Como era de esperar, el PSOE ha vuelto a demostrar con su reciente «negociación» con Unidas Podemos, de cara a la fallida investidura de Pedro Sánchez de este julio de 2019, su verdadero rostro. Y es que el verdadero enemigo de la izquierda real y del pueblo es la falsa izquierda. Más incluso que la […]
Como era de esperar, el PSOE ha vuelto a demostrar con su reciente «negociación» con Unidas Podemos, de cara a la fallida investidura de Pedro Sánchez de este julio de 2019, su verdadero rostro. Y es que el verdadero enemigo de la izquierda real y del pueblo es la falsa izquierda. Más incluso que la derecha. Más porque la socialdemocracia, tal como denunció ya en su día Lenin, se ha convertido en el mejor aliado de la oligarquía capitalista para engañar a la clase trabajadora. Es más peligroso el lobo vestido de oveja que el lobo sin disfraz. No sólo ha servido la falsa izquierda para canalizar el voto de las clases populares hacia sujetos políticos que no pongan en peligro el statu quo de las élites, sino que también para vestir a la dictadura capitalista de «democracia», proporcionando así la ilusión a las masas de que hay alternativas, una derecha y una izquierda. Son muchos los ejemplos en las últimas décadas en los que sustentarse para afirmar todo esto, pero vamos a centrarnos en los últimos acontecimientos en España. Aunque una parte de la ciudadanía ya no se traga el cuento, desgraciadamente, otra parte aun mayor sigue haciéndolo, por lo que es imprescindible seguir ejercitando una labor, con humildad pero sin complejos, de concienciación a nuestro alrededor.
Creo que es evidente (al margen de los errores que haya podido cometer Podemos, como plantear una votación a sus bases donde no estaban todas las opciones posibles) que el PSOE desde el principio no ha tenido ninguna intención de compartir el poder político con el partido a su izquierda, o en todo caso hacerlo vaciando de contenido la participación de su «aliado». Desde el principio, Pedro Sánchez apeló a un gobierno en solitario, incluso hizo guiños a su derecha, especialmente a Ciudadanos. Cuando se vio que Rivera (al menos por ahora) no estaba por la labor y cuando se dio cuenta el partido autoproclamado como «la izquierda» de que no tenía posibilidades de gobernar en solitario (sin desaprovechar, de paso, la ocasión para plantear un cambio en las reglas del juego para que esto no sea un problema en el futuro) entonces se miró a la izquierda, hay que guardar de vez en cuando las apariencias, y hay que preparar a sus bases (que gritaban en Ferraz «no con Rivera» el día de las elecciones cuando celebraron su triunfo) para el gobierno que realmente desean los dirigentes «socialistas» y sus dueños y señores del IBEX-35: la coalición con Ciudadanos, o por lo menos que la derecha permita la investidura de Sánchez para luego gobernar con su apoyo para sacar adelante cada ley que vaya contra el pueblo. En este paripé de negociación con la izquierda real, la falsa izquierda debe preparar a la ciudadanía y a sus bases (entre otras cosas, cansándolas) para que luego éstas acepten lo que en principio no querían: «con Rivera es preferible que con Iglesias» (preferible para las élites y sus siervos, claro).
En este paripé de negociación con Unidas Podemos el PSOE ha ido de excusa en excusa y tiro porque me toca. Incluso Sánchez llegó a vetar al líder de la formación con la que supuestamente quería colaborar, algo totalmente inédito y contra el más elemental sentido común, en contra de los principios democráticos más básicos. Pero esa jugada le salió mal al partido presuntamente de izquierdas porque Iglesias, muy inteligentemente, y sorpresivamente, se quitó de enmedio para no servir de excusa. De paso desmontando ese argumento que dice que está ávido de poder. Si Iglesias no participa en el gobierno, además, tendrá más margen de maniobra para la crítica al gobierno progresista de coalición (si es que finalmente se forma), cuando se lo merezca. Es evidente que ha habido presiones del IBEX-35, las cuales denunció en su día el propio secretario general del partido «socialista» en la famosa entrevista que le hizo Jordi Évole (gran error que cometió Sánchez, del cual estará muy arrepentido). Incluso el PSOE ha reconocido públicamente que Unidas Podemos no podía tener el Ministerio de Trabajo porque incomodaba a la patronal (otro gran error del partido «socialista»).
Pues bien, hay que explotar estos errores, es el momento de que Unidas Podemos aproveche la ocasión para denunciar a esta falsa izquierda y a esta falsa democracia, donde quienes no son votados, el gobierno económico en la sombra, son los que diseñan los consejos de ministros, o al menos lo intentan, y en gran medida lo consiguen. Por supuesto, el PSOE está atrapado en su eterna contradicción (como la falsa izquierda internacional, llamada socialdemocracia): ser un partido realmente de derechas (en lo sustancial, en la política económica, la que verdaderamente importa a la oligarquía) con apariencias de izquierdas (con ciertas políticas de izquierdas que no incomoden a las élites económicas, como los asuntos relacionados con los derechos sexuales,…). Esta contradicción, junto con la contradicción de estas falsas democracias liberales, a saber, aparentar ser democracias al mismo tiempo que evitar la verdadera democracia, debe ser explotada todo lo posible por la auténtica izquierda, por las fuerzas realmente democráticas. Cualquier ocasión es primordial, pues los enemigos de la democracia cuentan con todos los medios a su favor y con mucha experiencia en la manipulación de las masas. Y, como los hechos han demostrado, han conseguido recuperar terreno.
No está claro que el bipartidismo haya muerto, existe un serio riesgo de que vuelva, aunque tal vez con otras formas y protagonistas. Ahora mismo parece estar en fase de recuperación. Incluso están logrando cansar a la gente con estos largos procesos de «negociación» (a mi modo de ver, premeditadamente largos). Parece que muchos ciudadanos empiezan a añorar esos viejos tiempos de las mayorías absolutas, del bipartidismo, donde los gobiernos se ponían rápidamente en marcha, donde no había tantos gastos en procesos electorales. Así, de paso, sutilmente, se nos va colando la idea entre la ciudadanía de que la democracia es cara y cansina, y que cuanta menos tengamos mejor. A la gente se la va cansando y desincentivando para votar, alejando así el fantasma de la democracia verdadera, de la mejor manera posible: quitándole las ganas a la población de participar en lo que le atañe, quitándole el «hambre» de democracia, transmitiéndole a la ciudadanía la idea de que la democracia no sirve de nada, ya sea porque los «malvados e incompetentes» políticos no son capaces de ponerse de acuerdo (como si los ciudadanos en cualquier ámbito se comportaran de manera diferente, como si en una comunidad de vecinos, por poner un ejemplo, no nos encontrásemos, a pequeña escala, los mismos problemas de comunicación, de falta de respeto, de falta de cultura del diálogo), ya sea porque las políticas (sobre todo económicas y sociales) son siempre las mismas gobierne quien gobierne, ya se sabe que «todos los políticos son iguales» y que «no hay alternativas», «esto es lo que hay». Así se abona el terreno para la dictadura, no es de extrañar el resurgimiento de la derecha más extrema que viene con un mensaje claro en su mochila: «orden y estabilidad», «el enemigo es el inmigrante (o el diferente, el homosexual)», «peligra la sacrosanta unidad de España». La peligrosa idea de una «pax romana» en la guerra de clases (cuya principal expresión es la política) se va poco a poco abriendo camino. ¿La Historia se repite?
El 15M y sobre todo Podemos pusieron en riesgo el «chiringuito» que tienen montado las élites económicas, pero éstas nunca se quedan de brazos cruzados y están recuperando el control de la situación, todo esto ayudado por factores externos como el estrepitoso (y muy perjudicial para el proletariado internacional) fracaso de Syriza en Grecia. Porque si hay algo mucho peor que el que la izquierda real no llegue al poder político, es que lo haga para aplicar políticas de derechas. Esto desanima mucho más a las clases populares, afianza mucho más el pensamiento único, la dictadura capitalista internacional disfrazada de democracia. Podemos no surgió para ser una mera muleta del PSOE, sino que para intentar cambiar las cosas, no para apuntalar al régimen, sino que para superarlo. El objetivo número uno es profundizar en democracia e invertir la tendencia para de una vez por todas avanzar hacia una sociedad más justa, más libre, más igualitaria, donde la gran mayoría sea la beneficiada. Desde la izquierda revolucionaria «tradicional» se tachó al 15M y sobre todo a Podemos de simples reformistas, pero dicha izquierda dogmática no es capaz de movilizar a las masas ni de explicarnos cómo es posible la revolución en las condiciones actuales, con lo que la posponen eternamente (gran favor que le hacen a la oligarquía). Es muy fácil criticar desde la barrera, pero hay que lidiar al toro, hay que bajar al ruedo, tal como es éste y no tal como nos gustaría que fuese. Por supuesto, habrá que estar alerta para que no nos quedemos en simples reformas, para seguir avanzando, para no quedarnos a mitad de camino, pero es preferible dar un pequeño paso hacia delante, que quedarse parado, o seguir yendo para atrás.
Es por esto que yo creo que la estrategia general de Podemos es acertada. Se han cometido errores, por supuesto, pero en líneas generales creo que se va en la dirección correcta. Creo que no puede achacarse exclusivamente, ni siquiera principalmente, la importante bajada de votos a los errores de dicha formación (los cuales son mucho menos graves que los cometidos por el resto de partidos, salvo las divisiones internas que sí han hecho daño), sino que más bien a la gran campaña mediática en contra (con mentiras, difamaciones, despertando prejuicios, de los cuales son presos muchos ciudadanos, explotando todo lo posible los errores cometidos por la formación morada,…), a la trampa del voto «útil», a la trampa del nacionalismo (defender el derecho de autodeterminación pero no la independencia es difícil cuanto la situación se vuelve maniquea), ese nacionalismo al que recurren las derechas (incluidas las disfrazadas de izquierdas) para distraer la atención, para que se pierda el foco del verdadero problema (la cuestión económica y social, la lucha de clases), a los tejemanejes del régimen (sobre todo del propio PSOE, su sustento clave, el día que caiga este partido caerá el régimen del 78), a la inconciencia y desinformación de gran parte de la clase trabajadora que, una vez más, se dejó engañar por el teatro que hizo el partido de Sánchez para recuperar el voto perdido, como ya denuncié en un artículo anterior (La «renovación» del PSOE).
Por un lado, no se podía renunciar a un gobierno junto con el PSOE (lo cual nos llevaría a la marginación y a alimentar el sentimiento de impotencia entre aquellos ciudadanos que vieron una oportunidad de cambio en la formación que lidera Pablo Iglesias, es decir, nos llevaría a ser una fuerza anecdótica sin ninguna capacidad de cambiar las cosas), y, por otro lado, tampoco se podía consentir entrar en el gobierno del partido «socialista» gratuitamente, a cualquier precio, para aplicar políticas que iban en contra de la razón de ser del partido que mejor ha representado las aspiraciones de la ciudadanía que participó en el 15M (o simpatizó con dicho movimiento por la democracia real), lo cual hubiese sido aun peor. En este delicado equilibrio, como en otros, está Podemos desde que nació. Entre el mero reformismo (necesario para poder iniciar la senda hacia una sociedad mejor, en las condiciones actuales) y la ineludible revolución para cambiar radicalmente la sociedad (objetivo supremo que nunca debe ser olvidado, aunque sí pospuesto por ahora).
Yo no tengo ninguna duda acerca de las verdaderas intenciones del PSOE: servir a sus amos, las élites capitalistas, como lleva haciendo desde hace muchos años, engañando al electorado de izquierdas y, al mismo tiempo, y fundamental para lograr el objetivo anterior, desactivar el «fenómeno Podemos». Por esto se hizo todo ese paripé en su día de quitar de enmedio a Pedro Sánchez para que él no se mojara en la decisión del PSOE de permitir el gobierno de Rajoy, para luego resurgir como el ave Fénix para rescatar al partido autodenominado como «la izquierda». Por esto se dio voz, por primera vez, a las bases del partido «socialista» para que votaran masivamente (como estaba cantado que iba a ocurrir) al líder marginado que no se «ensució» en esa operación que hizo el régimen para intentar salvar al PSOE y a él mismo. Una vez más, el partido «socialista» hizo lo que mejor sabe hacer: engañar a sus militantes y a muchos ciudadanos que se creyeron su «renovación». El problema es que mucha gente prefiere no ver, cae fácilmente en todas estas trampas. ¡Nunca hay que dejar de trabajar contra los prejuicios! La principal labor de quienes defendemos otro sistema, otras políticas, una democracia real, es siempre combatir todos estos engaños, es luchar contra los prejuicios de que son presos la mayoría de nuestros conciudadanos.
Hasta ahora, el régimen ha sobrevivido, incluso parece reforzarse, pero en realidad es un castillo de naipes, en cualquier momento puede desmoronarse. Han ganado tiempo. Han ganado las últimas batallas, pero no la guerra todavía. Sin olvidarnos de que las profundas e irresolubles contradicciones del capitalismo han hecho y seguirán haciendo acto de presencia (cada vez más frecuente e intensamente). Sin olvidarnos, además, de las crecientes contradicciones del régimen del 78 (las cuales se traducen en divisiones internas entre las fuerzas «constitucionalistas»). A pesar de todo, al PSOE, a la falsa izquierda, a las falsas democracias, cada vez les cuesta más mantener el disfraz. Pueden ganar tiempo, con la esperanza de que la gente se conforme, se olvide, se desanime, pero, insisto, tarde o pronto, surgirá una nueva oportunidad para que ciertos sujetos políticos intenten cambios reales, más que nada porque la necesidad aprieta. Las condiciones objetivas para la Revolución volverán a surgir, se incrementarán, pero mientras, aun admitiendo que ya se haya cerrado esta ventana de oportunidad (que yo pienso que no se ha cerrado todavía, la crisis se está cronificando, como consecuencia de la decadencia del capitalismo), habrá que seguir trabajando los factores subjetivos, habrá que seguir organizándose, concienciando.
A corto plazo yo creo que Unidas Podemos debe seguir intentando una coalición de gobierno con el PSOE (pero no a cualquier precio, con competencias reales, con posibilidades reales de lograr ciertos cambios en las políticas sociales y económicas). Es perfectamente razonable que su participación en el gobierno sea proporcional a los votos que obtuvo, que no sea meramente simbólica. En cualquier caso, si se consiguiera un acuerdo, habrá que someterlo a la votación de las bases, para que éstas tengan siempre la última palabra. Y si no lo consigue, o al mismo tiempo para lograrlo, hay que poner toda la carne en el asador para poner en evidencia al partido de la falsa izquierda ante sus bases y ante la ciudadanía en general. Esta guerra será muy dura, pero los hechos están a favor de Unidas Podemos, aunque todo lo demás esté en contra. La guerra por el relato del fracaso del gobierno de coalición progresista será determinante para el futuro de la izquierda real en España en los próximos años. Y es que el verdadero enemigo de la verdadera izquierda es la falsa izquierda, el verdadero enemigo del pueblo es el propio pueblo, su nivel de alienación, sus prejuicios, su pasividad,… ¡Si no se desenmascara a la falsa izquierda nunca podrá la izquierda real gobernar!
Y si se logra un gobierno de coalición con el PSOE, lo cual yo creo poco probable (a no ser que Unidas Podemos ceda demasiado), habrá que tener mucho cuidado de no cometer el peor error: servir a las élites para afianzar su poder, su sistema, el pensamiento único. Ahí está el ejemplo (a no seguir) de Syriza en Grecia. ¡Aprendamos de los errores, propios y ajenos! ¡Nunca olvidemos la razón de ser del 15M y de su principal expresión política, Podemos! El objetivo es doble: más y mejor democracia, y mejores condiciones de vida para la mayoría de la gente. A corto y a largo plazo. Que la Historia vuelva a ir para adelante con destino a una sociedad emancipada, donde todos los seres humanos puedan vivir libre y dignamente.
José López es autor de los libros Rumbo a la democracia, Las falacias del capitalismo, La causa republicana, Manual de resistencia anticapitalista, Los errores de la izquierda, ¿Reforma o Revolución? Democracia y El marxismo del siglo XXI así como de diversos artículos, publicados todos ellos en múltiples medios de la prensa alternativa y disponibles en su blog para su libre descarga y distribución.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.