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El trabajo creado es insuficiente, de baja calidad, mal pagado, más vulnerable y con menos derechos

La falacia de la «primavera del empleo» de Fátima Bañez

Fuentes: Cuarto Poder

Sostiene Fátima Báñez que «La recuperación de España es sólida, sana y social» y que «el empleo que llega con la recuperación es de mayor calidad que el que se fue con la crisis». Es evidente que confunde la calidad del empleo con que dependientes, camareros o teleoperadores tengan carreras universitarias. Pero lo de la […]

Sostiene Fátima Báñez que «La recuperación de España es sólida, sana y social» y que «el empleo que llega con la recuperación es de mayor calidad que el que se fue con la crisis». Es evidente que confunde la calidad del empleo con que dependientes, camareros o teleoperadores tengan carreras universitarias. Pero lo de la ministra de Trabajo no es simple demagogia, es un insulto a millones de parados y de trabajadores pobres en esta economía de chiringuito en la que han convertido a España. Y, sobre todo, es una gran mentira porque el empleo creado es insuficiente, de baja calidad, mal pagado, más vulnerable y con menos derechos.

La llamada «recuperación» solo ha recuperado el 57,8% del empleo fijo perdido. La crisis destruyó 1,3 millones de puestos de trabajo indefinidos y se han creado 777.000 empleos de estas características. En los últimos diez años la población ocupada ha caído en 1.940.100 empleos y el propio ministro de Economía reconoce que se tienen que crear 2 millones de empleos para que el mercado de trabajo tenga igual tamaño que en 2007.

Es decir, la creación de empleo ha sido insuficiente y seguimos con casi cuatro millones de parados en España. Si no fuera por el trabajo a tiempo parcial (forzoso en el 70% de los casos según la EPA), que ha crecido en medio millón a costa de las jornadas completas, la tasa de paro llegaría al 30%, según sugiere el Banco de España. Hay otro dato muy preocupante: un tercio de la caída del paro se debe a que la población activa ha perdido 765.300 activos en los últimos cinco años. Sin olvidar que, según Eurostat, la tasa de empleo en España es la cuarta menor de la UE-28, con un 63,9% frente al 78,2% de media.

El empleo que se crea es de mala calidad. Más del 90% son contratos temporales y de ellos un 23% tiene una duración inferior a una semana. Con las dos últimas reformas laborales de Zapatero y de Rajoy, el abaratamiento del despido y el aumento de la desregulación de la contratación han convertido este país en el reino de la precariedad. Y, como venimos denunciando algunos, un trabajo precario es una vida precaria.

También es un empleo muy mal pagado La política aplicada ha producido una gran devaluación salarial hasta el punto de que las rentas del trabajo han caído en picado en su participación en el PIB. Así, los salarios han pasado del 51% de antes de la crisis al 47% en 2016. Pasando a lo micro, tres millones de trabajadores cobran menos de 820 euros al mes. Es decir, tener un trabajo no asegura poder vivir dignamente. A ello no son ajenos los nuevos contratos basura, el subempleo que obliga a muchos a trabajar en empleos de mucha menos cualificación de la que tienen y, sobre todo, la desprotección producida por las reformas del Estatuto de los Trabajadores.

Las reformas laborales y la supresión de la ultraactividad de los convenios han debilitado la negociación colectiva, el papel de los sindicatos y el poder de los trabajadores. La estrategia neoliberal es eliminar garantías contractuales e incluso de tutela judicial y administrativa. Ello hace que se pierdan derechos laborales conseguidos en las empresas y sectores tras años de lucha.

El empleo que se está creando es muy vulnerable. La mayoría es temporal y a tiempo parcial, en sectores como el turismo y el comercio, que son intensivos en mano de obra de escasa cualificación. Sin turismo no habría esta recuperación, especialmente en algunas zonas. No es tan exagerado decir que España se está convirtiendo en un país de camareros cuando el 13% del total de los contratos es para esta labor. Esta situación es preocupante porque una nueva crisis cíclica haría desaparecer muchos de estos puestos de trabajo.

La prueba de que no estamos en ningún paraíso es el aumento de la pobreza y las desigualdades sociales. Existe una gran bolsa de parados de larga duración, mayores de edad y con una fuerte componente de género, que supone la mitad del total de parados; ello hace crecer la marginalidad y tiene consecuencias negativas en la cohesión social. La tasa de riesgo de pobreza ha pasado del 19,8% en 2008 al 22,3% en 2015, según la encuesta de condiciones de vida del INE. Organizaciones como Cáritas nos advierten sobre el riesgo de que se consolide la pobreza como algo natural en España. Otros datos a tener en cuenta es el aumento de los accidentes de trabajo y enfermedades profesionales, y que España se sitúa como uno de los países con más bajas laborales en el mundo.

Por todo lo anterior, cuando Báñez habla de «primavera del empleo», se refiere al imperio del empleo basura creado por el PP y a la imposición de la ley de la selva en el mercado laboral: un regalo para el neoliberalismo más rampante. Si la generación de jóvenes mejor preparada de la historia de este país se tiene que ir al extranjero o está tan desmoralizada que siete de cada diez ven probable tener que trabajar «en lo que sea» ¿de qué paraíso hablan? Nos mean y quieren que digamos que llueve. Pues no. Pero no basta solo con desmontar las mentiras. Es preciso aunarse para el cambio político y reconstruir un movimiento sindical que garantice una defensa insobornable de las clases trabajadoras. El trabajo tiene que ser digno, seguro, saludable y con derechos para que haya una sociedad más justa y habitable.

Fuente: http://www.cuartopoder.es/ideas/opinion/2017/08/31/empleo-paro-espana-fatima-banez-falacia-primavera/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.