Carta al Vaticano Canciller de la Pontificia Academia de Ciencias SocialesMsgr Marcelo Sánchez Sorondo Casina Pio IV 00120 – VATICANO Estimado Msgr Marcelo Sánchez Sorondo Con mucha preocupación hemos conocido que el 23 de septiembre en la Universidad Gregoriana en Roma tuvo lugar una conferencia patrocinada por la Embajada de EEUU en la Santa […]
Carta al Vaticano
Canciller de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales
Msgr Marcelo Sánchez Sorondo
Casina Pio IV
00120 – VATICANO
Estimado Msgr Marcelo Sánchez Sorondo
Con mucha preocupación hemos conocido que el 23 de septiembre en la Universidad Gregoriana en Roma tuvo lugar una conferencia patrocinada por la Embajada de EEUU en la Santa Sede y la Academia Pontificia de Ciencias. El tema de la conferencia fue «Alimentando un Mundo Hambriento; imperativos morales de la biotecnología». Conocemos que todos los oradores mantuvieron una posición totalmente favorables a los alimentos transgénicos, y señalaron que estos constituyen la única manera práctica de resolver el hambre en el mundo, ignorando que el hambre en el mundo se está agravando como lo explicaremos en esta carta, justamente por los cultivos trasngénicos, y que además hay graves implicaciones en la salud, la ética y la moral en el uso de estas tecnologías.
La agrobiotecnología, forma parte del paquete de ajuste estructural que obliga a nuestros países a usar nuestras mejores tierras en áreas dedicadas a la generación de divisas para el pago de la deuda externa que pesa sobre todos nuestros países. No se preocupa de solucionar el hambre de los pobres. En países como Argentina, el modelo económico basado en la soya transgénica ha producido severos impactos, incluyendo la expansión de monocultivos a gran escala, degradación del suelo, pérdida de biodiversidad, y un modelo agrícola sin agricultores, lo que ha generado hambre y pobreza en el país.
Con las semillas manipuladas genéticamente se corona el proceso de privatización de la vida en manos de unos pocos, el productor pierde definitivamente el control sobre las semillas, pues pesan sobre ellas derechos de propiedad intelectual, lo que refuerza el monopolio de las grandes empresas transnacionales que desarrollan y comercializan estas semillas.
Pretender alimentar a los hambrientos con alimentos transgénicos, es exponer a la población más vulnerable, por su nivel de desnutrición, a alimentos que no han sido apropiadamente evaluados para el ser humano. Existen ya varias evidencias de los impactos en la salud que estos alimentos producen en seres humanos. El peligro que entrañan los alimentos transgénicos serán mucho mayores en estas poblaciones humanas inmunodeprimidas.
El hambre en el mundo puede resolverse únicamente a través de la Soberanía Alimentaria a nivel local, regional y nacional en mano de sus pueblos. Esta debe basarse no sólo en el incremento en la producción de alimentos, sino también a través en la capacidad de autoabastecimiento que garantice el acceso físico y económico a alimentos sanos y nutritivos a nivel de unidad familiar, de localidad y de país, mediante el control del proceso productivo, de manera autónoma, con la promoción y/o recuperación de las prácticas y tecnologías tradicionales, que aseguren la conservación de la biodiversidad, la protección de la producción local y nacional, garantizando el acceso al agua, la tierra, los recursos genéticos y los mercados justos y equitativos. Todo esto, con el apoyo gubernamental y de la sociedad toda.
En este mismo momento, los grandes productores están entregando alimentos transgénicos como ayuda alimentaria a los hambrientos, a las mismas víctimas producidas por el modelo económico imperante, pero no hay duda que no constituye una acción de solidaridad con quien padece hambre, que se le da productos cuya seguridad ha sido cuestionada alrededor del mundo. Ellos deben recibir los mejores alimentos, según sus patrones culturales, pero por sobre todo, no se puede socavar la Soberanía Alimentaria y autodeterminación de quienes la reciben.
Existe suficiente literatura científica independiente de las grandes transnacionales biotecnológicas, que dan fe de los múltiples impactos ambientales, socioeconómicos y en la salud humana por parte de los organismos genéticamente modificados, por lo que no queremos redundar.
Por otra parte, la iglesia no puede desconocer los cuestionamientos de orden ético relacionados con la manipulación de la vida. Avalar, aceptar o permitir que las empresas jueguen al papel de «El Creador», provocará un sismo en los cimientos de la iglesia.
In dubio pro natura
In dubio pro salute
In dubio pro popolo
In dubio pro vita
RED POR UNA AMERICA LATINA LIBRE DE TRANSGENICOS