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La nueva era de las plagas del capitalismo

La evolución constante crea «enemigos resistentes y peligrosos» en el Antropoceno (II)

Fuentes: Viento sur

[Segunda contribución de un estudio de varias partes – ver aquí la primera parte– sobre las causas e implicaciones de la entrada del capitalismo global en una era donde las enfermedades infecciosas son cada vez más comunes. Mis opiniones están sujetas a debate continuo y a la puesta a prueba de la práctica. Se aceptan aclaraciones y correcciones – IA]

La mayoría de los relatos sobre la pandemia del Covid-19 no plantean la pregunta: ¿por qué ahora? ¿Por qué un virus que durante siglos vivió pacíficamente en un animal salvaje de la China rural de repente ha atacado a millones de humanos en todo el mundo1/?

Para que un virus potencialmente mortal cause una enfermedad, las condiciones deben ser las adecuadas para que infecte a una planta o un animal y se multiplique. Y para que una enfermedad se convierta en epidemia o pandemia, las condiciones deben ser las adecuadas para que se propague rápidamente a otras personas. Las epidemias y pandemias son a la vez micro-biológicas y macro-ecológicas2/: surgen y se propagan a través de la interacción y el conflicto entre el cambio biológico y el cambio social.

Para comprender por qué están aumentando las nuevas enfermedades virales en la actualidad, primero nos centraremos en la incesante evolución de las entidades biológicas más pequeñas y numerosas de la Tierra.

***

Si se pregunta a la mayoría de las personas qué son los virus, responderán que son microbios y bacterias. De hecho, hasta hace poco, así los veían la mayoría de los científicos: en 1977, los famosos biólogos Jean y Peter Medawar escribieron que un virus es “simplemente una mala noticia envuelta en una proteína”. Nadie podía ver un virus antes de la invención del microscopio electrónico en la década de 1930 y, a menos que causara una enfermedad, los científicos no sabían que era necesario investigarlo. Durante décadas, los virus se han clasificado según su apariencia y su impacto en la salud humana.

Sólo en este siglo el análisis genético automatizado ha permitido la rápida identificación de un gran número de virus, lo que ha provocado una revolución en el campo de la virología. Estudio tras estudio, los científicos están descubriendo miles de virus previamente desconocidos, tan numerosos que los esfuerzos para catalogarlos han tenido dificultades para mantenerse al día y no tenemos ninguna idea de lo que hacen la mayoría de ellos (si es que hacen alguna cosa).

Las cifras son terroríficas. ¿Se puede realmente entender cifras como las de los 10 31/ virus individuales estimados en la Tierra, lo que es 10 millones de veces más que el número estimado de estrellas en el Universo? Cada litro de agua de mar contiene alrededor de 100 mil millones de virus, y el polvo arrastrado por el viento transporta unos 800 millones de virus a cada metro cuadrado de la superficie terrestre cada día. Hay alrededor de un billón de virus en nuestro cuerpo en un momento dado: algunos infectan a nuestras células humanas, otros infectan a los millones de bacterias que todos albergamos y otros simplemente pasan a través de nuestra alimentación o de nuestro aliento.

Como escribe el biólogo evolutivo John Thompson, son, en muchos sentidos, “la forma de vida más exitosa en la Tierra”3/.

“Los virus son, con diferencia, las entidades orgánicas más abundantes que conocemos; de hecho, probablemente estén más extendidos que todas las demás formas de vida juntas… Cada nicho ecológico en el que se puede encontrar vida ha sido penetrado por la virosfera. Más de 100 millones de tipos de virus infectan a todas las especies de seres vivos, incluidos los animales, los microbios y las plantas”4/.

La mayoría de los virus son especialistas que sólo pueden infectar a especies concretas de microorganismos, plantas o animales y, por lo general, sólo a tipos específicos de células de especies concretas. La rabia, por ejemplo, primero infecta a las células musculares de algunos mamíferos y luego ataca sus células cerebrales. Los virus del Ébola se dirigen a las células del hígado y al sistema inmunológico de los humanos, así como a las paredes de sus venas y arterias. Los coronavirus infectan a las células del tracto respiratorio humano, algunos causan síntomas leves de resfriado y otros causan SARS (síndrome respiratorio agudo severo) o el Covid-19.

Los virus desempeñan un papel importante en los ciclos biogeoquímicos* que definen y gobiernan todo el sistema terrestre. Algunos virus matan cada día a miles de millones de organismos unicelulares en los océanos, haciendo fluir (y en última instancia reciclando) a millones de toneladas de carbono orgánico. Aproximadamente una cuarta parte del carbono fijado pasa a través de estos procesos virales, y el cinco por ciento del oxígeno que respiramos proviene de la fotosíntesis estimulada por los virus en los océanos. Muchos virus coexisten en relaciones simbióticas permanentes dentro de las células de plantas y animales, matando a bacterias dañinas, estimulando la producción de sustancias químicas esenciales, ayudando a la digestión y muchas otras cosas más. Aproximadamente el 8% del genoma humano está formado por ADN proveniente de diversos virus.

Pero en este artículo me centro en la pequeña minoría, una fracción del uno por ciento de todas las especies de virus, que pueden causar enfermedades en humanos y otros animales. Dos características biológicas, comunes a todos los virus, hacen que estos agentes patógenos potenciales sean particularmente peligrosos.

1.- Los virus no pueden reproducirse por sí solos. Los virus no se parecen a ninguna otra forma de vida; de hecho, continúa el debate sobre si son seres vivos o no. No tienen un sistema metabólico propio ni una fuente de energía para hacer nada. Se trata de una vida (si ese término se aplica) reducida a un puñado de instrucciones de ARN (ácido ribonucleico) o ADN (ácido desoxirribonucleico) para hacer copias de sí misma. Sólo puede reproducirse entrando en una célula viva y secuestrando a sus mecanismos reproductivos. Al hacerlo, pueden crear cientos o miles de copias y liberarlas al medio ambiente en cuestión de horas.

Este proceso reproductivo puede provocar enfermedades, ya sea impidiendo que las células realicen funciones esenciales para el organismo en su conjunto, sea provocando una reacción exagerada del sistema inmunológico del huésped o mediante una combinación de ambas. Como escribe la viróloga Marilyn Roossinck:

“Si imaginamos que los virus tienen un objetivo, es simplemente multiplicarse. No están impulsados ​​a causar enfermedades ni a hacer el bien; sólo quieren producir más virus. A veces, en este impulso de reproducirse benefician a sus anfitriones y, en este caso, puede haber una fuerte selección para mantener la relación. Otras veces, accidentalmente causan daño a sus anfitriones, especialmente si ellos y su anfitrión tienen una nueva relación que aún debe perfeccionarse mediante la adaptación y la evolución. En última instancia, un virus se adaptará a cualquier cosa que favorezca su reproducción” 5/. /

A pesar del término de “objetivos”, los virus no buscan en modo alguno nuevas células para infectar. Cuando no están en las células, los virus son inertes y no pueden hacer nada. Sólo el contacto accidental con células adecuadas les permite comenzar a reproducirse nuevamente, pero como hay millones de ellas, existe una buena posibilidad de que algunas de ellas infecten a nuevas células y comiencen a reproducirse nuevamente6/.

2.- Los virus están en constante evolución a medida que se reproducen. A diferencia de las células, los virus no se reproducen dividiéndose. Obligan a la célula huésped a crear las proteínas necesarias y luego ensamblarlas en copias de sí misma. A diferencia del ADN, con su famosa estructura de “doble hélice”, que identifica y corrige los errores de copia cuando una célula se divide, el material genético de la mayoría de los virus es el ARN, que no tiene esa capacidad de corrección de errores. En promedio, hay un error o mutación en cada copia de un virus de ARN7/. Si dos tipos de virus infectan a la misma célula, pueden mezclar sus genes, creando híbridos. La mayoría de las mutaciones y los intercambios de genes debilitan o desactivan el virus, pero aquellos que confieren una ventaja de supervivencia tienden a propagarse por toda la población viral.

“Esta mezcla de genes crea infinitas oportunidades para que nuevos virus y partículas virales evolucionen y pasen a través de diversas formas de vida. Así, a lo largo de varios miles de millones de generaciones, los primos antiguos crean descendientes que son progresivamente más distintos entre sí”8/.

En esencia, la combinación de errores de copia y selección natural darwiniana conduce a una gran cantidad de experimentos de evolución viral simultáneos. Como señaló el biólogo Richard Levins hace tres décadas, los constantes cambios evolutivos dan a los patógenos microbianos una ventaja significativa sobre la ciencia médica.

“La composición genética de las poblaciones de patógenos… cambia fácilmente, no sólo a largo plazo, sino también en el transcurso de una sola epidemia y dentro de un solo huésped durante un episodio de enfermedad. La biología de los patógenos está sujeta a fuertes demandas opuestas para seleccionar el acceso a los nutrientes, evitar las defensas del organismo y navegar hacia un nuevo huésped. Las variaciones en el estado nutricional del organismo, su sistema inmunológico, la presencia o ausencia de otras infecciones, el acceso al tratamiento, el régimen de tratamiento y las condiciones de transmisión son factores que empujan y atraen la composición genética de las poblaciones de patógenos en diferentes direcciones. Esto significa que constantemente vemos surgir nuevas cepas, que difieren en su resistencia a medicamentos y antibióticos, su evolución clínica, su virulencia y sus características bioquímicas. Algunos incluso desarrollan resistencia a tratamientos que aún no se han utilizado si estos amenazan la supervivencia de los patógenos del mismo modo que los tratamientos antiguos” 9/.

Un virus que mata a su huésped muere a menos que pueda infectar a otro antes de que muera el primer huésped. Normalmente, este movimiento sólo ocurre dentro de una especie, pero pueden ocurrir infecciones zoonóticas cuando un virus salta de los animales a los humanos. En este caso, un virus que es inofensivo para la especie original puede causar enfermedades graves o incluso la muerte en la especie siguiente. Pero un virus no puede infectar a una nueva especie si no se cumplen las condiciones necesarias para que la especie cambie. El ecologista Jaime García-Moreno explica que las barreras físicas y biológicas para el cambio de una especie a otra han hecho que estos cambios sean relativamente raros.

“Los agentes patógenos a menudo están confinados a una especie huésped (o grupo de especies relacionadas) y por lo tanto, aunque uno está continuamente expuesto a múltiples patógenos que tienen otras especies como huéspedes, la mayoría de ellos no pueden infectar a los humanos y no lo hacen; aquellos que lo consiguen rara vez causan enfermedades en las personas humanas y casi siempre conducen a la ruptura de las cadenas de infección…

Está claro que la mera aparición de un nuevo patógeno no es suficiente para causar una nueva enfermedad, porque muchos factores determinan en última instancia si un agente patógeno puede infectar a un huésped potencial y si la infección puede propagarse desde el mismo -distribución del huésped, liberación del agente patógeno del huésped y supervivencia, exposición de humanos (o de otro nuevo huésped) o respuesta inmunitaria, por nombrar algunos. Estamos expuestos a muchos virus todos los días, pero sólo unos pocos de ellos han desarrollado los mecanismos necesarios para provocar un ciclo exitoso de infección en personas humanas”10/.

Sin embargo, a lo largo de los siglos, muchos virus han conseguido dar el salto. Sin duda, los primeros cazadores contrajeron enfermedades mortales a través de la sangre de los animales que mataban, despiezaban y comían, pero sus sociedades eran demasiado pequeñas para que los patógenos persistieran como enfermedades humanas. La situación cambió con la revolución neolítica, cuando la cría de animales puso a un gran número de seres humanos en contacto directo y frecuente con los animales.

“La cría ha creado una ‘ganancia inesperada para nuestros microbios’. Cuando domesticamos animales sociales, como las vacas y los cerdos, ya padecían enfermedades epidémicas que esperaban ser transmitidas a nosotros”11/.

Pero el simple hecho de cambiar a huéspedes humanos no garantizaba el éxito viral a largo plazo. Para seguir siendo patógeno para los humanos, un virus debe poder saltar a los humanos no infectados antes de que las personas infectadas mueran o desarrollen inmunidad. Esta condición se cumplió con la formación de grandes asentamientos y ciudades que acompañaron la adopción de la agricultura. Un gran número de personas que vivían muy cerca unas de otras proporcionaban un entorno ideal para que los patógenos animales se propagaran y se adaptaran a la biología humana.

Desde el período Neolítico, cientos de virus han saltado con éxito de animales a humanos, infectando primero a comunidades locales y luego propagándose a los cuerpos de soldados y comerciantes. En algunos casos –la invasión europea de las Américas es un ejemplo particularmente horrible– causó pandemias que mataron a millones de personas que no habían desarrollado inmunidad.

La mayoría de las enfermedades infecciosas que afectan a los humanos hoy en día (incluidos los virus, las bacterias, los hongos y los parásitos) se originaron en animales domésticos y salvajes. Según un informe publicado en 2020, “En todo el mundo, las 13 zoonosis más comunes han tenido el mayor impacto en los ganaderos pobres de los países de ingresos bajos y medianos y han causado aproximadamente 2.400 millones de casos de enfermedad y de 2,7 ​​millones de muertes en humanos por año”12/. Estas cifras han quedado obsoletas casi de inmediato por el Covid-19.

La cantidad de patógenos microscópicos que enfrentamos hoy no tiene precedentes en nuestra historia, y habrá más por venir. Como dijo un panel de expertos científicos al gobierno de Estados Unidos en 1993:

“No es realista esperar que la humanidad logre una victoria completa sobre la multitud de enfermedades microbianas existentes o las que aparecerán en el futuro… Los microbios se encuentran entre los organismos más numerosos y diversos del planeta; los microbios patógenos pueden ser enemigos resistentes y peligrosos. Aunque es imposible predecir su aparición individual en el tiempo y el espacio, podemos estar seguros de que aparecerán nuevas enfermedades microbianas…

Aunque hay pocas posibilidades de que un organismo seleccionado al azar se convierta en un patógeno humano eficaz, la gran variedad de microorganismos en la naturaleza aumenta estas posibilidades… La coevolución de los patógenos y sus huéspedes animales y humanos seguirá siendo un desafío para la ciencia médica, porque el cambio, la novedad o ‘novedad’ son una parte integrante de estas relaciones…”13/.

Los cambios ambientales radicales, impulsados ​​por el inexorable impulso del capitalismo de crecimiento a toda costa, han debilitado las barreras naturales contra la aparición de nuevos patógenos y han aumentado las oportunidades para que virus agresivos infecten a los humanos. Como resultado, estamos viendo el surgimiento de un mayor número de enfermedades zoonóticas y podemos esperar que las pandemias globales caractericen cada vez más el Antropoceno.

Texto original: À l’Encontre. Artículo original publicado en el sitio web de Ian Angus Climate&Capitalism, 14/3/2024

Traducción: viento sur

Notas:

1/ Algunos lectores han preguntado sobre las afirmaciones de que el virus proviene de un laboratorio chino. Se están realizando investigaciones sobre el origen exacto, pero la evidencia del origen animal es muy sólida, mientras que la evidencia de un vínculo de laboratorio es prácticamente inexistente. Ver: https://www.msnbc.com/the-mehdi-hasan-show/the-mehdi-hasan-show/covid-origin-report-lab-leak-theory-manmade-debunked-rcna91500

2/ Chu?ng, Social Contagion: And Other Material on Microbiological Class War in China (Chicago, IL: Charles H. Kerr Publishing Company, 2021), 24.

3/ John N. Thompson, Relentless Evolution (Chicago: Univ. of Chicago Press, 2013), 113.

4/ Anne Aronsson; Fynn Holm, “Multispecies Entanglements in the Virosphere: Rethinking the Anthropocene in Light of the 2019 Coronavirus Outbreak,” The Anthropocene Review 9, no. 1 (2022): 26.

5/ Marilyn J. Roossinck, Viruses: A Natural History (Princeton: Princeton University Press, 2023), 64.

6/ Dorothy Crawford, Viruses: The Invisible Enemy, 2nd ed. (Oxford: Oxford University Press, 2021), 14.

7/ Roossinck, Viruses, 138.

8/ Pranay G. Lal, Invisible Empire: The Natural History of Viruses (Gurugram, Haryana, India: Penguin/Viking, 2021), 41.

9/ Richard Levins, “When Science Fails Us”, International Socialism, September 1996.

10/ Jaime Garcia-Moreno, “Zoonoses in a Changing World,” Bioscience 73 (n.d.): 712.

11/ Jared M. Diamond, Guns, Germs, and Steel: The Fates of Human Societies (New York: Norton, 1999), 205–6.

12/ Md. Tanvir Rahman et al., “Zoonotic Diseases: Etiology, Impact, and Control”, Microorganisms 8, no. 9 (September 12, 2020): 1405.

13/ Institute of Medicine, Emerging Infections: Microbial Threats to Health in the United States, ed. Joshua Lederberg, Robert E. Shope, and Stanley C. Oaks, 3. (Washington, DC: National Acad. Press, 1993), 32, 44.

* Un ciclo biogeoquímico es el proceso de transporte y transformación cíclica (reciclaje) de un elemento o compuesto químico entre los grandes reservorios que son la geosfera, la atmósfera, la hidrosfera, en los que se encuentra la biosfera.

Fuente: https://vientosur.info/la-nueva-era-de-las-plagas-del-capitalismo-la-evolucion-constante-crea-enemigos-resistentes-y-peligrosos-en-el-antropoceno-ii/