“Buenos días, amiga. ¿Resaca electoral? ¿Quién nos iba a decir que Zamora iba a ser un núcleo de esperanza?”. Con mensajes como éste despertaron el 29 de mayo muchos zamoranos y zamoranas. “Tengo amigas diciéndome que se mudan aquí”, cuenta Bea Barrio, una arquitecta de 30 años que ha vuelto a trabajar parcialmente en su ciudad después de más de una década fuera. Mientras la ola azul (y verde oscuro) teñía España la noche del 28-M, en la modesta sede de Izquierda Unida de Zamora se celebraba, puño en alto, cantando La internacional.
Paco Guarido seguirá como alcalde por tercer mandato consecutivo. Ha perdido la mayoría absoluta de los últimos cuatro años, pero mantiene 10 concejales que suman con los 3 del PSOE. Zamora es “aldea gala” en España, pero también en su propia provincia, donde el PP ha vuelto a arrasar con mayoría absoluta en la Diputación. “La mayoría de la gente que vota a Guarido, vota a Guarido, no lo hace pensando en Izquierda Unida”, dice un tendero del centro. “Guarido lleva toda la vida en el Ayuntamiento y, otra cosa no, pero él da la imagen, porque la tiene, de que es legal y honesto, y eso no se encuentra fácilmente en política”, añade.
“Zamora es que vota como un pueblo, a la persona, no al político”, comentaba un periodista local el día de las elecciones en la sala habilitada por el PP en Salamanca, ciudad vecina que los populares confirmaron el 28-M como uno de sus feudos más sólidos con una mayoría absoluta. Zamora es una isla también en Castilla y León. “Guarido sigue siendo un alcalde fuerte, tiene una parte importante del votante socialista”, reconoce David Gago, candidato del PSOE y profesor en un instituto público. IU ha ofrecido a los socialistas entrar en el Gobierno municipal y éstos estudian si apoyar desde dentro o desde fuera. “Lo que es seguro es que ni por acción ni por omisión vamos a permitir que haya un gobierno que no sea de izquierdas”, asegura el historiador.
Gago, de 39 años, era en estas municipales el único candidato de la generación que más falta en la despoblada Zamora, la de quienes tienen entre 25 y 45 años. “Si David no hubiera ido por el PSOE, habría sacado muchísimo más. Es encantador, le quiere todo el mundo, sería un alcalde increíble, se lo curra mucho. Pero teniendo a Pedro Sánchez ahí, ni de coña”, considera el dueño de un comercio, que prefiere mantener el anonimato porque, dice, “en esta ciudad nos conocemos todos”.
Carla Peños Seisdedos viene de una familia socialista, pero ella ha votado a Guarido. “Estuvo muchos años –16– haciendo una labor pedagógica y de oposición muy fuerte. Si hablas con gente mayor, te cuentan que hasta contabilizaba los árboles y presentaba un escrito sobre cómo mejorar cada uno de ellos”, relata esta zamorana de 23 años, que está a punto de graduarse en Ciencias Políticas y Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid.
IU en las municipales y PSOE, PP o incluso Vox en las generales
En los ocho años de Paco Guarido, Izquierda Unida apenas ha pasado de un 5% a un 7% en las generales. El alcalde sabe, y lo dice siempre, que más del 80% de su voto en las municipales es prestado. “Todos conocemos a alguien que vota al PP para el Congreso y a Guarido en la Alcaldía. Ninguno lo hace pensando que es Izquierda Unida, sino que es Paco Guarido, un gestor al que conocen y en el que confían tras años del PP con corruptelas”, indica Peños. Ella hizo su Trabajo de Fin de Grado sobre el liderazgo de Yolanda Díaz y le votará en las generales “si tiene realmente bastante peso dentro de la coalición que formen en Sumar y no es sólo la cabeza visible”. “Sánchez no transmite nada, pero Díaz sí puede capitalizar esa ilusión que he visto en sus procesos de escucha”, opina.
Zamora ha tenido en la última legislatura un diputado del PP, uno de Vox y uno del PSOE. Mucha gente de izquierdas que votó a Guarido el 28-M apoyará a los socialistas en las generales. Rubén, trabajador de la Junta de Castilla y León, no será uno de ellos. “Yo siempre he votado Izquierda Unida o Podemos, mi voto es en conciencia, el voto útil es una trampa”, afirma este leonés de 46 años que lleva 18 viviendo en Zamora. La primera vez que votó a alguien que ganó fue cuando Guarido salió alcalde en 2015. “El suyo es un caso muy especial, es un señor que ha entendido lo que tienen que ser las cosas para la izquierda. Que no puedes intentar imponer ideas en sociedades que no están todavía ahí. Hay que ir más despacio, convencer poco a poco, para que no te salgan corrientes contrarias tan grandes”, considera.
Sandra Sanjurjo, de 40 años, es fisioterapeuta en la escuela pública y también defiende la labor de Guarido. “Ha demostrado que se pueden hacer políticas de izquierdas respetando las ideas bastante conservadoras de una población como la de Zamora”, destaca. Y añade: “Ha saneado las arcas municipales, que tenían una deuda sustanciosa con el PP, y ha gestionado el dinero público pensando en los zamoranos”.
Alba, Sonia y Arantxa, madres en otro colegio público, están contentas con el resultado electoral. “Guarido te escucha, te lo encuentras por la calle, le dices lo que necesitas y actúa en consecuencia”, afirma Alba. “Un domingo escribí al servicio de atención ciudadana Línea Zamora porque no había arena suficiente en el parque y los niños se podían hacer daño. A la mañana siguiente ya la habían repuesto”, pone como ejemplo.
En 2019 Guarido ganó en todos los colegios electorales. Esta vez ha perdido los tres del centro. En esa zona acomodada aún hay quien no puede creerse que su ciudad tenga un alcalde de Izquierda Unida. “Somos muchas las que no lo entendemos. No ha hecho nada y va a seguir haciendo lo mismo. Lo votarán en los barrios… y votan a la persona”, dice Loli, mientras desayuna con sus amigas en una cafetería de la calle Santa Clara y juntas comentan su satisfacción por el triunfo de la derecha en el resto de España el 28-M. Más adelante, por esa arteria emblemática del paseo zamorano, camina Eliodoro Barrero, octogenario, quien ha votado a Guarido porque le parece “un buen hombre”, pero en las generales se está pensando si apoyar al PP. “Que también me gusta”, dice con normalidad.
Los zamoranos saben que tener el único alcalde de IU en una capital de provincia los ha puesto en el mapa, y eso gusta. “Por lo menos nos han visto, ya saben localizarnos, mira, ¡olé!”, dicen casi al unísono Arantxa, Alba y Sonia, que alargan el corrillo después de dejar a sus hijos en un colegio de San José Obrero, uno de los dos barrios trabajadores –junto a Los Bloques– que han dado un apoyo decisivo a Guarido.
Hay dos cosas que nadie niega en Zamora: que Paco Guarido es una persona decente y que cuando él deje la política lo más probable es que IU no vuelva a tener tanto apoyo. Ya quiso retirarse este año, a los 65, pero se volvió a presentar por su equipo. “Somos conscientes de que tiene un tirón especial, de que si no fuera el candidato no tendríamos los mismos votos; pero eso ¿cómo lo ha conseguido Guarido? ¿Porque es más alto, más guapo? No, eso se ha conseguido con el trabajo de muchos años, que ha hecho que los zamoranos lo vean como un político trabajador con una ética intachable que no ha venido a favorecerse ni a él ni a los suyos”, dice Miguel Ángel Viñas, coordinador provincial de un partido que gobierna Zamora por tercera vez sin llegar a los cien militantes.