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La España de la que Rajoy no habla

Fuentes: Rebelión

» La política económica de nuestro Gobierno actual ha liquidado buena parte de los avances laborales y sociales que tanto trabajo costó conseguir, ha pauperizado las clases medias y bajas, ha incrementado la desigualdad y ha convertido la economía de nuestro país en una sucursal de las grandes empresas financieras. ¿De verdad las optimistas cifras […]

» La política económica de nuestro Gobierno actual ha liquidado buena parte de los avances laborales y sociales que tanto trabajo costó conseguir, ha pauperizado las clases medias y bajas, ha incrementado la desigualdad y ha convertido la economía de nuestro país en una sucursal de las grandes empresas financieras. ¿De verdad las optimistas cifras que exhiben en sus ruedas de prensa hablan de lo que está sucediendo en el triste país en que vivimos?»
(Gustavo Martín Garzo)

Hace pocos días salía de nuevo el Presidente Rajoy para hacer balance de la legislatura en rueda de prensa, esta vez para «vendernos» la ilusionante imagen de un país que, según él, entra en un círculo virtuoso, y del que nos podemos sentir muy orgullosos. Una vez más asistimos a un ridículo espectáculo, en el que nos volvió a endosar sus ya conocidas frases huecas y sin sentido, sus manidos argumentos, y su visión sesgada y elitista de la realidad social de nuestro país. Casi nos lo sabemos de memoria, pues es igual de una cita para otra: triunfalismo económico (que además centra la mayor parte del discurso, como si no existieran otros asuntos de importancia en el país), ausencia de autocrítica, mentiras y falacias por doquier, y sobre la corrupción, más de lo mismo: las Instituciones están funcionando, se han visto comportamientos «poco edificantes», y continuarán trabajando para que «estas cosas» no vuelvan a ocurrir. Como si el discurso fuera para alumnos de un Colegio de Primaria. Nada nuevo bajo el sol, con todo lo que está ocurriendo.

Nos preguntamos hasta qué punto este señor es consciente de lo que dice, se lo cree de verdad, o simplemente es una estrategia de sus asesores de imagen y discurso (en cuyo caso hay que concluir que está muy mal asesorado). Porque, de entrada, le tenemos que responder con la misma pregunta que le espetó Alberto Garzón en la tribuna del Congreso en el último debate: «Señor Rajoy, ¿es que usted se cree que nosotros somos tontos?«. Debe creérselo sin duda, pues no soy capaz de albergar otra razón en mi pensamiento. «Lo que los tribunales digan y hagan estará bien hecho«, es el único comentario que hemos podido escucharle cuando múltiples dirigentes de su partido están empantanados en la Operación Púnica hasta las cejas, a lo que habría que responderle a Rajoy que eso estaría muy bien si los tribunales no estuvieran politizados, pero con las varias recusaciones de jueces afines al PP, es muy fácil hablar así. Y ante las preguntas de la prensa, no se mueve un ápice de su posición, ya que si le preguntan sobre el pasado, la respuesta es: «No miremos al pasado, miremos hacia adelante, el pasado, pasado está«, y si le preguntan sobre el futuro, la respuesta es: «No me haga usted tampoco adelantar los acontecimientos«. Así que las preguntas, con Rajoy, al más puro estilo gallego. Para eso podría permanecer en su plasma.

Pero la rueda de prensa se la vamos a dar nosotros a él, en vistas de que no tiene ni idea del país en que vive. Estamos manteniendo en el Gobierno con dinero público a un señor para que nos cuente cada cierto tiempo las batallitas del abuelo, y para que continúe destrozando el país, favoreciendo a las élites económicas, y encima tenga que venir a una rueda de prensa a vendernos la moto. Si usted no sabe cómo es ni qué cosas pasan en el país cuyo Gobierno usted preside, se lo vamos a contar resumidamente a continuación, señor Rajoy. Para comenzar, la teoría del circulo virtuoso consistente en «mayor recuperación económica, más empleo, más consumo, lo que a su vez favorece a la recuperación» no es tal. Sí existe un círculo económico, pero es un círculo vicioso que consiste en mayor precariedad laboral, mayor beneficio empresarial, lo cual ayuda a su vez a una mayor precariedad, y aunque suban las exportaciones y el PIB, la redistribución de la riqueza y el bienestar social caen en picado, por su política neoliberal de ajuste duro. Vivimos en un país, señor Rajoy, que se mantiene a la cabeza del desempleo en Europa, mientras ustedes elaboran un Presupuesto General del Estado que consolida la caída del gasto social, para perpetuar el modelo injusto e insolidario de salida de esta crisis.

Esa España de la que usted no habla, señor Rajoy, es el país donde los beneficios de la banca, sólo en el primer semestre del año, han aumentado casi en un 50%, porque además ya se comienzan a vislumbrar las ventajas de la absorción y fusión de las antiguas Cajas de Ahorros, llevadas a cabo durante la anterior legislatura de Rodríguez Zapatero, ese Presidente «socialista» del cual usted tanto se queja de su herencia recibida. La España real es el país de los grandes ERE de las multinacionales, que aún aumentando beneficios en sus últimos ejercicios, lanzan a miles de trabajadores de sus plantillas al paro, para deslocalizar sedes, contratar personal precario, o desviar la actividad a terceras empresas o a falsos autónomos. A veces lo hacen sólo por fusionarse con terceras empresas, y en esas situaciones, también los trabajadores son los que pagan el pato. El país que usted Gobierna, señor Rajoy, es aquél donde los servicios públicos básicos, aquéllos que abastecen las necesidades primarias, como la electricidad, maltratan a los «consumidores» con enormes, injustas e indiscriminadas subidas, lo cual revierte en grandes aumentos de la pobreza energética, que es solo una de las modalidades de pobreza que tenemos que soportar (pobreza laboral, pobreza infantil, etc.). Es el país donde la corrupción campa a sus anchas con total impunidad, porque está legitimada, extendida e institucionalizada, al formar parte del propio entramado y estructuras del poder dominante.

Esa otra España a la que usted no se refiere, señor Rajoy, es aquélla que despoja de los servicios públicos básicos, como la Sanidad, a millones de personas, con cínicas y aberrantes excusas, como el hecho de ser inmigrantes irregulares, y que además, cuando intentan corregir dichas situaciones, generan otras caóticas situaciones. En ese país maravilloso que usted nos vende la banca, no contenta con sus archimillonarios beneficios, abusa sin piedad de sus consumidores, instalando perversos sistemas de comisión, entre otras abyectas prácticas, con la complicidad de su Gobierno. Un país donde las personas que viven por necesidad en el extranjero son excluidas de su derecho a poder votar en las Elecciones, interponiendo una serie de trabas administrativas que les imposibilitan poder ejercer su derecho al voto. Y resulta que la única situación que usted denuncia, que es la que proviene, según usted, de los antidemocráticos Gobiernos que se han constituido después de las últimas Elecciones Municipales y Autonómicas, resulta que son aquéllos Gobiernos que están devolviendo la dignidad a la ciudadanía, dignidad robada por los suyos, a base de saquear lo público permanentemente en todos los territorios donde han gobernado, en aras de hacer más ricos a sus amiguetes empresarios.

La corrupción es asqueante, despreciable, vomitiva, y resulta que se da mayoritariamente en su partido y en su Gobierno, y a las pruebas y casos podemos remitirnos, pero a usted, señor Rajoy, en ese idílico país que nos vende, sólo se le ocurre comunicarnos que las Instituciones funcionan. Y ante su evidente temor de que su asqueante chiringuito de poder reviente y estalle en mil pedazos, está usted, señor Rajoy, y su Gobierno, moviendo todos los hilos posibles no sólo para contentar a ciertos colectivos maltratados (como los funcionarios, a los que le han pasado la mano por la espalda recientemente, subiéndoles un 1% su sueldo), sino para hipotecar a futuros Gobiernos que puedan salir legítimamente de las urnas. Es evidente el maltrato a las clases trabajadoras mediante las políticas de austeridad, mientras la desigualdad galopa segura con su Gobierno, que favorece sin reparos a las grandes empresas transnacionales, a la gran banca privada y a las grandes fortunas de este país. Pero eso usted no nos lo cuenta, señor Rajoy. Su política de rodillo gracias a su mayoría absoluta, procedente de una injusta Ley Electoral, es evidente, y ante el miedo referido anteriormente, se atreven a propuestas de modificaciones de dicha Ley de forma obscena, ante la retirada del apoyo ciudadano a su Gobierno. Y en cuanto a la política exterior, el resultado no puede ser más vergonzoso: nuestro país está denunciado por la ONU por no respetar los Derechos Humanos en varias leyes y modificaciones propuestas, tales como la renuncia a procesar el franquismo y ofrecer reparación a sus víctimas, la retirada de la tarjeta sanitaria a los inmigrantes, la negativa a ofrecer asilo político a los refugiados, y la permanente política de hostigamiento a los inmigrantes que intentan atravesar la frontera sur procedentes de Ceuta o Melilla. Y en el Parlamento Europeo, continúan apoyando el TTIP, un perverso tratado comercial que nos traerá más desigualdad, menos soberanía, y más poder empresarial.

De esta forma, nuestro país se convierte en una vergüenza internacional, y en uno de los países más insolidarios del contexto europeo. Mientras, el desprecio al conjunto de la ciudadanía y a sus asociaciones es evidente, como ponen de manifiesto las reiteradas negativas a atender sus reivindicaciones, por ejemplo en el caso del accidente del tren AVE de Santiago, del cual se han cumplido dos años recientemente. Y por mucho que intenten disfrazar el ocultamiento de sus planes, sus objetivos y sus decisiones, lo cierto es que la transparencia brilla por su ausencia, como en el clamoroso caso de los Presupuestos del Ministerio de Defensa, toda una opaca asignación que crece constantemente, y de la cual la ciudadanía no es consciente. En el sector educativo, después de las claras estrategias de su Gobierno, de las que usted tampoco cuenta nada en sus ruedas de prensa, el último clamor popular consiste en preguntarse, en no entender, cómo al Ministro de Educación y Cultura más desastroso y peor valorado de la etapa democrática, como lo ha sido José Ignacio Wert, se le premia con un suntuoso puesto en la OCDE, para que pueda disfrutar de exhorbitantes ingresos, y residencia en una de las zonas más lujosas de París, junto a su flamante y cómplice esposa, la ex Secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio. Absolutamente indignante, claro ejemplo de las trazas de su Gobierno.

En ese país que usted nos vende, señor Rajoy, estamos cediendo la soberanía a trozos, tanto en lo económico con la aceptación de los planes de ajuste de Bruselas, como en lo defensivo y militar, mediante la conversión de la base militar de Morón como base permante de los Estados Unidos, entre otras varias fechorías. Y tampoco nos cuenta cómo los recursos naturales que son de todos, como los montes, también van a ser objeto de especulación y de beneficio para los suyos. Tampoco nos cuenta cómo el Fondo de Reserva de la Seguridad Social (la famosa «hucha de las pensiones») está cada vez más vacío, con lo que a este ritmo, queda dinero sólo para los próximos 2-3 años. Un país que consagra el recorte a los derechos fundamentales y libertades básicas, con propuestas como la «Ley Mordaza», o que vende su patrimonio público tirándolo por los suelos, como ocurrió con AENA, o más recientemente, con el Aeropuerto de Castellón. Este es el país real donde vivimos, señor Rajoy, y no el que usted nos cuenta en sus ruedas de prensa. Pero si usted quiere que nos centremos en la economía y el empleo, no se preocupe, vamos a ello.

Empeñado en hacernos comulgar con ruedas de molino, Rajoy publica el mantra del «crecimiento económico y la creación de empleo» como un papagayo, intentando empujar a su causa a los más ignorantes, y a los que se conforman con un «empleo» de reponedor de supermercado durante seis meses a tiempo parcial, y todo ello dice que lo hace porque «es un Gobierno serio y responsable». Pero todos los buenos economistas (y los que no están cegados por la ideología neoliberal) saben que el crecimiento del PIB, considerado de forma aislada, no asegura la riqueza de un país, ya que han de darse otros factores como la redistribución de dicha riqueza, y que dicho crecimiento garantice la sostenibilidad en varias facetas (humana, social, económica y medioambiental), cosa que no sucede en la actualidad. El crecimiento del 3% augurado para 2016 únicamente servirá para hacer que la gran banca privada y las empresas transnacionales (en realidad su equipo directivo) se hagan más ricos, mientras el resto de la inmensa mayoría social contempla impasible cómo sus condiciones laborales y sus derechos fundamentales se vuelven cada vez más precarios.

Este es el país del que Rajoy no habla, ni nos hablará nunca. Y aún se nos habrán quedado muchos otros aspectos en el tintero. El Presidente del Gobierno a segura que lo peor que puede pasarnos es que se tuerza o se frene el proceso de recuperacióin económica que estamos viviendo, pero muchos pensamos que, verdaderamente, lo peor que puede pasarnos es que nos continúen gobernando estos hipócritas, corruptos, embusteros, cínicos y desalmados gobernantes, cuyos espúreos intereses no van más allá de conseguir el puesto en la puerta giratoria de turno, o en organismo internacional equivalente, como le ha pasado al ya ex Ministro Wert, que va a pasar un dorado retiro a costa de haber prostituido la educación pública a los intereses empresariales. Afortunadamente, señor Rajoy, ya le quedan muy poquitas ruedas de prensa que darnos, y muy pocas oportunidades para intentar engañar y manipular a la ciudadanía. A ver si los próximos gobernantes, al menos, nos cuentan la realidad del país donde vivimos.

Blog del autor: http://rafaelsilva.over-blog.es

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