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Mensaje para nuestros hermanos venezolanos y bolivarianos

La estrategia paramilitar del «rico Epulón»

Fuentes: Rebelión

Para los oligarcas y el imperio, el único camino del progreso que conciben es el del rico Epulón. Consiste en que el rico tenga tanto en su mesa, que de allí caigan migajas para los Lázaros (pobres). En términos tecnócratas capitalistas a eso le llaman, conseguir la mayor acumulación privada con el mínimo costo de […]

Para los oligarcas y el imperio, el único camino del progreso que conciben es el del rico Epulón. Consiste en que el rico tenga tanto en su mesa, que de allí caigan migajas para los Lázaros (pobres).

En términos tecnócratas capitalistas a eso le llaman, conseguir la mayor acumulación privada con el mínimo costo de inversión (monopolios en lo económico y plutocracia en lo político).

La fórmula precisa es: máxima eficiencia, alta productividad, plena rentabilidad, y dosis «racional» del gasto y la inversión social (focalización del gasto público, Sisben, familias en acción, etc.). [1]

Cuando está en peligro ese «orden social-natural», es porque la sociedad – según ellos – se está enfermando de populismo. Hay que salirle al paso con urgencia.

La estrategia más efectiva, la que vienen desarrollando desde hace mucho tiempo, está contenida en un principio muy sencillo; válido y efectivo en la salud pública: la vacuna.

La concreción de ese método en la lucha contra la democracia y la autonomía política de los pueblos es la estrategia de las guerras irregulares, la táctica de los «conflictos de baja intensidad», con todas las variantes de «guerra sucia», paramilitarismo, infiltración, contra-información y manejo de medios de comunicación, utilización del terror, y «métodos de limpieza social».

Es urgente que los revolucionarios bolivarianos y latinoamericanos entendamos la dimensión de esa estrategia criminal, violenta, camuflada, inteligente desde la perspectiva del imperio y de las oligarquías, porque de lo contrario seremos manejados como idiotas útiles. Como ya está ocurriendo en el caso de la insurgencia colombiana.

La derecha internacional tiene «centros de pensamiento estratégico», con profesionales pagados con altos sueldos y dedicados de tiempo completo a fabricar acciones de muerte y de terror contra nuestro pueblo. Es parte de su inversión y la contabilizan en sus «costos».

Cuando todo eso se traduce en asesinatos y masacres, lo denominan «daños colaterales».

Hasta aquí esto sólo es una reafirmación de lo que mucha gente ya ha dicho. No es invento mío ni ningún descubrimiento. «Llover sobre mojado», dice Fito Páez.

Algunos detalles para avanzar…

Es necesario que los dirigentes, las comunidades, los revolucionarios, estén atentos, sepan detectar esas estrategias, y puedan responder, no cómo ellos quieren que respondamos, sino con inteligencia y verdadera capacidad política.

A esta gente no se la derrota con violencia. Sólo los venceremos con política y con pueblo politizado y formado. Si es necesaria la fuerza, en un momento determinado, debe ser con una potencia popular organizada y consciente. Esa fuerza es la única capaz de utilizar la verdadera violencia revolucionaria.

En los países donde hay gobiernos democrático-nacionalistas, esa fuerza debe ser la de las fuerzas armadas institucionales, no otras. Si otras existen, se estarían convirtiendo en fuerzas «paramilitares», así sean de «nuevo tipo», y sólo le servirían a la estrategia de la derecha internacional.

Veamos entonces, cómo operan las fuerzas paramilitares:

– El ambiente ideal para la aplicación de la estrategia paramilitar se presenta cuando existen grupos armados «andantes», sin serias y consistentes bases sociales y políticas, sin un trabajo político de largo plazo que se plasme en organización y economía popular, y que por tanto, tengan que actuar como «ejércitos de ocupación». Ello, independientemente de su ideología, de su discurso y de sus buenas intenciones.

– Las fuerzas de la derecha, lo primero que hacen, es dedicarse a generar un ambiente de gran desorden, caos y delincuencia. Buscan que la gente se desespere y pida «mano dura o fuerte».

– Conforman grupos armados clandestinos para realizar la llamada «limpieza social», que es amenazar y liquidar pequeños ladronzuelos, viciosos, prostitutas, e incluyen allí a homosexuales y transexuales para ganarse a «moralistas» de toda clase. Acuñan términos para ganar opinión, como por ejemplo, «desechables».

– Dichos grupos armados clandestinos también realizan toda clase de actos vandálicos, atracos, asesinatos, secuestros, extorsiones, acciones terroristas indiscriminadas contra la población, a nombre del grupo guerrillero o de izquierda armada que actúe en la zona.

– Identifican a las organizaciones sociales y dirigentes populares para tratar de relacionarlos con los actores armados que existan en la región.

– Después de crear oleadas de inseguridad y de terror, proceden – con la colaboración de militares de derecha y toda clase de inteligencia militar – a ocupar el territorio, con fuerzas contundentes, emitiendo reglamentos y toda clase de propaganda con el mensaje de que van a poner «orden».

– En medio de esas campañas punitivas, sobornan y compran al que sea, consiguen informantes y tratan de desacreditar a quienes se les opongan.

– Una vez han logrado atemorizar a la gente y ganar algunos apoyos, por lo general, realizan algunas masacres para hacer sentir que hablan en serio.

– Amenazan de muerte a personas que quieren que salgan de la zona, estén relacionadas o no con actividades sociales o revolucionarias, mediante la publicación de listas «negras», donde colocan plazos y amedrantan a quienes consideren sus objetivos políticos.

– Si en la región a donde llegan, hay un serio trabajo organizativo (un sindicato, una organización social fuerte) no dudan en invertir recursos económicos del gobierno que los apoye, una transnacional o un ricachón de la región, y diseñan programas cívico-militares de vivienda, bazares, fiestas, bingos, etc., para ganarse a la población e ir aislando a las organizaciones populares y/o a sus líderes.

– Su objetivo principal es paralizar mediante el terror a la población, asesinar sus principales dirigentes, destruir las organizaciones populares, y obligar a las fuerzas insurgentes a actuar de la misma manera, para enlodar la lucha, degradarla, volverla una venganza permanente. Ese es su principal objetivo: degradar el conflicto.

– A ellos no les importa sacrificar a sus combatientes. Son capaces de montar «falsos positivos», o sea – asesinatos de su propia gente -, que por lo general son muchachos incautos que les pagan sueldos y los adiestran para manejar armas. Así justifican toda clase de operativos de venganzas y matanzas indiscriminadas.

– Muchas veces terminan apropiándose de fincas y haciendas o se convierten en aliados políticos de gamonales de derecha de la región. A eso es a lo que en Colombia se le ha dado el nombre de «parapolítica».

– La economía del narcotráfico, con toda la descomposición económica, social y cultural que genera, es otra herramienta ideal para crear desorden y contar con recursos económicos importantes para financiar ese tipo de guerra. Otras economías ilegales como el contrabando, el «paga-diario» o «crédito por goteo» (prestamos que pagan intereses diarios), también les sirve, para chantajear deudores insolventes.

La respuesta no puede ser la que hasta ahora en Colombia la insurgencia ha desarrollado. Es más de lo mismo. Es la misma enfermedad en otra «cápsula». Por ello hablábamos de la estrategia de la «vacuna».

Lo que acaba de pasar en el Táchira y Barinas con nuestros hermanos colombianos, es exactamente lo que hace más de 20 años se hizo en el Urabá, sur de Bolívar, Ocaña y Tibú (Norte de Santander), Nordeste Antioqueño, Arauca y los Llanos Orientales, el Magdalena Medio, el Valle del Cauca, y demás regiones de Colombia. Ya la habían utilizado en Nicaragua y El Salvador, y la perfeccionaron en nuestra querida tierra.

Así ensangrentaron a toda Colombia, y ante respuestas equivocadas de nuestra parte, le prepararon el camino a Álvaro Uribe Vélez para presentarse como el gran pacificador. Ese es su mayor éxito, ya que nos ganaron la lucha ideológica.

No queremos que a nuestros hermanos venezolanos ni ecuatorianos les ocurra lo mismo. Estamos buscando la forma de salir de esa tenebrosa noche, y nuestros vecinos, con una inteligente estrategia, nos pueden ayudar. Pero no, con más de lo mismo, ya que por esa vía «guerrillerista» hemos fracasado. En la práctica, nos hemos inoculado la «vacuna».

En la próxima entrega desarrollamos algunas ideas sobre las respuestas.

 



[1] El nombre técnico diseñado por el Banco Mundial es: «Programas de Transferencias Condicionadas en Efectivo: una herramienta eficaz para llegar a los grupos más pobres y vulnerables «. Ver: http://www.arandurape.edu.py/Publicaciones_banco_mundial/Frames/Documents/Publications/En%20Breve%20Programas%20de%20transferencias%20.pdf

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.