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Una conversación con Eduard Rodríguez Farré sobre bombillas de bajo consumo, mercurio, rayos ultravioleta (II)

«La exposición al metilmercurio durante el embarazo producirá daños al feto»

Fuentes: El Viejo Topo

Miembro fundador del Comité Antinuclear de Catalunya (CANC) en 1977, Eduard Rodríguez Farré es médico especializado en toxicología y farmacología en Barcelona, en radiobiología en París y en neurobiología en Estocolmo. Ha dirigido durante muchos años el Departamento de Farmacología y Toxicología del CSIC en Barcelona. Como experto en toxicología ha asesorado al gobierno cubano […]


Miembro fundador del Comité Antinuclear de Catalunya (CANC) en 1977, Eduard Rodríguez Farré es médico especializado en toxicología y farmacología en Barcelona, en radiobiología en París y en neurobiología en Estocolmo. Ha dirigido durante muchos años el Departamento de Farmacología y Toxicología del CSIC en Barcelona. Como experto en toxicología ha asesorado al gobierno cubano en la epidemia de la neuropatía óptica, a la OMS en el síndrome del aceite tóxico y a la Unión Europea sobre la investigación en programas de salud pública y sobre la Encefalopatía Espongiforme Bovina. Actualmente es miembro del Comité Científico de la UE sobre Nuevos Riesgos para la Salud. Socio fundador de la asociación Científicos por el Medio Ambiente (CiMA), Eduard Rodríguez Farré es coautor (autor principal para ser más preciso), junto este entrevistador, de Casi todo lo que usted desea saber sobre los efectos de la energía nuclear en la salud y el medio ambiente, El Viejo Topo, Barcelona, 2008 (con prólogo, presentación, epílogo y notas finales de Enric Tello, Joaquim Sempere, Joan Pallisé, Jorge Riechmann y Santiago Alba Rico).

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Estábamos comentando esta afirmación tuya: afortunadamente, decías, «en aquella época [principios de los setenta], hasta que ha sido destruido recientemente, los iraquíes tenían el mejor sistema científico árabe».¿No exageras un poco?

No exagero. En todo el mundo árabe, desde Marruecos hasta la frontera con Persia, la estructura científica de Iraq era la más importante. Te lo digo también por experiencia propia porque trabajé en Londres con una profesora iraquí de Bagdad en los años setenta. Bagdad tenía mujeres que eran profesoras de bioquímica o de otras disciplinas. Yo trabajé, poyata con poyata, en la Universidad de Londres, con esta profesora iraquí.

El sistema epidemiológico que tenían -Bakir se llamaba la persona responsable del estudio- observó, enseguida que hubo ese brote de intoxicación, que la gente tenía un campo de visión periférico constreñido, trastornos sensitivos y motores como los que habían descrito Hunter y Russell, trastornos cognitivos, etc. Hubo muertos, allí hubo unos dos mil muertos y unas 10.000 personas afectadas.

¿Se prolongó mucho la situación?

No, no. La historia duró 6 meses sólo. Enseguida el sistema epidemiológico iraquí logró establecer una correlación entre este brote muy rápido que comentaba y el consumo del pan contaminado, que estaba desviado fraudulentamente. Se paró la fabricación de ese pan, se eliminó el que se estaba distribuyendo y la mortalidad cayó rápidamente.

Aquí se estableció una relación muy directa entre el metilmercurio consumido a través de los alimentos y la aparición de un brote muy grave. La situación se siguió durante años, hasta que Iraq quedó destruido, en una cohorte de personas en la cual se vio, y este nudo fue muy interesante e importante, que personas que no estaban afectadas, mujeres que no tenían ninguna clínica, sus hijos, en cambio, aparecían con trastornos neurológicos y cognitivos. No graves, aunque algunos sí. Si la madre había tenido un problema grave, si ella había estado intoxicada, sus hijos podían salir malformados.

Pero lo que era interesante e inesperado era la otra arista que has señalado.

Exacto. Aunque una mujer, una persona adulta, no tuviera ninguna alteración, si había estado expuesta durante el embarazo, sus hijos sí que tenían alteraciones, sobre todo de evolución cognitiva. Esto es la segunda parte de la historia. Se estableció claramente que había un problema neurológico y que apuntaba al desarrollo del sistema nervioso central en el feto. No existían prácticamente otras alteraciones. Todo esto llevó a estudios experimentales, sobre todo porque se pudo establecer la relación entre la dosis, entre la cantidad ingerida, y la severidad de la afección. Aquí también hay unos trabajos muy interesantes porque como las señoras acostumbraban en aquella época a llevar el cabello muy largo, costumbre que aun existe en muchos sitios, si se cortaba el cabello, como este crece a un ritmo bien conocido, podía medirse en unos pocos centímetros cuando se contamino o intoxico la persona, aún mucho tiempo después de ocurrida la ingesta del antedicho pan. Ello se debe aque el mercurio tiene una especial afinidad por el cabello, donde permanece acumulado tras una exposición. A mujeres que tenían el cabello hasta la cintura, podías ir cortándolo a trocitos y podías ir midiendo la cantidad de metilmercurio que había en cada zona.

¿Qué se conseguía con ello?

Pues poder establecer muy claramente la época en que se consumió el metilmercurio, la severidad de la afección y la cantidad ingerida porque el metilmercurio se acumula mucho en el cabello. Es un sistema de detección que todavía se puede utilizar. Si uno ha estado expuesto al metilmercurio la cantidad que permanece en el cabello es un buen indicador. Es más concreto verlo en sangre pero, fundamentalmente, el cabello es el depósito.

El metilmercurio tiene una característica importante y es que se acumula en el organismo durante años. No lo excretamos prácticamente. El que se elimina por la bilis, al intestino, se reabsorbe de nuevo en gran parte y se elimina muy poco por las heces y la orina. Al no eliminarse va acumulándose en el organismo, con especial afinidad por el cerebro.

¿Hay mediciones de todo ello?

Prácticamente entre un 10 y un 20% del metilmercurio que podamos ingerir se acumula en el cerebro que representa el 1,5-2% de nuestro peso auque consume el 20% de toda nuestra energía.

Todo esto llevó a una serie prolongada de estudios. Hubo un epidemiólogo danés en los noventa, Philippe Grandjean, que estableció un análisis de lo que se llama la cohorte de las Feroe. Pensó: si en Iraq pasó esto en mujeres que no tenían ninguna afectación, también puede ocurrir que el consumo de metilmercurio a través del pescado que no nos afecta a las personas adultas puede estar afectando a los fetos, lo que implica que no hay una clínica neurológica observada pero sí déficits de inteligencia, déficits cognitivos y sensoriales.

¿Y por qué «cohorte de las Feroe»?

El grupo de investigación que planteó el estudio sabía que en las Feroe, una región autónoma de Dinamarca, se consume ballena. No es una ballena comercial. Cuando entran las ballenas piloto en la zona, cuando las ven, las acorralan, las meten dentro de una bahía y las matan a mano. Las ballenas piloto son relativamente pequeñas. Las matan a mano, como decía, todo se llena de sangre, se descuartizan y se distribuyen gratuitamente. Es una especie de costumbre local. Hay gente que come ballena y hay gente que no. Como en toda población, hay gente a la que le repele la ballena, le horroriza la masacre, y otra que no. Yo, por ejemplo, tengo un colega danés que se ha negado siempre a llevarme a las Feroe, a tener reuniones en las islas, porque dicen que son unos salvajes. Otros, en cambio, consideran que es una tradición. Desde un punto de vista estrictamente ecológico, lo que describo, la matanza, no tiene gran importancia. Ballenas piloto hay muchas y las que puedan matar a mano, para una población que son unos 40.000 o 50.000 habitantes, es de muy poca cuantía.

Pero donde está el interés de este estudio sobre el consumo de estas ballenas.

En lo siguiente: si hay personas que consumen ballena y personas que no, podemos ver qué les pasa a estas personas y a sus hijos. La ballena, como animal que está en un lugar elevado de la cadena trófica, que consume unas cantidades de plancton enormes, acumula unas cantidades de metilmercurio y de otros agentes contaminantes enormes en su organismo. Las personas que consumen ballena ingieren una cantidad importante del metilmercurio que estamos hablando.

La cohorte duró muchos años. Desde el nacimiento hasta los siete años se medía la cantidad de metilmercurio, en la sangre y en el cordón umbilical de los recién nacidos, así como en el cabello y sangre de sus madres. Se siguió el desarrollo de estos niños durante unos siete años. Se observó claramente que los hijos de las madres que consumían ballena y que tenían fuertes niveles de metilmercurio, aunque, como decía, no les pasara nada a ellas, a los adultos, los niños, sus hijos, tienen déficits cognitivos, déficits sensoriales,.. No son graves. Son déficits de un 10 a un 20%. Pero esto implica que estos niños, cuando sean adultos, van a estar en condiciones sociales, laborales, etc. inferiores a los que no han sido expuestos al metilmercurio. La vulnerabilidad está en el desarrollo del sistema nervioso central del feto y se manifiesta en los niños.

¿Qué medidas se tomaron como resultado del estudio?

Todo esto llevó a establecer unos límites muy bajos en la ingesta máxima de metilmercurio, en Estados Unidos por ejemplo. Se inició una polémica que duró cuatro o cinco años. Finalmente, la Academia de Ciencias de los Estados Unidos publicó un informe, ya clásico, en el 2002 o en el 2003, diciendo que el trabajo que había que tener en cuenta era el danés de las islas Feroe y estableciendo la EPA (Agencia de Protección Ambiental de los EEUU) unos límites muy bajos de consumo de metilmercurio: 0,1 microgramos por kilo de peso al día. Para imaginarnos lo que representa esta cantidad, un microgramo es un millonésima de gramo. Por lo tanto, estamos hablando de una diezmillonésima de gramo por kilo de peso nuestro. Una lata de atún oceánico, que tiene mucho menos metilmercurio que el atún del Mediterráneo, me refiero a una lata de atún del Pacífico, o del Atlántico, contiene la dosis semanal de metilmercurio.

Todo esto es un problema muy reciente. ¿No?

Efectivamente. Con toda esta historia llegamos a los años 2000. Estas nuevas normas son más restrictivas que las de la OMS. La OMS todavía sigue considerando 0,3-0,4 microgramos por kilo de peso pero en Estados Unidos se establecieron límites menores. Yo mismo tengo una foto muy bonita de California, en estas cosas siempre son muy avanzados, en la que se ve como en los restaurantes, al lado del letrero de no fumar o de que fumar daña a la salud, puede verse un letrero que dice «Se advierte a las mujeres embarazadas o que tienen intención de quedarse embarazadas que no consuman atún o que no consuman pez espada u otro tipo de peces». Por los niveles señalados de los que acabamos de hablar. Volvamos en todo caso a lo que estábamos comentando inicialmente. Ha sido una digresión excesiva que acaso tendrás que condensar.

Volvamos, pues, al problema actual.

Debido a todas estas cuestiones, a todos estos nuevos fenómenos, distintos a los conocidos históricamente para el mercurio inorgánico, como los originados por los vapores de mercurio, cual los del sombrerero loco de Alicia en el País de las maravillas; los problemas actuales del metilmercurio, que es el problema realmente importante en el momento actual porque nos afecta a todos, porque no hay persona que no tengamos metilmercurio en nuestro cuerpo. Perdón… hay una cosa que he olvidado antes. ¿Puedo dar un breve apunte?

Puedes.

En un estudio muy reciente que se está haciendo en Valencia, el 70% de las placentas de los nacimientos -creo que han estudiado ya entre 300 y 400, nosotros tenemos algunas aquí, en el Instituto- superan las cantidades máximas admisibles de metilmercurio. No olvidemos que España es un gran consumidor de pescado.

Esta sería, probablemente, la causa de esta situación que describes.

Exacto. España es un gran consumidor de pescado. Después de Dinamarca, si no más, somos el país que más consumimos. Comparados con otros países de Europa como Francia, Inglaterra, con Alemania, nosotros somos grandes piscívoros. Y eso en cualquier lugar de España. Aquí las autonomías no cuentan. Ya sea en Galicia, en Andalucía, ya sea en Cataluña, el pescado se consume en cantidades importantes.

Está este estudio de Valencia y me parece que hay otro, no recuerdo dónde, no está acabado todavía, que también está dando resultados en la misma línea que te indicaba. Probablemente ocurra así en toda España. Pero es que hablamos del 70% de las placentas, de alrededor del 70%.

¿Quién dirige este trabajo de investigación valenciano?

Es un trabajo dirigido por Ferran Ballester. Hay un número muy importante de placentas que superan las cantidades máximas admisibles. Esto implicará con toda probabilidad que estos niños van a tener unos déficits determinados, no graves, pero sí que van a tener unos déficits neurológicos por esta cantidad de metilmercurio que se ha detectado.

Volvamos a las bombillas en la última parte de la conversación si te parece.

De acuerdo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.