que seguirá sin controlarse el cobro de cuotas ilegales por los centros concertados. Las comunidades autónomas gobernadas por la derecha seguirán agrediendo y achicando el espacio de la educación pública, con la transferencia descarada de recursos públicos (conciertos y “cheque escolar”), para derivar alumnado a la red privada. La ley “maestra” de Ayuso y el acuerdo de presupuestos con la ultraderecha para la Comunidad de Madrid (1.164 M para conciertos y 62,5 M más para el cheque escolar), son el ejemplo de cómo seguir segregando y privatizando.
La privatización es tan brutal, que en Madrid capital solo el 40% de alumnado está escolarizado en centros públicos. En una comparecencia reciente del Consejero de Educación del PP, le parecía estupendo que hubiera barrios donde más del 70% del alumnado va a los colegios privados, marcando el objetivo de la derecha en Madrid (70%-30%), como modelo exportable donde gobierne. Hay que recordar que en España está escolarizado en la educación pública un 68% del alumnado, y en los grandes países europeos en torno al 90%.
La red educativa privada busca hacer negocio ideológico, político y económico, pero sobre todo segregar. Y toda segregación consiste en dejar a gente en el camino. Por ello, es injusta, ineficaz y peligrosa. Que solo un 10% del alumnado con algún tipo de riesgo de fracaso estén en los centros concertados, es un pésimo uso del dinero público. El dinero público debe ir a educación pública. El Estado y las administraciones públicas no pueden financiar la desigualdad social, porque el precio es la igualdad y el resultado una sociedad menos cohesionada, menos libre y democrática.
5. La escuela laica y democrática. La escuela debe garantizar los derechos fundamentales de la infancia, recogidos en los tratados internacionales, y no permitir que en el ámbito educativo se adoctrine a menores. Aunque se han suprimido los excesos de la LOMCE, se mantiene la asignatura de religión en el currículo y en el horario lectivo obligatorio: la escuela sigue siendo confesional y separa al alumnado por creencias. Un auténtico disparate. Es difícil avanzar en una modernización de la sociedad manteniendo una situación de privilegios impensables en los países de nuestro entorno y que no respeta la libertad de conciencia del alumnado. La religión debe estar en el ámbito de lo privado y el currículo debe ser laico, inclusivo e igualitario. Como dice el filósofo Emilio Lledó “Lo primero que debe cumplir la educación es su concepción de pública y, como tal, debe responder a un estamento laico”. Y añade, rotundo: “Permitir que el poder económico pueda determinar la calidad de enseñanza o, lo que es más sarcástico, que el Estado subvencione con dinero público ciertos intereses ideológicos de una buena parte de colegios más o menos elitistas es no sólo una aberración pedagógica sino una clamorosa injusticia”.
6. La inversión educativa debe ser suficiente para un modelo de calidad. Es la única forma de ser consecuentes con la afirmación de que la infancia y la juventud son lo primero. La LOMLOE plantea que se elaborará un plan de aumento de gasto en el plazo de 2 años, y que en 10 años alcanzará el 5% del PIB. Hay que recordar la débil inversión actual y que, como consecuencia de los recortes, actualmente solo se destina un 4,3% del PIB a gasto educativo. La media de los países europeos es del 6%, y las principales organizaciones de las sociedad civil y sindicatos reivindican un 7% del PIB de inversión educativa.
Resumiendo, no podemos teorizar sobre la educación a lo largo del siglo XXI, olvidando que el futuro empieza hoy. La utilidad de la LOMLOE para el sistema educativo y para el futuro de la sociedad se medirá por su capacidad para frenar y revertir el proceso de desmantelamiento de la educación pública. Servirá de poco si no impide las maniobras privatizadoras y la segregación socioeconómica del alumnado. Si no blinda y potencia la Educación Pública, será una ley inane incapaz de proporcionar una educación que pueda transformar y mejorar esta sociedad. Aunque de nuevo la ley tiene el mismo aire de ocasión perdida, no hay que afligirse: nos seguirá quedando la educación como empeño a todos los que creemos en ella. Pero nos estamos jugamos el futuro.
Notas:
2. https://www.cuartopoder.es/ideas/2016/04/04/los-conciertos-una-perversion-educativa/
Agustín Moreno. Profesor de instituto, miembro de Marea Verde y actualmente diputado de Unidas Podemos en la Asamblea de Madrid.
Fuente: https://espacio-publico.com/la-educacion-ante-los-desafios-del-siglo-xxi/comment-page-1#comment-7170
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